17 noviembre 2017

Manuel Polanco Moreno será el nuevo Presidente no Ejecutivo del Grupo PRISA

Junta de Accionistas Extraordinaria de PRISA 2017 – Juan Luis Cebrián Echarri mantiene su poder como Presidente Ejecutivo del diario EL PAÍS y destituye a todos los consejeros independientes

Hechos

  • El 16.11.2017 el Grupo PRISA celebró una Junta de Accionistas que aprobó una ampliación de capital, el cese de un grupo de consejeros y el plan de sucesión propuesto por su presidente D. Juan Luis Cebrián.
  • El 14.12.2007 El Consejo de Administración del Grupo PRISA designó a D. Manuel Polanco nuevo presidente a partir del 1 de enero.

Lecturas

El 15 de noviembre de 2017 se celebra una Junta de Accionistas Extraordinaria del Grupo PRISA en cuyo orden del día está actividad la sucesión del Presidente ejecutivo, D. Juan Luis Cebrián Echarri en un momento en que Amber Capital ya es el primer accionista de la compañía con una participación aproximada al 25%. Ese mismo día 15 de noviembre El País publica una entrevista de Cebrián Echarri en la que advierte de la posibilidad de que ‘poderes especulativos’ puedan influir en El País (en aparente referencia a Amber Capital), y expone que él, manteniéndose como Presidente de El País, garantizará la independencia del periódico si es reforzado con algún cargo institucional en el grupo, como la presidencia de una Fundación interna siguiendo el modelo de The Guardian.

El 13 octubre de 2018, se celebró la reunión del Comité de Nombramientos del Grupo PRISA en el que se debía designar la propuesta de nuevo presidente. Puesto para el que se sondeaban nombres como Javier Monzón de Cáceres o Jaime Carvajal Hoyos (llegó a publicarse en Vanity Fair una entrevista en la que el propio Cebrián apuntaba a que había acuerdo para traspasar el cargo a Carvajal). Coincidiendo con la celebración de ese Comité de Nombramientos del 13 de octubre los periódicos de Unidad Editorial Expansión y El Mundo publicaron como hecho la elección de Javier Monzón en aquella sesión con títulos como “Prisa ultima la sustitución de Cebrián por Javier Monzón” y “Cebrián y González respaldan a Monzón”, pero los hechos de aquel Consejo desmintieron a Expansión y El Mundo, ya que no hubo acuerdo por la negativa de los consejeros independientes a aceptar la propuesta de relevo realizada por Cebrián, que incluía entre otros puntos, que él, el Sr. Cebrián, mantuviera funciones ejecutivas en El País; Manteniendo, por tanto, la Presidencia de Diario El País S.L. que ocupaba desde abril de 2011 y dejando la presidencia de PRISA como una presidencia no ejecutiva, frente a la visión de los consejeros independientes.

En aquel momento en el consejo de PRISA figuran cinco consejeros dominicales: D. Manuel Polanco Moreno (Rucandio, que además es consejero ejecutivo), D. Roberto Alcántara Rojas (Transportista Occher S.A., que apoya al Sr. Cebrián), los dos representantes de Qatar de International Media Group S. a.r.l (Shk. Khalid Thani A. Al Thani y Waleed AlSad´di) y D. Joseph Oughourlian, del fondo Amber Capital, contrario a la continuidad del Sr. Cebrián.

Junto a estos figuran hasta 10 consejeros independientes. Los consejeros D. Gregorio Marañón Beltrás de Lis, D. José Luis Leal Maldonado, D. Alfonso Ruiz de Assín Chico de Guzmán, D. Alain Minc, D. Ernesto Zedillo Ponce de León, Dña. Elena Pisonero (que es independiente, pero independiente a propuesta del fondo Amber) y D. Glen Moreno se posicionaron en contra del proyecto de sucesión que el Sr. Cebrián quería presentar como ya aprobado a la Junta de Accionistas (los únicos que no se posicionaron en contra fueron, por tanto, D. John Paton, Dña. Blanca Hernández Rodríguez y D. Dominique D´Hinnin).

D. Gregorio Marañón proponía que D. Javier Carvajal Hoyos fuera presidente no ejecutivo, que las funciones ejecutivas se concentraran en D. Manuel Mirat como CEO y que D. Juan Luis Cebrián se mantuviera como presidente del Consejo Editorial y de una fundación creada para velar por la independencia del periódico; pero el Sr. Cebrián Echarri declinó la propuesta insistiendo en retener la Presidencia de El País, para que fuera desde allí donde velara por esa independencia.

Los consejeros independientes impusieron que la discusión se trasladara a la Junta General de Accionistas convocada para el 15 de noviembre de 2017, en lugar de presentar en la Junta un plan de sucesión ya cerrado, como era deseo del presidente saliente, en el que ya figurara que mantendría funciones ejecutivas. Aquella junta estaría marcada con una tensión que no se producía desde la etapa de la guerra de accionistas de PRISA durante la transición (1977-1982). El mismo día que se celebraba la Junta, D. Juan Luis Cebrián Echarri concede una entrevista a El País en la que denuncia que el periódico corría el riesgo de ser controlado por oscuros intereses financieros si no se le permitía mantener poderes ejecutivos que supervisara la línea editorial del medio para garantizar su independencia («Hay que garantizar la autonomía de las redacciones y de los directores»), en lo que suponía un ataque a los consejeros independientes y al fondo de inversión Amber, a quien, indirectamente el Sr. Cebrián estaba situando al frente de la operación contra su plan de sucesión. El País no ofreció sus páginas para que dieran su opinión sobre el conflicto ni Amber Capital a través de su portavoz, Joseph Oughourlian, ni los consejeros independientes, por lo que solo el Sr. Cebrián pudo expresar con portada y dos páginas su punto de vista con respecto al conflicto.

En aquella Junta General de Accionistas un accionista afín a D. Juan Luis Cebrián solicita que se someta a votación la destitución de todos los consejeros independientes que se habían opuesto al proceso de sucesión del Sr. Cebrián en el consejo de octubre. Dos ellos, el Sr. Glenn Moreno y D. Ernesto Zedillo presentan en ese momento su dimisión, los restantes se niegan, forzando que una a una se voten sus destituciones:

La votación es la siguiente:

Destitución de D. Alfonso Ruiz de Assín:

  • Votos a favor – 33.679.275 acciones (56%,4)
  • Votos en contra – 15.417.968 acciones (25,8%)
  • Abstención – 17,6%.

