15 diciembre 1981

La actitud del Gobierno parece motivada en intentar tranquilizar a la Unión Soviética y evitar que sean estos los que tomen la iniciativa como en Checoslovaquia en 1968

Golpe de Estado en Polonia: El General Jaruzelski declara la Ley Marcial suprimiendo el derecho a Huelga

Hechos

El 14.12.1981 el primer ministro Jaruzelski, anunció que Polonia quedaba sometida a la Ley Marcial al amparo del artículo 33 de la constitución polaca.

Lecturas

DETENIDOS:

lech_walesa2 Lech Walesa, líder del sindicato ‘Solidaridad’ que encabeza las protestas contra la dictadura comunista ha sido detenido y su organización suspendida de actividades.

EdwardGierek002 El ex dictador de Polonia, Edward Gierek, que gobernó el país entre 1970 y 1980, también fue arrestado junto a varios colaboradores acusado de responsabilidad en los ‘errores de los años 70″.

15 Diciembre 1981

Polonia y la imagen del comunismo

Eduardo Haro Tecglen

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La situación en Polonia es, como se sabe, un complejo de acumulaciones históricas y culturales, además de una pieza importante en el equilibrio mundial de poderes. Pero es también una crisis grave en el transcurso del comunismo.Desde que el comunismo pasó de los libros al poder (Rusia, 1917), las crisis han sido incesantes y, vistas con la perspectiva actual, han ido acelerándose y agravándose con el tiempo. Es una historia que no ha terminado todavía; parece, por tanto, poco riguroso juzgarla en completo por su situación actual.

Crisis de crecimiento

La sensación que se tiene en estos momentos es la de que hay un conjunto de sucesos, sobre todo a partir de la ascensión de Stalin y la eliminación progresiva y continua de la vieja guardia, que puede considerarse como una crisis de crecimiento, juzgando siempre por los resultados: la transformación de una sociedad rural y miserable, de millares de kilómetros cuadrados de barro y nieve en una potencia mundial de primer orden. A partir de la muerte de Stalin la sucesión de la crisis se produce de un modo inverso: es un declive, una decadencia. El camino ascendente se detiene cuando terminan las conquistas de la guerra; vuelve atrás con la disidencia china, con el testamento de Togliatti, que comienza a desgarrar el tejido comunista en Europa occidental.

Apenas habían transcurrido tres años dé la muerte de Stalin cuando Hungría intentaba la sublevación (1956); doce años después de Hungría, Checoslovaquia buscaban la evasión del «socialismo en libertad»; doce años después, Checoslovaquia es Polonia -después de numerosos movimientos precursores-, la que intenta el desgajamiento del mundo comunista. Aún en 1956 y en 1968 la Unión Soviética tenía una capacidad de respuesta: la invasión.

Sin respuesta

No la tiene en Polonia. Aún está por dilucidar la verdadera naturaleza del golpe de Wejciech Jaruzelski. Esta parte de la historia sólo se va a escribir en los próximos días. Pero se puede advertir ya, por los primeros movimientos políticos, que hay tres hechos importantes: Jaruzelski no invoca la integridad del comunismo -o la pureza, o la persistencia- en su primera proclanla; muestra respeto por Solidaridad y mantiene con todo respeto» (según un comunicado) relaciones, quizá negociaciones, con Lech Walesa; la Iglesia católica -cuyo papel dirigente es innegable-, recomienda la calma y la evitación de la violencia, y la población lo acepta, a pesar de algunas órdenes de huelga general. Puede estimarse, provisionalmente, que la situación no es tan favorable a la URSS como parece desprenderse de los delicados y cautos comunicados soviéticos. Y aún por encima de lo que pueda producirse inmediatamente, hay una constatación segura: el comunismo ha fracasado definitivamente en Polonia.

Ritmo biológico

De este grupo de acontecimientos que casi siguen un ritmo biológico -nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir, con el añadido de que lo reproducido muere también- puede extraerse una conclusión más bien terrorífica: la de que el auge del comunisrrio como forma de administrar un país y de ser capaz de reproducirse coincide, casi exactamente, con el período de Gobierno de Stalin.

Es decir: Stalin recogería la simiente de Lenin, y produciría el germen mortal de comunismo. Porque una de las cosas sobre las que caben muy pocas dudas en el mundo contemporáneo y en el campo de las ideologías actuales, es que la imagen de Stalin, la historia de su poder, los relatos de sus propios camaradas, ha destrozado la imágen científica del comunismo, que aún cabía en los tiempos fundacionales de Lenin.

Sólo un artificio nos permite hoy pensar que las cosas habrían salido de diferente modo si el beneficiario del testamento de Stalin hubiese sido Trostki, o si las ideas de los réprobos -desviacionistas, enfermos infantiles del izquierdismo, disidentes- hubieran contribuido a llevar el comunismo por otras direcciones. Cualquier especulación ucrónica es inservible: puede imaginarse todo, desde la restauración dinástica hasta el regreso a la socialdemocracia, pasando por la realización de la utopía del advenimiento de la sociedad sin clases.

