24 abril 2023

Cae la mayor figura mediática de los conservadores y uno de los referentes de los progresistas norteamericanos

Golpe mediático en EEUU: la Fox News rompe con Tucker Carlson el mismo día en que CNN anuncia el despido de Don Lemon

Hechos

  • El 24.04.2023 la cadena Fox News anuncia el fin de su relación con el Sr. Tucker Carlson y la cadena CNN informaba el fin de su relación con el Sr. Don Lemon.

28 Abril 2023

Tucker Carlson y la máquina amputada

Ana Fuentes

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La Fox no ha prescindido del comunicador porque quiera dar un giro a su línea editorial, sino porque este se había convertido en un elemento incómodo

Que a una estrella como Tucker Carlson no le hayan dejado ni despedirse en antena de sus espectadores, sus fieles ultras, dice mucho de cómo ha terminado con Fox News. El presentador era un filón, y aun así la cadena conservadora decidió sacrificarlo pocos días después de pagar 787 millones de dólares a la empresa Dominion para evitar un juicio por difamación. Fox reconocía con ese desembolso lo que ya se sabía: que difundió a sabiendas el bulo de que a Donald Trump le robaron las elecciones en 2020. Cada noche a las ocho, Carlson infló esa mentira junto a tantas otras sobre la pandemia, el asalto al Capitolio y el cambio climático. La cuestión es por qué el imperio de Rupert Murdoch lo ha apartado justamente ahora y qué consecuencias tendrá esto en la campaña electoral del año que viene.

Cuando Carlson empezó en los medios, era un conservador respetado. Poco a poco fue transformándose en un influencer del odio. Consiguió hacerse un nicho en la televisión por cable a base de mezclar mentira, verdad y conspiración. Era el representante del trumpismo sin Trump, el defensor del Make America Great Again que se llevaba mal con el expresidente. Y arrasaba en pantalla: tenía casi 3,5 millones de espectadores, el triple que su competidor progresista en la misma franja horaria, el presentador de la CNN Anderson Cooper. Eso, sin contar los millones de personas que siguen y comparten sus salidas de tono en redes sociales. Su programa, Tucker Carlson Tonight, marcaba la agenda de los radicales del Partido Republicano.

La Fox no ha prescindido del comunicador porque quiera dar un giro a su línea editorial, sino porque este se había convertido en un elemento incómodo, especialmente fuera de cámara. Su antigua productora lo demandó a él y a la Fox por comportamientos misóginos y abusivos. Sus abogados podrían buscar más casos de acoso laboral y colocar a la cadena en una posición muy incómoda.

Algunos describen el despido de Carlson como una amputación y un riesgo. Está por ver qué hará la máquina amputada en estos 18 meses que faltan para las elecciones de 2024. No está claro que los demócratas vayan a estar más tranquilos sin Carlson en prime time. Lo que sabemos es que la empresa de Murdoch es un engranaje de hacer dinero; mueve cifras que nunca han alcanzado los medios progresistas, por eso ha podido permitirse el cheque astronómico para zanjar la demanda de Dominion. La moraleja de esta historia es que las corporaciones fabrican estrellas, pero están por encima de ellas, el clásico make-or-break (son capaces de crear figuras de éxito o de destruirlas). Puede que a partir de ahora el público MAGA pierda el interés por la televisión tradicional. También cabe la posibilidad de que se enganchen al sucesor de Carlson, y que este sea peor.

30 Abril 2023

Los despidos de Tucker Carlson y Don Lemon cierran la ‘era Trump’ en la televisión por cable en Estados Unidos

Iker Seisdedos

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Fox News y la CNN coincidieron en fulminar a sus estrellas el lunes, “el día más loco de la historia de la televisión por cable”, según un analista. El terremoto genera un debate sobre el partidismo de los medios

Ambos eran presentadores ricos y famosos; poco más unía hasta esta semana a la estrella de Fox News Tucker Carlson, estridente altavoz del descontento del hombre blanco en Estados Unidos que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, y Don Lemon, presentador negro de CNN, un progresista con la clase de preocupaciones que los conservadores disfrutan ridiculizando con la etiqueta de “woke”.

