3 diciembre 1993

La empresa del periódico, Orain, es investigada como sospechosa de pasar a ETA información sobre empresas a las que luego esta organización pueda extorsionar

La Consejero de Interior vasco Juan María Atutxa Mendiola (PNV) y la policía autonómica vasca acusan al diario EGIN de formar parte del entramado de extorsión de ETA

Hechos

  • El 2 de diciembre de 1993 el Consejero de Interior vasco, D. Juan María Atutxa (PNV) manifestó tras el registro practicado en la redacción del diario EGIN de que existían pruebas de que este periódico formaba parte del entramado de ETA.

Lecturas

El diario EGIN publicó una portada en la que anunciaban que ‘seguirían’ frente a lo que consideraban una operación para cerrarles insticada por el Sr. Atutxa y el PNV.

También difundiría el diario EGIN un manifiesto de apoyo hacia ellos frente a lo que consideraban una conspiración para provocar su cierre firmada por intelectuales y artistas afines a Herri Batasuna encabezados por el dramaturgo D. Alfonso Sastre.

03 Diciembre 1993

Cuando el medio es el mensaje

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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QUE HERRI Batasuna y ETA son dos cuerpos con una misma cabeza no es una sospecha, sino algo tan evidente, al menos, como que el diario EGIN es el órgano de expresión de tales cuerpos y su correspondiente alma. Que, en función de ello, haya quien considere conveniente o incluso moralmente justificado que dicho periódico deje de publicarse no convierte en lícita cualquier medida administrativa tendente a cerrarlo. Pero la invocación a la libertad de expresión tampoco basta para convertir en lícita cualquier actividad de ese o cualquier otro periódico. Entre el arbitrismo del poder y la desnuda impunidad cabe una tercera posibilidad, la única que conviene con el Estado de derecho: la investigación judicial de hechos concretos de los que se deduzcan indicios de actuaciones delictivas. Es decir, la aplicación de la ley. Es lo que ha hecho el juez Bueren ante la documentación que remitieron las autoridades francesas y que fue encontrada en poder de Carlos Almorza, supuesto responsable de la red de extorsión de ETA, detenido en dicho país hace unos meses. Esa documentación revela que informes sobre empresas y personas que habían sido encargados por EGIN a una compañía privada se encontraban en poder de los terroristas.

Dada la larga dedicación de ETA a la tarea de extorsionar a empresarios, no resultaba descabellado suponer que alguien de EGIN hubiera pasado esos informes a los terroristas con el fin de facilitarles la obtención de fondos por ese procedimiento. En todo caso, era algo que merecía ser investigado. La entrada de la Ertzaintza, por orden del juez, en las redacciones de EGIN en Bilbao y Hernani en busca de eventuales pruebas que puedan confirmar tales indicios estaba, por tanto, justificada.

Por lo que reveló ayer el consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, respecto al material incautado en tales redacciones, se sabe ya que entre los empresarios sobre los que EGIN recabó información figuran, además de algunos de la comarca del Gohierri que fueron objeto de extorsión, otros relacionados con las obras de la autovía de Leizarán que fueron en su momento víctimas de atentados de ETA. Ello amplía el campo de la investigación: debe averiguarse si la información utilizada por los terroristas para seleccionar a sus víctimas y preparar esos atentados tuvo su origen en el citado periódico. La investigación debería dilucidar en ese caso quién o quiénes transmitieron tales informes a los terroristas. Se trataría, en todo caso, de responsabilidades de personas concretas.

Relacionar esa investigación con «campañas de acoso», como ha hecho el director de EGIN, resulta, por tanto, fuera de lugar. A diferencia del mundo etarra, en el que manda el fusil y en el que los terroristas se atribuyen el poder legislativo; judicial y ejecutivo -en el doble sentido de la palabra-, en la sociedad democrática los jueces son independientes de los otros poderes y aplican normas preexistentes y procedimientos reglados. Los indicios obligaban a intervenir al juez.

