12 octubre 1986

Elogiosa entrevista de Mila Ximénez a Encarna Sánchez para el suplemento de ABC: «Yo soy la defensora del pueblo, los políticos están a demasiada distancia de él»

Hechos

El 12.10.1986 se publica en ‘Los Domingos de ABC’ una entrevita de Dña. Mila Santana [Mila Ximénez] a Dña. Encarna Sánchez.

Lecturas

Encarna Sánchez, ternura a través de las ondas.

No iba nada tranquila a esta entrevista. Me asustaba lo compacto del personaje. Así que acudí a mi cita, solucionando mentalmente de antemano situaciones imaginarias. Era un atropello a su tiempo, pensaba yo, así que lo contabilizará, tendré que ser rápida. Y estará muy brillante, eso seguro, así que yo adoptaría una actitud de disculpa ante mi poca experiencia en estas lides periodísticas. Y, de pronto, allí estábamos ella y yo, en su despacho de la COPE. En un momento, toda la tensión que tenía acumulada se laxó y recibí esa sensación de bienestar que sabe mandar como nadie a través del aire. Encarna está entre la desazón y la calma. Es noble. Tiene raza. Tiene una mirada que cobija y un gesto vigilante. Lleva con soberbia bien medida su personaje. Sabe quien es, y lo asume con la tranquilidad de los grandes, sin cloqueo, pero sí con orgullo. Fue un estimulante café para continuar el día.

Mila – ¿Cómo estás?

Encarna – Bien, bien…

Mila – ¿No te cansas del ritmo del trabajo diario?

Encarna – Sí me canso, pero como me decía el otro día un amigo mío psicólogo, si me ordenaba la mente y el trabajo tendría que salir corriendo, tendría que desaparecer si me daba cuenta del lío en el que estaba metida; me dijo que era mejor que siguiera con este cacao mental y siguiera hasta que pudiera. Si se está en esto hay que estar en el empeño hasta morir, hasta romperse.

Mila – ¿Y tu tiempo para ti? Porque me imagino que el tiempo de la radio no es tu tiempo.

Encarna – No, no recuerdo desde cuándo no hablo conmigo ni me doy el gusto de ver algo que me agrade…

Mila – ¿Y no te echas de menos?

Encarna – Sí, sí, me extraño de vez en cuando. Por las mañanas, sobre todo, cuando me levanto. Me arreglo, intento serenar mi mente para el día y me doy cuenta de que soy una extraña, de que la que hay en el espejo no sé quién es. Es una persona que es de todo el mundo, pero no de ella.

Mila – ¿Tu ritmo es porque te gusta el trabajo, no porque huyes de ti?

Encarna – No, no, me siento muy bien conmigo. Me gusta y estoy envuelta en esta especie de maremoto extraño. Un programa de cuatro horas lleva hacerlo diez; es el trabajo más duro, mientras lo preparas, lo armas, lo montas, lo seleccionas, lo elaboras, lo investigas… Diez y cuatro de micrófono son catorce horas.

Mila – ¿Cuánta gente tienes de equipo ayudándote?

Encarna – Somos en el equipo doce personas.

Mila – ¿Te apetece definirte?

Encarna – Definirme no lo tengo muy claro, tendría que estar tranquila. Además, yo voy a golpe de vigencias y de vivencias. Una no es como es, una es en función de cada situación, de cada persona, de cada estado de ánimo, de cada momento de felicidad o de frustración.

Mila – ¿Te tienes que disfrazar alguna vez?

Encarna – No, nunca, jamás; el día que tenga que hacerlo saldré corriendo. Yo no me pongo un vestido que me siente muy cómodo para trabajar y cuando termino me lo quito, yo voy con lo puesto siempre.

Vida privada.

Mila – ¿Cómo proteges tan bien tu vida privada, Encarna, siendo un personaje tan popular?

Encarna – Porque soy muy respetuosa con los demás. Nunca he querido saber, ni he investigado ni me ha interesado la vida privada de nadie. Lo rechazo automáticamente. Soy tan drástica, que algunos dicen que soy en ese aspecto demoledora. No me interesa y, por consiguiente, como respeto muchísimo la vida ajena, mucho, me paree un santuario privado, entonces la mía la respeto mucho más. Soy inaccesible totalmente, no doy pie, no lo permito, no lo tolero.

