22 noviembre 1995

Slobodan Milosevic y Franco Tudjman acordaron firmar la paz a cambio de la partición de Bosnia en una federación croato-musulmana y una república serbio-bosnia

Firma de la paz de Dayton: Estados Unidos impone a Milosevic, Tudjman e Izetbegovic el fin de la guerra de Yugoslavia

Hechos

El 21.11.1995 se firmó en Dayton (Estados Unidos) el tratado de paz entre los presidentes de Yugoslavia (Serbia), Slobodan Milosevic, Croacia, Franco Tudjman y Bosnia, Izetbegovic.

Lecturas

KARADZIC Y KRAJISNIK CONSIDERA LA PAZ DE ‘DAYTON’ DESHONESTA 

karadzig_krajisnig Radovan Karadzic y Momcilo Krajisnik.

Los líderes serbo-bosnios, Radovan Karadzic (de la autoproclamada República Serbo-Bosnia) y Momcilo Krajisnik (presidente del Parlamento de la República Serbo-Bosnia) no escatimaron gestos de disgusto por aquella paz. En opinión de Krajisnik «desde el inicio de las negociaciones de Dayton se hizo cada vez más perceptible que la delegación conjunta serbia tenía objetivos diferentes. Milosevic sólo buscaba el fin de las sanciones».

Para la mayoría de serbo-bosnios, Milosevic les había traicionado: «Milosevic es un comunista, y como todos los comunistas apoya lo que considera que le sirve en cada momento», decía un sebo-bosnia al diario EL PAÍS el 18.06.1996.

22 Noviembre 1995

Estados Unidos impone la paz en Bosnia

Antonio Caño

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Minutos después, la atormentada población de Sarajevo festejó con reservas este éxito, todavía sujeto a múltiples obstáculos para su aplicación. A los habitantes de Sarajevo y de toda Bosnia, el presidente de ese país, Alia Izetbegovic, les dijo en la ceremonia celebrada en la base aérea de Wright-Patter son: «Ésta puede no ser una paz justa, pero es más justa que la continuación de la guerra». Tanto como el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic sentado junto Izetbegovic a él, se comprometieron a cumplir con los pactado y a hacer los sacrificios que eso exija. «Ninguna parte debe arrepentirse de las concesiones que ha hecho. No hay vencedores ni vencidos. Todos somos perdedores. Sólo la paz es victoriosa», dijo Milosevic. El presidente de Croacia, Franjo Tudjman, declaró estar convencido de que «la aplicación de este acuerdo traerá la paz definitiva» en los Balcanes. Los tres presidentes se dieron la mano en dos ocasiones, y aunque no abundaron las sonrisas, los tres se aplaudieron mutuamente y se felicitaron por lo conseguido. «Éste es un día que muchos creían que nunca llegaría», manifestó por su parte el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, que tuvo un papel fundamental en las últimas horas de esta larga y difícil negociación. Fueron necesarios varios ultimatos por parte de los mediadores norteamericanos, casi 48 horas ininterrumpidas de conversaciones, numerosos retoques del plan original y cientos de mapas trazados, para que ayer, cuando la conferencia de Dayton estaba al borde del colapso y Warren Christopher había ordenado ya su final, los tres presidentes decidieran poner sus firmas en lo que oficialmente se llama «acuerdo de iniciación».

Serbia, Bosnia y Croacia ponen fin a la guerra

La presión de Washington acaba con el peor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial

Viene de la primera página El acuerdo permite la supervivencia de Bosnia como una sóla nación, pero dividida en dos entidades étnicas y con un Gobierno central que cuenta con atribuciones poco más que formales. La Federación Bosnio-Croata y la República Serbobosnia tendrán el control efectivo sobre sus respectivos territorios, separados por una fuerza multinacional de 60.000 soldados. El pacto tuvo que cerrarse sin una solución definitiva sobre el control del corredor de Posavina, que une el Este y el Oeste del territorio serbobosnio, donde el futuro estatuto de la estratégica localidad de Brcko ha sido dejado en manos de una comisión internacional de arbitraje, de la que todavía no se conocen todos los detalles. Fuentes norteamericanas aseguraron que el propósito es que las diferencias sobre ese corredor, que centraron las negociaciones en las últimas horas, queden resueltas en el plazo de un año. El Gobierno bosnio, que fue el último en aceptar el compromiso, ha visto satisfechas sus aspiraciones de un corredor que una las ciudades de Sarajevo y Gorazde, así como el mantenimiento de Sarajevo como capital de Bosnia y bajo control de los musulmanes. La conferencia de Dayton había prácticamente concluido en fracaso en la medianoche del lunes. A esa hora, Christopher, que había celebrado maratonianas reuniones con Milosevic, Tudjman e Izetbegovic, dio por terminadas las conversaciones, les pidió abandonar la base de Wright-Patterson y se fue a dormir.

Presiones de última hora

A la mañana siguiente, según el relato del portavoz del Departamento de Estado, Christopher llamó por teléfono a los dos líderes para saber si habían cambiado de posición antes de convocar una conferencia de prensa. Christopher preguntó a cada presidente por separado si estaban dispuestos a firmar el acuerdo aunque los demás no lo hicieran. Milosevic y Tudjman le contestaron que sí; Izetbegovic, que se lo tenía que pensar. Aislado de los demás y ante el riesgo de aparecer ante el mundo como el responsable de la continuación de la guerra, Izetbegovic llegó a las 10.45 de la mañana ante Christopher con una respuesta afirmativa. Cuarenta y cinco minutos después -quizás apresurado para evitar que alguien cambiase de nuevo de punto de vista-, el presidente Bill Clinton compareció para anunciar lo que constituye su mayor triunfo en política exterior. Cumpliendo con el texto del acuerdo de Dayton, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas convocó ayer mismo una reunión en la que se decidirá la suspensión de las sanciones económicas que pesan sobre Serbia desde 1992 y el levantamiento paulatino y condicionado del embargo de armas al Gobierno bosnio. Las sanciones contra los serbobosnios se mantendrán hasta que pueda certificarse su aceptación de lo pactado en la base de Ohio. También en cumplimiento del compromiso de ayer, la OTAN emitió un comunicado en Bruselas en el que anunció que sus tropas están «listas para el despliegue» en Bosnia, según los plazos y las condiciones planeadas. El presidente Clinton informó ayer que estudiará inmediatamente esos planes y los transmitirá al Congreso norteamericano, al que prometió consultar antes de ordenar la participación de 20.000 soldados estadounidenses en la operación de paz en Bosnia. Clinton hizo ayer un último y desesperado esfuerzo para que el Congreso le dé esa autorización. «Las partes han escogido la paz. Estados Unidos tiene que escoger la paz también», dijo Clinton, quien advirtió: «Sin nosotros, esta paz tan duramente conseguida se perderá, la guerra se reanudará, las muertes de inocentes volverán, y el conflicto se extenderá como veneno por toda la región». Poco después de la intervención de Clinton, el presidente de la Cámara de Representantes de EE UU, Newt Gingrich, anunció que convocará una sesión de votación, y pidió que »no se vote automáticamente por el no ni automáticamente por el sí». [En Pale, sede del Parlamento de los rebeldes serbobosnios, todo eran críticas aja paz. Momcilo Krajinsnik, miembro de la delegación de los serbobosnios que, a finales de agosto, cedió a Milosevic la dirección en las negociaciones, calificó anoche el acuerdo de «gran error».]

Habrá un solo Estado, con sus actuales fronteras La capital, Sarajevo, será una ciudad unificada Se excluirá a los criminales de guerra de la vida política. Presidente y Parlamento se elegirán democráticamente

22 Noviembre 1995

Ahora empiezan los verdaderos problemas

Alfonso Rojo

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Para los atribulados habitantes de la antigua Yugoslavia, lo peor ya ha pasado pero para Europa y para Estados Unidos muchos problemas empiezan ahora.

