1 febrero 1930

Batalla usando la hemeroteca contra el diario de Nicolás María de Urgoiti y José Ortega y Gasset

El diario LA NACIÓN refresca la memoria a EL SOL recordándole que en sus inicios apoyó la dictadura del General Primo de Rivera, cuya caída tanto celebra ahora

Hechos

Polémica en prensa publicada en 1930.

Lecturas

Finalizada la dictadura de D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja el periódico El Sol de D. Nicolás María de Urgoiti y D. José Ortega y Gasset fue uno de los medios que más celebró la caída política del militar acusándole de haber reprimido a la libertad y al liberalismo.

El periódico La Nación de D. Manuel Delgado Barreto, cuyo periódico había sido en la práctica el órgano de expresión en prensa de la dictadura, publica varios reportajes contra El Sol usando la hemeroteca: reproduciendo fragmentos del diario El Sol del periodo 1923 y 1924 para demostrar que en ese periodo el periódico progresista respaldó al Gobierno del Sr. Primo de Rivera Orbaneja. El Sol no replicará.

17 Febrero 1930

El concepto que le merecía a EL SOL la conducta política del Sr. Unamuno nos releva de escribir unos cuantos artículos contestando a las diatribas lanzadas por este contra la Dictadura.

LA NACIÓN (Director: Manuel Delgado Barreto)

Con textos a la vista

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En contraposición a lo que nosotros hemos escrito, censurando la actuación política del Sr. Unamuno, EL SOL – ¿Cómo no? – se ha erigido estos días en su paladín, jaleando los homenajes rendidos al redentor, salvador y pacificador.

A Unamuno se le bombeaba ahora con carácter político y a nosotros nos producía natural indignación que se creyese útil, ni siquiera admisible, la intervención de este señor en la vida pública.

Usando de un derecho de legítima defensa nos disponemos a demostrar que lo que estaban haciendo EL SOL y sus similares era inconcebible, cuando repasando una colección del nombrado periódico, modelo de consecuencia, encontramos el artículo que vamos a reproducir íntegramente.

Figura en la primera plana de EL SOL de 23 de julio de 1924 y dice así, con títulos y todo:

Contestando a una agresión.

EL SOL y el Sr. Unamuno.

En noviembre del año pasado escribió el Sr. Unamuno – libre entonces – una carta injuriosa para EL SOL y sus colaboradores, que apareció inserta en el número de diciembre de la revista NOSOTROS de Buenos Aires. Llegó a nuestro conocimiento dos meses más tarde, cuando su autor estaba desterrado.

No la reproducimos aquí ahora porque lo impediría la censura, pero, aunque la censura nos lo permitiese, no amargaríamos el paladar de nuestros lectores con tal bazofia literaria. La carta-libelo del ilustre pensador no es, en efecto, sino un torpe tejido de insolencias.

Nuestro director envió a NOSOTROS la siguiente rectificación que la revista bonarense publicó en su número de marzo.

Madrid. 26 de febrero de 1924. Señores D. Alfredo A. Blanchi y D. Julio Noé, directores de NOSOTROS. Libertad 545. Buenos Aires.

Muy distinguidos señores y compañeros. En el número 175 de la revista NOSOTROS, que ustedes dignamente dirigen y que ha llegado a mis manos con gran retraso, leo una carta particular que el profesor español D. Miguel de Unamuno ha dirigido a un amigo suyo de esa capital y que ustedes dan a la publicidad, acompañándola de frases de cortesía y complacencia.

En esa carta se habla de EL SOL en términos que exigen una contestación mía. Invocando la caballerosidad de ustedes y las prácticas del buen compañerismo, me permito rogar a ustedes que hagan conocer a sus lectores esta contestación.

No puedo ni debo olvidar que el Sr. Unamuno padece bajo el rigor de una sanción del Poder público de España, precisamente a causa de la carta de referencia en la que injuriaba no sólo a EL SOL, sino al Rey y el Jefe del Gobierno. Si se hallase libre y en condiciones de replicar, otros habrían de ser forzosamente los términos de mi carta para estar adecuados a la violencia e injusticia de los suyos. Cuando el Sr. Unamuno vuelva a la normalidad de su vida ciudadana le invitaré a que discutamos públicamente su conducta y la del periódico con cuya dirección me honro. Y ésta no es una amenaza, sino simplemente un emplazamiento.

Dejo, pues, aparte por ahora las injurias que el Sr. Unamuno ha escrito, y no las califico siquiera, que no ha de haber en estas líneas un adjetivo que revele pasión.

España entera, y principalmente sus clases intelectuales, han juzgado ya esta agresión a EL SOL con la mayor severidad.