Destitución de D. Gregorio Marañón Beltrán de Lis. 

  • Votos a favor – 33.638.495 (56, 4%)
  • Votos en contra – 15.458.542 (25,9%)
  • Abstención – 17,6%.

Destitución de D. Alain Minc.

  • Votos a favor – 33.679.275 (56%)
  • Votos en contra – 15.417.762 (25,8%)

Destitución de Dña. Elena Pisonero Ruiz. 

  • Votos a favor – 33.679.275 (56%)
  • Votos en contra – 15.417.762 (25,8%)

Destitución de D. José Luis Leal Maldonado. 

  • Votos a favor – 33.679.275 (56%)
  • Votos en contra – 15.417.762 (25,85%)

Se nombran nuevos consejeros independientes a D. Javier Monzón de Cáceres (a propuesta del Banco Santander), D. Javier Gómez-Navarro, D. Javier de Jaime (CVC Capital), D. Francisco Gil Díaz (Telefónica México) y Dña. Sonia Dulá (Bank of America Merrill Lynch). Siguen como consejeros dominicales D. Josep Oughourlian (Amber Capital), Roberto Alcántara y D. Khalid Thani A. Al Thani y Waleed Alsa´di (Qatar).

Los consejeros independientes cesados consideraron que su cese fue orquestado con D. Juan Luis Cebrián, con el apoyo de sus accionistas afines, entre los que estaba el Banco Santander, Transportista Occher y, en ese momento, también Rucandio. Elena Pisonero (consejera independiente a propuesta de Amber Capital) lo considera uno de los días más tensos de su larga carrera profesional. Gregorio Marañón, tras tantos años colaborando con Cebrián Echarri, consideró el empeño del fundador de El País por retener esas funciones ejecutivas en el periódico le sentenciaría. En noviembre, D. Juan Luis Cebrián cedió la Presidencia a D. Manuel Polanco Moreno para centrarse en su puesto de presidente de Diario El País S.L. y de El País como había planteado. El Sr. Marañón incluye como factor para aquel último triunfo del Sr. Cebrián, que aún retenía importantes apoyos políticos. Ninguno de los competidores en papel de El País (El Mundo, ABC o La Razón) aireó en exceso las convulsiones internas de PRISA de 2017, al contrario que sí habían hecho en el período 1982-2012. Se evidenciaba que la guerra de periódicos había finalizado hace tiempo.

En lo referido al Sr. Cebrián, solo tendría cuatro meses para disfrutar de su triunfo.

08 Noviembre 2017

AMIGO DE LOS REYES Y YERNO DEL MARQUÉS DE GRIÑÓN: ASÍ ES EL CANDIDATO A PRESIDIR PRISA

Vera Bercovitz

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El financiero Jaime Carvajal y Hoyos está casado con Xandra Falcó. Su hermana, Victoria Carvajal, fue novia del rey Felipe

Lo suyo fue un noviazgo de jóvenes, tenían 17 años… Pero ya hace mucho tiempo de aquello», contaba a El Mundo la marquesa de Isasi, Isabel Hoyos, sobre el noviazgo que su hija Victoria mantuvo con el rey Felipe VI. Los dos se conocieron en el colegio Santa María de los Rosales donde compartían clase con otros de los amigos históricos del actual rey, los hermanos Ricky y Álvaro Fuster. Felipe y Victoria también coincidían los veranos en Mallorca, donde la familia de ella tiene una casa familiar en la Cartuja de Valldemossa.

Pero Victoria no fue la única de su familia que compartió pupitre con un monarca. Su padre, Jaime Carvajal y Urquijo, expresidente del Banco Urquijo y marqués de Isasi, fue compañero de colegio del rey Juan Carlos cuando éste aún era príncipe. Ambos estudiaron en Las Jarillas (Madrid) y Miramar (San Sebastián) . Desde entonces, él y su mujer, María Isabel de Hoyos y Martínez de Irujo, duquesa de Almodóvar del Río y sobrina de la difunta Cayetana de Alba, han mantenido una excelente relación con los monarcas hasta el punto de recibir alguna visita informal por parte de doña Sofía y sus hijas en su casa de Mallorca.

Su hijo, Jaime Carvajal y Hoyos, también estudió en el Santa María de los Rosales aunque no coincidió en clase con don Felipe porque era tres años mayor que él. El próximo presidente no ejecutivo de PRISA, la editora de El País – su designación definitiva será sometida al comité de nombramientos y retribuciones de Prisa que se reunirá el próximo viernes–, terminó su formación en Estados Unidos, donde estudió Ingeniería en la universidad de Princeton. A pesar de su formación Carvajal ha desarrollado su trayectoria laboral como financiero.

Su trayectoria arranca en Lehman Brothers, en el área de Fusiones y Adquisiciones, y fue Jefe de Gabinete del Presidente y Director de Inversiones Alternativas del fondo de pensiones del Banco Mundial. Más adelante se trasladó a Barcelona como responsable de la filial de banca privada del Banco Sabadell. Ahora es consejero delegado de Grupo Arcano y presidente no ejecutivo del banco EVO.

Hace dos años Jaime heredó el título de marqués de Almodóvar del Río de su madre, quien se lo cedió en vida. “Nobleza obliga. No hablamos de ningún privilegio, sino de una obligación con la sociedad: la de hacer bueno el título”, comentaba con respecto al título heredado . Pero su vínculo con la aristocracia no solo le viene de sangre. Jaime se casó con Xandra Falcó –hija del Marqués de Griñón y su primera mujer, Juana Girod– en 1998. A la boda acudieron el príncipe Felipe y la infanta Cristina con su marido, Iñaki Urdangarín.

Xandra, de 49 años, es una de las hijas discretas del marqués, en las antípodas de su hermana, la mediática Tamara Falcó: «Ella tiene una vida social más abierta, más amplia que la mía, pero le encanta estar en casa con su perra. Cuando estamos las dos en el campo, pasamos el tiempo juntas entre almohadones, viendo una película. Ella tiene una vida como muy ‘glamourosa’ y yo tengo una vida muy pegada a la tierra. Literalmente, porque estoy siempre en el campo», confesa Xandra en una entrevista a El Mundo .

