23 febrero 2006

Acusan a los directivos de Endesa con Manuel Pizarro a la cabeza de haber apoyado a los alemanes

La compañía alemana E.ON presenta una OPA por el 100% de Endesa, mejorando la oferta de Gas Natural (La Caixa)

Hechos

El 21.02.2006 el grupo alemán E.ON presenta una Oferta Pública de Adquisición del 100% de las acciones de Endesa, unos meses después de que Gas Natural hubiera presentado una oferta similar. El precio que ofrecía E.ON por acción era un 29% superior que el de Gas Natural.

Lecturas

El grupo energético alemán E.ON, el mayor del mundo en electricidad y de gas, lanzó en febrero de 2007 una oferta pública de adquisición (OPA) sobre el 100% de la primera eléctrica española Endesa en competencia con la lanzada en septiembre por Gas Natural. El precio de la oferta alemana es de 27,5 euros por acción. Ello suponía valorar Endesa en 29.100 millones de euros, un 29,1% más de lo que ofreció el 5 de septiembre Gas Natural. El presidente y consejero delegado de E.ON, Wulf Bernotat, explicó que la OPA ha sido negociada con Endesa durante dos meses y medio.

EL GOBIERNO ZAPATERO CONTRA LA OFERTA DE E. ON.

manuel_pizarro_endesa ¿MANUEL PIZARRO A FAVOR DE E.ON?

 

22 Febrero 2006

A contrapié

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La ‘contraopa’ del grupo alemán E.ON sobre Endesa, competidora de la que presentó en septiembre pasado Gas Natural, modifica drásticamente las perspectivas del mercado energético español y europeo. En España, porque atropella las expectativas del grupo catalán de comprar la primera compañía eléctrica española y convertirse en un grupo energético de rango europeo capaz de vender gas y electricidad en condiciones competitivas; y, además, porque, de llevarse a buen término, frustraría abiertamente la política del Gobierno español de configurar grandes grupos empresariales que impulsen la política industrial y financiera y representen la imagen de la modernidad económica española en el exterior. En Europa, la adquisición situaría al grupo alemán como el más importante del continente, en el que quedarían dos grandes jugadores: E.ON y la francesa EDF.

La oferta de E.ON no es, por supuesto, una operación inocente ni exenta de connotaciones políticas. Responde claramente a una negociación dirigida por el equipo ejecutivo de Endesa para abortar la OPA de Gas Natural y, probablemente, para asegurar la permanencia (total o parcial) de los gestores actuales de la compañía. Desde esta perspectiva, la contraopa debe ser examinada con sumo cuidado. Es verdad que su oferta es más atractiva para los pequeños accionistas y para los fondos de inversión que componen el accionariado de Endesa. Promete 27,5 euros por acción en metálico -la oferta inicial de Gas Natural es de 21,3 euros y los dos tercios del precio iban a pagarse en acciones del grupo gasista-, y su oferta está condicionada a lograr el 50,01% del capital, sin que contemple la segregación de activos en España o en Europa. Pero si E.ON gana claramente en el aspecto financiero, su proyecto empresarial provoca una cierta depresión. Concibe Endesa como una simple filial, destacada si se quiere, pero al fin y a la postre sin relieve político ni autonomía respecto a su matriz. Ésa es la razón por la cual la política de campeones nacionales patrocinada por el Gobierno queda gravemente afectada por la contraopa. Tampoco resuelve los problemas acuciantes de monopolio que actualmente se dan en varios mercados regionales, como el de las islas Canarias. A todo lo anterior habría que añadir la elevada probabilidad de que después de Endesa sean otras grandes empresas españolas los objetivos de OPA por parte de otros grupos europeos.

