10 marzo 1977
El FSD entrará en la 'Coalición Demócrata' que, con el Partido Popular del Sr. Cabanillas a la cabeza, aspira a ser alternativa de Gobierno
José Ramón Lasuén crea su propio partido socialdemócrata, la Federación Social Demócrata
Hechos
El 3.03.1977 se registró la Federación Social Demócrata a nombre de D. Luis Lamana, Dña. Teresa Mendizaba y D. José Ramón Lasuén.
Lecturas
El 1 de abril de 1977 se celebra el I Congreso de la Federación Socialdemócrata, partido integrado en el proyecto de coalición ‘Centro Democrático’ (posteriormente Unión de Centro Democrático) con D. José Ramón Lasuén Sancho como su presidente. En el acto el Sr. Lasuén Sancho explica sus discrepancias con el grupo de D. Francisco Fernández Ordóñez y D. Rafael Arias Salgado Montalvo, a los que acusa de querer un modelo ‘centralista’ para el partido en lugar del suyo que es ‘federalista’.
D. Francisco Fernández Ordoñez y D. Rafael Arias Salgado Montalvo fundaron su propio grupo, el Partido Socialdemócrata, que también está integrado en el proyecto de la Unión de Centro Democrático.
14 Abril 1977
La estabilidad política depende de la unidad socialista
Secretario general de la Federación SocialdemócrataEl socialismo, una de las dos grandes corrientes del pensa miento sociopolítico occidental, es necesariamente una mezcla de muy vario origen temático e histórico.
Su creencia en la posibilidad de que el hombre constituya en el futuro un paraíso terrenal, proviene del utopismo filosófico y sociológico del siglo XVIII.
Su motivación de que para llegar a este paraíso es preciso que los hombres tengan una motivación solidaria y una finalidad egalitaria, formulación que es contradictoria con la de las utopías clásicas, se debe a que este sentido ético fue una aportación previa del radicalismo cristiano del siglo XVII.
Su fe en que el método más eficaz para dirigir el esfuerzo humano hacia ese fin es la sustitución del voluntarismo político por la previsión correcta de la evolución social, y la actuación política más coherente con ella es producto del socialismo científico marxista del XIX.
Su sentido, pragmático moderno, socialdemócrata, contrario al revolucionario originario, no se debe al reformismo y revisionismo marxistas de finales del XIX, sino al aporte fabiano del XX, que ha probado que, en la larga marcha hacia la socialización en la libertad, nada es más irreversible que el éxito político; a su vez, producto estricto del consensodemocrático en los fines intermedios para alcanzarla y de la eficacia técnica en la aplicación de medios para obtenerlos.
Su orientación antiburocrática última es resultado de la revisión científica de los criterios de intervención socialdemócratas tradicionales: gran Estado, gran empresa, gran sindicato, gran planificación. La descentralización y la intervención y planificación indirectas que recomienda son las soluciones más eficaces y menos alienantes de acción social que ha encontrado la ciencia social moderna.
Comunidad
Estos diversos componentes, subsisten, en gran medida, dentro del pensamiento socialista actual. Su heterogeneidad da lugar, dentro de él, a grupos de opinión diferenciados. De hecho, todos los partidos socialistas europeos los contienen, en distinta proporción, según sea su grado de desarrollo cultural y tecnológico.
Dada su diversidad y, a veces, su obvio antagonismo teórico y práctico, es imprescindible preguntarse: ¿Qué es lo que los mantiene unidos?
No es sólo su sentido práctico. Es obvio, que sólo la unión les da fuerza precisa para poder alcanzar su objeto, que es elevar sus sociedades a niveles crecientes de progreso, libertad y solidaridad. Pero es poco prudente quedarse a esos niveles de comprensión. La utilidad es muy mala explicación de conductas sociales de larga duración.
Lo único que integra establemente a largo plazo a todas esas diferentes aportaciones, frente a las tensiones disgregadoras de la historia, es el efecto de un trazo esencial, común a todas ellas. Se trata de la concepción socialista de la interrelación entre el hombre y la sociedad. Noción que pervade todos los diferentes desarrollos y los mantiene inexorablemente unidos en su enfrentamiento, inevitable, contra la otra concepción de la sociedad dominante en el mundo: el individualismo laico y confesional.
Para un individualista, la sociedad es un mero agregado de individuos, cuya finalidad es satisfacer los deseos soberanos de sus componentes, sin más limitación que la que exige el disfrute, del libre uso de su propiedad. Un socialista cree que el hombre y los hombres son producto de la evolución social, y que su máximo deber es servir al desarrollo de ésta, sin más limitación que la que exige el respeto de su libre opinión y decisión.
En su límite histórico ambas concepciones pueden converger hacia fórmulas prácticas de organización social coincidentes. Pero en cada situación concreta el enfoque es radicalmente contrario. El socialista trasciende individualmente sirviendo los intereses de los demás; el individualista, buscando el propio.