Xandra es directora general de la empresa familiar Pazos Marqués de Griñón , que comercializa un excelente vino y un no menos excelente aceite virgen que en 2012 fue premiado por la prestigiosa guía Flos Olei como el mejor del mundo. En los últimos tiempos también ha introducido la comercialización de unas conservas que se llaman Real Conservera Española. «Este trabajo exige pasar mucho tiempo en la almazara, que está a una hora de Madrid, y viajar por todo el mundo» –contaba la aristócrata al ABC –. Me encanta el campo y estoy mucho allí con mis hermanos, mis hijas y mi marido». El matrimonio tiene tres hijas, Isabel de 16 años, Camila, de 14 y Blanca, de seis. El trabajo de Xandra mantiene a la familia muy vinculada a la finca, donde se escapan siempre que pueden. Aunque si quieren desconectar del todo tienen la posibilidad de viajar hasta Brasil. Allí, en 2007, el marqués de Isasi compró una casa en la región de Bahía: «Un poco el paraíso en la Tierra, por su geografía y por su gente».

15 Noviembre 2017

“Hay que garantizar la autonomía de las redacciones y de los directores

Juan Luis Cebrián

Entrevista a Miguel Jiménez

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El presidente del Grupo PRISA tiene previsto anunciar en la junta de accionistas de este miércoles su propuesta de sucesor. “Se debe preservar a los medios frente a especuladores o aventureros”

PRISA, grupo editor de EL PAÍS, celebra este miércoles una junta de accionistas en cuyo orden del día figura una ampliación de capital. Juan Luis Cebrián (Madrid, 1944), presidente del grupo y también presidente de EL PAÍS, del que fue fundador y primer director, explica en esta entrevista que espera anunciar en la junta su propuesta de sucesor como presidente del grupo. Al tiempo, para que haya una transición ordenada y que los medios de comunicación de la compañía tengan garantizada la independencia editorial, con el valor que eso aporta, PRISA planea poner en marcha un mecanismo institucional similar al que, con distintas fórmulas, existe en medios de comunicación de referencia en el mundo, como The EconomistThe New York Times o The Guardian.

Pregunta. Se ha estado hablando de la posibilidad de un relevo en la presidencia del Grupo PRISA.

Respuesta. A primeros de octubre, de forma voluntaria, envié una carta al presidente de la Comisión de Sucesión de la compañía diciéndole que quería abrir el plan de sucesión y sugería unas condiciones y un plazo. Y expuse mi deseo, más bien el deseo de muchos accionistas relevantes, de que, en todo caso, si abandonaba mis tareas de presidente de PRISA mantuviera mis responsabilidades como presidente de EL PAÍS y como publisher [editor].

P. ¿Cuándo espera que culmine dicho plan?

R. Este plan de sucesión lo puse yo en marcha voluntariamente y, desde luego, quiero que culmine en un plazo no muy grande, a final de año, por decir algo. Yo voy a estar fuera de la compañía, pero quiero que se establezca un mecanismo institucional, una fundación, que, en el futuro, cuando yo no exista, garantice la autonomía de las redacciones y garantice la no injerencia en esa autonomía de las redacciones y de los directores de los medios en lo que es la responsabilidad del contenido de los mismos.

P. ¿Cree que sin esas figuras que la salvaguarden la independencia editorial de los medios está en riesgo?

R. La independencia editorial de los medios está siempre en riesgo. Cuando PRISA salió a Bolsa, tomamos la previsión de que la Fundación Santillana tuviera unos derechos —que posteriormente ha perdido por diversas razones y que los recuperó la compañía— de presentación y de autorización del nuevo director de EL PAÍS. Yo lo que pretendo es que se recuperen esos derechos para que no haya poderes especulativos que puedan entrar en la propiedad de la compañía y poner los medios, no solo EL PAÍS, aunque desde luego EL PAÍS es el medio insignia del grupo, al servicio de intereses bastardos o que contradigan los valores fundacionales e identitarios de EL PAÍS, que no son propiedad de la compañía, no son propiedad de los redactores, sino que son propiedad de los lectores, de los usuarios y de los ciudadanos. Es muy importante entender que el derecho a la libertad de información no pertenece a los dueños de los medios, no pertenece a los periodistas y los colaboradores que hacen los medios; es un derecho de los ciudadanos que otros administran, pero que no pueden usurpar.

P. ¿Ha resultado posible hasta ahora garantizar esa independencia?

R. Sí, sí ha sido posible. Después de 42 años al frente de la compañía en un destino o en otro, ha sido posible. Jesús Polanco y yo, prácticamente codo con codo, por así decirlo, hemos sido quienes hicimos el desarrollo del grupo. Y he sido, después de la muerte de Jesús, el responsable fundamental del mismo durante la última década. He vivido las épocas de esplendor y las épocas difíciles que hemos pasado en los dos últimos lustros. Y eso se ha mantenido, esa independencia de los medios.

P. ¿Y de cara al futuro?

R. Lo que me preocupa es institucionalizar esa independencia. Creo que tengo derecho al retiro y, desde luego, si no me he retirado antes ha sido por sentido de la responsabilidad ante la demanda de consejeros y accionistas de que no me fuera si no veía suficientemente estabilizada la estructura de capital y financiera del grupo. Creo que estamos al final de la carrera en este sentido; creo que esto se va a resolver muy pronto con la ampliación de capital, con el acuerdo de la mayoría del capital que va a suscribir esa ampliación y va a atraer a los inversores. Y, por lo tanto, lo único que me preocupa todavía es garantizar esa autonomía e independencia editorial para que los equipos profesionales puedan trabajar en el mismo ambiente y en las mismas circunstancias que lo han hecho hasta ahora. En este mundo de fake news, estoy seguro de que los accionistas quieren respaldar medios de comunicación responsables que defiendan la libertad y los derechos democráticos.

P. ¿Cómo sería el diseño institucional para garantizar esa independencia y esos valores?

R. Estamos fijándonos en ejemplos existentes en la prensa internacional, en otros medios. En algunos casos se trata de fundaciones, como es el caso de The Guardian. En otros, se trata de acuerdos establecidos con la propiedad, como es el caso de The Economist. En otros, como en The New York Times, hay dos clases de acciones cotizadas, lo que en el entorno del mercado español es difícil o discutible. Hay acciones B que tienen un derecho preferente al dividendo, pero no tienen derechos políticos, y son las acciones con derechos políticos las que vigilan por la identidad editorial de los medios, como ocurre en The New York Times o Televisa. Hay muchos modelos, todos coincidentes en la reflexión de que la libertad de información forma parte de los derechos constitucionales de las Constituciones liberales y que, por lo tanto, hay que preservar los derechos de los ciudadanos y evitar que especuladores o aventureros puedan, a través de operaciones económicas, vulnerar esos derechos que tienen los ciudadanos.

