8 julio 2008

La Audiencia de Madrid cierra el ‘caso del Ácido Bórico’ respaldando a los mandos policiales que consideraban innecesaria la referencia a ETA en un informe sobre el 11-M

Hechos

La sentencia se conoció el 8 de julio de 2008.

09 Julio 2008

Patraña al descubierto

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

Leer

Patraña al descubierto. En eso ha concluido, como era de esperar, el llamado caso del ácido bórico, urdido y presentado por los teóricos del bulo sobre el 11-M como el eslabón perdido entre islamistas y etarras en el mayor atentado terrorista de la historia de España. La Audiencia de Madrid ha confirmado lo que parecía evidente: que no tenía pies ni cabeza vincular a ETA con el 11-M porque a un implicado en aquel terrible atentado y años antes a una etarra se les interviniera cierta cantidad de ácido bórico, una sustancia inofensiva e inocua utilizada para diferentes usos domésticos, entre otros matar cucarachas.

La Audiencia de Madrid no sólo ha absuelto a los cuatro mandos policiales responsables de la Comisaría General de la Policía Científica, acusados de falsedad documental y encubrimiento por dos asociaciones de víctimas que, sin embargo, se mostraron harto complacientes en el juicio sobre el 11-M con los terroristas acusados de la masacre. Da un paso más: desenmascara al autor del informe, el perito Manuel Escribano, cuya actuación profesional «genera no pocas suspicacias» al insistir en observaciones carentes de rigor científico que nada aportaban a la investigación y que venían como anillo al dedo, generando «confusión y turbiedad en la opinión pública», a la disputa política y mediática alimentada por el periódico sensacionalista El Mundo y otros teóricos de la conspiración sobre la participación de ETA en el 11-M.

El desenlace judicial del caso del ácido bórico avala en buena medida las iniciales pesquisas del juez Baltasar Garzón sobre la conducta del perito Escribano, antes de que la juez Gemma Gallego tomara cartas en el asunto y decidiera dirigir el proceso contra sus superiores a instancias de las acusaciones. La Audiencia de Madrid no llega, como Garzón, a acusar al perito de «prefabricación intencionada», pero casi. Ocultó un dato clave, éste sí científico, que la Audiencia estima que debió hacer constar: el carácter inocuo del ácido bórico, una sustancia que no consta haya servido para enmascarar o conservar explosivos. Una omisión que, según Garzón, iba encaminada a dar verosimilitud a unas observaciones «tan genéricas como perversas e impropias de un informe pericial». Era obligado que sus superiores no dieran curso a tamaño disparate aunque, según la Audiencia, debieron cuidar mejor los procedimientos.

09 Julio 2008

LOS JUECES CORROBORAN, PUNTO POR PUNTO, NUESTRA DENUNCIA

El MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

La sentencia del caso del ácido bórico, conocida ayer, corrobora punto por punto las informaciones publicadas por EL MUNDO en los últimos dos años. Dijimos que el documento de los peritos -que indicaba que esa sustancia química hallada a un acusado del 11-M se había encontrado también en un piso utilizado por ETA- había sido manipulado, y la sentencia establece que sus superiores lo alteraron, en efecto, cometiendo graves «irregularidades administrativas». Es más, el tribunal ve «sorprendente» que altos cargos de una comisaría pudieran recurrir a una práctica «tan inadecuada e incorrecta».

Sostuvimos que quien finalmente figuró como autor de la pericia de este caso no efectuó ningún análisis al respecto y la sentencia acredita que, en efecto, ésa es una de las múltiples «inveracidades» en las que incurrieron los jefes de la Policía Científica.

Advertimos de que estas irregularidades se cometieron para evitar a toda costa que pudiera relacionarse a ETA con el 11-M y, en efecto, el fallo establece que «todo apunta» a que ése fue «el detonante» para actuar así, por «las connotaciones políticas y mediáticas que tenía la posible intervención de esa banda terrorista» en la masacre.

Mantuvimos que el comisario Santano, no dijo la verdad cuando aseguró que no había tenido un conocimiento directo del caso y, en efecto, la sentencia establece que «no podía ser ajeno a ello en su condición de máximo responsable de la Comisaría General de Policía Científica». Más aún, indica: «No cabe duda de que estaba al tanto de toda la operación y, por tanto, que conocía y secundaba todas las decisiones». Es decir, Santano conoció y secundó todas las «inveracidades» y las «irregularidades administrativas».