Este enfoque vital común, que es lo que une a los socialistas históricamente, cualquiera que sea su orientación, es el que falta en España.
Necesidad
Pocas veces ha necesitado España más que hoy de un socialismo amplio, diversificado, pragmático y eficaz, porque sólo ese socialismo puede sacarla de la grave crisis en que se encuentra.
Sin un socialismo democrático potente y sensato en las Cortes, que apoye la Monarquía como instrumento para la instauración de la democracia, será muy difícil evitar que ésta se instrunientalice como una forma seudodemocrática de sostén del pasado; con el peligro revolucionario y contrarrevolucionario que ello implica. Y los efectos negativos que todo ello puede suponer para el país.
En efecto, sin una representación fuerte de un socialismo democrático eficaz en el Gobierno, basado en su poder parlamentario, será, a su vez, imposible, que la Monarquía pueda realizar la reforma económica que el país precisa. Para superar la crisis, impedir que la Monarquía se hunda con ella, y que la democracia retroceda, como consecuencia, hace falta instaurar una política económica, con un caudal de sacrificio y justicia tales que sólo puede aportar el socialismo.
Frente a esta necesidad, la realidad es pavorosa. Nunca ha existido en España una mayor fragmentación socialista: socialdemócratas, socialistas obreros, socialistas populares, socialistas de las nacionalidades y regiones, son opciones aisladas, que además, sufren fragmentaciones internas.
-En las breves semanas que quedan antes de las elecciones es imprescindible, por tanto, que los socialistas se integren en una única opción electoral. Todo el mundo consciente, cualquiera que sea su credo, tiene la obligación moral de colaborar en el inmenso esfuerzo, de racionalidad y solidaridad, que supone superar las dificultades existentes para la integración socialista. Especialmente los socialistas.
Para facilitar esa unión es necesario analizar las causas de su fragmentación presente y apuntar como pueden superarse.
Disgregación
Las causas de la desintegración del socialismo español presente son objetivas y profundas.
Tiene poco que ver con las razones subjetivas qué habitualmente se discuten. Existe, por supuesto, disparidad entre ejecutivas y bases; oportunismo electoral en las ejecutivas y testimonialismo excesivo en las bases; protagonismos en la mayor parte de los líderes y falta de dedicación en los militantes. Pero estos defectos no son distintivos del socialismo: los padecen todos los partidos políticos actuales, por ser, necesariamente, gérmenes de su futura configuración.
La razón básica, objetiva, de su fragmentación ha sido la represión de los últimos cuarenta años, que ha sido especialmente efectiva contra el socialismo. Primero, porque el socialismo, como partido democrático de masas, no puede, y no ha podido, funcionar en la clandestinidad, lo que ha roto su disciplina organizativa. Segundo, y más importante, porque la política educativa recibida ha impedido que el sentimiento cultural de solidaridad permitiera contrapesar las dificultades reorganizativas del socialismo atomizado por el franquismo.
En efecto, durante cuarenta años, la educación española se ha especializado excluyentemente bajo el enfoque individualista, impidiendo la difusión de toda la ciencia y cultura de enfoque socialista. Fruto de esta deseducación, todo el socialismo actual padece formas agudas de desviacionismo individualista.
En este desviacionismo individualista subyacente, el que fuerza a los grupos socialistas a formas antisolidarias ,incluso monopólicas, de conducta, totalmente contradictorias con su, espíritu de fraternidad existencial. La corrosión individualista es la que fuerza a los diferentes socialistas a desear concurrir más que a colaborar; la que les obliga a destacar diferencias más que comunidades; la que les condena a seguir purismos dogmáticos divergentes. Ese desviacionismo individualista paralizante es lo que tenemos que superar en las próximas semanas los socialistas. Nuestra tarea concreta es reducir, en un mes, el efecto desintegrante de la educación de cuarenta años.
El resto del país y del mundo, que estén conscientes de la necesidad de un socialismo competente y potente, tiene que colaborar al proceso de unificación. Al menos inhibiéndose y frenando sus bien intencionadas, pero erróneas, manipulaciones de diversos grupos socialistas, que han reforzado el estéril enfrentamiento de los mismos. Porque gran parte del oportunismo, antagonismo y radicalización equívoca que han experimentado los partidos socialistas en los últimos años (su disgregación de orden subjetivo) han sido efecto de las manipulaciones externas que, debido a su corrosión individualista (disgregación objetiva), no han sabido evitar.