P. ¿Qué papel tendría usted en su nacimiento?

R. La idea es hacer una fundación con la contribución de EL PAÍS y del Grupo PRISA y la mía. Establecer un patronato, relevante en personalidades y de indudable compromiso con el sistema democrático, que tenga ese poder de intervención en el nombramiento y cese del director del diario y que tenga también un poder consultivo, analítico y opinativo respecto a la línea editorial de la mayoría de los medios del grupo mediante un consejo editorial, que ya existe, que colgaría de esa fundación y que, en principio, yo presidiría durante un tiempo. Pero el sistema tiene que ser institucional, tiene que estar al margen de las personas.

P. ¿Cómo contemplan este esquema los accionistas del grupo?

R. La mayoría del capital está de acuerdo. Todas las decisiones que he tomado y estoy tomando en este momento han sido de acuerdo con la mayoría del capital. Sería absurdo de otra manera en una sociedad capitalista y una empresa capitalista como es el Grupo PRISA. No sé si hay sectores minoritarios del mismo que lo vean con mayor recelo y sectores respetables. Hay que defender el respeto de las minorías. Creo que los accionistas muy minoritarios, que son tradicionales en la casa, lo entienden perfectamente bien. Es importante saber que, cuando alguien invierte en PRISA, está invirtiendo en medios como EL PAÍS o como la SER, cuyo principal activo es el talento humano y la credibilidad del producto. Y esa credibilidad está basada en la independencia. Sin credibilidad no hay clientes, no hay lectores, no hay oyentes, no hay televidentes para el tipo de productos que nosotros hacemos y, si no hay clientes, las cuentas de resultados serán siempre desastrosas.

P. ¿Y dentro del consejo hay una aceptación de esta figura?

R. Hasta ahora, el consejo ha apoyado esta línea y espero que siga haciéndolo. Hay que entender que este sector tiene unas normas de governance propias tendentes a defender la libertad de expresión y los derechos constitucionales que forman parte del gobierno corporativo de la compañía y del dividendo social que puede ofrecer a sus inversores. No es lo mismo invertir en EL PAÍS que invertir en una publicación de humor o pornográfica o lo que sea. La rentabilidad de EL PAÍS no es exclusivamente la económica, después de que durante muchos años ha sido un periódico muy rentable. Tiene una rentabilidad social, de servicio a la comunidad muy importante, que los propios dueños de EL PAÍS, los fundadores y los accionistas actuales, valoran y que supone una motivación para ellos también a la hora de determinar la inversión.

P. ¿Supone la ampliación de capital dejar atrás los problemas de deuda del grupo?

R. Diría que se está viendo la luz al final del túnel, pero también es cierto que, al ver la luz, actores o agentes que estaban en el mercado más dormidos o expectantes porque no confiaban en el éxito de la supervivencia y la garantía de futuro del grupo, ahora despiertan pensando que hay oportunidades, en algunos casos de signo especulativo. Yo creo que si se aprueba y se ejecuta como yo espero en breve plazo de tiempo la ampliación de capital, y existen todos los signos de que así va a ser, el Grupo PRISA tendrá una estructura de capital estable y recursos suficientes para crecer, para desarrollarse, para invertir, para atender a sus obligaciones financieras con los acreedores y para generar sobre todo la rentabilidad que permita una inversión con beneficio atractivo para accionistas e inversores. Durante los últimos 10 años, PRISA ha estado sufriendo las consecuencias de la crisis económica financiera, del cambio tecnológico acelerado y del hecho de haber sido una compañía que creció muy rápidamente, pero con fondos propios muy magros, sin capital suficiente para este tipo de situaciones. Durante estos dos últimos lustros, hemos hecho muchos sacrificios por parte de accionistas y por parte de profesionales y empleados. Creo que tras la ejecución de la ampliación de capital que se propone a la junta, el Grupo PRISA contará con una estructura de propiedad estable, comprometida con los valores fundacionales del grupo, que tienen que ver con el ejercicio de la libertad de expresión, la calidad y la importancia de los productos culturales y educativos y con capacidad de desarrollo y de crecimiento, de invertir en definitiva para competir en el mundo de la globalización.

P. ¿Qué va a anunciar en la junta de accionistas?

R. En la junta general voy a anunciar, primero, que el plan de sucesión sigue adelante, tras varias pamplinas que se han publicado de que yo lo que estoy es tratando de no irme. Yo lo que estoy tratando es de irme, desde hace años ya. En la junta de abril de 2016 anuncié y puse a la aprobación de los accionistas un plan de sucesión precisamente para poder irme de forma ordenada. Lo voy a hacer de todas maneras, pero quiero que sea de la manera más ordenada posible y con el máximo consenso, fundamentalmente entre los accionistas, máximo consenso con los consejeros y con los equipos profesionales. Obviamente, en las sociedades de nuestro género es la mayoría de los accionistas quien en última instancia debe definir cómo se hacen las cosas. El consejo es muy importante, porque representa al 100% de la compañía, no solo representa a los accionistas mayoritarios. Y son muy importantes los equipos humanos y profesionales que integran la compañía. Porque una compañía de medios y de educación como es la nuestra, la materia prima que utiliza es únicamente el talento de los profesionales.

P. ¿Quién cree usted que puede generar ese consenso?

R. Yo espero poder anunciar directamente cuál es mi propuesta en la junta.

P. ¿No puede adelantarla?

R. No debo anunciar a la opinión pública mi propuesta antes que a los accionistas.

P. ¿Qué virtudes debe reunir su sucesor en la presidencia?

R. Debe tener un perfil de identidad y de continuidad con el significado de los valores intangibles de EL PAÍS, una persona con experiencia en el consejo de administración, con experiencia en los medios y vinculada a nuestras actividades, alguien que no sea un paracaidista, un extraño a lo que los medios de comunicación y los sistemas de educación constituyen y que tenga capacidades también en el sector financiero, y respeto y aprobación por parte de los accionistas de esta casa.