En una de sus caprichosas jugadas, el destino unió el lunes los dos extremos del periodismo televisivo de este país, cuando Carlson y Lemon fueron despedidos de sus respectivas empresas con minutos de diferencia. Al final de la mañana, al famoso analista de medios Brian Stelter no le llegaba la camisa al cuerpo. “Este es el día más loco en la historia de los canales de noticias”, sentenció.

El terremoto provocado por la coincidencia de ambos despidos fue tal, que muchos ya hablan del fin de una era en la industria. Una época que, como tantas otras cosas, inauguró Trump; sus cuatro años como presidente, coinciden los analistas, exacerbaron el partidismo en los medios.

Fox News quiso presentar como una ruptura amistosa el final de la relación con su mayor estrella, locutor del programa más visto de cualquier canal de la televisión por cable. Luego se fue sabiendo la verdad. La paciencia de sus dueños, los Murdoch, padre e hijo, Rupert y Lachlan, la terminó de agotar el contenido de los mensajes privados de Carlson incluidos en el sumario del caso que enfrentaba a la empresa de recuento electoral Dominion con la cadena conservadora.

Los Murdoch pagaron 787,5 millones de dólares (707 millones de euros) para evitar in extremis el juicio por las mentiras sobre las elecciones presidenciales de 2020 que Fox difundió a sabiendas. La demanda de la productora de Tucker Carlson Tonight Abby Grossberg por el ambiente de “flagrante misoginia” que reinaba en el programa acabó de convencerlos de la necesidad de prescindir de su mayor valor en antena sin dejarle, siquiera, decir adiós. Toda una traición a su fiel parroquia, para la que Carlson es un mesías en posesión de la verdad que los medios tradicionales ocultan: una suma de conspiranoias, mentiras sobre el ataque al Capitolio o teorías prestadas del supremacismo blanco.

A Lemon tampoco le cedieron la última palabra. Lo despidieron a través de su agente poco después de presentar junto a Poppy Harlow y Kaitlan Collins su último programa matutino, un espacio que echó a andar en octubre y que registra problemas de audiencia desde entonces. Aunque el auténtico problema de Lemon no eran los números, sino los planes de los nuevos jefes.

Warner Bros. Discovery es dueña de CNN hace un año. La visión del nuevo presidente, Alan Licht, pasa por suavizar las aristas ideológicas de una cadena que considera que durante los años de Trump se distrajo de su prioridad: las noticias. Lemon era uno de los rostros más significados de la parrilla, así que lo degradaron del horario de máxima audiencia a las mañanas. Hace tres meses, dijo sobre la candidata republicana Nikki Haley, de 51 años, que ya no pasaba “por su mejor momento” y que “una mujer está en la flor de la vida a los 20 y 30 años y quizá a los 40″. Lo suspendieron por unos días. La gota que aparentemente colmó el vaso fue una entrevista a otro candidato republicano, Vivek Ramaswamy, que acabó en una discusión sobre historia afroamericana y el derecho a portar armas que garantiza la Segunda Enmienda en la que la beligerancia del presentador terminó de cabrear a los directivos de CNN.

“Esta semana ha quedado demostrado quién manda en las cadenas. Por mucho éxito que tengas, ellos tienen el control. Quitan un tuckercarlson, ponen a otro; yo lo sé bien”, explica en una conversación telefónica el periodista Rick Sánchez. Fue una estrella de CNN hasta que en 2010 lo despidieron fulminantemente por unas polémicas declaraciones a una radio. Después trabajó en Fox News y en NBC (que está atravesando su propia crisis, tras el despido del consejero delegado de su matriz, Jeff Shell, por “conducta inapropiada” con una empleada). Eso convierte a Sánchez en uno de los pocos profesionales que conoce desde dentro las tres grandes cadenas de noticias. “CNN es la que menos paciencia tiene”, aclara. “Fox te da más soga”.

