29 junio 1985

Esta decisión se produce después de que 'Cándido' publicara artículos en INTERVIÚ (reproducidos también en ABC) criticando la gestión del actual presidente de EFE.

La Agencia EFE de Ricardo Utrilla destituye a Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ como consejero argumentando incompatibilidad por ser directivo de la agencia OTR (Grupo Zeta)

Hechos

  • El 29 de junio de 1985 la Junta de accionistas de la Agencia EFE destituye a D. Carlos Luis Álvarez como consejero.

25 Abril 1985

La Degradación de EFE

Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

(Reproducido también por ABC)

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En fin, ya va siendo hora de hablar del «quasi quídam». Se trata de un tal R. Mora que ha escrito en un periódico madrileño un artículo titulado «Va de Osear», o sea, de don Osear Alzaga, el cual pretende, según el quídam, «que la agencia Efe se encuentra al margen de la ley». Hasta ahí una discusión
entre eruditos. Pero es que después me insulta e insulta al editor de esta revista. Dice: «Se podrá argumentar que no todo el mundo dispone, como el señor Asensio, de un empleado, directivo de su agencia Otr, que sea al mismo tiempo miembro del Consejo de Administración de Efe, y, por tanto, con acceso a todos sus contratos, pero sabido es que en este país siempre ha habido privilegiados, por absurdos que resulten sus privilegios y dudosas sus intenciones.» El quídam no me va a hacer decir lo que no quiero decir. Como fulminante es poca cosa, un quasi. Cuando el poder político me nombró consejero de Efe, razoné mis suspicacias, muy serias, y al fin acepté el nombramiento no como un privilegio, sino como una carga. Por supuesto que ya era entonces directivo de Otr. Me dolía lo que fatalmente iba a ocurrir, y aun a sabiendas de que, aceptado el nombramiento, mi responsabilidad era indeclinable, le dije a Alfonso Guerra: «Con mi voto al presidente de Efe designado por el Gobierno, te entrego también mi responsabilidad.» Era un modo de expresar mi disconformidad con el hecho y mis íntimas fidelidades. Luego vino lo que tenía que venir. Por ejemplo, el célebre convenio de UPI del que nuestro quasi dice que no fue leído enteramente por Antonio Asensio en «La Clave» que trató de esos asuntos. Gracias a Dios. Gracias a Dios que no lo leyó entero. No ha sonado la hora, o no es llegada, de desenredar la madeja. Sí diré que luego de mi cerrada oposición a ese convenio que me obligó a soportar una escena tabernaria, la secretaría del Consejo de Administración de Efe me envió un informe de la asesoría jurídica de la agencia señalando que existían en mí dos causas de incompatibilidad para ser consejero. Pero Ricardo Utrilla había sido nombrado presidente con mi voto, y yo había sido nombrado consejero sin necesidad del suyo. ¿En qué momento empezaba mi
doble incompatibilidad?

Las «dudosas intenciones» que el quasi me achaca quieren salpicar mi vida entera de periodista. Yo entré en Efe de consejero con los socialistas, otros son los perros de todas las bodas. Pero tarde o temprano toparán con un hueso que no puedan roer. Probablemente hubiese callado también esta vez si el quasi no llega a sugerir un espeso contubernio entre Antonio Asensio y yo. ¿Qué subconsciente de alcantarilla puede reflejar esa calumnia? No voy a salir en defensa de quienno la necesita. La «troupe» de Efe, que ha
desmoralizado por completo a los trabajadores de la agencia, precisamente porque no ha podido quitarles la moral, no podrá quitársela tampoco a Antonio Asensio. Lo único que me sorprende, bien dolorosamente, por cierto, es la impasibilidad del Gobierno ante semejante espectáculo.