Pero quiero hacer constar, para que los americanos y los españoles de América sepan la verdad – una verdad pura, no desfigurada por la ira ni por el despecho – que EL SOL no ha hecho ante el movimiento militar de septiembre sino aplaudir lo que tenía de purificador de unas costumbres políticas que venía combatiendo desde su primer número, y que este aplauso ha sido siempre condicionado, estricto, desinteresado y limpio de segundas intenciones.

Desde el 13 de septiembre a la fecha, EL SOL se ha conducido con absoluta independencia – como siempre lo hizo – y bien lo prueba el rigor y frecuencia con que la censura militar mutila y suprime sus escritos; no ha apoyado al Directorio militar sino en lo que en su actuación tiene de provechoso para desterrar de nuestra Patria la vieja política corrompida y corruptora y ni un solo instante ha dejado que desmayase en sus manos la bandera de la libertad y moralidad a cuya sombra fue creado.

No ha dicho jamás EL SOL que en España hubiese hoy “libertad de propaganda liberal”.

Atribuirle semejante afirmación es decir lo contrario de lo que es cierto. Lo que se ha hecho es lamentar vivamente un día y otro, en todas las ocasiones, la escasa vitalidad de que daban muestras las fuerzas liberales de nuestro país ante la grave interrogación que ha abierto un régimen de excepción que tiene un límite cercano impuesto por la conveniencia nacional y por el decoro de la vida civil española.

El que ha querido imbuir a los americanos y a los españoles de América una especia calumniosa contraria a la verdad se verá obligado a responder en la hora oportuna.

De modo, señores directores, lo que queda dicho es cuanto yo pueda y deba consignar, sometiéndome a la mesura que me impone la condición de perseguido por la justicia de quien nos ha insultado.

De ustedes afectísimo seguro servidor, q. s. m. e.

Félix Lorenzo.

(A continuación, como editorial, dice lo siguiente).

“La hora oportuna que se expresa en la carta transcrita ha sonado. El Sr. Unamuno tiene ya la pluma libre, y desde donde quiera que se halle puede explicar sus injurias – si las injurias tienen explicación posible – Liquidemos, pues, nuestra cuenta.

No nos mueve la pasión. No nos mueve el rencor. Nuestros lectores saben que escribimos presididos y aconsejados por la serenidad y la templanza. Pero tampoco podemos dejar que permanezcan flotando en un ambiente, siempre propicio a la malidicencia,     que nos hieren en lo que más amamos: en nuestro decoro, en nuestra independencia y en la pureza de nuestro liberalismo, y mucho más si esas afirmaciones vienen de un hombre QUE NO POR PROCEDER A MENUDO COMO UN INSENSATO deja de merecer por su sabiduría, por su talento y por sus virtudes profesionales, el respeto y la admiración de todo el mundo.

El eximio profesor de Salamanca vuelve a dejarse arrebatar por las más insanas pasiones, y por una sobre todo: el desaforado amor a sí mismo, SU ANSIA DE NOTORIEDAD, SU AVIDEZ DEL COMENTARIO PÚBLICO LE HAN LLEVADO A COMETER FRECUENTEMENTE INJUSTICIA, BAJEZAS Y LOCURAS.

El Sr. Unamuno ha sido colaborador de EL SOL. Entre los colaboradores de EL SOL tiene y siempre tuvo sus más conscientes y sinceros admiradores. Dejó de ayudarle porque quiso. ¿Por qué de pronto nos insulta? Porque EL SOL, enemigo desde que nació de la vieja política, se alegró de que alguien, cualquiera, la destruya y la descuaje.

Será curioso recordar cómo empezó el odio EL SOL del Sr. Unamuno. Habíamos escrito en los primeros tiempos del Directorio algo que molestó al Sr. Cierva. El Sr. Cierva se dio de baja en nuestras listas de suscripciones y nos permitimos comentar con un poco de humor el enfado del Sr. Cierva. El Sr. Unamuno nos escribió dándose también de baja porque el suelto relativo al Sr. Cierva le había indignado.

Ya sabe el político conservador donde tiene – o tenía entonces – un inesperado amigo.

Hemos escrito estas frases de alta consideración para el Sr. Unamuno – todo nos parece poco para el Sr. Unamuno como pensador, como hombre culto, como poeta. Sus libros universalmente admirados, han contribuido a elevar en el mundo entero el nombre de España. PERO UNA COSA ES LA PERSONALIDAD CIENTÍFICA Y LITERARIA DEÑ SR. UNAMUNO, Y OTRA SON SUS FANTASÍAS Y DESBORDAMIENTOS POLÍTICOS Y SUS DESCARRIOS PASIONALES. No cumpliríamos nuestro deber si no saliéramos al paso – aun exponiéndonos al reproche y a la ira de muchos que le admiran menos que nosotros – DE LOS MALES QUE ESTE HOMBRE SINGULAR PUEDE OCASIONAR A LA NACIÓN. DEBEMOS DECIR, PUESTO QUE AHORA SIN FRENO YA, VA A LANZARSE A LA POLÍTICA, CUAN PERTURBADORA PUEDE SER SU ACCIÓN EN LA POLÍTICA.