El acuerdo conseguido ayer en Dayton, con los aviones calentando motores sobre la pista, el presidente Bill Clinton colgado del teléfono y el secretario de Estado Warren Christopher repartiendo promesas y amenazas entre serbios, musulmanes y croatas, parece demasiado frágil.

Clinton y sus aliados europeos van a deshacerse en alabanzas y a presentar lo conseguido en Dayton como la paz definitiva. El propio presidente norteamericano se apresuró ayer a elogiar a los políticos que, unos minutos antes, habían acordado poner fin a una guerra que ha causado 250.000 muertos y dos millones de refugiados: «…el peor conflicto ocurrido en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial».

Lo conseguido en la cumbre de Dayton es trascendental pero, visto desde aquí, quedan muchas preguntas en el aire. Algunas tienen que ver con la paz misma. Hace ya bastantes semanas que dura la tregua. La proximidad del invierno hace poco previsible una reanudación de los combates, pero renegar de lo pactado es una vieja tradición balcánica. Tras cuatro años de guerra, el conflicto yugoslavo termina como comenzó: en una feroz disputa sobre el territorio.

Quedan pendientes los detalles y, sobre todo, su complicada aplicación sobre el terreno. La caída en manos serbias de los enclaves musulmanes de Srebrenica y Zepa, sumada a la conquista de Krajina por los croatas dejó resueltas este verano varias de las disputas étnicas que parecían imposibles de solucionar sobre una mesa de negociaciones. El sueño de construir una Gran Serbia que agrupase a todos los serbios de la antigua Yugoslavia se ha evaporado.

Esa ha sido una de las reivindicaciones más fuertes de los seguidores de Milosevic. Pero también se convirtió en un motivo de temor para los musulmanes y los croatas. Una Serbia unida, desde el Danubio hasta Trebinje y Banja Luka aumentaría poderosamente la influencia de Belgrado en esa zona estratégica, hasta el punto de exigir algún día la ampliación de la salida al mar que hoy fluye con estrecheces por Montenegro.

Los croatas están satisfechos, los serbios quieren ya un arreglo. Por lo que respecta a los musulmanes, siguen siendo el bando militarmente más débil y dependen para casi todo de Estados Unidos y de sus poco fiables aliados croatas.

Atenta contra el sentido común, pero alguno de los contendientes puede intentar conseguir por la fuerza lo que no ha obtenido en la mesa de negociaciones. Dicho esto, no se debe olvidar que las líneas del frente en el noroeste de Bosnia son muy inestables y que la tentación de mover unos carros de combate para hacerse con un nudo ferroviario, un puente o una cota puede ser acuciante.

Aunque el serbio Slobodan Milosevic, el croata Franjo Tudjman y el musulmán Alija Izetbegovic hayan estampado sus firmas al pie de los acuerdos y asumido formalmente la obligación de respetarlos, no se puede descartar que un alucinado comandante serbio decida dar un golpe de mano para ensanchar el «corredor de Posavina», la estrecha franja por la que afluyen a Banja Luka los suministros procedentes de Belgrado. Algo parecido pueden intentar los croatas en las montañas de Dubrovnik o los musulmanes en los alrededores del enclave de Gorazde.

¿Será la OTAN capaz de imponer el acuerdo de paz? ¿Contará la Alianza con el apoyo decidido de Estados Unidos o dará Clinton marcha atrás si los republicanos incrementan su presión y los sondeos le indican que sus electores no quieren que los muchachos norteamericanos arriesguen sus vidas en los Balcanes?

La campaña de bombardeos realizada por la OTAN, cuando el 28 de agosto pasado unos artilleros serbios largaron una granada de mortero contra el mercado de Sarajevo masacrando a 38 vecinos y pusieron en bandeja a Clinton la excusa que necesitaba, ha restituido buena parte del prestigio y de la credibilidad de la Alianza. Es de suponer que la OTAN, donde habrá fuerzas españolas, estará a la altura de las circunstancias y que los norteamericanos -sus socios más importantes- no vacilarán en el momento decisivo.