Mila – Yo creo que hay en este país pocas personas que han conseguido que la gente las quiera siendo importantes, una eres tú.

Encarna – Yo creo que es porque hay un carisma especial, un gesto bueno, de una bondad, de una composición química buena, y luego está este otro personaje que puede estar en mí o en Manolo, tu marido también, con su carga de problemas, de asuntos, de trabajo y de vida privada, pero que eso no lo pasamos al exterior; al exterior yo creo que irradiamos emanaciones buenas, vibraciones de gente buena.

Mila – ¿Qué es lo que más te gusta  de ti?

Encarna – Que soy químicamente buena.

Profesionalidad.

Mila – ¿Y de Encarna Sánchez?

Encarna – Que es una mujer sola, digo sola en el micrófono, no en el servicio que me prestan en la elaboración del programa, sola en un micrófono, si nadie, durante 25 años. Estar ahí y ser en los medios, no me atrevo a decir en la opinión pública, pero en los medios, la profesional más valorada y más cotizada, esto para las mujeres de España debe de ser un orgullo. Yo creo que lo que represento para la mujer en este país es muy importante, y no se ha valorado todavía. Está ahí, pero está ahí no hoy, que es más fácil. Está ahí desde hace veinte años, cuando todo era muy dificultoso, donde las zancadillas, las calumnias corrían por el mero hecho de ser mujer. Y, bueno, por encima de todo eso, y sin abanderarme con ningún movimiento feminista y sin necesidad de que nadie salga a la calle para defender mis derechos, yo los defendí, y dije: aquí estoy y soy un ser humano…

Poder

Mila – ¿Tú has tenido miedo alguna vez del poder de la radio?

Encarna – Sí, miedo de no utilizarlo bien, de hacer daño sin querer, miedo de volcar mi opinión y que mi opinión se convierta en las opiniones de otros. Por eso yo siempre digo: es mi opinión personal y no representa a nadie, me representa a mí. No te guíes de lo que digo, déjame que yo me exprese, pero tú no me hagas caso. Siempre lo digo, porque sé que cuando tienes una masa de millones de personas que te siguen y que algunos de ellos sienten una especie de fervor que puede ser hasta malsano, es muy peligroso opinar. Y sí, tengo esa sensación de miedo y de responsabilidad cada día.

Mila – La voz, ¿qué importancia tiene en la radio?

Encarna – Vital. Yo creo que no hubiera sido si no hubiera tenido este color de voz.

Mila – Yo creo que en la radio es más importante cómo lo dices que lo que dices.

Encarna – Lo que yo digo lo dicen todos mis compañeros a lo largo del día. Si tú me detienes, dices: está dando las noticias, está entrevistado los personajes del día, está hablando de los hechos de actualidad. Pero ¿por qué suena distinto? Por cómo lo dice, no por lo que dices, eso es cierto.

Respeto mutuo.

Mila – ¿Y qué pasa con tus compañeros de profesión? ¿No te ponen ya zancadillas?

Encarna – Yo creo que ya ni lo intentan. Han desistido porque dicen: ¿para qué? Si es igual. Además, en el entorno en el que yo estoy ya no me relaciono, respetuosamente lo digo, pero muy sinceramente, con el mediocre, con el trepa. Mi relación es ya con el profesional de altura: Luis del Olmo, Alejo, Julio César Iglesias, ya son profesionales de un nivel donde estamos al tú por tú. Y esta gente no sólo no te crea problemas, sino que te admira como yo los admiro a ellos, y nuestro lenguaje es distinto. En ese ámbito en el que me muevo ya no hay lugar a eso, porque jugamos con las mismas cartas y están sobre la mesa.

Mila – ¿Has hecho televisión?

Encarna – Hice una serie hace algunos años, pero al verme me sentí tan deprimida, que salí corriendo. Yo hice televisión en América siete años. Me fui en 1970, me contrató Emilio Azcárraga en Televisa, en exclusiva, y estuve tres años y medio en México, un año en Los Ángeles, otro en Santo Domingo, otro en Puerto Rico; hice siete años casi, seis años y medio televisión en América.

TV y Radio.

Mila – ¿La radio en España está a un buen nivel?