España necesita para reconstruirse que cada cual trabaje en su propia esfera de acción. La del señor Unamuno está bien delimitada por sus estudios y sus aptitudes y fuera de ella sólo puede actuar como disolvente y desconcertador.

Ha podido en sus largas horas de destierro alzar el corazón en amor y provecho de esta España a quien tanto ama “que tanto le duele” y no ha querido más que ENFANGAR SU PLUMA EN GROSERÍAS LIBELEICAS.

En todos estos meses no le ha funcionado bien más víscera que el hígado.

Acabaremos por hoy recordando al Sr. Unamuno, puesto que de las secreciones de su hígado hemos sido víctimas, y puesto que ahora más que nunca es virtud conveniente la civilidad, esta bella frase que nos escribía en una amable carta, cuando todavía era suscriptor nuestro el Sr. Cierva.

CIVILIDAD ES URBANIDAD Y DECENCIA.

Sea urbano y civil si quiere que no olviden que es sabio y talentudo.

Ahora dos palabras por nuestra cuenta:

Si EL SOL anunciaba que Unamuno podía ocasionar males a la nación y que su acción política era perturbadora, y que sólo había de pensar como disolvente y desconcertador, le parecería lógico que el Gobierno lo mantuviera a raya y le asilara convenientemente.

Siendo así ¿cómo le da ahora tan atronadores bomboa a título de víctima inocente de los tiranos, considerándole faro luminoso de las libertades públicas?

¿Quién procede a menudo como un insensato: Unamuno o EL SOL?

¡Y estos son los hombres y los periódicos que pretenden dirigir al país y despotricar contra la Dictadura!

22 Julio 1930

EL SOL proclama que el país no se sentía vejado ni oprimido por la Dictadura, sino que la admitía de buena gana.

LA NACIÓN (Director: Manuel Delgado Barreto)

Lean ustedes lean.

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Lean ustedes lean.

EL SOL proclama que el país no se sentía vejado ni oprimido por la Dictadura, sino que la admitía de buena gana.

El mismo periódico que hoy pide Cortes a toda prisa por los procedimientos antiguos, afirmaba que eran la falsificación de la voluntad nacional. Según EL SOL causa risa que los antiguos políticos que ahora trae y lleva tan a gusto, hicieran aspavientos en defensa de la Constitución.

El otro día EL SOL – más colega queridísimo nuestro a medida que vamos comprobando el inmenso cariño que profesó a la Dictadura – nos ofrecía galeradas que impidió publicar la censura, y le contestamos que con su colección de fines del año 23 y principios del 24 nos bastaba para empaparnos de la buena doctrina.

Esta exhumación de textos que hacemos gustosisimos en honor del entrañable compañero, les ha obligado a declarar ayer que, efectivamente, fue defensor de la Dictadura, pero sólo por el tiempo que ésta se dedicase a derribar lo viejo.

Bien; bien. Vamos a cuentas. Una cosa es la defensa circunstancial de la Dictadura y otra las afirmaciones sobre conceptos fundamentales.

EL SOL ha hecho lo uno y lo otro. De lo primero podrá librarse con una disculpa baladí. De lo segundo, no.

EL SOL no creía en la eficacia de la Constitución por cuyo restablecimiento rompe ahora lanzas: EL SOL no quería ni oír hablar de los políticos, a los que ahora pide opinión y jalea como futuros gobernantes, EL SOL abominaba del artículo 32, que manda convocar Cortes, porque ese mandato sólo servía para falsificar la voluntad nacional.

Todas esas actitudes las tomó EL SOL el día que los señores conde de Romanones y D. Melquiades Álvarez, como ex presidentes de las disueltas Cámaras, fueron a Palacio a pedir que se convocara el Parlamento.

Conozca el país el artículo de fondo que con tal motivo publicó EL SOL el día 14 de noviembre de 1923 y compárelo con su campaña de ahora.

Esta que nosotros hacemos en la verdadera revisión, desapasionada y justa.

El artículo decía así, textualmente.

El suceso de ayer.

Dos fantasmas en Palacio.

Figurémonos un país sabiamente regido y administrado honradamente. Se produce en él una subversión militar, un brusco atropello de las leyes esenciales y más amadas y respetadas. El pueblo antes feliz y próspero, sufre y calla oprimido bajo la fuerza brutal. Y entonces dos ciudadanos excelsos, investidos de la representación nacional, dos hombres venerables, que siempre aventajaron a todos en la guarda del derecho, se alzan ante el Rey y lo dicen: “Venimos a pedir que se restablezca el respeto a la Constitución inmaculada y que se devuelva al pueblo la voz que necesita para defender sus sagradas libertades”. Figurémonos eso, y en el acto de esos dos puros y altos ciudadanos habremos de reconocer una gallardía y una grandeza impresionantes.

