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Equilibrio de fuerzas entre los falangistas germanófilos de Serrano Suñer y militar aliadófilos como el General Varela

Franco cierra la crisis entre militares y falangistas germanófilos con un cambio de Gobierno: Ratifica a Galarza Morante en Gobernación y nombra a Arrese Magra nuevo Secretario General del Movimiento

HECHOS

El nuevo Gobierno del General Francisco Franco tomó posesión el 20 de mayo de 1941.

El 20 de mayo de 1941 el General Francisco Franco Bahamonde modifica su Gobierno en el que se mantiene el poder de su cuñado D. Ramón Serrano Suñer, presidente de la Junta Política del Movimiento Nacional.

El Gobierno formado en octubre de 1940 perdió su equilibrio al estallar la guerra entre germanófilos y aliadófilos que tuve su primer episodio de cara al público con la destitución de los responsables de propaganda: germanófilos y aliados director del Sr. Serrano Suñer.

  • Presidente- General D. Francisco Franco Bahamonde
  • Asuntos Exteriores – D. Ramón Serrano Suñer
  • Agricultura – D. Miguel Primo de Rivera Sáenz de Heredia
  • Aire – General D. Juan Vigón Suerodíaz
  • Educación Nacional – D. José Ibáñez Martín
  • Ejército – D. General José Enrique Varela Iglesias
  • Gobernación – D. General Valentín Galarza Morante
  • Hacienda – D. Joaquín Benjumea Burín
  • Industria y Comercio – D. Demetrio Carceller Segura
  • Justicia – D. Esteban de Bilbao Eguía
  • Marina – D. Almirante D. Salvador Moreno Fernández
  • Obras Públicas – D. Alfonso Peña Boeuf
  • Secretario general del Movimiento – D. José Luis Arrese y Magra
  • Trabajo – D. José Antonio Girón de Velasco

El poder queda por tanto equilibrado con la presencia de ministros monárquicos próximos al Reino Unido como el Sr. Varela Iglesias y el Sr. Galarza Morante y, frente a ellos, el sector más nacional-socialista encabezado por el Sr. Serrano Suñer.

Los enfrentamientos continuarán hasta el atentado de Begoña, que detonará la crisis que causará una nueva crisis política y la liquidación política del Sr. Serrano Suñer.

20 Mayo 1941

La sencilla decisión

ARRIBA (Director: Xavier de Echarri)

Durante algo más de una semana los españoles han podido tener la sospecha de estar en vísperas de lo que en otro tiempo se hubiera llamado un acontecimiento político. No han faltado los síntomas suficiente elaborados – y descontentamos de ellos los incidentes polémicos sucedidos bien al margen de la cuestión – de que, en efecto, se estaba elaborando lo que en lenguaje de nuestros días podemos llamar una decisión de mando.

Pero como es habitual en casos semejantes, en días en que late un ambiente de víspera de algo, la expectación o ansiedad natural se ha desbordado hacia la conferencia aventurada y confusa.

De los conjeturantes, unos lo han sido por ardorosa impaciencia y su conjetura no ha sido sino la revelación de su deseo, o simplemente el afán de sosegarse adivinando. Otros lo han sido , de cierto, por espíritu táctico y voluntad de anarquía: viejos y conocidos refundidores de torres de Babel, pescadores a río deliberadamente revuelto. Unos y otros, claro está, trataban de precisar por la pregunta o la insinuación cuál pudiera ser el sentido del acontecimiento esperado, cuáles sus virtudes de modificación de los directores presentes. Todos ellos coincidían en el erróneo supuesto de creer que esto ante lo que estábamos era algo semejante a una crisis, tal como el concepto de crisis nos ha sido conocido en las antiguas políticas inestables y vacilantes o tunantes.

El chasco es patrimonio de los excesivamente curiosos y de los profetas interesados. Y así todas las hipótesis se convierten en humo ante la sola realidad verdadera y ante la solución inminente.

Aquí – en este régimen – no hay crisis. Hay – a lo más – etapas en la marcha, en el movimiento. Pero no hay posibilidades de virar. La dirección es única incesante y firme. Los supuestos de que se parte, inalterables y sólidos. Los objetivos, fijos e invariables. La mano que lleva las riendas, segura y constante. Y para nadie puede ser un misterio cuáles sean – hoy y siempre – la dirección, los supuestos, el fin y el mando. La Falange seguirá marchando a un paso que quien puede regula hacia la meta de su plena Revolución. En el camino habrá altos, interferencias, refuerzos, acercamientos, pero nunca desviaciones.

Hoy por hoy – como ayer y mañana – el Caudillo produce ante la Falange y ante España la decisión de mando que, puesto que surge en una línea declarada y conocida, no encierra misterios ni admite interpretaciones.

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