Un matiz importante

El presentador, ahora volcado en los podcasts, considera que “Tucker se pasó criticando a los Murdoch”. “Se creía intocable. Rupert y Lachlan entendieron que esos mensajes [de Carlson, cuyo contenido íntegro no ha trascendido] les iban a provocar problemas en las otras causas que aún tienen por delante”. ¿Y Lemon? “No supo controlarse en antena. Dejó de ser periodista para comportarse como un izquierdista afroamericano, en lugar de como un periodista que de casualidad es izquierdista y afroamericano. El matiz es importante”.

Ambos casos han tenido distintas consecuencias. La salida de un Lemon en horas bajas no afectará mucho, como no sea para bien, a los números de su antigua casa. En febrero, marcaron su peor dato mensual en una década: con 587.000 espectadores en la franja de máxima audiencia, están muy por detrás de Fox, que registró 2,26 millones (la segunda, más a la izquierda de CNN es MSNBC, 1,16 millones).

El despido de Carlson, cuyo último programa vieron 2,6 millones de televidentes, tuvo, en cambio, efectos inmediatos: Fox ha perdido 800 millones de valor de mercado con su partida (aunque los ingresos trimestrales ascendieron a 4.610 millones). Y la hora que ocupaba a las 20.00 en la Costa Este, un espacio para el que andan probando sustitutos, está en caída libre, mientras su modesta rival, Newsmax, ha triplicado sus números esta semana a base de atraer a los huérfanos de Carlson y de tratar de hacer pasar su despido como una capitulación del rival ante la izquierda. Y no es solo Newsmax, hay todo un ecosistema de medios de ultraderecha deseosos de dejar los márgenes y ocupar el espacio central de la cadena de los Murdoch.

No es la primera vez que Fox echa por la borda a su gran timonel, recuerda la profesora de Comunicación de la Universidad de Ohio Nicole Kraft. “Ya lo hicieron en 2011 con Glenn Beck o, en 2017, con Bill O’Reilly. Carlson partió de lo que ellos consiguieron en términos de penetración en el movimiento conservador para llevarlo a la estratosfera, ayudado por la ventaja, entre comillas, que le dieron Trump y el 6 de enero. Él puso su habilidad para fomentar mentiras descaradas con las que hechizar a su audiencia”.

La historiadora de la Universidad de Purdue Kathryn Brownell ―que publicará en verano un libro sobre cómo la televisión por cable influyó en en la fragmentación del país― advierte que en las ocasiones anteriores Fox siempre sobrevivió a sus estrellas. “La cadena y Carlson se han aprovechado mutuamente del culto a la personalidad del presentador”, dice la experta, que pone como ejemplo del éxito de esa estrategia el impacto que tuvo el vago mensaje con el que este reaccionó en video en Twitter a su despido, más de 48 horas después.

En él, puro Tucker, habla mucho sin decir gran cosa. Condena al medio televisivo a la “completa irrelevancia”, denuncia una conspiración de demócratas y republicanos para enterrar la libertad de discurso y se pregunta: “¿Aún podemos encontrar estadounidenses que digan la verdad? No muchos. Pero sí algunos. Es suficiente”. El presentador cierra esos algo más de dos minutos (que sumaban este sábado más de 23 millones de visualizaciones) con un “nos vemos pronto”.

