5 mayo 1941

Franco nombra al monárquico Valentín Galarza Morante nuevo ministro de Gobernación y a Carrero Blanco su adjunto como Subsecretario enfureciendo al sector falangista de Serrano Suñer

Hechos

El 5 de mayo 1941 D. Valentín Galarza Morante fue nombrado ministro de Gobernación.

07 Mayo 1941

EL HOMBRE Y EL CURRINCHE

Dionisio Ridruejo

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Por esos mundos de Dios hay – que no falten – hombres de verdad, hombres que piensan, que actúan, que se enfurecen, que persuaden, que amenazan, que elogian. Por sus frutos los conoceréis y también por sus obras y palabras. La entereza y la verdad resplandece en los hombres enteros y verdaderos; no ya la verdad objetiva o ideal, sino la verdad respecto a sí mismos. Y como consecuencia la sencillez y la originalidad, y esto aún cuando parezcan complicados o repitan lo que ya han dicho otros. Una cosa es la complicación y otra la afectación. Una la coincidencia; otra, muy otra, la simulación.

Pero, sobre todo, el hombre entero y verdadero es sincero y auténtico, y, por lo tanto, serio. Lo es y lo parece. Nadie evoca al xxx ante un hombre de verdad. Nadie se ríe.

Pero nunca se descubre tan claramente al hombre como cuando se le contrapone su contrafigura: el currinche. Hay ciertamente más currinches genéricos. Pero tras cada hombre suele andar su ‘currinche’ su contrafigura sucesora.

Es como en el circo: sale el atleta o el domador: emociona, admira. Luego sale el tonto, el currinche, y repite – simula repetir – la suerte auténtica. No hay mejor truco para la carcajada. La Historia es triste y ejemplar por esa alternación de hombres y currinches. No hace aún muchos años vimos algo en España así de triste. Basta mirar al mundo para ver que el balanceo continúa.

El currinche es lo contrario del hombre: no es entero, ni verdadero, ni sincero, ni auténtico, ni serio. Nada de lo que tiene le pertenece si no es la íntima y baja intención. Generalmente se sirve no ya de lo de un ‘otro’ concreto – que tiene su valor – sino de lo ajeno, impersonal y genérico: del tópico. Repite lo que tan no es suyo que ni siquiera es de un semejante, porque es anónima y estúpidamente de todos. Pero no es eso solo, no es eso lo más triste. El ‘currinche’ tiene una seminconsciencia de su vaciedad, y pretende al menos pasar por hombres. Entones – episódica, no sistemáticamente – recuerda el gesto más destacado más destacado de cualquier hombre auténtico. Procura situarse en situación semejante. La felicidad es completa si se sitúa en la misma y repite el gesto auténtico. Pero no sabe por qué ni para qué lo hace, como quien recita un verso en un idioma que no conoce. Y esto tiene un riesgo: generalmente se equivoca, en una palabra. Y generalmente hay alguien que escucha y conoce el idioma. Sucede entonces como en el circo: todo el mundo se ríe cuando el ‘conocedor inicia la sonrisa’.

¡Ay, sino de los currinches! Lo grave, grave es que se tomen en serio y en serio ambicionan como hombres. Lo grave es que el tonto de circo no sabe que hace gracia y duerme aquella noche, seriamente, orgulloso de su atlética hazaña.