El Código Penal no contempla la posibilidad de cierre de un periódico, aunque sí la incautación de la imprenta con que se imprime, en determinados casos relacionados con delitos de terrorismo. En el caso analizado, tal posibilidad parece fuera de la realidad, puesto que los delitos investigados habrían sido cometidos, en su caso, por personas individuales y no por el diario en cuanto tal.

Pero al margen de este caso concreto, y puesto que el tema ha sido suscitado, cabe preguntarse si el derecho a la libertad de expresión protegido por la Constitución y ahora invocado por EGIN ampara cualquier cosa que aparezca en sus páginas. La respuesta es no. De entrada, no es lo mismo la libertad de expresión para criticar que para incitar al asesinato. Una cosa es expresar ideas, por aberrantes que puedan resultar para la mayoría de la población, y otra proferir amenazas verosímiles.

Cuando, tras la detención de la red de extorsionistas de ETA desmantelada por la Ertzaintza a comienzos de 1992, un portavoz de Herri Batasuna acusaba al juez que intervino en el caso de «actuar como un superpolicía», le advertía que HB «tomaba buena nota de su actuación» y le amenazaba con «actuar en consecuencia», estaba haciendo algo que en absoluto podría considerarse protegido por la Constitución. Si la transmisión de tales amenazas por el diario EGIN constituye o no un delito es algo que habrán de determinar los jueces.

04 Diciembre 1993

Línea de campaña

EGIN (Director: Xabier Salutregui)

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Hace poco más de 10 días se reconoció oficialmente que la campaña contra EGIN es política y trata de suprimir este diario por su línea informativa y editorial. Desde el pasado miércoles, sin embargo, las justificaciones de la campaña han sufrido una significativa modificación de forma, que no de fondo, con la entrada de la ertzaintza en las redacciones de Hernani y Bilbo se suministró un argumento para sedar conciencias aún recelosas ante los ataques a la libertad de expresión. Quizá para coartar la solidaridad. Ya hay un motivo penal y la sospecha previamente difundida obtiene aparante apoyatura aunque sea vaga. De repente se pretende deslindar lo que antes justificaba los públicos llamamientos al boicot y supresión del periódico  de lo que ahora ocurre. Se dice que las presuntas responsabilidades están individualizadas aunque declaraciones y gestos lo desdigan. El mensaje que se intenta transmitir deslegitimando así la legítima autodefensa de EGIN es que no hay un ataque contra la libertad de expresión, sino una actuación judicial. Entonces cabe preguntarse, ¿antes de esa providencial intervención judicial en qué encajaban, a que se debían las declaraciones y boicot de todo tipo a EGIN?
Del absurdo al que se está llegando es ejemplo palmario el editorial de EL PAÍS que ayer reclamaba que los jueces investiguen si la publicación por EGIN de determinadas declaraciones de HB a comienzos de 1992 constituye o no un delito pasando limpiamente por alto el gran eco que en prácticamente todos los medios de comunicación tuvieron esas palabras. ¿Por qué pide acción sólo contra EGIN? La bola de nieve está ya lanzada. Ocurra lo que ocurra EGIN es culpable. Sin embargo la línea editorial e informativa de este diario es la misma desde hace 17 años. La misma. Es de esperar que el largo puente sirva a quienes se suman a los llamamientos al boicot para reflexionar por qué ocurre esto ahora. Y si no es cierto que hay una campaña para cerrarnos. Desde EGIN no rehuimos la crítica ni tememos la libertad  de expresión, pero sí rechazamos el linchamiento y la criminalización a la que se nos somete. El manifiesto que hoy se publica nos demuestra que no estamos solos.