“EL PAÍS HA GUARDADO UNA COHERENCIA EJEMPLAR”

Pregunta. ¿Tiene la sensación de que hay una lucha de poder por los medios del grupo?

Respuesta. Creo que hay una lucha de poder por hacerse con cualquier medio que tenga influencia. EL PAÍS es el primer periódico de España, el primer periódico del mundo en lengua española, la primera plataforma de información global en español que existe, su marca como tal está entre los 10 primeros periódicos digitales del mundo, tiene un gran poder de influencia y una capacidad de generar criterio con respecto a los valores democráticos y constitucionales… Y no solo en España, también en muchos países de América Latina. Siempre ha habido en torno a los medios de comunicación como EL PAÍS todo tipo de conspiraciones y maquinaciones de los que los han querido instrumentar. Durante sus más de 40 años de vida, EL PAÍS ha guardado una coherencia ejemplar y admirable en lo que es la defensa de los valores democráticos y constitucionales, y la defensa de una sociedad liberal, progresista que, de alguna manera, ha coincidido con las aspiraciones o definiciones de los sectores de centroizquierda de la sociedad española y de muchas otras sociedades de América Latina. Creo que estos signos de identidad se mantienen, con diferentes matices según las épocas, según las coyunturas y según los diferentes directores, porque los directores influyen, como es obvio, directamente en la línea editorial. Pero creo que ha habido una continuidad absoluta dentro de estos más de 40 años, que es admirable y que además ha sido acompañada masivamente por nuestros lectores.

19 Noviembre 2017

Soraya y sus dos grandes peones en el periodismo canalla

Jesús Cacho

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Ha caído un símbolo. Se ha cerrado otro capítulo de la historia de la Transición, una época que, más o menos, ha durado 40 años, los que van de la muerte en la cama del general Franco hasta la abdicación de Juan Carlos I. La mayoría de los protagonistas del periodo, gente que dejó su sello en la política, en la economía, en las finanzas, en la comunicación, han pasado ya a mejor vida, sea porque han fallecido (Adolfo Suárez, Jesús Polanco, Emilio Botín) o porque, jubilados, se dedican ahora a ver las tardes pasar al sol del otoño (Felipe, Aznar, Alierta y algún otro). Son contados los testigos de aquella época que siguen con mando en plaza. Tal vez Mariano Rajoy sea uno de los últimos de Filipinas. Juan Luis Cebrián, otro de los indiscutibles protagonistas de la Transición, acaba de echar el cierre. Se ha ido. Mejor dicho, lo han echado los accionistas del grupo Prisa, haciendo bueno aquello de que quien a hierro mata a hierro muere. Se cierra una etapa de la Historia de España, sin que lo que ha de venir, lo que debe nacer, el futuro que está por llegar, acabe de hacerse presente en medio de las convulsiones de un parto cuyos dolores encarna como nadie la tragedia de Cataluña.

Supongo que muchos -tan sobrado de enemigos anda el muchacho- juzgarán una exageración fuera de lugar calificarle de “protagonista indiscutible de la Transición”, pero a un servidor le parece una evidencia incuestionable, para bien y para mal. Para bien, como alma mater de ‘El País‘, el hasta hace poco indiscutible líder de la prensa escrita española, una realidad que algún mérito debe llevar aparejada. Para mal, porque el diario de Prisa ha sido el mayor dispensador de ideología habido en España desde el final de la dictadura. Ideología “progre”, como se decía antes, ideología sectaria, ideología cainita, de buenos y malos, de izquierdas y derechas, siempre abrevando en la fuente de las dos Españas prestas al garrotazo, reñida con todo atisbo de liberalismo, y en permanente y estrecha comunión con el Partido Socialista. ¡Cuán distinta sería hoy la sociedad española si El País y el grupo Prisa, con su capacidad de influencia, que la tuvieron, hubieran apostado a fondo por la materialización de una España abierta e integradora, no sectaria, hermanada con la democracia parlamentaria a la que decían representar!

¡Cuán distinta sería hoy la sociedad española si El País y el grupo Prisa, con su capacidad de influencia, que la tuvieron, hubieran apostado a fondo por la materialización de una España abierta e integradora!

Hubiera sido, bien cierto, pedir peras al olmo, porque estamos hablando de uno de los tipos más sectarios que ha producido este país en las últimas décadas. Cebrián, tan moderno él, tan elegante, tan demócrata, tan fisno, es un producto típico de la España franquista, un eximio representante de esos valores que conforman la urdimbre de ese establishment que, las raíces firmemente asentadas en el franquismo, echó arboladura de fama y dinero con la democracia. Esos españoles que hicieron de la libertad un negocio. Poder y dinero. Soberbia y cobardía. La cobardía ha sido quizá la herencia más envenenada del franquismo. La cobardía y el miedo a expresarse en libertad, el miedo a hablar de frente y mirando a los ojos, a dar la cara, a honrar “la dignidad de la andadura vertical y del paso erguido del hombre” de que hablaba Ernst Bloch, cualidades todas que nacen de un escrupuloso cumplimiento de la Ley. Regalo del franquismo fue que, muerto Franco, el poder en España se haya seguido ejerciendo en la sombra, en la penumbra de los cenáculos, en las influencias, en el hoy por ti mañana por mí, a través del conseguidor de turno, mediante la corruptela perpetua. Una España cuyo mejor embajador ha sido y es Cebrián.