Existen suficientes razones estratégicas que justifican cumplidamente que el Gobierno se proponga intervenir activamente para oponerse a la OPA de E.ON, por supuesto siempre desde el respeto a las leyes de los mercados. El Ejecutivo tiene el derecho e incluso la obligación de defender, con los instrumentos legales disponibles, su proyecto económico y empresarial para España. E.ON es el resultado de una fusión con Ruhrgas que le permitió crear un grupo empresarial semejante al que Gas Natural pretende formar con Endesa, es decir, una gran empresa de gas y electricidad. Con su OPA actual, E.ON rebaja el papel de Endesa al de simple comparsa y sitúa las decisiones principales de inversión, gestión y producción en Düsseldorf. Las voces que desde Endesa y el PP se alzaron indignadas para defender la españolidad integral de la compañía eléctrica, amenazada al parecer por una oferta procedente de Cataluña, defienden ahora alborozadas la germanización de la compañía y, lo que es peor, la degradación de la importancia estratégica de la empresa española. Nadie debería rasgarse las vestiduras si el Gobierno, después de un análisis exhaustivo y de explorar las posibilidades de actuación legal, rechazara la oferta de E.ON.

Antes de aplicar la última ratio para defender la creación de un gran grupo español de gas y electricidad, Gas Natural tiene la oportunidad de mover pieza. Si de verdad quiere comprar Endesa y hacer realidad el proyecto, tendrá que mejorar notablemente su oferta inicial. Una hipótesis razonable en términos de mercado es que eleve el precio y, al mismo tiempo, rebaje de forma sustancial la proporción que se paga mediante acciones de Gas Natural.

Con la ventaja que proporciona el tiempo transcurrido, Gas Natural debe reflexionar sobre cómo ha gestionado su oferta, siempre a remolque del estruendo político, jurídico y mediático orquestado por Endesa y el Partido Popular, henchidos de un obsceno patriotismo que ha identificado una empresa catalana con una suerte de enemigo extranjero, hasta el punto de preferir la compra por una compañía alemana. Pero tampoco ha sido capaz Gas Natural en ningún momento de explicar claramente su proyecto empresarial y hacerlo entender a los inversores y a la opinión. Ni los organismos reguladores han sido capaces de imponerse a ese concierto de ruido y furia que ha politizado una operación empresarial. La rectificación todavía es posible, aunque difícil.

29 Julio 2006

Pierden y ganan

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Al final, no hubo ni veto ni condiciones imposibles para el comprador. La Comisión Nacional de la Energía (CNE) aprobó el jueves la OPA presentada por el grupo eléctrico alemán E.ON sobre la empresa española Endesa -operación competidora de la que previamente había presentado Gas Natural- con 19 condiciones bastante más benignas que las drásticas propuestas iniciales de la ponencia elaborada por el consejero Jorge Fabra.

Algunas pretenden proteger activos estratégicos -la obligación de vender la central nuclear Ascó I, la renuncia a la gestión del resto de las centrales nucleares en las que participa Endesa o la venta obligada de varias centrales de carbón-; otras atienden al carácter especial del territorio -E.ON deberá abandonar Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla-; varias insisten en garantizar el suministro, como la exigencia de que la empresa alemana nunca reduzca el abastecimiento de gas a España por debajo del nivel actual de Endesa, y no pocas quieren asegurar las inversiones en actividades reguladas. Pueden ser duras, pero no prohibitivas.

Un primer examen de las condiciones indica que están próximas a las posiciones que dentro del Gobierno y de la propia CNE sostenían la imposibilidad de vetar la operación, de hecho o de derecho, y enfocaban el dictamen final en garantizar las inversiones y el abastecimiento energético. Frente al principio de la libertad de movimiento de capitales, defendido con razón por las autoridades europeas de competencia y esgrimido por E.ON, el Gobierno español podía argüir motivos tan poderosos como la ausencia de un mercado único de la energía en Europa, la falta de una política de abastecimiento común y, por tanto, la obligación de garantizar dicho suministro tras la entrada en el mercado español de un operador tan poderoso -y tan conectado a la política energética alemana- como E.ON.

