Karmele Marchante ataca en su web al periódico ABC en réplica a un artículo crítico de Jesús Lillo contra ella

Llevaba la otra tarde Karmele Marchante una pegatina en la solapa de la chaqueta – ‘Yo también soy emigrante’ – mientras se dedicaba a analizar en ‘A Tu Lado’ asuntos tan trascendentales y críticos para el maltrecho colectivo de los subsaharianos de Ceuta y Melilla como la pelea que estos días escenifican en los sofás de TELECINCO dos ex concursantes de ‘La Casa de tu vida’, los cuernos que presuntamente le puso Pipi de Campos a un hombre que pasaba por allí o las confesiones del ex pianista de la entidad postfolclórica conocida como Parada.

Que Karmele también era emigrante, como decía la pegatina, lo sospechaban muchos espectadores desde la primera temporada de ‘Tómbola’. Como quitaron ‘Expediente X’ antes de que Mulder y Scully concluyesen sus investigaciones sobre la conspiración extraterrestre, no estaba del todo claro de qué planeta venía la buena mujer, pero que era forastera – sistema solar arriba, sistema solar abajo – estaba clarísimo.

Quizás la pegatina de la otra tarde sea la primera de una serie tipográfico-policiaca cuyo desenlace sirva para descubrir, finalmente, de qué colección descatalogada de tebeos viene Karmele. Pero si la cosa se queda ahí va a parecer que la tertuliana sólo quería representar una nueva función de la farsa que, desde lo del Prestige, ejecutan ante las cámaras quienes pretenden enlucir su pasaporte con adhesivos de progreso. Desde los niños cantores de la primera edición de ‘Operación Triunfo’ a la fauna del ‘Hotel Glam’, pocos acomplejados han prescindido de esta herramienta para barnizarse de talante. Que cada uno haga lo que pueda para mejorar el mundo por la parte que le pille más a mano, pero que no lo cuente desde la solapa cuando, para hacerse respetar y centrifugar su estampa, lo enfoque una cámara. Sin entrar en honduras y puestos a solidarizarse con alguien, mejor le hubiera quedado a Karmele un ‘Yo también soy embustera’. Por Lydia Lozano, que estaba allí, a su lado.

Es una pena que en el periodismo castellano-estepario haya tan poca gente que, primero escriba bien, y segundo tenga conciencia social. Mi decisión de colgarme un cartel que sólo busca fomentar la solidaridad y la denuncia por la situación de las gentes subsaharianas, tratadas como animales por los gobiernos español y alauita, y abandonados en lugares malditos donde nadie los vea ni los recuerde, ha puesto de los nervios y en estado de shock-descalificador a la totalidad a un quintacolumnista de ese rotativo, tan escorado a las diestras más bíblicas. Según el peripuesto y remilgado colega, una no puede estar en un programa de tele 5 y pedir justicia a un gobierno que juega al ping pong con los negritos desarrapados y molestos. Por lo que intuyo, al hacer un tremendo esfuerzo para intentar descifrar lo escrito, es de los que no gustan de alzar la voz contra nada.

Sobre tan complicado tema tampoco espero yo ideas brillantes por parte de un carcamal del ABC que mira hacia la derecha cuando a su alrededor ocurren genocidios, injusticias y desmanes que, por supuesto, no van con él. Muy diver el prenda cuando, con bastante mala intención y muy poco conocimiento, como suele ocurrir en estos casos, enumera una serie de acontecimientos profesionales de una servidora, lo cual me lleva a pensar que se pasa el día pegado a la tele y no precisamente para ver la CNN.

Ruego al director del rotativo, Ignacio Camacho, buen compañero de fatigas no hace demasiados años, que por favor, las columnitas de sus páginas televisivas tengan algo más de nivel. Quiero decir que por lo menos estén bien escritas. Jolín