De facto, estas manipulaciones, lejos de potenciar, han desacreditado la imagen del socialismo español. Ha creado imágenes falsas de todos sus grupos:
El PSOE, llevado de su espíritu patriótico, ha sido manipulado por el SPD alemán y el Gobierno español, en forma. contradictoria. El SPD alemán, repitiendo su táctica portuguesa, lo ha montado, primero, sobre una base radical de izquierda (para frenar una amenaza potencia¡ comunista); después, cuando la amenaza no se ha materializado, lo ha intentado mover hacia su derecha, para ocupar el espacio vacío que había creado en el espectro político del centro-izquierda. El Gobierno español, con la connivencia internacional, lo ha utilizado como agente de relaciones públicas internacionales y cabeza de fila nacionalista de la izquierda, asignándole, desde el principio, el papel opuesto de socialismo moderado. Las dos acciones, contradictorias, se han autocongelado, defraudando injustamente a sus promotores y desdibujando, también injustamente, su imagen, -lo que perjudica tanto a él como al resto del socialismo.
A su vez, la manipulación del PSOE ha inducido la del PSOE (h), PSP y FPS y FSD.
El PSOE (h), para romper el complot asfixiante que suponía el monopolio oficial de hecho del PSOE, ha tenido que seguir trámites, tácticas y alianzas que han inducido a los analistas superficiales a crearle una imagen de socialismo amarillo, incompatible con sus millones de años de cárcel y exilio. Actualmente, tras su legalización, el PSOE (h) vuelve a sus posiciones tradicionales, lo que choca con la imagen que se le ha creado, confundiendo adicionalmente la opinión pública.
Frente al mismo problema, el PSP optó por una defensa basada en la radicalización teórica a su izquierda, coherente con su posición ética, pero incompatible con su tradición política y composición sociológica, que ahora, tras el destronamiento formal del PSOE, tiene que revisar rápida y difícilmente, sin que afecte su clara imagen testimonial.
Por su parte, la FPS se vio obligada a acentuar excesivamente la temática nacionalista, con el claro peligro de enfrentar la clase proletaria inmigrada, en unos casos, y de resultar utópica en regiones de menos conciencia regional. Táctica que, afortunadamente, está corrigiendo, mediante pactos con el PSOE, en unos casos, y con el PSP, en otros.
Finalmente, la manipulación indirecta más fuerte ha sido la sufrida por la Social Democracia. Ideológicamente, se la ha querido transformar en una simbiosis antinatural de liberalismo (individualista) y socialismo. Políticamente, se la ha intentado comprar, con votos fáciles, para constituir la orla, rosa de un centro-democrático-cristiano-Iiberal.
Hay razones para pensar que la manipulación externa que ha creado la disgregación subjetiva del socialismo español va a terminar.
Hoy las maniobras del pasado, que tenían una función aseguradora del capitalismo, parecen superadas. En parte porque es opinión general que la derecha conservadora- franquista y la confesional-liberal va a ganar las elecciones; en parte, porque se sabe también que la izquierda moderada y radical quiere la paz, el orden y el progreso.
Esto va a permitir que todos los partidos socialistas puedan volver a sus posiciones reales. Tras la nueva confusión de cambios de imagen que ello su pondrá cabe esperar que cada uno encuentre su nido teórico real. También cabe esperar que los socialistas, al verse próximos, en sus posiciones auténticas, frente a los demás, sigan el instinto de la solidaridad frente a su racionalización desviacionista individualista. De todo ello es posible esperar que surja una tendencia fuerte a la unión socialista. Tendencia que hay que potenciar.
Unificación
Probablemente esa tendencia hacia la unidad provendrá de las bases más intuitivas, menos dogmáticas, menos traumatiza das por el desviacionismo individualista, purista y exclusivista de los dirigentes.
Su éxito o fracaso dependerá de la revaluación crítica de los dirigentes, de la presión interna y externa que la condicione y de la forma organizativa que se proponga para la unión.
Confío y deseo en que las bases se rebelen contra la disgregación y exijan la, unidad de los diferentes partidos socialistas.
Espero que la Monarquía, el Gobierno, la internacional Socialista y los Gobiernos extranjeros se den cuenta que la estabilización política y económica del país es imposible sin la unidad socialista y que, aprendiendo de sus errores pasados, la fomenten efectivamente: ayudando a todos por igual, que es lo socialista en lugar de forzar a la aceptación de una fórmula -preestablecida, que es no sólo individualista, sino dictatorial. Apoyando la intuición de las bases, en lugar del análisis desviacionista de sus dirigentes. Confiando, en definitiva, en el gran pueblo español (¡qué gran vasallo!), más que en sus líderes (si hubiera buen señor), y forzando a éstos a pensar en el país a través de una concepción socialista.
Finalmente, entiendo que la única fórmula organizativa que tiene posibilidades de propiciar, en tan corto plazo, la unidad socialista, porque evita la mayor parte de los factores de desintegración subjetiva anteriores, y se ancla más firmemente en la causa objetiva crítica de la unión, por que es el núcleo del pensamiento socialista, sería la constitución de una Confederación Socialista Democrática, basada sobre la igualdad y la solidaridad en libertad.