Una anécdota ocurrida este miércoles, con motivo de la Junta  General Extraordinaria de Prisa que lo descabalgó, pone de nuevo en evidencia esa forma de operar del fanfarrón amamantado en la filosofía del Gobernador Civil franquista, del prepotente convencido de que nada ni nadie puede oponerse a sus caprichos, nadie le puede negar nada a quien, con permiso del rey Juan Carlos y de Suárez, trajo la democracia a España, nos regaló la libertad, nos hizo libres y felices, que a él se lo debemos todo. Y no es que lo diga: es que lo cree. A las 10,30 de la mañana le anuncian que va a ser cesado como presidente ejecutivo y ante testigos varios, en pleno arrebato, exclama indignado que “ahora mismo me voy a ver al Rey…” Y desaparece durante una hora, tiempo que algunos sospechan despachó en el bar más cercano, sin que su plenipotenciario protector, se supone que Emérito, diera señales de vida. Pero es que también esta semana, cuando el accionariado en bloque le hace saber que su sucesor en la presidencia va a ser Manuel Polanco, hijo del fundador, corre a Moncloa y se planta en el despacho de Mariano Rajoy (Soraya, su eficaz rompeolas, en discreto mutis por el foro), y que cómo le van a hacer eso a él después de haber puesto su periódico al servicio del Partido Popular, que eso no puede ser…

A Cebrián nunca le ha gustado dar la cara porque nunca ha tenido necesidad de hacerlo. Ha dispuesto de tanto poder que no ha necesitado arriesgar. Le bastaba con figurar en la mancheta de ‘El País’ como director, primero, y como mandamás, después, para infundir un pánico casi general entre el stablishment patrio sin tener siquiera que forzar el gesto. Era el “cañón Bertha” del que presumía Jesús Polanco. Mucho más inteligente que el fundador (“no le hagas caso a Jesús, que es un frívolo al que solo interesan las relaciones sociales”, decía un día a un amigo a las puertas del Ritz, en los tiempos en que don Jesús bebía los vientos por la Barreiros),Juan Luis es un tipo duro y rocoso, además de un gran cínico, a quien, la pura verdad, los accionistas no han conseguido aún desalojar de Prisa. Bastaba amagar con un editorial en ‘El País’ para que el Villalonga de turno y el imperio Telefónica se lo hicieran por la pata abajo. Semejante capacidad de influencia sería difícil de entender sin reparar en la condición del grupo como portaestandarte ideológico del PSOE en el poder durante más de 13 años, con Felipe González al frente, con Rubalcaba siempre, incluso con el problemático Zapatero después.

A Cebrián solo le han interesado poder y dinero. Un tipo en perfecta comunión con los valores de las élites que gobernaron la Transición

Si a don Jesús le atraían los devaneos con la alta sociedad, a Cebrián solo le han interesado poder y dinero. Un tipo dispuesto a matar por el poder y el dinero, en perfecta comunión con los valores de las élites que gobernaron la Transición, nuestros pequeños “amos del universo”, gente extasiada ante el milagro de los panes y los peces del boom inmobiliario y la burbuja financiera. Tal fue la identificación de Cebrián con su época que fue capaz, mimetismo casi místico, de endeudar a Prisa en más de 5.200 millones, una enormidad imposible de devolver en cualquier circunstancia, que condenaba al grupo de forma inmisericorde a la quiebra. Sólo a este prepotente engreído se le pudo ocurrir una operación tan desastrosa, además de innecesaria, como la salida a Bolsa de Sogecable. El aguerrido periodista, el ejecutivo agresivo, el intelectual orgánico, creyó que valía para todo, para un roto y para un descosido, para convertir ‘El País’ en el primer diario español y para competir con el más aguerrido lobo de Wall Street. Y siempre con la misma fórmula: con su capacidad de intimidación ante las cobardes élites empresariales hispanas.

A lo que no renunció pese a la quiebra de Prisa fue a hacerse rico. Poder y dinero. En el ejercicio 2011, en pleno valle de la crisis, fue capaz de adjudicarse unos emolumentos de 13,6 millones mientras el grupo perdía 451, convirtiéndose en el ejecutivo mejor pagado de España, solo por detrás de Pablo Isla (Inditex). Pero donde el genio del personaje salió a relucir en todo su esplendor fue en la espectacular voltereta ideológica protagonizada por Prisa a partir de la victoria electoral del PP en diciembre de 2011. Amenazado por la liquidación del grupo y su venta por piezas, Cebrián comprendió que solo podía salvarle un cambio de caballo en plena carrera, pasando del famélico rucio que ya entonces era el PSOE a las albardas llenas de votos de un PP y, en particular, de una vicepresidenta,Soraya Sáenz de Santamaría, a la que supo camelarse hasta convertirla en su principal punto de apoyo en estos últimos y tormentosos años. Fue ella quien muñó la conversión en capital de una parte de la deuda que Prisa arrastraba con Santander, Caixabank y Telefónica. Y ha sido ella quien le ha sostenido frente los embates crecientes de un accionariado convencido de que él es el cáncer que hay que extirpar si quieren salvar algo del naufragio del grupo.

Prisa ha sido el palo mayor al que la vicepresidenta se ha aferrado a la hora de cuidar una agenda personal orientada a sustituir a Mariano en la presidencia del Gobierno

En perfecto do ut des, Prisa ha sido el palo mayor al que la vicepresidenta se ha aferrado a la hora de cuidar una agenda personal orientada a sustituir a Mariano en la presidencia del Gobierno. El de mesana ha sido Atresmedia. Hoy la vice ha perdido, o está en trance, dos de sus grandes apoyos en este mundo del periodismo canalla: Cebrián y Mauricio Casals. ¿Y qué le ha dado Juan Luis al PP a cambio de su ayuda para seguir en el machito? ¿Cómo ha pagado el editor los favores de la reina Soraya? Con un espectacular golpe de timón en la guerra que el Estado sostiene contra el golpe protagonizado por el separatismo catalán, ello después de años de haber alimentado el monstruo del pujolismo con lisonjas y negocios mil, que el business ha sido la estrella polar de estos patriotas movidos siempre por el olor del dinero. Es de justicia, sin embargo, reconocer que la firmeza de la línea editorial mostrada por Antonio Caño, director de El País, ha resultado decisiva en el fracaso de la intentona golpista, no tanto por el apoyo a las tesis de Mariano, cuanto por mantener firmemente embridado, en línea con la defensa de la Constitución, a ese caballo loco que es el PSOE.

Las maniobras del gran sectario

Al final, hasta los hijos de Jesús Polanco han terminado por rebelarse contra el pretendido gestor que ha sido capaz de llevar a la ruina a uno de esos imperios que parecían llamados a la eternidad. La cadutta degli dei. Y ha tenido que ser un curioso inversor armenio, de apellido Oughourlian (Amber Capital), dueño del 20% de Prisa y de un perfecto castellano, quien haya venido a decirle a Cebrián lo que jamás nunca nadie se atrevió a decirle en España. Las maniobras de este gran sectario para dar esquinazo al accionariado, tan bien contadas aquí por Rubén Arranz, darían, ciertamente, para un Quijote. Siempre con la misma estrategia: colocar como consejero delegado a un hombre de paja susceptible de ser manejado en la sombra a su antojo. Varios –Luis Velo, Javier Monzón, Jaime Carvajal (“Pues papá me dice que lo acepte”), Cristina Garmendia- han sido algunos de los triturados por este devorador de famas, eximio representante del régimen de la Transición que muere. Su último intento consistió en proponer para el cargo a Gregorio Marañón, su eterno mozo de estoques.

