12 mayo 1993

El líder comunista considera que el Grupo PRISA tiene una campaña en su contra tras dos artículos demoledores de Juan Luis Cebrián y Javier Pradera contra él

Julio Anguita González (líder de Izquierda Unida) denuncia haber sido presionado por EL PAÍS para que pacte con el PSOE

Hechos

El 11.05.1993 el Coordinador General de Izquierda Unida y candidato de esta coalición a la presidencia del Gobierno, denunció haber sufrido presiones de periodistas de EL PAÍS para que pactara con el PSOE.

Lecturas

Después de ser criticado en El País por artículos de D. Javier Pradera Cortázar y por D. Juan Luis Cebrián Echarri, el candidato de Izquierda Unida a la presidencia del Gobierno, D. Julio Anguita González, acusa públicamente el 11 de mayo a El País de haberle presionado para que pactara con el PSOE unos días antes, el 7 de mayo, en una reunión mantenida con una delegación del periódico encabezada por D. Javier Pradera Cortázar.

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Tanto ABC de D. Luis María Anson Oliart como El Mundo de D. Pedro José Ramírez Codina publicarán editoriales de apoyo al Sr. Anguita González. El País desmentirá la acusación de Anguita González y reprocha que ABC y El Mundo la den por veraz sin contrastar. D. D. José Luis Martín Prieto (Diario16) y D. Emilio Romero Gómez (Ya), se posicionan contra Anguita en sus respectivas columnas. D. Federico Jiménez Losantos (ABC) y D. Pablo Sebastián Bueno (ABC) respaldaron a Anguita ante PRISA y centraron sus ataques en Pradera Cortázar.  

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08 Mayo 1995

LA SOMBRA ERRANTE DE CAÍN

Javier Pradera

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Quizás resulte inevitable que los políticos sin posibilidad alguna de alcanzar la presidencia del gobierno reciban en las entrevistas periodísticas un trato menos amable del que suele dispensarse a los actuales o futuros inquilinos del Palacio de la Moncloa. Pero aunque este fuese también el caso de Julio Anguita, el incial tantarantán que le propinó el jueves Luis Mariñas en Tele-5 tuvo probablemente un origen mas íntimo. El inconfundible aire de familia a lo Sandokan que emparenta al político entrevistado con el periodista entrevistador encierra tal vez la clave salgariana de esa hostilidad explícita: es bien sabido que los polos del mismo signo se repelen y que los hermanos gemelos suelen tener relaciones emocionales ambivalentes y complicadas.La sombra del conflicto fratricida, fuente inagotable de inspiración para las tragedias clásicas, se proyectó contra las paredes del estudio no sólo cuando el barbado director de Mesa de Redacción se tiraba a la yugular de su especular invitado y recibía como cristiana respuesta las sonrisas mas tristes de la noche. Los periodistas y las preguntas de la calle registraron también concienzudamente al coordinador de IU para buscar entre sus ropas la quijada con que Caín puso fin a la vida de su hermano Abel. A lo largo de dos horas de interrogatorio, las víctimas sacrificadas por Anguita en el altar de las bases -Sartorius, Castellano y Almeida- salpicaron una y otra vez la credibilidad de sus afirmaciones rituales sobre el pluralismo de IU. Anguita no estuvo fino para defenderse, seguramente porque su único argumento eficaz hubiese sido recordar cínicamente que Dios ayuda a quien madruga y que los purgados de hoy fueron purgadores ayer y tratarán de serlo de nuevo mañana.

La explicación según la cual los tres dirigentes de Nueva Izquierda fueron desplazados de las listas por una decisión dé la soberanía popular y no por un acto de venganza fue devuelta una y otra vez como un cheque sin fondos. El procedimiento para descabezar a los tres ex-

diputados que votaron a favor de Maastricht constituyó un grotesco remedo de las primarias americanas; invocando en vano el nombre del principio democrático, la consulta sobre las listas fue resuelta por un colectivo jibarizado de militantes del PCE. El propósito de la maniobra es evidente: Anguita prefiere un grupo parlamentario fiel y disciplinado a otro mayor que pueda escindirse o pactar con el PSOE.

