16 mayo 1941

Ambos controlaban la prensa al servicio del sector germanófilo del gobierno franquista

Luchas internas en el Gobierno Franco: el ministro Galarza destituye a Antonio Tovar y a Dionisio Ridruejo, afines a Serrano Suñer

Hechos

El 16 de mayo de 1941 el Boletín Oficial del Estado recogió el cese de D. Dionisio Ridruejo Jiménez como Director de Propaganda y de D. Antonio Tovar Llorente como Subsecretario de Prensa y Propaganda.

Lecturas

El 5 de mayo de 1941 el General Franco nombra al monárquico Valentín Galarza Morante nuevo ministro de Gobernación. Tras el nombramiento en Arriba se publica el artículo ‘El hombre y el currinche’ del 7 de mayo de 1941 atribuido a Dionisio Ridruejo Jiménez que es considerado un ataque de Arriba contra el nuevo ministro. El 12 de mayo de 1941 en el periódico Diario Madrid aparece publicado un artículo de aparente réplica.

El 16 de mayo de 1941 el Boletín Oficial del Estado publica la destitución de Dionisio Ridruejo Jiménez como Director de Propaganda y la de Antonio Tovar Llorente como Subsecretario de Prensa y Propaganda. Las funciones de ambos cargos pasarán a cargo de la Dirección General de Prensa.

Su destitución es consecuencia de las cada vez más frecuentes desavenencias ideológica entre sectores falangistas afines a unirse a Alemania en esta Segunda Guerra Mundial (sector al que estaban adscrito los cesados) y sectores aliadófilos, con apoyo de sectores militares más cerca de Reino Unido y posturas aliadófilas en la Segunda Guerra Mundial (como los ministros Sres. Varela o Galarza). Ambas fuerzas están representadas en el Gobierno franquista.

La situación de enfrentamiento no se relajará tras las dos destituciones. El atentado de Begoña terminará de aumentar la crisis que se saldará con una nueva crisis de Gobierno.

 

07 Mayo 1941

EL HOMBRE Y EL CURRINCHE

Dionisio Ridruejo

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Por esos mundos de Dios hay – que no falten – hombres de verdad, hombres que piensan, que actúan, que se enfurecen, que persuaden, que amenazan, que elogian. Por sus frutos los conoceréis y también por sus obras y palabras. La entereza y la verdad resplandece en los hombres enteros y verdaderos; no ya la verdad objetiva o ideal, sino la verdad respecto a sí mismos. Y como consecuencia la sencillez y la originalidad, y esto aún cuando parezcan complicados o repitan lo que ya han dicho otros. Una cosa es la complicación y otra la afectación. Una la coincidencia; otra, muy otra, la simulación.

Pero, sobre todo, el hombre entero y verdadero es sincero y auténtico, y, por lo tanto, serio. Lo es y lo parece. Nadie evoca al xxx ante un hombre de verdad. Nadie se ríe.

Pero nunca se descubre tan claramente al hombre como cuando se le contrapone su contrafigura: el currinche. Hay ciertamente más currinches genéricos. Pero tras cada hombre suele andar su ‘currinche’ su contrafigura sucesora.

Es como en el circo: sale el atleta o el domador: emociona, admira. Luego sale el tonto, el currinche, y repite – simula repetir – la suerte auténtica. No hay mejor truco para la carcajada. La Historia es triste y ejemplar por esa alternación de hombres y currinches. No hace aún muchos años vimos algo en España así de triste. Basta mirar al mundo para ver que el balanceo continúa.

El currinche es lo contrario del hombre: no es entero, ni verdadero, ni sincero, ni auténtico, ni serio. Nada de lo que tiene le pertenece si no es la íntima y baja intención. Generalmente se sirve no ya de lo de un ‘otro’ concreto – que tiene su valor – sino de lo ajeno, impersonal y genérico: del tópico. Repite lo que tan no es suyo que ni siquiera es de un semejante, porque es anónima y estúpidamente de todos. Pero no es eso solo, no es eso lo más triste. El ‘currinche’ tiene una seminconsciencia de su vaciedad, y pretende al menos pasar por hombres. Entones – episódica, no sistemáticamente – recuerda el gesto más destacado más destacado de cualquier hombre auténtico. Procura situarse en situación semejante. La felicidad es completa si se sitúa en la misma y repite el gesto auténtico. Pero no sabe por qué ni para qué lo hace, como quien recita un verso en un idioma que no conoce. Y esto tiene un riesgo: generalmente se equivoca, en una palabra. Y generalmente hay alguien que escucha y conoce el idioma. Sucede entonces como en el circo: todo el mundo se ríe cuando el ‘conocedor inicia la sonrisa’.

¡Ay, sino de los currinches! Lo grave, grave es que se tomen en serio y en serio ambicionan como hombres. Lo grave es que el tonto de circo no sabe que hace gracia y duerme aquella noche, seriamente, orgulloso de su atlética hazaña.

12 Mayo 1941

Cuando España mira al mundo: EL ÚNICO QUE DEFINE

DIARIO MADRID (Director: Juan Pujol)

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La idea de que un grupo o un grupito tuviera el monopolio de la política exterior de España, y de ellos dependiese y sólo a ellos pudiera confiarse, es una de tantas ridiculeces como, por osadía e insustancialidad, han podido ponerse en circulación últimamente. Esa política está basada en ideales e intereses esenciales de España y responde a necesidades de orden espiritual y material permanentes, y es el hombre que ha salvado a la nación y tiene, con el asenso unánime de los españoles, el mando supremo, quien la define y personifica sin que sea más que una impertinencia intrascendente suponerle a merced de influjos tortuosos y, dirigirle en tal sentido advertencia pública sobre su empeño de ala confianza del país, que le sabe modelo de prudencia y de decisión a la vez y que conoce muy bien a través de cuántos escollos le va salvando de daños incalculables, él sólo es quien ha de pronunciar las palabras decisivas en cada caso en la certidumbre de que la nación entera, comenzando, como es lógico, por sus fuerzas armadas, le seguirá con entusiasmo.

Lo fundamental de esa política está, por otra parte, determinado por circunstancias históricas casi ineluctables. España optó el 18 de julio de 1936, y en virtud de su opción libró victoriosamente las primeras batallas de la guerra en que Europa está decidiendo ahora de sus destinos. Su posición, en consecuencia, no ofrece dudas. En fecha tan reciente como la de la inauguración de la Escuela de altos estudios militares la expuso Franco en términos inequívocos. Venir ahora a suscitarlas con ocasión de modificaciones de orden administrativo que no la rozan ni de cerca ni de lejos es, por no calificarlo peor, una ligereza que no podría repetirse sin consecuencias graves para quienes la cometiesen. España entera está detrás de su Caudillo. Téngalo en cuenta aquellos que por frivolidad o por soberbia hubieran podido olvidarlo.