Todo esto es, ya, rigurosamente inútil, y parece que no hay camino de regreso; ni tampoco de progreso. Pero esto es adelantarse al devenir histórico y caer en el error de juzgar el futuro por el presente.

La sombra de Stalin

Si nos ceñimos a lo comprobado, los hechos vuelven a mostrar esta sucesión que va desde la creación hasta el declive, con la meseta de auge que representa Stalin. Aquí entran ya los juicios de valor: no merece la pena ese crecimiento sobre los cadáveres de las víctimas, sobre la creación de la opresión absoluta. No es sólo la quema de unas generaciones, sino la de una posteridad. A pesar del XX Congreso, una considerable tenebrosidad stalinista sigue pesando sobre la Unión Soviética, y, sobre todo el mundo comunista.

Por eso se puede considerar, aún pecando de actualista, que el acontecimiento polaco, sea cual sea su desenlace -y no puede admitirse como desenlace la dictadura militar de Jaruzelski-, es un punto muy considerable en el declive del poder comunista, tal como lo ejerce la Unión Soviética. Lo que ha sucedido en Polonia desde el año pasado hasta ahora es algo irreversible.

15 Diciembre 1981

Polonia y el asunto interno

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Sólo algunos raros paseantes nocturnos vieron, el domingo antes del alba, la irrupción de la milicia en los locales de Solidaridad en Varsovia y las ventanas del Comité Central del partido comunista, que brillaban con todas las luces mientras las tinieblas caían sobre Polonia. A las seis de la mañana, el discurso del general Jaruzelski, ministro de Defensa, presidente del Consejo y primer secretario del partido, informó a los polacos que vivirán de ahora en adelante en estado de sitio bajo la ley marcial.El general Jaruzelski justifica su golpe de Estado -pues es un golpe de Estado, pese al respeto demostrado por las formas legales- por una requisitoria en regla contra Solidaridad: huelgas, propaganda del odio, utilización del terror, creación de un clima propicio al aumento de la criminalidad.

Extraña amalgama

En apariencia, se ataca solamente a ciertos dirigentes extremistas del sindicato, a quienes se acusa, junto con los militantes de las organizaciones ilegales, de haber puesto en peligro la seguridad del Estado, lo mismo que Gierek y sus amigos -una extraña amalgama-. De hecho, nosotros sabemos que han sido detenidos los consejeros de Solidaridad reputados por su moderación, tales como Geremek y Sliwinski, lo que demuestra que cada sindicalista, cualesquiera que hayan sido sus posiciones, está amenazado con sufrir los rigores de la ley si no se arrepiente ante el poder para hacerse perdonar ciertos crímenes y delitos contra los intereses del Estado, cometidos antes del 13 de diciembre, que se erige así en fecha fundamental de la era de los tribunales militares en la historia de Polonia.

Este golpe de Estado no es una improvisación. Los preparativos comenzaron no el sábado a las 11 de la noche, después de un voto de la comisión nacional de Solidaridad, como han informado los medios de comunicación occidentales, repitiendo las declaraciones del general Jaruzelski. Estaba preparándose desde hacía meses.

Jugando constantemente con la analogía entre la situación presente de Polonia y la que vivió a finales del siglo XVIII, el general Jaruzelski dio a entender que una nueva desaparición del Estado polaco habría sido inevitable si el Ejército no hubiese tomado en mano el destino de la nación.

Internacionalización

Esta insistencia sobre el carácter interno de la operación era muy hábil, y hasta algunos diplomáticos experimentados se felicitaron por ello, como si no supiesen que el Ejército polaco forma parte del Pacto de Varsovia, que un golpe de Estado en un país del bloque soviético es imposible sin la aprobación de Moscú y que los dirigentes de la URSS esperaban ese acontecimiento desde hace tiempo y presionaban con toda sus fuerzas. Y como si no estuviese claro que desde el domingo último la probabilidad de una internacionalización de la crisis polaca se ha acrecentado enormemente.

Nadie puede, en efecto, prever hoy cómo reaccionará la población, exasperada por las detenciones, que se pueden contar por miles, ya que afectan a todos los medios sociales, y por la suspensión de la actividad de todas las asociaciones. No se puede excluir de ninguna manera el peligro de una guerra civil, que puede desembocar en una intervención soviética. Y si se evita esta tragedia nacional mayor, el mérito será debido no a los generales, sino a la Iglesia polaca, cuyo primado, en un sermón valiente y dramático, ha asumido la dirección de una resistencia pacífica, comprometiéndose a luchar por la liberación de los presos y para que prosiga la edificación de una Polonia en donde a los polacos les gustaría vivir.