Julio Anguita no logró acortar distancias ni calentar el ambiente en la entrevista: le falta humor, le sobra pomposidad, es impermeable a los razonamientos y su inclinación por lo sublime le hace bordear el ridículo; tiene, en cambio, la singular virtud de no hablar mal de la gente y de resistirse a personalizar los conflictos. Por lo demás, las gentes que militaron antaño en el PCE tendrán ciertas dificultades para reconocer en su retórica, en sus análisis y en su doctrina las huellas de esa ideología marxista que tan emocional y vigorosamente defiende; algo parecido le ocurriría a cualquier melómano si le dijeran que el género chico es el fiel continuador de las óperas de Wagner.

09 Mayo 1993

DE LA TRAGEDIA AL DESASTRE

Juan Luis Cebrián

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Creo que fue Disraeli el feliz autor de la definición entre tragedia y desastre.»Una tragedia», dijo, «sería que sir Gladstone se cayera al río. Un desastre, que alguien lo rescatara».

En un momento en el que los socialistas se encuentran con el agua al cuello y en el que la mano generosa del juez Garzón y de otros líderes independientes se apresta a ampararlos, no faltan voces que alertan respecto a que a la tragedia del chapuzón se añada el desastre del salvamento. Lo más curioso es que no es difícil encontrar entre ellas las de conspicuos votantes, y aun militantes, del PSOE. Vienen a argumentar que el ahogamiento político de González o Guerra, según los casos, o tal vez el de ambos a la vez, sería conveniente para la catarsis general del partido y de la Sociedad entera, tan abrumada por las acusaciones sobre la corrupción de la clase política en general y de la que ocupa el poder en particular.

Huérfano del instinto homicida que inevitablemente anida entre quienes buscan el poder o quienes pretenden simplemente derribarlo, a mí me parece más interesante, empero, analizar el presente guirigay electoral con los ojos de quien prefiere ver una vida política hecha a golpes de la razón y no del codo.

En primer lugar, y quizá para perplejidad de algunos, no creo que el debate actual pueda ni deba centrarse sobre la corrupción. No porque no exista, sino porque no es tan relevante como otros problemas de nuestra estructura política. Los casos de financiación ilegal de los partidos alcanzan medianamente a todos por igual, y seguirán. vigentes mientras no se apunte una reforma del sistema electoral que los evite. Ninguno de ellos ha hecho nada al respecto en 15 años de democracia, y ahora cosechamos los frutos de su interesada pasividad. No pretendo exculpar con ello las responsabilidades, jurídicas o políticas, personales o colectivas, de quienes son culpables. Pero es preciso decir que no estamos gobernados -ni en el poder ni en la oposición- por una tribu de aprovechados y listillos. Por eso alucino, como dicen los castizos, cuando veo a líderes del PP y facundos ignorantes del columnismo nacional -más amantes del retruécano que de la sabiduría- sugerir que andamos camino de convertimos en Italia. La corrupción política italiana se originó primordialmente en la relación entre la Democracia Cristiana y las redes mafiosas del crimen organizado. Y se justificó en la guerra fría, el carácter fronterizo del país con el otrora telón de acero y la necesidad estratégica de poner freno al comunismo «como fuera». Estamos a años luz de padecer una situación así, y sólo los mentecatos o los demagogos pueden seguir insistiendo en ello.

El problema es más bien el agotamiento de las recetas (socialistas o socialdemócratas de un lado, reaganistas o thatcherianas del otro) a la hora de enfrentar una crisis, de proporciones desconocidas en las últimas décadas, que golpea con dureza el sentimiento de seguridad y el bienestar de los ciudadanos. Aparte el debate sobre las ideas, los métodos de análisis y la concepción de los valores, en el que es más que nunca necesario insistir, pero que difícilmente puede solventarse a través de una campana electoral, la cuestión primordial, en el corto plazo, está en saber si el Gobierno que salga de las urnas va a ser capaz de hacer lo necesario en defensa de la continuidad del desarrollo del país. De otro modo, lo alcanzado en el último decenio en lo que concierne a nivel de vida y aumento de las expectativas colectivas e individuales se puede ir al traste en muy poco tiempo. ¿Tendrá el próximo ministerio la suficiente tuerza política para reducir el déficit público y los elevados costes operativos de nuestra economía, de forma que gane competitividad respecto a los otros países de la CE? Dar respuesta a esas demandas pasa por costosas operaciones quirúrgicas, en el terreno del gasto público -notablemente, el de las autonomías y ayuntamientos-, la reestructuración de sectores de la industria de cabecera, la modernización del sistema financiero, la generación de un marco de relaciones laborales menos paternalista y más liberalizado y la aplicación de una política fiscal que ayude a incentivar el ahorro y la creación de riqueza. Sugerir que puede intentarse dar un empujón al empleo sin contener severamente los salarios y sin una bajada significativa de los tipos de interés, en ese marco de reformas estructurales, es lo más parecido a un engaño. Y si el Ejecutivo no tiene apoyo parlamentario suficiente para enfrentar estos problemas, podemos augurar, cualquiera que sea el inquilino de La Moncloa, un penoso periodo de inestabilidad y confusión.