Encarna – Sí, ahora está mejor que la televisión, porque la radio no tiene dependencias, no tiene cordones umbilicales. Vamos por libre. La gente tiene un gran olfato si no tiene un alto nivel cultural. Tiene mucho olfato para darse cuenta de que vamos por libre y que en televisión hay unas dependencias estatales.  Creo que haremos, y de alguna manera ya estamos preparados y equipados para cuando salga la televisión privada.

Mila – ¿Qué es lo primero que haces cuando te levantas?

Encarna -Lo primero que hago siempre, cada día, cuando ponga un pie en el suelo, es decir: Gracias, Dios mío, por un día más y enseñarme a aprovecharlo, a darle importancia a lo que la tiene y no dársela a lo que no la tiene, a vivirlo bien. Eso es lo primero, después meterme en el baño y estar en él una hora, me relajo y leo la Prensa de la mañana, y a las nueve y media salgo zumbando a trabajar. Antes de venir aquí ya he hecho muchas cosas, he contactado con la gente que hace actualidad, con el ministro que ha dicho algo interesante o con la persona que tiene algo que decir. Ya cuando vengo aquí tengo una idea muy clara de lo que vamos a hacer en el día.

Mila – ¿Cuándo llamas al despacho de un ministro se pone siempre?

Encarna – Casi siempre.

Mila – ¿Y cuándo no te enfadas?

Encarna – No. Valoro por qué se pone; si efectivamente tiene un asunto importante, lo respeto. Digo: no ha podido. Como a mí a veces me llaman para grabar y digo que en este momento no puedo. Si veo que es una disculpa o una grosería, se lo digo al que se pone al teléfono: “Dígale usted que es muy incorrecto y muy mal educado y un grosero por muy ministro que sea”. Lo hago por sistema.

Mila – ¿Te gusta entrevistar a políticos?

Encarna – No mucho, pero no es que no me guste a mí mucho, es que me he dado cuenta que a la gente no le interesa; que la gente, cuando de pronto viene un político a hablar de las cosas que a él le da la gana no de lo que verdaderamente tiene interés en importancia, que eso no lo cuentan, la gente me llama y me dice: “Este ladrillazo, no; háblanos tú, no el político y déjanos de historias”.

Mila – Que tal duermes ¿bien?

Encarna – Muy bien, no necesito nada, ni recurrir a ningún somnífero. Hubo un tiempo en que dormía mal. Pero ahora no, duermo poco, seis horas, siete horas máximo, pero muy bien y plácidamente.

Mila – ¿Fumas?

Encarna – Diez cigarrillos al día.

Mila – ¿Tomas alcohol?

Encarna – Nada, ni lo pruebo.

Mila – ¿Te has drogado alguna vez?

Encarna – Nunca. Sería una catarsis, porque si a mi velocidad, mi ritmo, con lo bien que estoy, yo necesito de eso, es que algo no está bien en mí, y entonces buscaría la salida, pero una salida natural, no buscaría la salida artificial ni por curiosidad.

Presidente del Gobierno.

Mila – ¿Cuál es la petición más extraña que te han hecho?

Encarna – Uf. Ahí se han ido casi al infinito. Desde que sea presidente del Gobierno, que eso muy recientemente se está produciendo, “Encarna por president”, desde eso a hacer realidad el sueño más increíble o una cosa que hice posible: que un hombre conociera los océanos y los mares del mundo, que no había salido nunca del campo, un hombre de Extremadura, y lo hicimos posible. Conoció todos los océanos en un crucero y todos los mares. Era su sueño y estaba muy enfermo. Murió, era un hombre mayor.

Mila – Alguna vez, después de tocar la miseria humana en tus programas, ¿te has ido a casa con la carga emocional de estar afectada de verdad?

Encarna – Me afectan, sí. Si no, no lo podría hacer. Me afecta, pero hoy lo asumo mejor, más tranquilamente. Sé que yo puedo contribuir, no parcheando; sé que puedo contribuir informando, abriendo más las mente de la gente, haciéndoles entender que ellos pueden, sí lo pretenden, como yo he podido y como han podido muchos. Hoy creo que con esa información se contribuye más que parcheando e intentando resolver. Por eso el programa pegó un giro de ciento ochenta grados. Vertiginoso. Se volvió más periodístico, se volvió más riguroso, más informático, porque así es como se ayuda, diciéndole: “Tú puedes”.