Que tales hechos no sean constitutivos de delito para la Audiencia Provincial de Madrid -que absuelve a los cuatro mandos policiales de falsedad documental-, no resta un ápice de valor a nuestro relato de los hechos. EL MUNDO denunció que hubo una decisión política de los superiores de la Policía Científica que llevó a alterar un informe para orientar en una sola dirección la investigación del 11-M, y así lo acredita la sentencia, que llega a justificar el proceder de los policías señalando que actuaron «muy probablemente abducidos por la enjundia y relevancia sociopolítica del caso».

Asumimos, porque así lo dice el tribunal, que un funcionario que recurre a estas prácticas no debe ser condenado a seis años de cárcel, ¿pero es el tipo de funcionario que merecen los ciudadanos? ¿Es el ejemplo a seguir por sus compañeros? Para el ministro Rubalcaba, así lo parece. El año pasado ascendió a Santano a comisario principal, el máximo rango en el Cuerpo, aun cuando el Gobierno sabía que estaba imputado judicialmente. De ahí quizá la sorprendente comparecencia pública de ayer del titular de Interior -apenas dos horas después de darse a conocer la sentencia- para presentar la absolución como un triunfo, a los policías (y no a los peritos) como víctimas y para proclamar que el fallo judicial acaba con la «patraña» de que ETA estaba detrás de los atentados de Madrid. A esa tesis se agarraron ansiosamente quienes vienen proclamando una y otra vez el fin de la supuesta teoría de la conspiración por considerar que todo está aclarado en el 11-M. Pero en realidad, la sentencia del bórico revela lo mismo que la vista en el Supremo sobre los recursos a la sentencia de la Audiencia Nacional: que quedan aún muchas cuestiones en el aire. Nosotros seguimos preguntándonos, por ejemplo, por qué la cúpula policial llegó a cometer irregularidades para ocultar la referencia a ETA cuando, tal y como dijimos desde el principio, el dato era irrelevante. Qué no habrán o hubieran ocultado si la envergadura de la información hubiera sido otra…

09 Julio 2008

Los abducidos

Federico Jiménez Losantos

Leer

Al final, resulta que, según el tribunal de la Audiencia de Madrid, lo que les pasaba a Santano y otros tres distinguidos cargos de la policía científica no era, como los malpensados suponían, que quisieran ascender complaciendo al Gobierno del PSOE o compartieran su pesar por motivos ideológicos, sino que estaban abducidos, o sea, en manos de una fuerza superior, extraterrestre, que los tenía alelados o endemoniados. Los cuatro policías que cambiaron el informe de los peritos científicos en el famoso Caso del bórico y se inventaron otro no cometieron un delito aunque obraran mal, muy mal, en especial Santano, que según los jueces obró horriblemente. Pero hay que entenderlos: estaban sujetos a la coyuntura alienígena, que convierte tus hechos en marcianos.

La sentencia del bórico tiene, en mi profana opinión, un curioso paralelismo con la técnica de Gómez Bermúdez en su famosa sentencia sobre el 11-M: dice una cosa, la escruta, la valora negativamente, abronca a los autores de la fechoría y hace… lo que le parece. Aquí los condenan en el orden moral e intelectual y los absuelven en el penal, que es el único ámbito en que se supone actúan los jueces. Dicen éstos que por mano de Ramírez y con pleno conocimiento de Santano, Mélida y Andrades «se incorporaron inveracidades» al informe oficial de los peritos. Que Ramírez firmó una pericia que no había hecho, no podía hacer y cambiaba la hecha, pero no hubo delito. ¿Qué hubo pues? «Irregularidades administrativas». ¿La diferencia? Que por lo mismo te condenan o te absuelven. La jurisprudencia sobre el 11-M empieza a parecer una rama de la literatura fantástica con algo de los Ensayos de Montaigne y mucho del Tartufo de Molière.

Un cierto aire molieresco: «Llama enormemente la atención, incluso puede calificarse de sorprendente, que por parte de altos cargos de una Comisaría General de Policía, para dar una respuesta científica a una petición de análisis, se opte por una solución tan inadecuada e incorrecta». «Sorprendente» llamó otro juez a la actuación de Garzón contra los peritos cuyo informe científico se manipuló. Pero a muchos no nos sorprende nada. Estaría abducido por la coyuntura, como Santano y los suyos. Porque esto dice textualmente la sentencia: «Muy probablemente abducidos por la enjundia y relevancia jurídica del caso, no cumplimentaron con arreglo a formas jurídicas concretas la sustitución del perito, la asignación de un nuevo informe y la formalización del dictamen final, incurriendo en algunas irregularidades administrativas que la Sala no considera típicas con arreglo a la norma penal». Alguno dirá que la sentencia parece «abducida por la enjundia y relevancia del caso». No hagan caso. Seguro que es un alienígena.