Otro aspecto de la cuestión es Europa, sobre la que apenas se oye hablar en esta precampaña, si no es para pronunciar eslóganes incomprensibles y nada brillantes acerca del Sistema Monetario o de la convergencia de Maastricht. Con SME o sin él, con convergencia o sin ella, el bienestar y la felicidad personales de nuestros ciudadanos se hallan ligados de manera definitiva a los sucesos del continente. No es preciso ser un genio para descubrir los graves problemas por los que la construcción europea atraviesa, ni para vaticinar las dificultades crecientes en superarlos. Ya es más dificil, en cambio, exhibir la creatividad y la imaginación precisas que hagan confiar a los electores en que los sacrificios de ahora mismo generarán los frutos de un mañana alcanzable y nada lejano. La polémica desatada en torno al eventual envío de tropas a Yugoslavia, amparada en motivos exclusivamente humanitarios, prescinde cínicamente del análisis más inmediato. La paz en Yugoslavia, o al menos el control de la inestabilidad que allí se ha producido, es cuestión de vital importancia para el porvenir de Europa y para los intereses concretos de los pueblos del continente. No es sólo el horror por los genocidios, matanzas y abusos cometidos en la zona lo que mueve la voluntad de las primeras potencias mundiales a la hora de decidir la intervención militar. Una eventual extensión del conflicto hacia Macedonia y Albania -del todo probable si no se para los pies a los serbios- generalizaría la guerra en los Balcanes, afectaría a un país de la Comunidad Europea, como Grecia, y pondría en riesgo las relaciones de éste con Turquía y otros aliados de la OTAN. La necesidad de evitar que intervengan tropas de países fronterizos o con intereses en el área -Italia, Alemania, Turquía, Grecia-, y la evidencia de que la Alianza Atlántica es la única institución internacional hoy existente capaz de realizar misiones de policía internacional en una situación semejante, obligan a España a un esfuerzo superior al hasta ahora conocido, y probablemente nunca imaginado, en este terreno. Es responsabilidad de la clase política explicar la gravedad de las circunstancias y la urgencia en buscar soluciones antes que agitar las pasiones legítimas que cualquier envío de tropas suscitará en la población.

La debilidad de la propuesta europea del PP, su ambigüedad explícita y las dudas que suscita en el mundo político y financiero internacional son tanto más preocupantes cuanto que las encuestas muestran de continuo una pronunciada posibilidad de que la derecha forme Gobierno. Al margen de otras consideraciones, si ello se produce, con sus eventuales beneficios para la alternancia democrática y las evidentes desventajas que cualquier mentalidad liberal y progresista descubrirá enseguida, es deseable un compromiso mucho más explícito del Partido Popular con el proceso de unidad política y económica de continente, un talante más internacionalista en su liderazgo y una visión más global de sus posibles responsabilidades al frente del Estado.

Por último, y por hoy, no está de más una expresión de sorpresa, de preocupación también, por el crecimiento de la intención de voto a los comunistas y las simpatías que parecen demostrar nuestros ciudadanos por un Gobierno del PSOE con Izquierda Unida -benévola definición de los restos del comunismo en nuestro país-.