Y aprovechando una sugestión de Lessing yo le preguntaría al Gobierno: ¿Es que aún no se ha agotado el tiempo de manipular entre bastidores a cuenta de los necios para conseguir algo que los necios, naturalmente,
no entienden? En función de esa premisa yo me he cargado de paciencia. Pero cuando una y otra vez se permite a los necios merodear más allá de los confines de lo permitido, literal y psicoanalíticamente el pecado se comete. Muchas veces sollozo abrazado a mis hermanas, las serpientes de cascabel. Nadie nos comprende. Pacíficas de condición, atacan sólo a quien las pisa. ¿Qué serpiente de cascabel soportaría la calumnia suficiente y altanera de un quasi que escribió en la «Hoja del Lunes», de Madrid, durante la enfermedad de nuestro querido Caudillo, un artículo titulado «El norte está en El Pardo»? Y este quasi que sigue invitándonos a transitar hacia el norte es delegado general de Efe en Centroamérica. Pero es que yo, a pesar de mis
muchos días y mis muchos trabajos, también he estado en Centroamérica. Y hoy es el día en que puedo aportar pruebas de la metódica nulificación de la agencia Efe en aquellos paisajes y entre aquellos paisanajes. Cuando el
presidente Reagan envió una carta de felicitación a Ricardo Utrilla por el convenio con UPI, yo le pregunté por la carta de felicitación de Felipe González o, en su defecto, de Alfonso Guerra. Más tarde, me arrojó a la cara, ante el resto de los consejeros, el texto del famoso convenio, que quería hurtar al Consejo. Por supuesto que aquella grosería no convenció siquiera a Mario Trinidad. Y ahora el quasi, para salir por toda esta miseria, me calumnia y calumnia a un empresario de Prensa. En cuanto al convenio tuve que pedir el texto en inglés, que era el que había firmado UPI, porque vergonzosamente la traducción castellana era a la vez idiota e ininteligible. Un texto para consejeros capones. El quasi, con sus diez millones de pesetas, según los periódicos, ya que no soy yo contable, con su coche oficial y su Panamá, y sus gastos de representación, sigue su carrera alegremente hacia El Pardo, que no sabemos si está en el norte, o hacia el norte, que no
sabemos si está en El Pardo. Si yo fuese Ricardo Utrilla le pondría además una guardia moral al quasi, que, felizmente, se llama R. Mora.

Y este es el principio de lo que van a oír.

05 Junio 1985

¿Una traición al Estado?

Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

(Reproducido también por ABC)

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El estar en seria disposición hacia la verdad, con todas las quiebras y riesgos que eso lleva consigo, y sobre todo teniendo en cuenta que la verdad es hermana de la duda, crea a veces situaciones de soledad muy hirientes. Y más cuando no se tiene poder para decir la última palabra. Por eso mis dudas acerca de la agencia Efe -de la que escribí hace unas semanas— pertenecen a la clase ae las dudas que duelen. Primero fue la resistencia del Consejo de Administración a la descripción de evidencias que hacíamos Alfonso Palomares y yo. Era una situación fantástica. Allí todos se preocupaban de las ruedas del reloj, pero no del tiempo que medían. Era imposible trascender los aspectos mecánicos de la situación. De otras personas menos importantes yo hubiese dicho que aquello que les impedía la distancia y la independencia respecto a las cuestiones debatible no era algo poderoso y enemigo suyo, sino, por el contrario, algo cómodo que ya estaba preformado en ellas mismas. Pero no lo diré de tales personas, y así empiezan mis dudas.