Pero pensemos que esos dos augustos defensores de la ley son el conde de Romanones y D. Melquiades Álvarez; QUE ESTA LEY ES LA MÁS PERSISTENTEMENTE BURLADA Y VIOLADA DE TODAS LAS LEYES DEL PAÍS, Y QUE E PAÍS NO SÓLO NO SE SIENTE VEJADO Y OPRIMIDO, SINO QUE ADMITE DE BUENA GANA LA SUBVERSIÓN MILITAR, el acto de fuerza, precisamente porque ha venido a librarle de esos hombres, que llamándose guardianes de la ley, hacían la vista gorda siempre que algún transeúnte se entraba subrepticiamente y con mal fin a visitarle… Y no hay más remedio que sonreír. Una sonrisa pasará hoy por el rostro de España, cuando se divulgue el aparatoso acontecimiento de ayer. ¿Qué fuerza llevaban tras de sí los dos solemnes visitantes? ¿No eran dos fantasmas huecos, sin substancia ni consistencia?

Se nos figura que D. Melquiades Álvarez há caído en una trampa sutil. Su convivencia con los viejos y experimentados políticos del régimen caído no le había aleccionado suficientemente. Es incapaz de aleccionarse, por lo visto, el ingenuo jefe reformista. La maniobra de ayer lleva el sello de su inventor, el conde de Romanones: es d elas que hasta hace dos meses alcanzaban éxito fulminante y valían a su autor merecido renombre de préstamo infalible.

Ahora se comprende bien por qué estos hombres no parecían darse cuenta de que el país se encontraba cada día en más incómoda postura. Para ellos no pasa el tiempo. Ni siquiera han logrado entender todavía la transformación que se ha operado en dos meses, no tanto quizá por la acción directa de la Dictadura militar, como por la natural reacción del pueblo. Aún creen eficaces sus vanas declaramaciones, sus falsas protestas, sus zancadillas, sus ataques de encrucijada; todas aquellas viejas artes con que derribaban al enemigo – a menudo dispuesto a dejarse derribar – ante la indiferencia del país, que presenta la farsa cuando no la veía con claridad, y la toleraba mansamente. ¿NO ES PARA REIRSE QUE A ESTAS HORAS SE PERMITA LLEGAR AL TRONO, HACIENDO ASPAVIENTOS EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN, los hombres que gobernaron siempre a espaldas de ella y principalmente el conde de Romanones, que apenas sabe lo que es gobernar con garantías y parlamento? ¡El artículo 32! Cierto que se respetaba el artículo 32. Los mismos firmantes del mensaje al Rey confiesan que casi era ese el único artículo que respetaban. Pero el artículo 32 manda convocar Cortes en un plazo determinado y convocar Cortes, según el espíritu de la ley, es consultar la voluntad nacional. ¿Y NO SE DABA SIEMPRE, SIEMPRE, EL SARCASMO DE QUE SE CUMPLIERA EL ARTÍCULO 32 JUSTAMENTE PARA FALSIFICAR LA VOLUNTAD NACIONAL? ¡POBRE ARTÍCULO 32, IRREDIMIBLE PROXENETA, QUE CADA DÍA TENÍA UN AMO A QUIEN COMPLACER!

La vieja política se revuelve sintiéndose morir. Todavía intentará en las ansias de la muerte otros alardes. Espera tal vez que la mano encargada de estrangularla o tiemble o se fatigue. Lo peor sería que tuviese un asomo de razón. No somos nosotros de los que han azuzado más al Directorio a salirse de ese ritmo sereno con que marcha en su obra la purificación; PERO SÍ LE HEMOS ACONSEJADO, Y LE ACONSEJAMOS MIENTRAS DURE SU MISIÓN, QUE NO DEJE DE DAR NI UN SOLO INSTANTE LA SENSACIÓN DE QUE EN ESPAÑA AN CAMBIADO HASTA LA RAÍZ D ELAS COSAS ABOMINADAS.

Por esta vez el Directorio ha respondido a la torpe y ridícula maniobra con la premura y la energía necesarias. Su nota de ayer nos parece justa y clara, y la suscribiríamos sin más que interpretar el último párrafo – y así creemos que es su espíritu – en el sentido de que TODA FARSA LIBERAL ES MÁS ABORRECIBLE QUE CUALQUIER SINCERIDAD REACCIONARIA, y que exactamente por eso hay que velar por la pureza de las tradiciones liberales en que la Constitución se inspira, y por las cuales vertió su sangre tantas veces el ejército de la nación.