Una cosa así es como pretender juntar -esta vez sí- tragedia y desastre en un solo acto. No es el momento de recordar el legado de caos, fascismo, hambre y opresión que los regímenes del socialismo real, conducidos por personajes tan pintorescos como el propio Anguita, han producido en Europa, parte del cual es precisamente el conflicto yugoslavo. Por lo demás, también los países, y no sólo las gentes, tienen derecho al suicidio. Un Gobierno de la izquierda total es el mejor camino hacia el colapso, y un corrimiento del voto del desencanto socialista hacia Izquierda Unida (tan unida que no admite ni la más pequeña de las discrepancias internas) es la mejor manera de provocarlo.

En definitiva, estas elecciones no sólo van a ser las más competidas de las últimas décadas, sino las más comprometidas también. Suceda lo que suceda, es bastante posible que el Ejecutivo que de ellas salga no sea muy duradero y que la legislatura resulte más breve que el plazo de cuatro años que marcan las leyes. Pero van a marcar un hito significativo en la historia de nuestra democracia y merecen un especial esfuerzo de reflexión por parte de los electores a la hora de depositar el voto.

 Juan Luis Cebrián

12 Mayo 1993

¿PORTAVOCES O RECADEROS?

Editorial (Director: Luis María Anson)

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El líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, ha tenido la gallardía de denunciar sin tapujos las agobiantes presiones de que fue objeto por parte de una nutrida comisión de redactores del diario gubernamental EL PAÍS, en el ingrato papel de recaderos.

¡Ya era hora de que un político español tuviera el valor de afrontar la presión de un trust construido sin riesgo y enganchado a la ubre gubernamental! ¡Que admirable lección para otros políticos de la oposición, siempre mendicantes de la indulgencia polanquista, ingenuamente confiados en que un elogio perdido, un episódico tratamiento de favor eran el presagio de la ‘neutralidad progresista’! ¿Es uqe acaso ignoraban – el valeroso y los timoratos – que el apoyo del diario gubernamental al felipismo gobernante nada tiene que ver con la ideología y sí con una sólida trabazón de intereses y favores, para la que cualquier modificación del statu quo podría resultar amenazadora?

En síntesis, Julio Anguita ha osado revelar el contenido de una entrevista mantenida por la cúpula de Izquierda Unida con el staff del diario EL PAÍS el pasado viernes. De lo que podía ser un legítimo acoso informativo para sondear las posiciones de IU en el paisaje postelectoral se pasó – según Aguita – a reclamar, con impertinente insistencia, un compromiso de pacto o apoyo al Partido Socialista, que podría verse facilitado por paseos o charlas privados con un innominado interlocutor que, en interpretación de Julio Anguita, no podía tratarse sino del propio presidente del Gobierno.

El líder de IU asocia inequívocamente los fallidos resultados de la entrevista con el inmisericorde tratamiento que, desde ella, viene recibiendo Izquierda Unida en el diario gubernamental. En su cuadernillo de información electoral, IU prácticamente ha desparecido de la escena política; no existe. En las páginas de opinión el célebre autor de ‘La rusa’ llegaba a asociar, el pasado domingo, al ‘pintoresco ‘ Julio Anguita con los conductores de regímenes que ‘han legado el caos, fascismo, hambre y opresión del socialismo real». Y auer, el dibujante ‘orgánico’ del periódico EL PAÍS se despachaba con lo que bien podría ser un proyecto de valla publicitaria para el Partido Socialista, a costa de la imagen de Julio Anguita.

El objetivo es claro. Las encuestas aprietan últimamente. El empate se mantiene. Hay que retener el poder a cualquier precio; a toda cosa. ‘Hoy tenemos una derecha mucho más ágil, europea y centrada’ escribía alguien tan libre de sospecha como Ignacio Sotelo. Hay que desfigurar a aquella derecha, agitando viejos espantajos y movilizando a todo trapo el ‘voto útil’ hacia el PSOE. Útil para Filesa, para KIO, para los olleros y las aídas. Desde la lejanía ideológica, no puede dejar de reconocerse a Anguita de la más irreprochable decencia. Esa es la frontera que los recaderos de EL PAÍS invitaban a Julio Anguita a traspasar.

