INTERVIÚ desvela que un grupo de dirigentes del PP forman parte de un entramado empresarial liderado por Francisco Correa

El escándalo que afecta al Partido Popular de Majadahonda, un municipio residencial próximo a la capital de España reúne todos los ingredientes de un culebrón inmobiliario sazonado con el picante del tráfico de influencias amiguismo, sociedades interpuestas, opacidad en las operaciones, facturaciones sin contenido, recalificaciones.. Las primeras investigaciones desvelan que ese – todavía – supuesto saquero de las finanzas municipales ha podido ver la luz gracias a las luchas intestinales del PP. Los diferentes clanes inmobiliarios, conectados a distintos ediles, han filtrado a los medios de comunicación las lacras del contrincante según les beneficiara en sus negocios. Conforme se ha ido acrecentado la división, también ha aumentado el tamaño de la navaja. La Fiscalía Anticorrupción ya ha tomado cartas en el asunto, pero tampoco estaría mal que el Tribunal de Cuentas ordenase una exhaustiva auditoria de las arcas municipales. Y, por supuesto, que Génova se tomase este suflé madrileño en serio y comiencen a rodar cabezas.

A los datos ya aparecidos en la prensa, INTERVIÚ añade esta semana los nombres de varias personas del círculo próximo a Alejandro Agag, el yernísimo del ex presidente José María Aznar. Uno de ellos, Francisco Correa, fue testigo en representación del novio en la boda de Agag y la hija de Aznar. Se sentó en la bancada de los testigos del bodorrio junto a Berlusconi y otras altas personalidades. La compañera sentimental de Correa, además, era la directora del Gabinete del anterior alcalde de Majadahonda, por cuyas manos pasaban muchos de los grandes proyectos de la urbe. Y en medio de todos ellos figura el ex dirigente popular gallego Pablo Crespo, que se despegó de Cuiña en Galicia y aterrizó en Madrid para hacer las Américas. Sus compañeros de partido en Pontevedra comentan que Crespo fue el culpable de colocar a Mariano Rajoy en el pollero (gallinero) de un cine de Santiago de Compostela cuando asistió a un congreso regional del partido.

En esta serie de cine negro de los populares madrileños aparece otro clásico: Alberto López Viejo. El viceconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid – adscrito al denominado clan de Becerril, al que también  pertenece Agag – ha concedido a las sociedades vinculadas a Correa la organización de muchos de los eventos madrileños. Sin embargo, se da la circunstancia de que la dirección popular de Génova ha encargado esas actividades a otra sociedad ajena a los intereses de Correa, como ocurrió con el último congreso del PP.

López Viejo fue concejal de Medios Ambiente con el anterior alcalde  de Madrid, José María Álvarez del Manzano, pero quedó fuera del proyecto municipal tras la llegada de Alberto Ruiz Gallardón. Al nuevo equipo del consistorio no le convenció la actuación de López Viejo al frente del aparato de Limpieza y Jardines. Al parecer el lema utilizado por el ex concejal ‘Madrid, limpio y olímpico, no se aplicaba en el área que él dirigía”.

El suflé catalán tiene la variante madrileña del cocidito. Los promotores inmobiliarios de la capital utilizan un argot muy especial para repartirse las influencias en determinados municipios de la Comunidad. Los ayuntamientos del ladrillo rojo están gobernados por el PSOE e IU, y los del ladrillo azul, por ediles del PP. Majadahonda está enmarcada dentro de la zona del ladrillo azul y desde la época de Romero de Tejada ha levantado muchas suspicacias. El propio Romero de Tejada, que cayó en desgracia tras el caso Tamayo, va contando a sus amigos que algunos llegaron al poder gracias a sus servicios y que él fue arrollado por la locomotora.

Manuel Cerdán