23 abril 1990

Fue el principal enemigo del Duque de Suárez en el III Congreso del CDS en Torremolinos en el que le acusó de falta de democracia interna

Fernando Castedo abandona el CDS y renuncia a su acta de diputado

Hechos

  • El 23.04.1990 D. Fernando Castedo se dio de baja en el Centro Democrático y Social y renunció a su acta en el Congreso de los Diputados de Madrid y la Asamblea de Madrid.

Lecturas


EL EX MINISTRO ARIAS SALGADO SERÁ SU SUSTITUTO

RafaelAriasSalgado El siguiente en la lista del CDS por Madrid en las elecciones generales que es D. Rafael Arias Salgado, ex ministro en los Gobiernos del Duque de Suárez en UCD, de la que fue secretario general. Tras la disolución de UCD se pasó al PRD de D. Miquel Roca y tras el hundimiento de este, al CDS.


25 Abril 1990

Fernando Castedo y el CDS

Lorenzo Contreras

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El aire de normalidad que Fernando Castedo ha querido proporcionar a su abandono del CDS no evita, en modo alguno, la sensación de que el suarismo acaba de sufrir una importantísima deserción, no por anunciada menos relevante para la imagen política del partido y de su líder principal. Cierto que nadie es insustituible, y en el caso de Castedo, su escaño parlamentario pasa a manos de un personaje tan valioso como Rafael Arias Salgado. Sin embargo, la baja del diputado Castedo representa algo más que la necesidad de un relevo normal, sin acritudes ni tensiones. En el fondo es un a prolongación del todavía reciente congreso de Torremolinos, donde el CDS cerró filas en torno a lo que podríamos empezar a llamar su vieja guardia.

Cuando un partido se bunkeriza es porque no ha superado con garantías una determinada coyuntura. El CDS  arrastra las consecuencias del 29 de octubre y de las elecciones gallegas. En ambos casos, sus objetivos parlamentarios acusaron la bofetada de los hechos.

El partido de Suárez atraviesa probablemente la etapa más  crítica desde su nacimiento. Le ha crecido un centro a la derecha, con el advenimiento de José María Aznar a la presidencia del PP, y gran parte de su imagen de centro izquierda aparece comprometida por un pacto de afinidad con el PSOE, que barre en esta historia para su casa.

Podría decirse que, en estas circunstancias, al CDS se le ha ido por las acequias el fluido que aportaba a su propio mantenimiento. Convertido en caricatura de sí mismo, como simple afluente de un río principal y tributario obligado de otro que procura ‘centrarse’ su papel político ha desaparecido en la práctica. Ahora ya sólo le queda construir teorías sobre su futuro, tarea en la que su actual secretario general, José Ramón Caso, siempre demostró pericia.

Procede preguntarse si para una personalidad exigente como la de Castedo el CDS ofrecía ya mínimos atractivos políticos. Lo probable es que su marcha guarde analogías con las de aquellos deportistas reacios a mantenerse en un club sin aspiraciones. Sin ningún horizonte verdaderamente alcanzable desde el punto de vista de lo que a una figura pública pueda apetecerle, el ya ex suarista se ha limitado a aceptar el ‘hara-kiri’ de su propia lógica. Disolviéndose a sí mismo en una nada coherente, en una especie de nirvana alejado de tentaciones políticas, ha pasado a representar el recuerdo de una promesa que no pudo realizarse.

A la vista de estas consideraciones, cabe resistir a la tentación de pensar que Castedo cambia el CDS por esa invención fantasmagórica que se llama Asociación Renovadora Democrática, donde hombres del talante del eterno inconformista Abel Cádiz tratan de cruzar en bote su Atlántico particular.

Naturalmente, el desertor – que no el tránsfuga, pues ahí está el abandono de su escaño parlamentario para demostrarlo ha procurado ofrecer algunas razones sobre su decisión final. Pero aducir a estas alturas que el CDS no brinda posibilidades a su disidencia interna, en torno a esta o aquella línea política de actuación global, es escaso argumento. Lo que en último término importa, a la hora de tomar la puerta de salida, es la inexorable y desalentadora transformación del CDS de partido bisagra en partido parásito.