12 Mayo 1993

ANGUITA LES ESTORBA

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

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Ayer, el coordinador general y candidato a la Presidencia del Gobierno por Izquierda Unida, Julio Anguita, reveló que la plana mayor de un poderoso diario de conocido entusiasmo progubernamental le sometió hace pocos días «a una presión tremenda y brutal» para que acepte pactar con el PSOE tras las próximas elecciones. Según Anguita, los miembros del referido diario actuaron más como «intermediarios o mediadores» del PSOE que como periodistas, descalificando continuamente sus posiciones y propuestas. Asegura Anguita que, tras haber rechazado esas presiones, el diario en cuestión ha empezado a someter a su formación política, en general, y a él mismo en particular, a «un trato informativo negativo». Expresión harto benévola. Lo que ese periódico y otros medios del mismo grupo están haciendo con él es de una injusticia clamorosa. Han presentado al líder de IU como una especie de Ceaucescú o Hoxa local, especializado en llevar a cabo siniestras purgas internas, y han pintado su campaña electoral como la de un iluminado. Y ello cuando la sensatez más elemental obliga a reconocer que Anguita ha dado prueba de una meritoria prudencia ante la disidencia interna -una prudencia muy superior, por cierto, a la mostrada en ocasiones similares por otros partidos, incluido el PSOE, y cuando nadie puede negar el tesón que pone en discutir los problemas de fondo y los programas presentados, negándose a convertir las elecciones en un circo. No es sólo cosa de ese grupo de prensa. El PSOE ha puesto en máxima tensión -y, ya para estas alturas, sin apenas embozo- toda la muy tupida red de influencias que ha ido tejiendo sobre los medios de comunicación a lo largo de sus diez años de mandato. Y unos por convicción -los menos- y otros por conveniencia, la mayor parte de los convocados han acudido a su llamada de socorro. Empezando por la televisión pública, que no tiene ningún reparo en organizar debates en los que margina a Izquierda Unida sin la más mínima justificación legal. ¿Por qué este encarnizamiento con Anguita? ¿Por qué los medios gubernamentales -diarios, televisiones públicas y privadas, emisoras de radio afines, todos en masa- se comportan con él cual cruel madrastra, como la Banca se comportó con Adolfo Suárez en 1986? Es bien sencillo: porque, agotadas las posibilidades del PSOE de obtener más votos por su derecha, es IU la que puede dañar más al partido del Gobierno, restándole una parte de los apoyos que conserva por la izquierda. Eso es lo que explica que haya echado toda la carne al asador para evitarlo. No es sólo cosa de IU y Anguita. La medicina sectaria del PSOE la están sufriendo todos los partidos de la oposición, algunos de los cuales ya se han quejado, y con razón. Pero el vía crucis electoral de Anguita es, con mucho, el más cruel y el más descarado. No le consolará saberlo, pero que no dude de que eso le honra.

13 Mayo 1993

MENTIRA

Editorial (Director: Joaquín Estefanía)

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En sus 17 años de existencia, este periódico ha publicado dos editoriales bajo este titular: Mentira. El primero, a mediados de 1988, estuvo dedicado a la intoxicación de que fuimos objeto por parte de un conocido Financiero y a la manipulación que intentó hacer de este diario. El segundo -éste- tiene como protagonista a un profesional de la política. El coordinador general de Izquierda Unida (IU), Julio Anguita, consiguió salir ayer en la primera página de varios periódicos y acaparar los mejores espacios de algunas tertulias de radio. No por sus propuestas electorales -programa, programa, programa-, sino por sus declaraciones contra EL PAÍS. En este diario han aparecido en los últimos días diversos artículos en los que se aludía en términos críticos al líder de IU. El pasado viernes, Anguita y otros dirigentes de esa coalición se reunieron en un almuerzo con el director y varios redactores del diario. El coordinador general relaciona ambos hechos y deduce que esos comentarios son consecuencia de algo que ocurrió en la comida. Es una deducción arbitraria: este periódico no ha esperado a compartir mesa con Anguita para criticar lo que considera incoherencias o errores de sus posiciones políticas.

La hipótesis planteada por el coordinador general es, además, absurda. Sostiene que se sintió presionado para que IU pactase con el PSOE tras la! elecciones -la línea editorial de EL PAÍS es la contraria-, y como prueba ofrece unos artículos en los que se argumenta contra la oportunidad, conveniencia o plausibilidad de ese pacto. Como ambas cosas son contradictorias en los términos, Anguita insinúa que los artículos fueron escritos en represalia por su falta de receptividad a tales presiones. Sería tentador atribuir tan rebuscada interpretación a la simple alucinación. Pero lo único seguro es que estamos ante un claro ataque a la libertad de expresión, desencadenado desde posiciones políticas e ideológicas muy concretas. Porque el escándalo organizado por Julio Anguita está dirigido sobre todo a coaccionar la línea editorial y a los colaboradores de EL PAÍS, a fin de que supriman o suavicen las críticas contra su política.