¿Qué hacer?, se preguntan en todas partes. ¿Cómo ayudar a Polonia? La primera respuesta se ha encontrado espontáneamente y de forma inmediata: protestar. Y es bueno que continúen las protestas. El general Jaruzelski ha pedido a la opinión mundial comprensión con respecto a las medidas que acaba de adoptar. Esto demuestra que tiene en cuenta a la opinión pública mundial. También es importante que sepa que la opinión pública no comprende y que no está dispuesta a aceptar el hecho consumado.

Pero las protestas no bastan. También es necesario exigir que Polonia deje de ser ese país cerrado en que se ha convertido desde el domingo. Que se hagan públicas las listas de todas las personas internadas. Que se asegure la defensa de aquellos que corren el riesgo de ser llevados ante los tribunales. Que los periodistas y los abogados puedan realizar su trabajo. Si las intenciones del general Jaruzelski son las que ha declarado, la publicidad no le perjudicaría. No se cierra un país más que cuando alguien se dispone a ejercer un poder arbitrario, dictatorial e implacable.

Y una cosa más: el golpe de Estado no anula el invierno ni suprime la penuria.

15 Diciembre 1981

Polonia y España

DIARIO16 (Director: Pedro J. Ramírez)

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Uno de los más importantes intelectuales franceses llamó ayer desde París al director de este periódico. ‘Tenéis que explicar en vuestro país que un golpe militar en España sería ahora providencial para el comunismo internacional’.

Dos factores influían sin duda en su mensaje. De un lado, el deterioro exterior de la confianza en la estabilidad de la democracia española como consecuencia de los rumores e incidentes de las últimas semanas. Del otro, su lógica indignación ante el cinismo de los comunistas franceses tras la catástrofe del fin de semana en Polonia.

Es fácil entender este segundo sentimiento a la vista de la actitud de los órganos periodísticos del PCF. Dando la espalda a la acongojante desolación de un pueblo que de la noche a la mañana ve brutalmente arrebatados unos derechos que le han costado dos años de grandes esfuerzos y pequeñas conquistas, los genuinos representantes en Occdiente del único comunismo con dilatada experiencia del poder, culpan del desastre a los excesos cometidos por los sindicalistas de Solidaridad.

A menudo se tiende a simplificar la crítica global contra las dos superpotencias y se descalifican también a un tiempo los efectos opresores del sistema capitalista y del sistema socialista. La historia establece, sin embargo, contundentes diferencias. Así, las únicas invasiones en toda regla protagonizadas en las últimas décadas por algún ‘pez gordo’ han sido las de Checoslovaquia y Afganistán. Así las únicas dictaduras existentes hoy día dentro de los límites europeos clásicos son las inspiradas en el internacionalismo proletario y mientras los ejemplo de Portugal, Grecia, y por encima de todo España, demuestran la posibilidad de una evolución hacia las libertades desde regímenes autoritarios de derechas, los rotundos mazazos propinados a húngaros, checos y el sábado al os polacos indican que al otro lado del telón de acero es imposible un proceso equivalente.

Una de las razones por las que los comunistas pro soviéticos no han tenido que rendir cuentas demasiado a menudo ante la opinión pública de la esencial brutalidad de su credo político es porque han estado siempre demasiado ocupados en luchar contra el fascismo. De hecho, cientos de miles de jóvenes han creído ver en la dureza con que se enarbola esa bandera una supuesta fuente de idealismo.

Todas las dictaduras necesitan siempre un antagonista lo más execrable posible, con el que disimular las propias lacras. No sin fundamento, España desempeñó ese papel en el pasado reciente y a buen seguro que en la tómbola de la desestabilización kremliniana se nos adjudican ahora un montón de papeleta para volver a hacer de payaso de las bofetadas.

Es perfectamente imaginable que todas esas clamorosas manifestaciones de protesta producidas en el mundo democrática contra el golpe militar polaco se reproducirán, corregidas y aumentadas, contra un suceso equivalente en España. Moscú se daría con un canto en los dientes si algo así se precipitara en los próximos meses, permitiéndole liquidar la cuestión polaca con la atención y la protesta del mundo centrada en otra parte.

Así que, señores de EL ALCÁZAR, ya saben ustedes para quien trabajan.

17 Octubre 1982

Cerrada la puerta al diálogo

José Comas Vega

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Con la nueva ley sindical, que su pone la suspensión definitiva del sindicato independiente Solidaridad, las autoridades polacas han cerrado la posibilidad de conseguir un «entendimiento nacional» entre el poder y la sociedad, y con ello aumentan la desestabilización del país.La nueva ley sindical polaca aprobada el 8 de octubre en el Parlamento, llega con años de retraso A raíz de los sucesos de diciembre de 1970, cuando cayó Ladislav Gomulka y Eduard Gierek llegó al poder, una ley que concede «sindicatos. independientes de los órganos de Administración del Estado y de la economía» habría sido una sensación en un país del llamado «socialismo real». Hoy, tras la huelga de agosto de 1980 y los catorce meses de existencia de Solidaridad, la nueva ley sindical ignora por completo la realidad del país y el nivel de descontento social provocado por el régimen militar en sus diez meses de actuación.

