10 mayo 2015

Jordi Évole entrevista al etarra arrepentido Iñaki Recarte que reconoce en antena no recordar los nombres de las personas a las que asesinó

Hechos

En el ‘Salvados’ emitido el 10 de mayo de 2015.

11 Mayo 2015

ETA y sus ovejas asesinas

Jesús Ruiz Mantilla

Leer
Évole, con su entrevista al exetarra Iñaki Rekarte, dio otra lección de sano periodismo contemporáneo

En el silencio del bosque, las gotas de agua caían como proyectiles sobre el musgo. En la senda cercana, discurriendo por el camino de la confesión, Jordi Évole succionaba el alma del antiguo etarra, hoy arrepentido, Iñaki Rekarte. Sin prisas, con paradas en el vacío del tiempo, el antaño asesino reclutado con 18 años, responsable del comando Santander y autor del atentado donde murieron allí tres ciudadanos, confesaba los crímenes del monstruo extraño que un día lo habitó. Lo miraba ya lejano y asombrado, con desprecio, cierto asco y un punto de incomprensión. Como si se tratara del otro.

Évole, en su despedida de temporada, dio otra lección de sano periodismo contemporáneo. Con su flequillo envuelto en esa precisa naturalidad, las preguntas –nunca inocentes, en su caso- se centraban en explicitar la narración del antiguo etarra para ahondar, sobre todo, en las reflexiones. Consiguió momentos escalofriantes. Esos que dejan inerme, desnudo, perdido en el desagüe de sus propias contradicciones a quien responde.

“¿Me sabrías dar el nombre de los que mataste?…”. Él, aún, no recordaba. “Yo te los voy a decir…”. Aprendimos a través de Rekarte lo fácil que es reclutar la incertidumbre cuando vives en la inmadurez, qué sencillo resulta inventar enemigos, esculpir el desprecio a lo diferente. Nos enteramos de que ETA no era ajena a ese desconcertante vicio español: la chapuza. Que el tenso silencio de los presos esconde un corte de mangas a los líderes de la organización, al cuento de una Euskal Herria envuelta en mitos. No nos tuvo que convencer de la evidencia acerca de las torturas. Entendimos que el fanatismo patriótico, cuando este te deshumaniza hasta el punto de equiparar los muertos a la frialdad de un objetivo, te coloca a un paso del nihilismo.

Supimos lo que eran las ovejas, esa palabra que Rekarte no dejaba de pronunciar como la metáfora de su terquedad. Nos habló de la gasolina del odio, del enemigo ficticio que te creas, de que a la hora de jugarse a cara o cruz quién dispara el gatillo, el premio es que te toque hacerlo, no que quedes libre de ello. No dejaba de aludir a asuntos en que los espectadores comprobábamos, revueltos, incómodos, las heridas abiertas. Una obra maestra fue lo que nos presentaron los responsables de Salvados este último domingo. Un testimonio asombroso de crudeza y redención.

12 Mayo 2015

Évole: “Nunca he sentido con nadie menos empatía que con Rekarte”

Jesús Ruiz Mantilla

Leer
El responsable de ‘Salvados’ habla sobre su entrevista con el exterrorista

Jordi Évole lanzó una orden de parálisis a su cuerpo a la hora de rodar el último programa de Salvados de esta temporada. No quería arriesgarse a mostrar el más mínimo gesto de complicidad con su entrevistado. Más allá de los silencios —“ha sido la entrevista en que menos preguntas he hecho”, comenta— se cercioró de no emitir ningún gesto que pudiera interpretarse como de aprobación con el relato del exetarra Iñaki Rekarte.

Aún así, el aluvión de reacciones encontradas no cesó a lo largo de la hora en que este periodista, adepto al fenómeno y la controversia, conversaba el pasado domingo a través de La Sexta con el antiguo terrorista. Se trataba del autor, entre otros, del atentado que acabó con la vida de tres personas  en Santander el 19 de febrero de 1992.

Durante cuatro años ha estado el equipo de Salvados detrás de algún etarra o exmiembro de la banda, arrepentidos o no. “Las respuestas siempre fueron las mismas: o no querían y no sabían o vuelve a llamar en unos meses”. Así que cuando el pasado abril se les presentó la oportunidad de conversar con este antiguo activista, que acaba de sacar un libro de confesiones en la editorial Península, no lo dudaron. El testimonio crudo, autocrítico, plagado de exigencia de cuentas consigo mismo, ha dado lugar a una tempestad nada modulada en las redes sociales y en los medios de comunicación.

Muchos han acusado a los responsables del programa de no haber dado voz a las víctimas: “En otras ocasiones me hubiese parecido fundamental, pero en este caso, además de tratarse de una confesión, contra quien más duro resulta el testimonio, es contra la propia ETA. Aparte que no todas las víctimas han reclamado eso, muchas lo han aplaudido”.

Frente al estilo espontáneo y de cierta ingenuidad, entre kamikaze y mal intencionada, que ejerce a veces, Jordi Évole escogió en esta ocasión una contundente sobriedad: “Yo, a menudo, tengo un problema, que es la empatía con el entrevistado. Puedo decir que en este caso no existía ni un ápice de ese rasgo por mi parte. Me concentré mucho en permanecer frío y distante para que fuera ante todo el espectador quien juzgara los hechos y lo que allí se planteaba”.