No está claro, con todo, que vaya a marcharse. Sí lo están, desde luego, los 6 millones que se meterá en el bolsillo el día que definitivamente se jubile

No está claro, con todo, que vaya a marcharse. Sí lo están, desde luego, los 6 millones que se meterá en el bolsillo el día que definitivamente se jubile, y está por ver qué pasa con los 1,9 que se ha adjudicado en caso de que llegue a buen puerto la ampliación de capital que por importe de 450 millones la Junta de Accionistas aprobó el miércoles. Todo con el permiso de Ana Patricia Botín, que el Santander es ahora el auténtico power broker en Prisa, además de financiador de la familia Polanco, y de algunos más, en la referida ampliación. El 1 de enero abandonará finalmente la línea ejecutiva, pero Juan Luis, el literato de la prosa atormentada, el político frustrado, el falso ejecutivo y el cianuro del periodismo, se ha buscado la presidencia de una neonata Fundación Prisa desde la que seguir mangoneando para prolongar la agonía del Régimen y la del propio grupo, haciendo realidad aquello de que plus ça change, plus c’est la même chose. Hace falta, empero, que los accionistas se lo consientan.

Caía de todos los consejeros independientes

Gregorio Marañón Beltrán de Lis

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A la vuelta del verano de 2017 Juan Luis me comentó con gran secretismo, que había llegado a un acuerdo para dimitir como Presidente, cuando lo que estaba previsto era que pasara en 2018 a presidente no ejecutivo. Como compensación pro dejar la presidencia recibiría – me dijo – una importante indemnización; presidiría una nueva fundación que se iba a crear para preservar la independencia de EL PAÍS en la que quería contra con Alain Minc y conmigo; asumiría la presidencia del Consejo Editorial y la presidencia ejecutiva de EL PAÍS S. A.

El 6 de octubre Juan Luis se reunió en París con Alain y le comunicó que en el próximo Consejo iba a proponer el nombramiento de Javier Monzón como consejero y también como vicepresidente ejecutivo, con el fin de que, en marzo, cuando estuviera suscrita la ampliación de capital, que aprobaría también el Consejo, le sucedería como presidente. Alain lo compartió conmigo inmediatamente, rogándome la máxima discreción.

El sábado 7, Juan Luis me llamó para comunicarme el nombre de su sucesor, Javier Monzón, añadiéndome que no lo sabía nadie y que al día siguiente iba a llamar a Alain Minc, como presidente del Comité de Nombramientos y Retribuciones al que yo también pertenecía para informarle. Me pidió encarecidamente que no se lo anticipara. Ese instante en el que me dijo que yo era el primero al que se lo contaba para reforzar con su mentira mi complicidad, inevitablemente me distanció de él. Al mismo tiempo, se lo comunicó a José Luis Leal, consejero coordinador, desvelándole toda la operación. José Luis le pidió, dada la transcendencia de la propuesta, que se lo confirmara por escrito, lo que Juan Luis hizo por carta el 9 de octubre. Aunque José Luis consideraba que se incumplía radicalmente el procedimiento establecido unos meses antes para el nombramiento del nuevo presidente, convocó al Comité de Sucesión para el día 13 a las nueve de la mañana, sabiendo que a las diez de ese mismo día se reunía el Comité de Nombramientos y Retribuciones para informar sobre el nombramiento de Javier Monzón como consejero y vicepresidente ejecutivo. Le anticipó a Juan Luis que iba a plantear al Consejo, previsto para las doce y media, dos cuestiones: si aceptaba excepcionalmente incumplir las normas para el nombramiento del nuevo presidente, y que se pronunciara sobre la candidatura de Javier Monzón.

El viernes 13, minutos antes de comenzar la reunión de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones sus cuatro componentes intercambiamos impresiones. En ese momento supe que la propuesta del nombramiento de Javier Monzón no alcanzaría los tres votos necesarios para su aprobación. Es más, si se votaba podría llegar a contar con un solo voto. A la Comisión presidida por Alain Minc, pertenecíamos también Joseph Oughourlian, Alfonso Ruiz de Assín y yo. Alain, aunque era independiente, solía alinearse con las posiciones de La Caixa, de la que era consejero; Joseph representaba a Amber, el primer accionista de PRISA y Alfonso – consejero de Movistar – había sido propuesto por César Alierta.

Fui al despacho de Juan Luis para informarle aconsejándole vivamente que hablara con Javier Monzón para que fuera él quien retirara su candidatura, suspendiendo la reunión de la Comisión. Me sorprendió la impasibilidad con la que se tomó la noticia, cuando yo había supuesto que constituiría para él una gran contrariedad. Alain también fue a ver a Juan Luis informándole de que estaba en contra del nombramiento.

El Consejo confirmó la convocatoria de la Junta General de Accionistas para el 15 de noviembre, víví el mes más turbulento de la historia de PRISA.

Juan Luis, con el acuerdo de José Luis Leal puso en marcha el procedimiento para el nombramiento de un sucesor, me pidió nombres. Jaime Carvajal Hoyos me pareció un excelente candidato. Oughorlian – que el día anterior me había propuesto que yo sustituyera a Juan Luis, al igual que me lo propuso César Alierta – entrevistó a Jaime y le pareció un excelente candidato. La misma conclusión alcanzaron Alain Minc y José Luis Leal.

Todo se torció a partir de una reunión en mi despacho entre Jaime y Juan Luis. Jaime explicó que para él era esencial contar con el apoyo y la colaboración de Juan Luis pero que no podía aceptar que fuera presidente ejecutivo de EL PAÍS como pretendía, por considerarlo disfuncional. Concebía su cargo como una presidencia no ejecutiva en la que se reforzaría al CEO, que era Manuel Mirat. De acuerdo con ese esquema yo acepté asumir una segunda vicepresidencia no ejecutiva durante un corto periodo, para ayudarle en sus comienzos. A Juan Luis, le explicó su deseo de contar con su apoyo y su consejo; de nombrarle presidente de la fundación que se constituiría y del Consejo Editorial y si lo deseaba también presidente no ejecutivo de EL PAÍS S. A. describiendo el importantísimo papel que podría desempeñar con su experiencia.

