23 noviembre 2001

El crimen es atribuido a Ainhoa García Montero y Imanol Miner Villanueva

ETA asesina a los ertzainas Ana Aróstegi y Javier Mijangos de Bujo

Hechos

El 23 de noviembre de 2001 fueron asesinados Ana Arostegi y Javier Mijangos Martínez de Bujo.

Lecturas

Ana Isabel Arostegi, ertzaina nacida en Munguía (Vizcaya), donde vivía junto a su familia, estaba casada y tenía tres hijos. Con 34 años, fue la primera agente de la Policía Autonómica vasca asesinada por ETA. Murió junto a su compañero de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la comisaría de Beasain, Francisco Javier Mijangos Martínez de Bujo, cuando regulaban el tráfico en la N-I, el 23 de noviembre de 2001. Dos terroristas, un hombre y una mujer, bajaron de un coche y, a bocajarro, les acribillaron a balazos por la espalda.

El ertzaintza bilbaíno, Francisco Javier Mijangos, vivía junto a su familia en Miranda de Ebro (Burgos) como medida de protección para él y los suyos. Apenas llevaba un mes destinado en la comisaría de Beasain. Casado y con un hijo, murió junto a su compañera, la agente Ana Isabel Arostegi Legarreta, cuando regulaban el tráfico en la N-I el 23 de noviembre de 2001. Dos terroristas, un hombre y una mujer, bajaron de un coche y, a bocajarro, les acribillaron a balazos por la espalda.

El crimen es atribuido a los miembros de ETA, Ainhoa García Montero y Imanol Miner Villanueva

23 Noviembre 2001

ETA, como los GRAPO

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

Dos agentes de la Ertzaintza, un hombre y una mujer que regulaban el tráfico, fueron asesinados a tiros anoche en Beasain. Hace cuatro días ETA ya lo intentó sin éxito en Bilbao con otros dos policías autonómicos vascos. Es evidente que en la agenda criminal de los jefes de la banda figura que ahora toca matar a miembros de la Ertzaintza. Los encargados de la parte literaria de la empresa criminal que dirige ETA nos explicarán que lo lamentan profundamente, pero no había más remedio porque la policía vasca pretendía detener y poner a disposición judicial a los asesinos de las víctimas anteriores.

ETA ha asesinado a 14 ertzainas, cuatro este año, y herido a muchos más. A mediados de los noventa lanzó una ofensiva contra mandos de ese cuerpo significados por su proximidad al PNV. A posteriori justificaron la ofensiva como una forma de presionar a ese partido (para que modificase su estrategia), sin que pudiera decirse que atentaba contra sus militantes. Ahora, pocos meses después de que la Ertzaintza desarticulase al núcleo del llamado comando Donosti, los jefes de ETA han decidido asesinar agentes anónimos: matar a cualquier policía que, sin protección especial, regula el tráfico a la entrada de un pueblo de Guipúzcoa; como los GRAPO, cuando iniciaron su carrera criminal matando a policías nacionales que patrullaban por las calles de Madrid.

Con su atentado de anoche, ETA busca neutralizar a ese cuerpo policial: transmitir el mensaje de que puede matar a cualquiera de los 7.500 agentes adscritos a la Consejería vasca de Interior. Se trata, por tanto, de un desafío directo al Gobierno vasco, responsable de la seguridad en la comunidad autónoma. La derrota de ETA será el resultado de la eficacia policial más la deslegitimación de la violencia desde su propio campo. Que ilegalizar a Batasuna o incluirla en una lista de organizaciones terroristas plantee dificultades jurídicas no significa ignorar su vinculación con la banda, acreditada por decenas de actas de reuniones de la coordinadora KAS investigadas por el juez Garzón. Su portavoz, Arnaldo Otegi, reiteraba el domingo pasado que su formación nunca irá contra ETA.

El ‘desprecio’ expresado ayer por el diputado nacionalista Anasagasti contra quienes de esa manera expresan su sometimiento a la banda tendría que traducirse en una actitud más decidida de aislamiento de ese mundo. Que sepan que los nacionalistas les consideran una banda terrorista, como los GRAPO, y no unos patriotas equivocados.