8 noviembre 1928

El que fuera director de EL EJÉRCITO ESPAÑOL será director y propietario de la publicación

Fusión de los periódicos militares LA CORRESPONDENCIA MILITAR y EL EJÉRCITO ESPAÑOL bajo la dirección de Rafael Esbry Sánchez

Hechos

El 8.11.1928 el periódico LA CORRESPONDENCIA MILITAR anunció un cambio de propiedad y de director.

Lecturas

En noviembre de 1928 se produce una fusión entre dos de los principales periódicos militares: El diario El Ejército Español se integra en el periódico La Correspondencia Militar quedando D. Rafael Esbry Sánchez como gerente del periódico resultante.

LA NOTA OFICIAL PUBLICADA EN LA CORRESPONDENCIA MILITAR

La coincidencia de actitudes, dentro de los mismos ideales, y el natural afán de robustecimiento y eficacia, llevaron a los propietarios de LA CORRESPONDENCIA MILITAR y EL EJÉRCITO ESPAÑOL a buscar el medio de fundir ambas publicaciones en una sola que tuviera verdadera importancia por el número de sus lectores y fuera lo bastante fuerte, económicamente para presentarse a la opinión militar en la forma moderna que corresponde a los órganos de opinión que aspiran a ser atentamente escuchados.

Y, efectivamente, entabladas negociación entre ambas empresas se ha llegado a la formación de una sociedad con capital suficiente, cuyas acciones han sido suscritas, y alcanzadas cifra bastante para atender cumplidamente a las necesidades que trae aparejada una entidad de esta importancia.

Dicha empresa, que se ha posesionado con esta fecha de LA CORRESPONDENCIA MILITAR, ha acordado el cese en su publicación de EL EJÉRCITO ESPAÑOL, incorporado a LA CORRESPONDENCIA MILITAR, las suscripciones de los suscriptores que estén en ello conforme.

Al frente de la nueva Empresa se halla como gerente el ex diputado a cortes, actualmente asambleista, D. Rafael Esbry, antiguo periodista, cuyo solo nombre es garantía de la orientación entusiasma y patriótica en favor de la reconstitución del país, que habrá de reflejar en sus columnas LA CORRESPONDENCIA Militar.

Por lo demás, continuaran casi en su totalidad prestándonos su concurso el ilustrado personal que hoy compone ambas redacciones.

Las nuevas oficinas de LA CORRESPONDENCIA MILITAR quedan instaladas en la calle de San Marcos, números 30, 32 y 34.

 

El Análisis

Una voz única para un ejército

JF Lamata

Con la reciente fusión de El Ejército Español y La Correspondencia Militar, culminada el 8 de noviembre de 1928 bajo la dirección del veterano periodista y asambleísta D. Rafael Esbry, se abre una nueva etapa para la prensa castrense en España. Lo que antes fueron dos órganos independientes, aunque coincidentes en su tono y propósito, se unifican ahora en una sola cabecera con aspiración de hegemonía entre los lectores de uniforme. El objetivo declarado: lograr más fuerza, más difusión y, sobre todo, más influencia en el seno de una institución que, bajo la Dictadura de Primo de Rivera, ocupa un lugar central en la vida pública del país.

Durante décadas, publicaciones como La Correspondencia Militar o El Ejército Español han desempeñado un papel muy específico en la estructura comunicativa del Estado: no han sido simples periódicos de noticias castrenses, sino verdaderos órganos de opinión dentro del mundo militar. Su influencia no debe subestimarse: eran leídos en los cuarteles, comentados en las academias y a menudo reproducían la voz —no siempre oficial pero sí sintomática— de ciertos sectores del Ejército. Su línea ideológica, marcadamente patriótica, centralista y conservadora, ha servido de eco para un pensamiento militar que, tras el desastre del 98, buscaba reencontrarse con una España fuerte, unida y respetada. Esta fusión, que oficialmente se presenta como un paso hacia la modernización y la eficacia, es también reflejo de una realidad política: el deseo del régimen de concentrar, ordenar y controlar los discursos que circulan entre los oficiales y tropa. La unificación de estas cabeceras bajo una sola dirección permite no solo ahorrar costes y ganar lectores, sino también evitar divergencias internas que podrían poner en entredicho la unidad de criterio en tiempos inciertos. En esta nueva etapa, el periódico resultante se presenta como una voz firme y cohesionada, dispuesta a servir de altavoz a un patriotismo de cuartel que sigue viendo con recelo los cambios sociales y políticos que se avecinan.

Sin embargo, también conviene recordar que este tipo de prensa, tan eficaz en su propósito de mantener el espíritu de cuerpo, puede acabar aislando al Ejército de la sociedad civil. Las proclamas enfáticas, los editoriales inflamados de nacionalismo y el desprecio hacia el parlamentarismo liberal —habituales en estos medios— no ayudan a tender puentes con el resto del país. Y cuando, como parece insinuarse ya desde ciertos sectores, esta prensa se convierte en vehículo de presión más que de información, el peligro no es menor. En los años treinta, cuando España inicie su camino republicano, este tipo de publicaciones acabarán encontrando una respuesta: el silencio impuesto por su prohibición. Pero en 1928, la prensa militar vive su apogeo, fusionada, reforzada y unificada bajo una bandera ideológica clara. El tiempo dirá si esta voz única sabrá adaptarse a los vientos de pluralidad que, más tarde o más temprano, volverán a soplar.

J. F. Lamata