¿Dónde? No está claro. Tampoco lo están los próximos pasos de Fox, que, a diferencia de CNN, no ha formulado ningún deseo de centrarse. Frente a la retórica del amanecer de una nueva era, más ecuánime, en los medios, el veterano periodista de Washington Marvin Kalb, investigador de la Brookings Institution, duda de que el canal conservador vaya a abandonar su nicho en pos de la moderación. Para eso, opina, los Murdoch tendrían que “cambiar al reparto completo” de la cadena, no solo a Carlson, y pedir a los nuevos que “dejen de escoger y de apoyar a personalidades como las de Trump para empezar a cubrir las noticias en lugar de protagonizarlas”.

“Y las noticias”, dice Kraft, “pasaron a mejor vida en Fox después de que adjudicaran la victoria de Joe Biden en noviembre de 2020. ¡Despidieron a quienes lo contaron!”. En uno de los mensajes del caso Dominion hechos públicos, Carlson lamenta la decisión de dar por vencedor al demócrata en Arizona. “Hemos trabajado muy duro para construir lo que tenemos”, escribe. “Esos cabrones están destruyendo nuestra credibilidad. Me enfurece”. “Con aquel episodio”, continúa Kraft, “quedó claro que en el plan de negocio de Fox la verdad quedaba excluida. CNN tiene otra fórmula, que sigue girando, pese a todo, en torno a la información y no tanto a la opinión”.

Brian Stelter, otro expulsado de CNN, escribió el martes en The New York Times que el cataclismo de esta semana ha servido al menos para demostrar “el poder de las dos cadenas”, tal vez “más influyentes que nunca”, pese a quienes quieren “condenarlas a la irrelevancia”. “Es un poder que no tiene que ver con las audiencias, sino con su alcance y repetición (…) Cuando cuentas a la gente que lo ve [a Carlson] en un bar o en el aeropuerto, a través de internet, o lo escucha citado en la radio, su mensaje llega a decenas de millones”.

Esas vías de diseminación son al mismo tiempo sus agentes desestabilizadores, precisa la historiadora Brownell. “Estamos asistiendo a una enorme transformación de los canales de noticias debido a las redes sociales, TikTok o YouTube”, añade. “Mucha gente está cancelando sus suscripciones al cable para repartir el dinero entre diferentes plataformas. Por eso las cadenas se han tenido que lanzar al streaming”.

Tampoco está aún claro cuál será la siguiente etapa de Lemon, tras 17 años en CNN. El miércoles se enfundó su mejor sonrisa y se plantó en una gala de la revista Time. El despido, dijo, le permitirá “disfrutar del verano”. De momento, también le ha servido para comprobar que, después de todo, tiene otra cosa en común con Carlson. Ambos presentadores han contratado al mismo abogado para defender sus intereses. Se llama Bryan Freedman y es un hacha consiguiendo acuerdos multimillonarios para estrellas de la televisión en apuros.

06 Mayo 2023

La derechita punki está de luto con Tucker Carlson

Javier Rubio Donzé

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A base de cínica demagogia, el presentador de la Fox se había convertido en referente de la derechita punki y su salida deja una sensación de orfandad

La derechita punki está de luto. Su ídolo se ha marchado. Más bien le han marchado. Paco Santas, alias Hughes, un columnista que persigue desmantelar el pensamiento «liberalio», el pasado 25 de abril tuvo que anunciar una noticia terrible: «Tucker Carlson deja la Fox y con ello cambia todo. No hay ya en el panorama mediático tradicional de radio, prensa y televisión una sola voz libre. No queda nadie. Ha desaparecido con él la última persona capaz de decir algunas cosas, no todas las cosas, algunas. Las que hay que decir. Por ejemplo, la verdad sobre Ucrania». Y para colmo de males se tendrá que montar un podcast: «El puto podcast».

El programa Tucker Carlson Tonight se había convertido dentro de su franja horaria en el show más visto de la televisión estadounidense. Unos tres millones de visionados diarios, unas cifras un tanto modestas para un país como Estados Unidos, que tiene más de 330 millones de habitantes. Por ponerlo en relación, El hormiguero ha superado los tres millones de audiencia en no pocas ocasiones. Huelga decir que en España somos muchos menos.