Servilismo.

Mila – ¿Qué falta toleras menos en la gente?

Encarna – El servilismo y la sumisión. Con la sumisión no puedo. El porque usted es importante: “Buenos días, ¿cómo está usted, señor? Es algo que me llega a crispar hasta tal extremo que me puede dar una crisis nerviosa.

Mila – Hablemos ahora de temas actuales a ver cuál es tu opinión.

Encarna – De acuerdo.

Mila – Terrorismo-

Encarna – Cáncer que padecemos todos directa o indirectamente y que hay que erradicar entre todos, porque se nos puede llevar a todos por delante.

Mila – ¿Estás a favor de la pena de muerte para los terroristas?

Encarna – No. Yo no justifico la pena de muerte en ningún caso. Nunca. Creo que los Gobiernos tienen estrategias y medidas, y si no tienen inteligencia que busquen a otros. Pero hay que hacer acopio de inteligencia, de habilidad, de acuerdos, de diálogos, y a veces también de condenas y de inflexibilidad, de durezas, para condenar y erradicar, pero la pena de muerte no la justifico nunca.

Mila – La droga.

Encarna – Eso sí es tremendo. Ese sí que es el fenómeno que más me araña, que más me escuece. Ahí dedicaría, no sé, hasta el 50% de los Presupuestos Generales del Estado para evitar eso. Pero no para condenar por sistema. Para curar a esa gente. Y, desde luego, para condenar a trabajos forzados durante 50.000 años de su vida a los que son capaces de vender un ápice de droga. Con éstos sí que no tengo compasión, con los que venden. Ahí es donde yo creo que sí tengo un ápice de maldad en mí, lo acuso. Yo no sé que haría con los que venden droga, pero algo tremendo; matarlos no, pero algo tremendo.

Mila – ¿Sabes que se vende droga en los colegios?

Encarna – El otro día hice un reportaje sobre eso y me puse en la puerta de un colegio y lo vi, y lo conté. Eso lo había visto en México, en países de Iberoamerica, y yo lo veía tan lejano en mi país… pero ya está y se está dando envuelto en caramelos que dan a los niños, en chupachups, y lleva una dosis de droga para habituarlos.

Mila – Política.

Encarna – Una cosa tan lejana… tan distante; porque yo soy del pueblo, y ellos están tan distantes del pueblo… Es una cosa que esta ahí, necesaria para gobernar, para manejar esta casa grande que se llama sociedad, pero muy distantes, muy distantes, están ahí, esa cosa que se llama ‘lase política’ y no lo digo peyorativamente. Me interesa la política, porque va a repercutir en mi forma de vivir, en el bienestar de los ciudadanos, pero los políticos, en sí, no.

Mila – Gobierno.

Encarna – Ay, Díos mío, que gran dilema. Supongo que hacen lo que pueden, pero mi instinto me grita que no hacen todo lo que deben. Pero sí hacen todo lo que pueden.

Mila – Miedo.

Encarna – Sí, a la muerte, pavoroso.

Mila – ¿Tú crees que se utilizan bien los medios de comunicación en general?

Encarna – No todos son libres, no todos tienen una autonomía y una independencia económica, entonces hay que ser tolerante. Y luego, además, ya no podemos clasificar a los medios globalmente. En cada medio hay una serie de personas y de profesionales y actúan de acuerdo a sus instintos, intereses o ideologías. Hay poca gente que pueda ir por libre. Yo voy por libre…

Mila – ¿Seguro?

Encarna – Seguro, absolutamente, y lo tengo muy claro además. Yo trabajaré si en este pueblo hay un ápice de sentido común y se valora a una persona por su capacidad y su dedicación y su honestidad. Yo trabajaré con este Gobierno y con cualquier Gobierno de cualquier ideología si tiene sentido común. Entonces a mí me da igual. De cada Gobierno hay cosas que me gustan y cosas que no me gustan, como de cada ideología, por eso no me caso con ninguna, porque creo que en cada filosofía política hay algo que falta que lo tiene el otro. Entonces yo cogería lo mejor de cada partido y crearía uno. Pero ya no tengo tiempo ni ganas.