Llegado este punto, Juan Luis nos pidió 48 horas para posicionarse, indicando que iba a entrevistarle con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, para consultarlo con él. Nunca entenderé, no ya sólo que lo hiciera, sino que lo manifestara, pues, evidentemente, ponía en cuestión la independencia de PRISA en términos inasumibles. Juan Luis con el apoyo del presidente y la vicepresidenta del Gobierno, aprovechó esas horas para movilizar en su favor a algunos de los accionistas principales, elaborando a esos efectos una propuesta alternativa fuera e los cauces establecidos estatutariamente. Se trataba de proponer a Manuel Polanco como Presidente no ejecutivo y a Javier Monzón como Vicepresidente ejecutivo.

Así llegó el 15 de noviembre, fecha de la Junta General. La noche anterior había dimitido Glenn Moreno – un prestigioso ejecutivo norteamericano que había sido presidente de Pearson – por considerar gravemente irregular el procedimiento que se estaba siguiendo.

Reuniendo en un salón de la Casa de América, donde iba a tener lugar la Junta General, vimos llegar a Juan Luis, eufórico tras su visita a Rajoy, y luego supimos de las gestiones que el presidente del Gobierno había hecho para facilitar a Cebrián la mayoría del accionariado. Seis meses después, visto el curso de los acontecimientos supongo que ni Juan Luis ni Rajoy se sentirían satisfechos con las consecuencias de aquellas gestiones.

Estábamos reunidos Elena Pisonero, Alain Minc, José Luis Leal, Ernesto Zedillo, Alfonso Ruiz de Assín y yo, esto es, todos los consejeros independientes, y en otra sala estaban los representantes de los principales accionistas. Manuel Polanco se incorporó a nuestra reunión para sorprendernos pidiendo nuestra dimisión colectiva. Le respondí en nombre de todos que carecía de la autoridad necesaria para hacernos ese planteamiento. Ahí terminó ese breve encuentro que fue seguido por otro con Fernando Torrente, un excelente abogado que representaba a los Polanco. Fernando vino a ocmunicarnos algo surrelaista: que Manuel Polanco no había querido decir lo que nos había dicho sin la mayor aclaración.

En ese momento, el presidente Ernesto Zedillo salió del salón regresando cinco minutos más tarde muy alterado. Levantó una silla por encima de sus hombros y la arrojó al suelo, exclamando: “se han creído que pueden comprarme”. Se despidió de nosotros conmovido, y nos informó de que iba a dimitir con carácter inmediato. Minutos después, a las once de la mañana, recibí copia del correo electrónico que había enviado a PRISA.

Habida cuenta de las lamentables circunstancias que han impedido el debido ejercicio de mis funciones estatutarias y reglamentarias como consejero independiente y presidente del Comité de Gobierno Corporativo durante el proceso de sucesión del presidente ejecutivo, patentemente plagado de serias irregularidades, me permito renunciar al Consejo de Administración de Promotora de Informaciones S. A.

Poco antes del comienzo de la Junta General, entró Juan Luis flanqueado por Ramiro Sánchez de Lerín, secretario general de Telefónica, y Javier García Carranza, representante del Banco Santander. También entró con ellos Manuel Polanco. Se sentaron enfrente de nosotros en la mesa de reuniones y Juan Luis tomó la palabra, también en nombre de sus acompañantes para pedirnos la dimisión por razones de dignidad. De nuevo me correspondió a mí contestarle, y le leí los términos de la dimisión de Ernesto Zedillo para añadir que a quienes había que pedir dignidad en PRISA era a los responsable de lo que Ernesto Zedillo denunciaba y no a nosotros. Ramiro Sánchez de Lerín dejó Telefónica poco después. En cuanto a Javier García Carranza, me sorprendió que se prestara a acompañar a Juan Luis en esa escena, apartándose así de la discreción con la que el Santander ejerce su callada influencia en PRISA y poniendo de manifiesto su decisiva intervención en los acontecimientos que estábamos viviendo.

Al comenzar la Junta, ocupamos nuestros puestos en la tribuna reservada para el Consejo de Administración. Una de las primeras intervenciones fue la del ex ministro de Cultura César Antonio Molina, quien había incorporado al despacho de Javier Cremades, que trabajaba para Juan Luis. Nunca he comprendido el sentido de la intervención de César. Por mi parte, sabiendo que aunque nuestro cese no figuraba en el orden del día, podía ser solicitado por cualquier accionista, me dirigí a Juan Luis de presidente, indicando que, si eso sucedía, quería antes de la votación, dirigirme a la Junta en respuesta al accionista que, en su caso, lo planteara. Juan Luis me respondió que no volvería a concederme la palabra.

Un accionista titular de treinta acciones, contratado a esos efectos, pidió la destitución de todos los consejeros independientes de PRISA. Juan Luis, como ya me había anunciado, no permitió ningún debate, y ni él ni los Polanco pronunciaron una sola palabra que reconociera algo de lo que unos y otros habíamos hecho por el Grupo a lo largo de los años. Fuimos cesados en una votación que sólo contó con el apoyo de un 30% de los accionistas asistentes. Sin las últimas gestiones que hizo el presidente del Gobierno, a instancia de Juan Luis, con un accionista relevante de PRISA pidiéndole su apoyo, la propuesta no habría prosperado.

En todo aquel inolvidable proceso final destacaron por su buen hacer, su excelente criterio y su independencia, tanto el consejero delegado de PRISA, Manuel Mirat, como el secretario general y del Consejo, Xavier Pujol.

“Infravaloraste el inmenso peso en forma de influencia que habrías tenido en PRISA como presidente de la Fundación, presidente del Consejo Editorial, con tu despacho y tu presencia en la sede central del Grupo, y con un presidente tan inteligente, prestigioso, serio y complementario como Jaime, con tu inmensa personalidad, y teniéndonos a todos los tuyos en el Consejo. Tu empeño en esa dichosa presidencia ejecutiva de EL PAÍS, que nada te añadía y restaba todo a la función del presidente de PRISA, fue la madre de esta última batalla. Ojalá me equivoque, pero imagino consecuencias funestas para ti en las decisiones que habéis tomado”.