El contraste entre el tono de la conversación, similar al de tantos otros encuentros entre informadores y políticos, y la versión casi dramática ahora ofrecida por Anguita mueve a otras reflexiones secundarias. Las posibles explicaciones al misterioso fenómeno de que, en plena fiebre electoral, el candidato de una de las principales fuerzas en liza mienta con descaro se enmarcan en un dilema: o bien Anguita es más primario de lo que parece y su falta de sutileza le ha llevado a tomar por «presiones obsesivas» el interés de sus interlocutores por aquellos aspectos más chocantes o difíciles de entender de sus planteamientos, o bien es tan oportunista que no ha sido Capaz de resistir la tentación de ganarse el halago de determinados medios de comunicación. Que no se trata sólo de primitivismo, sino también de oportunismo, es algo que se deduce de su insinuación de que los periodistas tal vez actuaban como «mediadores» (del poder). Algo que no podía dejar de suscitar el entusiasmo de aquellos medios y columnistas que llevan años tratando de minar la credibilidad de este diario atribuyendo su éxito a su imaginaria proximidad al poder. Para sostener tan estrafalaria teoría, Anguita se apoya en dos datos, a su juicio definitivos: se sintió presionado y sacó la impresión de que sus interlocutores actuaban como intermediarios. Toda una conspiración apoyada en algo tan objetivo como un sentimiento y una impresión. No, es mal récord para alguien que se queja a cada paso de la subjetividad de la campaña, del personalismo, de las descalificaciones mutuas y que reclama «programas, programas, programas». Lejos de corregir su mentira, Anguita la remachó ayer diciendo que tenía la impresión de que este periódico habló durante el almuerzo «en nombre del Gobierno». El líder de IU sigue igualmente ayuno de datos.

Anguita fue ayer portada en ABC. Ese periódico se refiere siempre a -EL PAÍS cómo «el diario gubernamental». Otros medios, epígonos de la derecha real o de la izquierda simulada, suelen reírle concertadamente esa gracia de revista escolar. Ayer estaban exultantes, pese al evidente ataque a la libertad de expresión (defendida por ellos, en otras ocasiones de labios hacia afuera) que encierran las palabras del líder de IU. Es posible que también Anguita esté satisfecho: un comunista, portada de la caverna. Aunque sólo sea por un día. Resulta lamentable que la necesidad de reconocimiento, aunque sea por parte de sus peores enemigos, haya llevado a Anguita a confundirse con ellos. El suyo es un error a la griega. Pero es también una falsedad y una canallada. En La bahía perdida, la epopeya de Sperber, un dirigente estalinista dice: «Ocultaremos la impostura. con las mentiras y las mentiras se convertirán en verdad y la impostura dejará de ser impostura». Eso es lo que ha intentado hacer Anguita.

EL PAÍS, PROTAGONISTA INVOLUNTARIO DE LA CAMPAÑA

Los diarios ABC y EL MUNDO – en una acción conjunta más de las que habitualmente planifican sus directores – se apresuaron ayer mismo a editorializar sobre una infamia sin tener en cuenta la versión de la parte acusada. Ninguno de ellos realizó ayer lo que han convertido en práctia habitual: cazar al vuelo en sus ediciones de Madrid noticias adelantadas por otros medios de la competencia. En esta ocasión les hubiera desmontado su campaña. Ninguno de estos periódicos parece albergar dudas sobre la patraña de una conspiración montada en torno a una mesa, nada menos que con ¡trece comensales! Con datos tan subjetivos como los aducidos por Anguita han construido, por motivos comerciales, una teoría que reproducimos íntegramente para que los lectores conozcan unos métodos de trabajo, que chocan frontalmente con las normas deontológicas del periodismo.