Mila – Imaginemos que haces tu último programa de radio. Es una fantasía. ¿Cómo lo harías?

Encarna – Pues no lo sé. No sé si sería un programa en base a silencios o en base a desgarros. Desde luego, sí creo que habría muchos momentos de silencio, pero habría cosas tremendas, diría cosas tremendas, porque ya sé que tengo que decirlas, que no tengo más tiempo, que e mi última oportunidad.

Mila – Tú nunca te has definido políticamente… ¿Cómo viste las declaraciones de Plácido Domingo apoyando a Fraga?

Encarna – Muy bien. Es que hay que asumir la democracia en toda su extensión. Perfecto. Yo creo que las declaraciones de Plácido Domingo fueron mal interpretadas. Plácido Domingo no se definió como una persona de una ideología concreta; dijo que él creía en un hombre como el más capaz para gobernar y para resolver algunos problemas del pueblo, y que él creía que ese hombre era Fraga. ¿Y por qué él no lo va a creer así? Él está en pleno derecho a creerlo así. O… ¿Es que sólo tienen derecho Ana Belén y Víctor Manuel a decir que su ideología es de otro color y que ellos creen en otro modelo de sociedad? Plácido cree en éste y me parece admirable. Es que Plácido es un demócrata y por eso se exterioriza públicamente como los demás.

Mila – ¿Tú no crees que este es un país donde se está cuestionando siempre todo?

Encarna – Sí, y se etiqueta. Estamos muy inmaduros. Somos un pueblo viejo, decadente, porque formamos parte de ese continente viejo, pero en tantas cosas es tan niño y tan ingenuo y tan poca… Con tanta credibilidad, tan abierto, receptivo al engañador de turno. A mí me da mucho miedo. Lo veo cuando hablo con la gente, es una gente buena, virgen, y es una gente muy dócil para inculcarle o para canalizar la información tendenciosamente manipulada, es muy dado este país a eso.

Mila – ¿La gente te tiene como su hada madrina?

Encarna – Yo soy un poco, como la defensora el pueblo.

Mila – Sí, eso es.

Encarna – Sí, está bien encajado ahí, no está mal ser defensora de algo tan hermoso como es el pueblo. Está bien, sobre todo cuando no busco nada a cambio de eso. Yo lo tengo muy claro, no estoy manejando a esa masa para obtener de ella nada, ni un cargo público, ni político, como se me ha ofrecido en muchas ocasiones. No quiero eso, no me interesa. Está bien que crean en alguien que es capaz de defender sus derechos. Esos personajes en medios de comunicación existen en otros países y están muy valorados y muy respetados. Hay a quienes en los medios de comunicación les gusta la entrevista o a otros la crítica política, y a mí me gusta la onda social. Yo me siento bien con eso. Soy un poco defensora de los derechos de la gente, sí, porque defiendo los míos, sí, está bien.

Mal genio.

Mila – ¿Qué haces cuando terminas el programa?

Encarna – Me reúno con la gente, hago una valoración de lo que ha sido la tarde, me enfado mucho a veces, grito mucho, tengo muy mal genio, tengo muy buen carácter, pero muy mal genio. Pongo todo mangas por hombro, digo que lo que hemos hecho es indigno de mí o de nosotros, o a veces felicito y digo: “hoy hemos estado a la altura”. Hablamos de por qué las cosas no han salido bien, de por qué pueden salir mejor, hacemos una valoración y nos preparamos para el día siguiente, y luego a casa. Es difícil que yo salga, no salgo nunca. Mi casa es en un momento el teatro, el cine, o la sala de fiestas para mis amigos y mi gente, mi entorno. Me reúno con la gente y  a las doce cierro el ciclo, leo dos horas, me relajo un poco y a las dos y me día me duermo hasta las ocho y media o nueve.

Mila – Y tu balance de cada día ¿Cómo es?

Encarna – Digo: “otro día que he perdido, me lo dieron de regalo y lo he perdido. Pero tampoco quiero caer en el catastrofismo. Como soy virgo de signo soy muy perfeccionista, y no quiero ser catastrofista; decir esto es fatal porque tiene visos de soberbia.

No es sólo una voz. Es toda una postura firme ante la vida con una única posibilidad de quebrarse… la ternura.

Mila.