27 marzo 2000

Tensión hasta los últimos momentos en que el mandatario quedara por debajo del 50% y tuviera que enfrentarse al comunista Ziuganov en una segunda vuelta lo que hubiera supuesto un varapalo

Elecciones Rusia 2000 – Vladimir Putin, ‘heredero’ de Boris Yelstin, logra la mayoría absoluta en primera vuelta

Hechos

El 26.03.2000 se celebraron las primeras elecciones a la presidencia de Rusia.

27 Marzo 2000

Las elecciones que ganó Boris Yelstin

Ramón Pérez Maura

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Muchos se habían olvidado de su existencia, algunos han hablado incluso de que los comicios de ayer enterraban la era que él encarnó y en realidad es Yelstin y no otro el gran vencedor – en la trastienda – de las elecciones presidenciales rusas de ayer. Cuando el pasado verano el presidente Yelstin firmó el ukase designado a Vladimir Putin como primer ministro, la opinión generalizada sostenía que este político de segunda fila sería otro alfil circunstancial del imprevisible Yelstin. El error fue fijarse en el pasado de Putin y no en lo impredecible del presidente ruso, que era en verdad la clave.

Yelstin ha logrado en menos de siete meses arreglar su sucesión de manera que el nuevo presidente sea alguien que le debe su puesto a él, que le entregó todo el aparato del Estado. Aparato que Putin, un desconocido para casi todos sus compatriotas hace nada, ha empleado para lograr una amplia mayoría en la primera vuelta de las elecciones presidenciales rusas de ayer.

Putin no se ha mostrado desagradecido con su mentor; ya el pasado 31 de diciembre su primer acto como presidente de Rusia en funciones fue decretar la inmunidad de Boris Yelstin y toda su familia contra cualquier procesamiento derivado de su paso por el poder. Ahora, sin ataduras electorales a corto plazo, Vladimir Putin puede ser todavía más generoso con su mentor. Para qué engañarse, el gran ganador, el más beneficiado de todos ayer, fue Boris Yelstin.

 

28 Marzo 2000

Tiempo de Putin

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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¿Podrá Putin sacar a Rusia del caos? Eso es lo que esperan los votantes de una sociedad desmoralizada hasta el punto de elegir presidente en primera vuelta, con más del 52% de los votos, a un ex miembro del KGB de 47 años, que se ha instalado en el Kremlin de forma sospechosamente meteórica y que ha rematado la faena con una rotunda victoria electoral. Vladímir Putin se ha convertido en el segundo presidente democráticamente elegido de la Rusia poscomunista, tras ocupar el puesto tres meses en funciones a raíz de la dimisión de Yeltsin.Sin duda, ha habido irregularidades, como las denunciadas por observadores internacionales, y más en Chechenia, un territorio en el que Putin ha conseguido una abultada victoria a resguardo de controles externos, apenas unas semanas después de librar una guerra de ferocidad extrema, inacabada y quizás inacabable, en todo caso acompasada a los designios electorales.

Pero en general, la victoria ha sido clara, entre otras razones, porque Putin carecía de verdaderos adversarios, con la excepción de Guennadi Ziugánov, que, con cerca del 30% de los votos, ha demostrado la fuerza que aún tiene en Rusia el Partido Comunista. Si en algo coinciden Ziugánov y Putin -que aúnan más del 82% de los votos- es en un mensaje de mano dura, lucha contra el crimen, orden y patriotismo. Sin embargo, está por ver cómo se relacionará el nuevo presidente con la oligarquía económico-financiera: si acabará dominándola o se dejará arrastrar por ella en medio de un sistema corrupto. Una primera indicación llegará con el nombre de su primer ministro. La tarea es hercúlea: poner a funcionar un Estado en quiebra, o inexistente en muchos ámbitos, y desarrollar una sociedad deprimida, acostumbrada a no pagar impuestos y presa de las mafias. «Estado fuerte» es el único lema. Pero no dispone de todo el tiempo para abordar las reformas ni cabe esperar milagros inmediatos, como Putin reconoció ayer. Pero tampoco puede demorar las difíciles decisiones que debe tomar.

Para Occidente, Putin será un interlocutor no dependiente de su estado de salud, como Yeltsin, pero no por ello más cómodo. En los momentos clave, como la ampliación de la OTAN al Este o la guerra de Kosovo, Yeltsin siempre respondió a los intereses occidentales. Ayer mismo dos elementos preocupantes acompañaron el triunfo de Putin: la salva de tres misiles balísticos de largo alcance con que lo saludaron los militares y la inesperada declaración del ministro de Asuntos Exteriores, Ígor Ivanov, según la cual Moscú va a adoptar una nueva política exterior, «más realista» y adaptada a los intereses geopolíticos y económicos de Rusia. Sea como sea, el interlocutor es Putin, al que la UE quiere brindar su apoyo, porque es el único posible y porque le interesa que el orden reine en Rusia, aunque no a cualquier precio.