Noche tras noche, Carlson hacía las delicias de los «basadetes» de la alt-right norteamericana con sus encendidas peroratas de ceño fruncido, viralizándose muchos de sus discursos en redes sociales como Twitter, Instagram o Tik Tok. La derechita punki ha pretendido en estos últimos años arrebatar a la izquierda el monopolio de la rebeldía por medio de una guerrita cultural gamberra. Y se ha gustado haciéndolo. Sin embargo, da la sensación de que el pensamiento lateral, la incorrección política, la iconoclastia, la disidencia, el sano escepticismo, la heterodoxia, el ir a la contra o el plantear preguntas incómodas se le ha ido de las manos a ciertos sectores conservadores juveniles (y no tan juveniles), entrando de lleno en el campo de la irracionalidad, el magufismo y la paranoia victimista.

A base de cínica y desvergonzada demagogia, el presentador de la Fox se había convertido en un gran referente de la derechita punki y su salida deja una afligida sensación de orfandad. Nada de lo que alarmarse. Su hueco será rellenado de inmediato; el estilo marrullero y faltón de Carlson ha creado escuela y no faltarán imitadores. Y malicio que a Carlson —«el periodista más importante del mundo» según Hughes— no le irá nada mal. No tendrá que montarse «el puto podcast», pues es más que factible que Donald Trump —un «líder moral» (de nuevo) según Hughes— le dé rápido acomodo. Como asesor de campaña, por ejemplo. Ya lo hizo con el fundador de Fox News, Roger Ailes, en 2016, después de que fuera acusado por 23 mujeres de acoso sexual.  Atrás quedarán aquellos desencuentros entre Carlson y el expresidente de los Estados Unidos. Ya no conviene acordarse de que el primero consideraba al segundo una «fuerza demoníaca, un destructor». Pelillos a la mar. De hecho, los corrillos presidenciales atestiguan que las relaciones entre ambos pasan ahora por un momento dulce.

Algunas de la opiniones políticas de Carlson son conocidas: se opone al aborto, defiende con vehemencia el derecho a portar armas, cuestiona los dogmas climáticos y los credos woke, maneja un discurso etnonacionalista y nativista frente a la inmigración, y denuncia las perversas maniobras de algo tan difuso e intangible como lo es el llamado Deep State. Lo preocupante es la indisimulada capacidad de mentir que ha ido desarrollando en los últimos tiempos, tratando de manipular constantemente a su entregada audiencia. Sus embustes le han costado a la Fox la friolera de 787,5 millones de dólares, que la cadena de Rupert Murdoch tendrá que pagar a la empresa de recuento de votos Dominion Voting Systems por haberla desacreditado por presunto fraude electoral, todo por alargar la patraña del «Stop the count!» urdida por Trump, del que luego Carlson acabaría renegando de manera cobarde.

En 2017 la estrella de la Fox consideraba que Rusia no era una amenaza para los Estados Unidos e hizo un llamamiento para que los Estados Unidos cooperaran con los rusos. El 2 de diciembre de 2019 aseveró que Putin no odia a Estados Unidos tanto como los progres liberales de la MSNBC: «Realmente no les gusta nuestro país». En esa misma ocasión afirmó que «deberíamos ponernos del lado de Rusia si tenemos que elegir entre Rusia y Ucrania». El 23 de febrero de 2022, a un día de la invasión de Ucrania, volvió a insistir en que no existían razones suficientes para desconfiar de un hombre como Putin.

Tras condenar con cierta tibieza la invasión imperialista del Kremlin, llegaron las llamadas a la calma, las consignas de no prestar apoyo a Ucrania, grandes dosis de whataboutism y el bulo de los laboratorios biológicos secretos de Estados Unidos en suelo ucraniano sobre los que no existe ninguna evidencia. Hasta tal punto ha difundido la propaganda putineja que la propia televisión rusa ha utilizado segmentos de los programas de Carlson para respaldar sus mensajes. E incluso le han ofrecido trabajo después de dejar atrás la Fox.