13 Mayo 1993

LA TONTERÍA DE JULIO ANGUITA

José Luis Martín Prieto

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No quiero seguir citando la misma frase de don Manuel Azaña, pero es que es verdad: en esta capital la mayor chorrada crece como un floripondio. Por poner las cosas en sus elevados términos, yo siempre supuse que Julio Anguita estaba más iluminado que yo y que acabaría en peligro público. Ejercer el centralismo democrático, para mí, que fue un error táctico y una gran astucia estratégica por tener uen un puño un pequeño grupo parlamentario decisivo en esta inmediata legislatura que nos aguarda. Pero esta tontería de EL PAÍS a ver ¿dónde la injerto?

Que EL PAÍS le ha presionado violentamente para que firme pactos poselectorales con el PSOE. ¡Que cosas nos depara la cotidianidad! ¡Que cantidad de acontecimientos consuctudinarios acontecen en la rúa! Mis compañeros de EL PAÍS, todos en mi corazón, supongo, por conocerlos, que le dijeron lo mismo que yo; que balanceara con sus votos izquierdistas un proyecto socialista. Aunque te lo sugieran desde un periódico tan conocido, tampoco es como para echarse al monte o tirarse por un risco. Está muy bien ser algo aldeano y desdeñar los poderes terrenales. Yo sigo sus senda, don Julio, desde antes de que me la pudiera sugerir. Pero es que una cosa es ser rústico y otra gilipollas, y a mí, Félix Monteira, que es mucho más listo que yo y lo tiene demostrado con su biografía, no me enreda de parte de EL PAÍS como usted se autocompadece. Mi querido amigo, que de eso sé un poquito: no me baile un tango con Paco Gor o con Joaquin Estefanía, ni siquiera con el Frankestein de ida o vuelta de Pradera. Mójese con Polanco o al menos con su consejero-delegado, tan fascinado por Fidel Castro o por Daniel Ortega, a quien le recomendaba fusilar un poco más para ser un auténtico líder. Yo he galoapdo con esa gente y sé que pueden llegar a ser terribles, pero ni mis amigos, los conserjes de EL PAÍS le van a usted a presionar violentamente por nada.

Señor Anguita: está usted tonto y c´reame a mí que le increpo desde su propia orilla. No está usted organizando una nueva iquierda, sino desmantelando la poca que nos queda. Si usted ha pretendido dejar en bragas a EL PAÍS, que, como todos, también itene su máscara, marró de lleno, y es Anguita y no Polanco quien queda con el culo al aire. Ahora recueprar lo suyo es imposible, porque Izquierda Unida, una vez desunida y fumigada por las bases, se ha quedado en un Partido Comunista amariconado y de diseño.

Si este hombre duro pretende romper la baraja denunciando de forma tan torpe al diario EL PAÍS, no seré yo quien le vote, aunque sólo sea por indocumentado. Para mí que a este hombre le ha pagado Polanco para montar este número.

Martín Prieto

El Análisis

OPINAR NO ES AMENAZAR

JF Lamata

El Grupo PRISA no gobierna España, ni el Grupo Clarín gobierna Argentina, ni el Grupo Globo lo hace en Brasil, ni la CNN o Times lo hacen en Estados Unidos por mucha influencia que se les atribuya. Los políticos sí. Incluso el líder de una tercera fuerza política como D. Julio Anguita tenía mucha más capacidad de convocatoria que cualquier editorialista o presentador de televisión o radio.

D. Julio Anguita tenía todo el derecho de quejarse por  la línea informativa del Grupo PRISA (pro-PSOE) en una época en la que Izquierda Unida se dejaba querer por los grupos mediáticos competidores, en particular por EL MUNDO, pero lo que no se puede es presentar como un delito de lesa humanidad que un periódico te crítique.

«Periodistas de EL PAÍS me dijeron que ellos querían que hiciera esto». Ya. ¿Y…? Les puedes decir que no, ¿no? Fue lo que hizo. ¿Y qué te hacen si dices que no? Un editorial de EL PAÍS en contra, un artículo de Javier Pradera y una tribuna de Cebrián poniéndote a caldo. Y a está. ¿Tienen derecho, no? Igual que de inmediato D. Pedro J. Ramírez y D. Luis María Anson publicaron editoriales de elogio al Sr. Anguita y peloteando a IU como ‘la izquierda coherente’. Una cosa por la otra. ¿Dónde está el problema?

J. F. Lamata