04 Diciembre 1993

Yo acuso

Alfonso Sastre

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Los acontecimientos se precipitan en estos días. Apenas acabado este artículo, agentes de la Ertzaintza, en un gran despliegue han irrumpido de los locales de EGIN en Hernani y Bilbo, que han sido allanados durante muchas horas – trabajadores presentes han tenido la impresión de que los despachos eran desvalijados – en aplicación de un mandamiento de la Audiencia Nacional. Tratándose de esta institución, que a mí me parece un vestigio de tiempos pasados (tengo en la memoria el Tribunal de Orden Público), no puedo evitar la ferviente sospecha de que este allanamiento toma parte (objetivamente así es) de la ‘solución final’ de la que este periódico está objeto’. A. S.

Parece un encabezamiento para un manifiesto importante. Lo tomo prestado del ilustre Emile Zola – escritor ‘importante’ – y estaba en juego el destino de Alfred Dreyfus, un militar judío que fue acusado de espionaje y condenado sin pruebas a cadena perpetua en la Isla del Diablo: un asunto ‘importante’. En este caso no hay escritor importante – soy yo – pero el asunto sí lo es: muy grave y de gran envergadura moral, social y política. Se está sometiendo a gaseamiento público – con el apoyo o el silencio de la inmensa mayoría de los políticos, periodistas de intelectuales – al diario EGIN. Este es un periódico en el que yo colaboro intermitentemente desde su fundación, y no puedo asistir a esta afrenta a la libertad de expresión sin toma, aunque sea brevemente, la palabra.

El problema tiene dos caras muy visibles: de un lado el comportamiento de unos poderes públicos amparados bajo las siglas ilustres del PSOE y del PNV, que presentan, sin el menor signo de vergüenza, una conducta muy irregular al usurpar un papel que legalmente le corresponde al poder judicial. A la manera de Lynch, aquel caballero virginiano que nos legó la memoria de su tribunal particular y promulgó su propia legislación privada (estableciendo un siniestro privilegio) estos caballeros no sienten el menor sonrojo al sentenciar la pena de muerte por asfixia – según la fórmula cristiana de colgar por el cuello ‘hasta que la muerte sobrevenga – basándose en su particular ‘instrucción’ de un proceso en el que dictaminan a su antojo y al margen de la ley, que este diario hace apología del terrorismo. Lo dicen ellos desde su rostro de bienpensantes y, como tienen el poder bruto en sus manos, aplican ya su sentencia sin dárseles un ardite de la legalidad que dicen hipócritamente defender. Los jueces, mientras tanto, han dictado sentencias favorables a EGIN en difernetes ocasiones y ninguna condenatoria por apología del terrorismo.

Los últimos datos que vienen a juntarse al prolongado boioct de la publicidad institucional que le es debida y de la que EGIN ya es largamente acreedor, son muy notables. Esta mañana escucho por la radio que el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y la Diputación Foral de Álava han decidido – como otras instituciones públicas – no dar su publicidad a EGIN y a RADIO EGIN, en atención a las demandas del señor Atutxa, el cual, con expresión alucinada y amenazadora, nos comunicó desde la TV su terrorífica idea de que quienes se hacen anunciar en EGIN financian de ese modo las balas que se alojaron en el cuerpo del sargento mayor Goikoetxea.

La otra cara del problema está en el beneplácito o la indiferencia con que la mayor parte de los escritores, artistas, periodistas e intelectuales en general, asisten a esa prolongada acción ilegal que se realiza desde el poder político. Cierto que no era razonable esperar mucho de nosotros. La degradación de los intelectuales no es una noticia de última hora. Se suelen situar en el pasado de los momentos en que ‘estuvimos’ a la altura de las circunstancias; y tampoco entonces fue cierto. A los pocos que estuvimos n los hornos de aquellas luchas nos costaba Dios y ayuda obtener las firmas de los maestros incluso cuando se trataba de casos obvios de tortura o de libertad de expresión. Luego ha sido notoria la complacencia de los intelectuales en su conjunto – salvando pequeños islotes de resistencia, y apartamientos, desmoralizados, de la vida pública – con las altas instancias del poder, a cambio de más o menos importantes satisfacciones, desde el comienzo de la transición democrática.