Sobre lo que no se pueden hacer predicciones fiables es con respecto a la actitud de serbios, croatas y musulmanes. En 1991, poco antes de que comenzase el asedio de Sarajevo, también se firmó un convenio -esta vez en Lisboa- en que las tres partes aceptaban la división en cantones étnicos de la República, del que renegó Izetbegovic apenas retornar a casa.

Otra incógnita es quién va a financiar la reconstrucción. A pesar de los pomposos pactos constitucionales, tampoco está claro que Bosnia pueda sobrevivir como estado independiente. La lógica indica que la parte controlada por los serbios terminará anexionándose a la República de Serbia y que el resto quedará como un satélite de Croacia. Esa eventualidad explica el empecinamiento del Izetbegovic en que Estados Unidos se comprometiera por escrito a suministrar armamento e instrucción a la Armija musulmana.

Clinton habló ayer de un conflicto que ha producido «dos millones de refugiados». Sobre el papel, este inmenso número de desarraigados retornará a sus hogares, pera nadie cree que eso sea factible, al menos en esta zona del mundo.

La posibilidad de que regresen a sus casas las mujeres, los niños y los ancianos supervivientes de Srebrenica, que fueron obligados a cruzar a pie el frente mientras los milicianos serbios cazaban como a conejos a sus padres y hermanos, es tan remota como que los responsables de los verdaderos responsables de los crímenes sean puestos algún día a disposición de la Justicia.

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24 Noviembre 1995

Milosevic convence a Karadzic para que acepte el plan de paz

Alfonso Rojo

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La gran incógnita la despejó el belicoso líder serbio de Bosnia, Radovan Karadzic, quien aceptó ayer el plan de paz acordado en Dayton.

El presidente serbio, Slobodan Milosevic, consiguió convencer a Karadzic, con quien se reunió cerca de Belgrado, de que el acuerdo de Dayton era «un hecho histórico en interés de la paz».

Conscientes de que el acuerdo y la llegada de 60.000 soldados de la OTAN supone el fin de sus turbulentas carreras y aspiraciones, Karadzic y otros jefes serbio bosnios parecían dispuestos a hacer cualquier cosa para boicotearlo.

Hasta el último momento no se descartaba que los serbios bosnios provocasen un violento incidente, destinado a asustar al Congreso norteamericano y evitar así que Estados Unidos envíe tropas a la antigua Yugoslavia.

Tras cuatro años de guerra, durante gran parte de la cual tuvieron a su merced Sarajevo y controlaron más del 70 por ciento del territorio bosnio, los serbios bosnios se encuentran ahora con que el tratado de paz de Dayton les asigna menos de la mitad de la república y les obliga a renunciar a su capital. Momcilo Krajisnik, el presidente del Parlamento de los serbios de Bosnia, había denunciado el acuerdo como una «traición».

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SARAJEVO.- Según ha explicado Krajisnik y muestran los mapas ya aprobados, barrios como Grbavica y suburbios como Ilidza o Vogosca -que desde abril de 1992 han sido plazas fuertes de los milicianos que asediaban Sarajevo- pasarán a manos de los musulmanes. Lo mismo ocurrirá con el disputado aeropuerto y con la zona por la que cruzan la línea férrea y la carretera que lleva al Adriático.

Además de renunciar a las tierras situadas al norte y el oeste de la capital, los serbios bosnios están obligados a ceder a los musulmanes un amplio pasillo hasta el enclave de Gorazde, en el este de la república. A cambio de todo eso, según denunciaban ayer airadamente varios dirigentes serbio bosnios, recibirán 40 kilómetros cuadrados de «pedregal» en el noroeste de Bosnia y la «vaga promesa» de ver ensanchado el corredor de Posavina, que comunica Belgrado con Banja Luka. Dentro de lo que recuperarán, está la presa que suministra energía eléctrica a Banja Luka y un tramo de la carretera que sube desde Jajce hasta Bihac.

