21 marzo 2003

Polémicas mediáticas en torno a la guerra de Irak

Iñaki Gabilondo acusa a Jiménez Losantos de ‘sectarismo intolerable’ por acusarle de instigar piquetes contra el Gobierno Aznar

Hechos

  • El 21.03.2003 el diario EL MUNDO publicó un artículo de D. Federico Jiménez Losantos que vinculaba a la Cadena SER con ‘piquetes’ contra el Gobierno de D. José María Aznar.
  • El 30.03.2003 en TELECINCO, D. Iñaki Gabilondo (director de ‘Hoy por Hoy’ de la SER) y D. Carlos Carnicero (tertuliano de ‘Hora 25’ de la SER) fueron preguntados por ese acusación.

Lecturas

En el programa de D. Manel Fuentes en TELECINCO, el presentador preguntó tanto a D. Iñaki Gabilondo (Director del programa referente de la Cadena SER ‘Hoy por Hoy’) y a D. Carlos Carnicero (tertuliano habitual de la Cadena SER) sobre los medios que habían vinculado a la SER con las manifestaciones contra el Partido Popular por su apoyo a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. El Sr. Fuentes citó expresamente una columna del locutor de la COPE D. Federico Jiménez Losantos – uno de los principales defensores de la invasión de Irak – que había echo tal vinculación. El Sr. Gabilondo y el Sr. Carnicero respondieron aunque ellos evitaron citar el nombre del Sr. Losantos.

21 Marzo 2003

Más teatro

Federico Jiménez Losantos

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Si el patriotismo o, más exactamente, el nacionalismo se convierte a veces en el último refugio de los miserables, el antiamericanismo va camino de conventrise en la perfecta excusa de los vagos. Me gustaría que alguien me explicara en qué afecta al conflicto iraquí, a la marcha de la guerra, al futuro de la ONU, de la OTAN, de la UE, o de la UEO que los estudiantes españoles no den clase, jaleados por sus profesores y escudados por sus padres o viceversa. Sólo con autorización por escrito de los padres puede un alumno menor de edad faltar a clase aduciendo que tiene la necesidad urgente e ineludible de manifestarse en la calle contra Bush, contra Aznar, contra la Dama del Elche o contra el sistema métrico decimal. Los profesores que, en un alarde de irresponsabilidad, vaciaron sus clases y los alumnos que, en un alarde de marmórea jeta, se vaciaron en la calle contra la excusa de protestar contra la guerra de la tele (las otras les resultan indiferentes) incumplieron clamorosamente la ley y malversaron descaradamente los fondos de todos los contribuyentes, que sufragamos los sueldos de los unos y los puestos escolares de todos. ¿Y para qué? ¿Con qué objeto? ¿Qué hicieron a la hora de clase que no puedan hacer al terminar el horario lectivo? ¿Qué les obliga a manifestarse en horario de trabajo en vez de utilizar eso que la pedagogía progre bautizó como segmentos de ocio?” Teniendo en cuenta que, en el mejor de los casos (en el peor, supongo para los manifestantes antiguerra y pro-Sadam), ese pacifista ejemplar) la guerra durará un mes o dos, acaso tres o cuatro o seis, ¿por qué no aprovechan para manifestarse todos, alumnos y profesores, los soleados fines de semana? ¿Hay algo más bonito que manifestarse por una buena causa un domingo de primavera por la mañana?

Por lo visto, sí: Ir al teatro todos los días mañana, tarde y noche. Teatro y malo es el imponente pero menguante circo antibélico. Teatro y de tercera es el asalto del Parlamento por parte de estudiantes batasunizados, escoltados y jaleados por el piquete informativo de la SER. Teatro y de risa es que Zapatero se rasgue por enésima vez las vestiduras en público (a riesgo de mostrar ante el pueblo llano sus vergüenzas) y pida un debate en las Cortes para que el Gobierno explique su postura ante el conflicto y para que la oposición, especialmente el PSOE, denuncie esta guerra injusta, ilegal, inmoral y, sobre todo, totalmente distinta de aquella Guerra del Golfo (primera parte) respaldada entusiastamente por el Gobierno del PSOE, su escolta mediática y sus coros artísticos.

Lo malo es que esta comedia política llevamos viéndola representar tres veces por semana desde hace mas de un mes siempre con el mismo libreto e idénticos resultados: malos para el arte y aburridos para el público, aburrido del esperpento. ¿Hasta cuándo?

Federico Jiménez Losantos