La primera duda es el acuerdo firmado entre United Press International y Efe, del que, en cuanto consejero, tuve conocimiento cuando ya estaba firmado. Pienso que el texto del acuerdo era en lengua inglesa, pues el que fue entregado a los consejeros era una traducción verbal, pero no sintáctica, de un texto «naturaliter» inglés. Creo que el primer instrumento de una agencia de noticias es la lengua, y tratándose de una agencia española no creo que el primer instrumento sea la lengua inglesa. Dice el apartado b) del acuerdo: «Upi tiene facilidades por todo el mundo para recopilar noticias, para lanzar al mercado y para transmitir y vender su servicio de noticias a estaciones de radio en los Estados Unidos y el Canadá. Al momento, Upi no ofrece un servicio de sonido de noticias en la lengua española a estas estaciones de radio.» De modo que apoderándose Upi de las voces españolas, sin acento, sin acento inglés, la influencia sobre la población de lengua española de los Estados Unidos y el Canadá es ostensiblemente mayor. La pretensión de influencia al margen de los intereses españoles queda patente en este apartado: «Upi producirá fuentes de noticias de sonido en sus oficinas de Nueva York o Washington, utilizando contenido suplido por teléfono por periodistas de Efe en respuesta a investigaciones iniciadas por Upi…» Y en este otro: «Al coordinar cada fuente de noticias, Upi tendrá la responsabilidad editorial final…» Y en este otro: «… el horario de los programas, el guión de los programas y el contenido de los programas estarán bajo el control final de Upi.» En un rapto de generosidad, el redactor del contrato, que a todas luces es de Upi, añade: «Sin embargo, Upi consiente consultar con Efe sobre el horario y el guión…» Comprendo que es penoso leer esa melaza lingüística del contrato, prueba primera de un colonialismo innecesario y vergonzoso. Pero veamos la media verónica con la que el contrato remata la faena. Pues a pesar de ser Upi la responsable final de todo, de manera que la información puede encauzarla a su gusto… «Efe indemnizará y mantendrá a salvo a Upi de cualquier responsabilidad de libelo, difamación, invasión de privacidad u otra reclamación que surja de cualquier noticiario de Efe suplido por Efe y transmitido por Upi según este acuerdo, provisto que Upi transmita tal reporte solamente en la forma suplida por Efe y solamente en su entereza.» Como ven, la melaza lingüística se pone cada vez peor. Pero está claro quién es el que manda en un contrato que merece de cabo a rabo la nominación de leonino.

¿Dónde está el interés de Upi? En que el 6
por 100 del voto norteamericano habla el español. Entonces la agencia Efe, en vez de afirmar

allí una red de comunicación que sirva a los intereses españoles y a nuestra opinión -la del Gobierno, por ejemplo, en lo que toca a Centroamérica—, vende la primogertitura de la lengua accediendo a que sea un vehículo traicionero o cuando menos deformador de nuestro pensamiento. Ese 6 por 100 de voto norteamericano lo asegura el Departamento de Estado mediante el contrato que Efe se dejó imponer por Upi. Y de ahí la alborozada carta de Reagan a Ricardo Utrilla felicitándole por la operación. La maniobra alcanza así una culminación sarcástica. Pero, además, uno de los apartados del contrato empieza así: «Si Upi decidiera producir noticiarios en la lengua española y ofrecer posibilidades de anuncios comerciales…» Y luego es cuando viene lo del «control final de Upi». Naturalmente. La población de lengua española en los Estados Unidos disfruta de un índice de vida superior al de toda Hispanoamérica. Por eso, en otro apartado, se dice que «las tarifas de anuncios o suscripciones… serán determinadas bajo la discreción única de Upi», aunque, no faltaba más, Efe debe ser informada.

Que el Consejo de Administración de Efe haya pasado por esto, y el Gobierno no se inmute, me hace dudar ¿Tendría que haber prescindido yo de todo esfuerzo crítico en nombre de la comodidad o de la incapacidad de los demás y aceptar ambos vicios como ingredientes del poder actuante? En cualquier caso no encuentro razón alguna para someterme al entontecimiento que significa la aceptación de una tesis así. Y en último término, la praxis dominante no puede alimentarse de impudicias de ese jaez, a no ser que todo esté perdido.