El presidente serbio, Slobodan Milosevic, convocó cerca de Belgrado a buena parte de los líderes serbio bosnios para convencerles de la «necesidad imperiosa» de aceptar lo firmado hace tres días en Dayton.

El presidente bosnio, Alia Izetbegovic, había advertido ayer que, si los serbios rompían el acuerdo de paz, la «Armija» musulmana iría a la guerra y, en esta ocasión, sin la limitación de un embargo de armas.

Para Milosevic y los suyos, el acuerdo de paz sobre Bosnia es mucho menos importante que lo que la nueva Yugoslavia -Serbia y Montenegro- recibe a cambio: el levantamiento de las estrictas sanciones internacionales.

Un día después de que Milosevic estampase sus iniciales al pie del tratado de Dayton, el Consejo de Seguridad de la ONU suspendió las sanciones económicas impuestas a Serbia y Montenegro en 1992, por fomentar la rebelión de la minoría serbia en Bosnia y Croacia.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas también aprobó retirar el embargo de armas aplicado a todos los países de la antigua Yugoslavia. Todos los ejércitos de la zona, incluida la «Armija» musulmana, podrán comenzar a adquirir «armas defensivas» dentro de tres meses y cualquier tipo de armamento dentro de medio año.

Milosevic, cuya incendiaria retórica nacionalista, sumada a la vital ayuda militar suministrada por el Ejército Federal Yugoslavo, ha alimentado la sangrienta revuelta de serbios croatas y serbios bosnios, necesitaba desesperadamente el levantamiento de las sanciones.

Durante los cuatro años de guerra, aparte de los tiros que han acompañado las ejecuciones clandestinas de algún musulmán del Sanjak o de algún albanés de Kosovo y de los arreglos de cuentas entre los violentos mafiosos de Belgrado, apenas se han oído disparos en Serbia o Montenegro.

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MISERIA.- En la nueva Yugoslavia de Milosevic no hay ciudades arrasadas ni puentes dinamitados, pero la economía está en pedazos, la inflación es galopante y la miseria se generaliza. Una de las causas de la ruina es la mala gestión. Otra, son los fondos destinados a financiar la guerra en la vecina Bosnia. La tercera, las sanciones, impuestas desde mayo de hace tres años.

Milosevic, una vez evaporado el sueño-pesadilla de unir a todos los serbios de los Balcanes en una «Gran Serbia», lucha por su propia supervivencia política y es consciente que sólo poniendo fin al aislamiento de los mercados internacionales y teniendo acceso a las fuentes de financiación externas, puede intentar recomponer el país.

Muchos serbios, que inicialmente apoyaron con entusiasmo la lucha de sus «hermanos ortodoxos» del otro lado del río Drina, creen ahora que ya han hecho bastante y que ha llegado el momento de pensar en sus propios intereses.

Eso explica la aparente flexibilidad de Milosevic en Dayton y la firmeza con la que ha impuesto sus criterios a Karadzic, Mladic y sus combativos partidarios.

De acuerdo con la última resolución del Consejo de Seguridad, las sanciones pueden ser reimpuestas si los serbios bosnios no cumplen con lo pactado en Dayton. En el caso de que se sometan al acuerdo y se retiren de las áreas de Sarajevo que han sido cedidas a los musulmanes, las sanciones serán canceladas definitivamente dentro de seis meses.

Aunque el sociólogo Vojislav Seselj y otros extremistas hayan acusado a Milosevic de haber cometido en Dayton «la mayor traición de la historia del pueblo serbio», la población de Belgrado ha recibido con gran alivio la firma del plan de paz.