Se empeñó en dar un espacio, casi estelar, al silencio: “Dicen que el silencio habla, aquí no; aquí, grita”. Ese horror vacui lo suplía Rekarte con reflexiones más que enjundiosas. En la cárcel fue donde más tiempo tuvo para pensar. Donde más noches quedó en vela para el remordimiento y la certeza de un error de juventud que le costó el resto de, lo que podríamos llamar, su primera vida.

Évole ha aprendido alguna lección con esta entrega: “Algo que a lo mejor no gusta a muchos, y es que todo el mundo merece una segunda oportunidad, incluso una tercera”. No pactaron ninguna pregunta. “Como nunca hacemos en este programa. De todas formas, mi posesión de la pelota en este caso ha sido bajísima. Apenas intervine más que para dar paso a un relato, que era lo interesante. El mismo Rekarte se asombraba a veces de lo que decía, consciente de que todo aquello fue una barbaridad”.

Aun así, el antiguo etarra, con sus gestos, con las miradas fijas y perdidas, buscaba a menudo una aprobación por parte de Évole: “No sé si la encontró o no, pero yo me esforcé en no asentir nunca a lo que decía”. La temperatura de esa atmósfera se fue transformando entre las redes a medida que avanzaba el programa: “Comenzaron con ataques y comentarios muy en contra que fueron cambiando radicalmente de tono a medida que avanzaba”, comenta el periodista.

La franqueza en las respuestas de quien ingresó en ETA con 18 años, construyó su primer explosivo con 19, mató poco después, a los 20, y pagó por ello con dos décadas de condena fue alimentando un debate abierto y que supura por la herida de años de violencia enconados.

Era la última entrega de otra proverbial temporada de Salvados. El programa que ha demostrado la vigencia de lo urgente y lo trascendental en nuestro tiempo para la televisión, que conecta, como muy pocos, con una ola de estado de ánimo colectivo, ha fomentado todo tipo de reacciones en esta etapa tras sus encuentros con plantón sorpresa de Esperanza Aguirre, su acercamiento al ministro de finanzas griego Varoufakis o su tratamiento del terrorismo islámico tras los atentados a Charlie Hebdo, entre otras entregas. “La voluntad ha sido no estar pendiente de la agenda que nos quieren marcar, sino provocarla tú mismo yendo hacia el límite y arriesgando”, comenta Évole. De nuevo, dieron en el clavo. Y en este caso, ardiendo.

17 Mayo 2015

NI CON TRES VIDAS QUE VIVIERAS CUMPLIRÍAS TU CONDENA

Silvia Gómez Ríos

Leer

A un sabiendo el dolor que ello me iba a suponer, no pude evitar el pasado domingo ver la entrevista que se le hizo al asesino de mis padres. Jamás me hubiera imaginado que un medio de comunicación aupara así a alguien que ha destrozado a tantas familias por el mero hecho de decir que se arrepiente… ¿Qué país, salvo el nuestro, haría semejante barbaridad? Y todo sin avisarnos a los familiares de sus víctimas de que esto iba a ocurrir. Así, sin más, nos le hemos tenido que encontrar en la TV contando sus «hazañas» que parece ser que son dignas hasta de escribir un libro…

Se atreve a decir que se arrepiente, que nos pide perdón. ¿A quién? ¿Cómo? ¿Así, por televisión? No, perdonen, pero no… A mí, este tipo nunca jamás ha intentado pedirme perdón. Y yo me pregunto: si algún día lo intentara, ¿cómo sería? «Hola, Silvia. Mira, quería pedirte perdón por haber matado a tus padres en lo mejor de sus vidas y por haberos dejado a tu hermano y a ti indefensos ante la vida. Y no sólo durante los 20 años que yo pasé en la cárcel, no, sino para toda vuestra existencia». Claro, visto así, la verdad que es un poco complicado lo de pedir perdón. Es más fácil escribir un libro y que te lleven por las televisiones como si de un héroe se tratara porque, claro, con 19 años eras tan joven que no sabías lo que hacías.

Pues mira, te voy a contar una cosa. Al poco de que mataras a mis padres, un periodista me preguntó si me gustaría la pena de muerte para vosotros. Supongo que, siendo casi una niña y con el sufrimiento tan insoportable que estábamos padeciendo, esperaba que le contestara que sí. Y no fue así. Le dije que sólo deseaba que te pudrieras en la cárcel acordándote de mis padres durante cada uno de los días que vivieras…

…PERO CUÁL ES MI SORPRESA, 23 AÑOS DESPUÉS, CUANDO ESCUCHO QUE TE PREGUNTAN POR SUS NOMBRES ¡Y NI LOS SABES! YO TENGO EL TUYO GRABADO A FUEGO DESDE EL 19 DE FEBRERO DE 1992…