Boicoteo de las nueva ley

De golpe, el Gobierno polaco ha cerrado toda posibilidad de diálogo con las fuerzas sociales y ha privado incluso a la jerarquía católica de continuar en su papel mediador y moderador frente a los jóvenes radicalizados y los duros dentro del sindicato independiente.

En una dictadura estabilizada, la nueva ley sindical permitiría intentar el juego de infiltrarse dentro de las nuevas estructuras, en una estrategia similar a la empleada por Comisiones Obreras dentro del aparato sindical franquista. La respuesta de la dirección clandestina de Solidaridad ha sido categórica: boicoteo a los nuevos sindicatos. En la nota elaborada por la Comisión Nacional Provisional de Solidaridad, en la clandestinidad, se dice que «no boicotear a los nuevos sindicatos equivaldría a traicionar los ideales del movimiento sindical independiente». Al mismo tiempo se convoca para el 10 de noviembre, segundo aniversario del reconocimiento legal de Solidaridad, una huelga general de cuatro horas a partir de las diez de la mañana.

De forma incontrolada, huelgas y disturbios en todas las esquinas de Polonia han sido, la semana pasada, la respuesta inmediata a la supresión de Solidaridad.

La huelga en los Astilleros Lenin fue cortada a base de militarizar a los obreros, despidos masivos, represión, y poner a la puerta fuerzas de policía, que advertían contra las consecuencias de continuar la huelga. La ciudad de Gdansk fue de nuevo escenario de enfrentamientos entre policías y trabajadores, una vez más en las proximidades de la sede del partido, que ya ardió en los sucesos de diciembre de 1970.

Crece el odio

La marea del odio crece, y sobre esta base del odio es imposible construir la convivencia ciudadana en Polonia y levantar la economía nacional. Lo misirio ocurrió en Cracovia, Nowa Huta y otros centros industriales. La televisión oficial dio una amplia inffirmación de los incidentes en las calles.

La política de propaganda, desde que pasó a manos de gentes próximas al viceprimer ministro Mieczyslaw Rakowski, ha adquirido unos tonos más matizados, trata de aproximarse más a la realidad y no esconder completamente lo que ocurre en el país. Los polacos pudieron ver en los telediarios los enfrentamientos en las calles y los destrozos. La táctica de las autoridades es clara: tratar de conseguir el apoyo de la mayoría silenciosa, de la gente de orden en Polonia, que no puede soportar que se destroce la propiedad social y ver cómo se saquean tiendas con productos difíciles de conseguir, y echar la culpa de los disturbios a «elementos asociales venidos de fuera».

Este cálculo de los propagandistas del régimen podría tener éxito, si las autoridades pudiesen ofrecer a la sociedad algún éxito palpable, una mejora sensible de las condiciones de vida, pero también aquí la esperanza del Consejo Militar de Salvación Nacional han quedado defraudadas. El intento de aplicar el kadarismo (por Janos Kadar) en Polonia ha fracasado, porque el país está arruinado, la situación económica internacional es mala, los países hermanos no están en condiciones de ayudar a Polonia y, lo más importante, en Polonia no fue vencida una revolución, sino simplemente declarada fuera de la ley, negada por decreto.

Falta de apoyo popular

El kadarismo se implantó en Hungría después de haber liquidado fisicamente al intento revolucionario y, a partir de la derrota, se pudo poner en marcha el lema «Quien no está contra nosotros está con nosotros». En Polonia, el Consejo Militar no ha conseguido ni el más mínimo apoyo popular y el poder se enfrenta a una sociedad completamente opuesta. Con la fuerza militar se podrá conseguir reducir una huelga, obligar a entrar a los obreros a trabajar en los astilleros o en las siderurgias, pero no es posible conseguir el grado mínimo de adhesión necesario para levantar la economía de Polonia.

El Consejo Militar se encuentra en una situación todavía más cerrada que en el momento de la toma del poder el 13 de diciembre, cuando todavía se podía abrigar la esperanza de que la renovación iba a ser total, hasta incluso la liquidación de un partido inútil y corrompido.

Quizá por influencia de los países vecinos, que consideran a JaruzeIski «más general que secretario del partido», la depuración no fue posible y hoy día el régimen polaco se encuentra en un callejón cada vez más cerrado y sin que se adivine por ninguna pa rte la posib,ilidad de salida. Para el 10 de noviembre se prevé una nuevaprucb,a de fuerza y después vendrán otras