Carlson también se ha servido de sus diferentes atalayas mediáticas para despachar mensajes racistas y xenófobos, deshumanizando continuamente a los extranjeros no blancos. La nómina de comentarios discriminatorios es extensa. Ha acusado sin pruebas a grupos de inmigrantes de ensuciar el río Potomac, ha comparado a los iraquíes con «monos primitivos semianalfabetos», ha defendido al indefendible convicto Andrew Tate, un proxeneta racista y misógino que fue arrestado y encarcelado en Rumanía por trata de personas y violación…

En mayo 2019 Tucker Carlson, abonándose a la teoría de la conspiración del gran reemplazo, sentenció: «La avalancha de trabajadores ilegales en los Estados Unidos ha dañado nuestras comunidades, ha arruinado nuestras escuelas, ha sobrecargado nuestro sistema de salud y ha fracturado nuestra unidad nacional». Muchos de estos inmigrantes son hispanos, a los que Carlson detesta con todas sus fuerzas, aunque sean ciudadanos de pleno derecho desde hace varias generaciones.

El 17 de marzo de 2021 intentó endilgarle el muerto a España para tratar de explicar los problemas migratorios que existen en América. Pura Leyenda Negra: «Al resto de nosotros se nos enseña que tenemos el deber de solucionar problemas en países que no entendemos, problemas que fueron causados sustancialmente, no por Estados Unidos, sino por otras potencias coloniales hace siglos. Entonces, si alguien tiene una responsabilidad heredada de lo que está sucediendo en América Latina, si alguien es en última instancia responsable de los millones de inmigrantes latinoamericanos que se mudan al norte, no es Estados Unidos, es España. Quizás el Gobierno español podría comenzar devolviendo el oro que ahora se encuentra en su banco central… Porque el punto no es ayudar a Estados Unidos. De hecho, se trata de castigar a Estados Unidos».

Las alarmas sobre la perturbadora personalidad del presentador ya habían saltado dentro de la Fox tiempo atrás. Es más, fue un vomitivo mensaje de 2021, el que —como ha revelado el New York Times— terminaría por precipitar el despido del señor Carlson. El mensaje fue enviado por la estrella de la Fox a uno de sus productores horas después de que violentos simpatizantes de Trump irrumpieran en el Capitolio el 6 de enero de 2021. Decía así:

«Hace un par de semanas, estaba viendo un vídeo de personas peleando en las calles de Washington. Un grupo de tipos de Trump rodeó a un niño de Antifa y comenzó a golpearlo hasta la saciedad. Eran tres contra uno, al menos. Saltar sobre un tipo así es deshonroso, obviamente. No es como luchan los hombres blancos. Sin embargo, de repente me encontré apoyando a la turba contra el hombre con la esperanza de que lo golpearan más fuerte, lo mataran. Realmente quería que lastimaran al niño. Podía saborearlo. Luego, en algún lugar profundo de mi cerebro, sonó una alarma: esto no es bueno para mí. Me estoy convirtiendo en algo que no quiero ser. El asqueroso Antifa es un ser humano. Por mucho que desprecio lo que dice y hace, por mucho que esté seguro de que lo odiaría personalmente si lo conociera, no debería regodearme con su sufrimiento. Debería estar molesto por eso. Debo recordar que en algún lugar alguien probablemente ama a este niño, y sería aplastado si lo mataran. Si no me importan esas cosas, si reduzco a la gente a su política, ¿cómo soy mejor que él?»

Algunos argüirán que se han cargado al último hombre libre de Estados Unidos, que lo han «cancelado». La realidad es algo más prosaica. Tucker Carlson ha sido devorado por sus repetidas mentiras y por su incorregible narcisismo. 

¿Lástima? La verdad es que ninguna.