El acuerdo entre Upi y Efe fue realizado en octubre de 1983. Lo firmaron éf presidente de la agencia norteamericana, Wiiliárfi Small, y el presidente de la agencia española, Ricardo Utrilla. A Efe le bastó saber, por boca de Small, que «pronto Efe y Upi empezarán a ganar dinero con ese servicio». ¿Hubo alguna indagación seria por parte de Efe para conocer el estado económico real de la agencia Upi? Lo dudo. Efe vertió todas sus preocupaciones en averiguar la cruel verdad de que yo era periodista y que, por tanto, operaban en mí dos géneros de incompatibilidad para ser consejero de la agencia. Small fue apartado de la presidencia de Upi el 8 de septiembre de 1984. Hace bien poco sobrevino la suspensión de pagos de Upi, e inmediatamente la noticia esperpéntica de que Efe compraría los servicios de la United Press International.

Pero a todo esto hay que añadir el drama in terior de la agencia española. Los comunicados del Comité de empresa rozan ya la desesperación. Doscientas veinticuatro personas han sido cambiadas de sus puestos de trabajo, no en función de un organigrama -organigrama que existe y por el cual Efe pagó varios millones de pesetas a la empresa Arthur Young-, sino en virtud de un módulo quizá místico. El caso es que el Comité de empresa tuvo que plantear un conflicto colectivo justamente por eso. A partir de ahí las dudas sobrevienen en cascada. Osear Alzaga asumió algunas de ellas ante el Parlamento. ¿Por qué la dirección de internacional ha sido desmembrada? ¿Por qué el servicio en idioma francés ha sido anulado, cuando tan importante sería en función de Europa, más ahora que hemos ingresado en la CEE, y respecto a los países árabes? ¿Por qué ha sido anulado el servicio de corresponsalías, el de análisis y el de control de calidad? Las respuestas que despejan esas dudas son varias. Pero yo quiero dar solamente una: la influencia que genera Upi en virtud del leonado y leonino contrato no sólo mediatiza la información que España envía hacia los Estados Unidos y Latinoamérica, sino también la que es enviada a España desde los Estados Unidos vía Upi, que ahora es Efe-Upi, y que constituye el mayor volumen de información que nuestros periódicos publican.

No voy a preguntarme si la insensibilidad del Gobierno ante este intrínseco desmán no es tal, y sí más bien una deliberada maniobra dentro del plan nacional de readaptación a la OTAN y a su esquema de existencia política, económica y social; Y digo que no me lo pregunto para no verme en el aprieto de contestarme. Levanto la duda como una bandera de esperanza.

¿Qué implicaciones podrían encontrarse en la estructura de ese «commercial system» impuesto a Efe por Upi, y qué responsabilidad podría existir ahí por parte del Departamento de Estado, y qué de fingido abandono de la agencia podría significar la actitud del Gobierno español? Porque si el Gobierno, con su impertérrita actitud, se prefigura como amparador de ese contrato increíble, naturalmente no cabría hablar de traición ai Estado, sino de razón de Estado. Pero eso no sería otra cosa que el estado putrefacto de la razón.

O el Gobierno se ha desvinculado de sus propios intereses o éste es un mundo cabeza abajo donde el razonar conduce derechamente al Día de Difuntos.

07 Julio 1985

Carlos Luis Álvarez

ABC (Director: Luis María Anson)

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Se está produciendo un gran movimiento de solidaridad en favor de Carlos Luis Álvarez, uno de los más prestigiosos profesionales del periodismo español y presidente de la sección española de la Asociación de Periodistas Europeos. Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ ha sido destituido de su cargo de consejero de la agencia EFE.

Desde hace algún tiempo el señor Álvarez viene denunciando, con datos incontestables, la erosión y degradación de la agencia EFE en todos los sentidos. La posición del Sr. Álvarez coincide con el demoledor dossier facilitado por el Comité de Empresa de la Agencia EFE, de mayoría socialista, a todos los grupos parlamentarios.

Carlos Luis Álvarez se ha encontrado con la comunicación de su destitución como consejero de la agencia EFE sin que, según le han manifestado los interesados, ni el subsecretario de Cultura ni el director general del Patrimonio tuvieran conocimiento de esto anómala destitución.