No se puede decir lo mismo de los habitantes de Pale, Banja Luka y otras poblaciones serbias de Bosnia, donde la amargura es evidente. «Los serbios de Serbia consiguen que les levanten las sanciones y a nosotros nos quitan Sarajevo», comentaba uno de los jóvenes que se acaban de sumar al Ejército serbio bosnio. «Milosevic es un traidor y nosotros no vamos a plegarnos a sus maniobras».

22 Noviembre 1995

La paz de Dayton

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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FINALMENTE HUBO acuerdo de paz para los Balcanes en una mesa negociadora tan lejana del escenario bélico como es la de Dayton, en el Estado norteamericano de Ohio. Los presidentes de la nueva, Yugoslavia (Serbia y Montenegro), Slobodan Milosevic; de Croacia, Franjo Tudjman, y de Bosnia-Herzegovna, Alia Izetbegovic, rubricaron anoche un acuerdo después de muchas horas de zozobra en las que se rumoreó el fracaso total de la negociación.Mapas y cuestiones constitucionales, ambos aspectos complejísimos, parecen gozar finalmente de consenso suficiente para la firma del acuerdo.Las presiones masivas y amenazas o chantajes por parte de los mediadores han sido muy probablemente necesarios para que Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina aceptaran lo que todos consideran un mal menor. El acuerdo consagra la existencia de una Bosnia unida y soberana en sus fronteras internacionalmente reconocidas. Sarajevo será reunificada y tendrá instituciones comunes como la presidencia, el Gobierno; el Parlamento, y el Tribunal Constitucional. Esas instituciones, constituidas tras unas elecciones democráticas celebradas en todo el territorio bajo supervisión internacional, se encargarán de la política exterior, la defensa, la moneda y la ciudadanía, los principales atributos de la soberanía.

Pero nadie debe precipitarse a pensar que, ayer concluyó el más sangriento conflicto bélico habido en Europa desde la II Guerra Mundial. Como nadie debiera a estas alturas creer que lo establecido en un papel suscrito por tres líderes balcánicos en guerra tiene más válidez que la que recomienda la coyuntura. Más de 250.000 muertos, tres millones de desplazados y refugiados regiones enteras devastadas y una acumulación de odio, obsesión por la revancha, rencor hacia Occidente y desprecio a sus principios son el trágico y lógico balance de cuatro años de esta guerra.

Pero la paz -si llega- tampoco será tan justa como Dayton sugiere. Bosnia-Herzegovina, un Estado miembro de las Naciones Unidas, será dividido en dos entidades cómo resultado de la agresión armada de otra nación. La ambigüedad de este nuevo, concepto de entidades, inventado por la comunidad internacional para parchear situaciones sin solución inmediata, sea en Palestina o en los Balcanes, es soportable ante la certeza general de que la otra alternativa acarrearía más, guerra y muerte.

No se debería sobrevalorar, por tanto, lo que es sin duda un éxito de la diplomacia y la resolución -tardia, eso sí- de Washington y del recurso -tardío también- a la, intervención de la OTAN contra las fuerzas serbias. Es muy probable que, al menos alguno de los contendientes albergue esperanzas e intenciones de mejorar en su favor mapas y posiciones frente al vecino y enemigo cuando crea llegado el momento y se sienta con fuerzas para, hacerlo.

Pese a todo, el avance es significativo, Tan sólo la posibilidad de un periodo más o menos largo de no beligerancia conlleva la esperanza de que la vida cotidiana, la paulatina. convergencia de intereses entre vecinos hoy separados por el frente y el factor humano -esas relaciones que no se han roto pese a todo el horror- recompongan los vasos comunicantes entre las partes hoy enfrentadas, pero con experiencia y necesidad de convivir en aquella región. De garantizar la puesta en práctica del acuerdo se encargará una fuerza internacional, bajo liderazgo norteamericano, con «una misión clara y limitada». Pero CIinton debe ser capaz ahora de imponer al Congreso, la presencia de tropas norteamericanas sobre el terreno. Si no, el acuerdo podría darse ya por muerto.