Las condiciones impuestas por la CNE respetan el derecho de compra de E.ON, pero, al mismo tiempo, intentan salvaguardar, en algunos casos con dureza, el derecho de las autoridades españolas y del regulador a defender la política energética nacional. Es imposible ocultar, sin embargo, graves inconsistencias en la gestión política de la OPA, tanto en el Gobierno como en la propia CNE. Un error ha sido, por ejemplo, exhibir las evidentes discrepancias entre el Ministerio de Economía, partidario de una solución de compromiso, y el de Industria, defensor de un veto radical.

Frente a un ganador parcial, como E.ON, hay varios perdedores en esta prolongada escaramuza político-financiera. Lo es en cierta medida Gas Natural, que se encuentra ahora con un competidor prácticamente insuperable; y también Endesa, que, gracias en parte a sus errores, se degrada del rango de multinacional española al de empresa troceada y sucursal de E.ON; y también, en fin, el Gobierno y la CNE, que han llegado a una solución de compromiso, pero a costa de una exhibición de torpeza y desunión. Unas operaciones que debía resolver el mercado -la de Gas Natural y la de E.ON- se convirtieron, así, en un problema para la imagen del Gobierno y para la credibilidad del regulador. Pero como bien está lo que bien acaba, todos pueden también, al final de las cuentas, hacer su propio balance ganador, incluyendo por supuesto el Gobierno, que tiene a punto de cierre un caso que adquirió visos de lío monumental.

03 Agosto 2006

Horizonte de recursos

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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LA EMPRESA eléctrica alemana E.ON acaba de anunciar que presentará un recurso de alzada ante el Ministerio de Industria en contra del dictamen de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) que le impone condiciones a la compra de Endesa. E.ON está en su obligación de hacer valer los 28 euros que prometió pagar por acción, la mutilación obligada de casi 7.400 megawatios de producción no es un plato apetecible y, por último, pero no menos importante, quedarían mal los ejecutivos alemanes si ahora dieran por buena la decisión del regulador español y pronto la Comisión Europea anunciase su rechazo al dictamen de la CNE.

Antes de que comience el habitual silencio informativo de agosto, el gesto de E.ON, más la advertencia de reclamaciones legales de Endesa a cuenta de la desmembración del grupo español, deja claro que la batalla por Endesa que libran la firma alemana y Gas Natural seguirá disputándose, al menos durante los próximos tres meses, en el terreno jurídico, en lugar de en el mercado, como sería lógico.

Las condiciones de la CNE contienen distintos grados de rigor, pero tienen su lógica. Responden en casi todos sus términos al objetivo de preservar la importancia estratégica del carbón y de la producción nuclear. De la misma manera que E.ON actúa como una empresa comprometida con el suministro energético alemán, la Comisión impone cautelas para que el suministro español no se vea afectado por el alineamiento previo entre el comprador y el Gobierno alemán, ni siquiera a través de la venta de activos. Pero, al mismo tiempo, son condiciones perfectamente asumibles para un grupo transnacional, más aún si se trata de un cuasimonopolio protegido por un Estado económicamente tan poderoso, sobre todo si se dan otras circunstancias favorables como la pronta resolución de los trámites regulatorios en España y en Europa.

En el supuesto de que las OPA de E.ON y Gas Natural no se empantanen en otro frustrante piélago de demandas y reclamaciones, la siguiente reflexión tiene que referirse a las estrategias para configurar la estructura empresarial del mercado energético español. Es un hecho que ni la Administración ni las empresas se identifican con un modelo de mercado abierto, del tipo británico, totalmente permeable a ofertas de compra o de fusión y propio de una economía más madura; más bien se inclinan por un modelo continental. Por lo tanto, se trataría de favorecer la fusión o adquisición de empresas españolas para dificultar el temido vértigo de una cadena de OPA sobre las grandes del mercado energético español. Ya se han perdido dos legislaturas y dos años sin acometer esta tarea; no queda mucho más tiempo que perder.