…Por un momento trato de ponerme en tu lugar y, si yo hubiera matado a tus hijos y verdaderamente estuviera arrepentida, no sólo sabría sus nombres, me habría interesado por saber qué fue de vuestras vidas y en qué podría ayudar. Pero claro, tú y yo no tenemos nada que ver. Yo jamás habría podido arrebatarte lo que más quieres en tu vida. Ni a ti, ni a nadie…

…PUES BIEN. VISTO QUE EN 23 AÑOS NO TE HAS MOLESTADO EN SABER SUS NOMBRES, TE LOS VOY A DECIR YO: EUTIMIO Y JULIA. EN NUESTRA CASA, PAPÁ Y MAMÁ…

…Aquel miércoles a las 20 horas, mientras tú decidías si sacar el mando o no, ellos tenían 42 y 43 años. Los mismos que tú ahora, ¿verdad? Mi padre había ido a recoger a mi madre a su trabajo y regresaban a casa para reunirse con sus hijos: con mi hermano Jesús, que dos días antes había cumplido 16 años, y conmigo, Silvia, un poco mayor que él. Éramos demasiado jóvenes para quedarnos solos. Aunque, la verdad, no creo que exista una edad apropiada para ello… Yo llegué a mi casa y me extrañó no ver luz en la cocina. A los cinco minutos sonó el timbre. Era una vecina que, con los ojos llorosos, me pidió que fuera a su casa. Allí estaba mi hermano que, desconcertado por el revuelo y la presencia de la policía, me preguntaba a mí qué era lo que estaba pasando. Pero yo estaba igual de perdida que él. Nos llevaron al hospital donde, finalmente, nos dieron la terrible noticia. El mundo se abrió bajo nuestros pies. ¿Cómo podía ser cierto aquello? Jamás volveríamos a verles, a sentir sus abrazos ni a reír juntos… «¿Quién cuidará de nosotros?», me preguntaba mi hermano sintiéndose más niño que nunca. Recuerdo intentar tranquilizarle diciéndole que no se preocupara, que yo cuidaría de él. «El lunes volveremos a casa y verás como yo puedo hacerlo», le dije… ¡¡¡Pero si aún era una niña yo también!!! Recuerdo el silencio tan horroroso que se sentía en casa sin ellos, y el impacto que me causó ver la cena que mi madre había dejado preparada el día en que tú, Iñaki Rekarte, decidiste apretar el botón. Dolor, todo era dolor… y, 23 años después, sigue siendo dolor.

También recuerdo tu detención, estabas acogido en casa de un sacerdote, tremendo sinvergüenza…

…QUISE IR AL JUICIO PARA PONER CARA A LOS ASESINOS DE MIS PADRES. TÚ SALISTE CON EL PAÑUELO DE LOS SANFERMINES, ME MIRASTE, LEVANTASTE LA MANO Y GRITASTE «¡GORA ETA!»…

…Y así de vuelta a casa. No le contaba nada de esto a mi hermano, tratando así de evitarle más sufrimiento… Es así como comenzó nuestra nueva vida, una cuesta arriba demasiado dura como para tonterías. Nos has privado de muchos besos, abrazos, Navidades y cumpleaños… Nos has privado de muchas alegrías y también de muchos momentos de pena que sólo pueden ser aliviados por el abrazo cálido y reconfortante de unos padres. Nos has privado de mucha vida… Y no sólo a nosotros. También a sus propios padres, hermanos y ahora nietos. Sí, porque yo, al igual que tú, tengo hijos y también tengo que explicarles las cosas. Y créeme que, si a los mayores nos cuesta, es difícil que unos niños entiendan que el malo no está en la cárcel, sino en un plató de televisión… ¡Qué país éste el nuestro..!

… ¿Y DICES QUE HAS CUMPLIDO TU CONDENA? SÍ, CLARO. DA GRACIAS A QUE VIVES EN EL PAÍS QUE VIVES. LÉETE LA SENTENCIA. YO LO HE HECHO VARIAS VECES. ESPERO QUE LA HAYAS ADJUNTADO EN TU LIBRO…

…Ni con tres vidas que vivieras, cumplirías tu condena.

¿Y qué hay de las indemnizaciones que el Estado pagó por ti..?

…ME GUSTARÍA PENSAR QUE EL DINERO QUE RECAUDES GRACIAS AL RELATO DEL ASESINATO DE MIS PADRES Y DEL RESTO DE TUS VÍCTIMAS VAYA ÍNTEGRO A LAS ARCAS DEL ESTADO…

…Eso sí podría interpretarlo como un gesto cercano al arrepentimiento.

Tienes una vida completa: has tenido hijos, supongo que habrás plantado un árbol, ahora has escrito un libro y, además, has matado a cuatro personas y herido a muchas más, destrozando así la vida de demasiadas familias…

Serás un ex etarra, pero siempre serás un asesino.

Y aun así, yo no te deseo ningún mal. Espero que vivas todo lo que puedas en compañía de tus seres queridos. Tú, Iñaki, que puedes disfrutar de esta segunda oportunidad que, como bien dices, te ha dado la vida. Pero, por favor, sólo te pido que nos evites el tener que verte y oírte más… pues duele demasiado.

Si a mí me condenaste a hacerlo en el silencio de mi casa, hazlo tú en el silencio de la tuya.