Yo tomo hoy nuevamente la palabra, como en aquellos malditos tiempos, para denunciar esta corrupción del espíritu que hay en el fondo de nuestra connivencia con el Poder. ¿Tan enfermos estamos que no nos permitimos tener más que aquella sensibilidad que ellos nos permiten (ante las víctimas de los atentados, por ejemplo)? ¿Hemos de mirar con ojos ciegos sus abusos y prepotencias? ¿Cómo no ver por ejemplo, que la práctica de la tortura sigue siendo una evidencia como en los peores tiempos? Sobre esos temas y otros muchos trata EGIN y esta es la voz que se quiere amordazar, ni más ni menos.

También hay la contribución activa de periodistas infames a este linchamiento. El último dato está ahí: se anuncia que va a haber un importante atentado de ETA (los poderes públicos lanzan ese mensaje) y ya el fax de EGIN empieza a recibir heroicas cartas de periodistas que dicen a los redactores del periódico: «¡Ponednos en la lista de los próximos asesinatos!». Este es el fax de los infames, el coro de los forajidos en una mala zarzuela.

Yo no soy un político. Contadme, si acaso, entre los heridos de viejas batallas perdidas. Herido, pero no desaparecido ni muerto, en pocas ocasiones suena mi voz, y os pido que me oigáis en ésta. ¿A quién me dirijo? A los honestos intelectuales y artistas que viven, sobreviven, entre nosotros: sus pequeños islotes de resistencias, donde los comportamientos insumisos son entendidos y saludados aún con mucha fuerza. ¿A quién acuso? A los líderes que sólo piensan en resolver los problemas políticos con soluciones finales, y a sus secuaces públicos o secretos.

Por lo demás, ¿qué es y cómo es este periódico, EGIN? La generalidad de quienes, en la calle y en las tertulias, lo condenan no lo leen. De otro modo no podrían ignorar la presencia en sus páginas de las más encontradas opiniones y – eso sí – las de quienes no pueden expresar las suyas en ninguna otra parte, así como de informaciones verídicas que sólo aparecen en él. Su pérdida sería un acontecimiento muy grave para la libertad de expresión y permanecería como un hecho vergonzoso en la memoria de este pueblo. Sería un episodio funesto para la causa de la paz verdadera en Euskalherria anhelada por todos nosotros.

 

 

05 Diciembre 1993

Yo acuso también

Alfonso Ussía Muñoz Seca

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El celebre ‘yo acuso’ de Emile Zola ha encabezado dos artículos, publicados en los últimos días, con intenciones acusadoras diferentes y muy distante calidad y espíritu. En el primer ‘Yo acuso’, Francisco Umbral denuncia valiente y magistralmente el cáncer intelectual de España, la mansurronería compacta de los grandes santones de nuestras letras y su humillante pavor a todo aquello que pueda ser considerado comprometido contra el poder. El segundo ‘Yo acuso’ lo firma Alfonso Sastres, el buen autor venido a menos, que desarrolla una patética defensa del periódico EGIN, editor de sus colaboraciones y último reducto de sus pasmosas debilidades. Para Alfonso Sastre el registro ordenado por el juez Bueren en los despachos y archivos del diario es un acontecimiento brutal e intolerable y tiene el cinismo la desfachatez y la obsesión paranoica de establecer herencias y equivalencias entre el Tribunal de Orden Público del pasado régimen y la actual Audiencia Nacional. Para Sastre, el asunto es muy grave y de una gran envergadura moral, social y política. Sastre es un pájaro de trino fácil y árbol equivocado, pero al menos se atreve a cantar. Con sus escritos siempre me ha ocurrido lo mismo. Que los leo, que perdono sus tópicos antiguos y lugares comunes, que me asombro, que me entristezco, que me río, y que al finalizar la lectura, no sé a ciencia cierta o incierta si he leído el texto de un perverso o las palabras de un tonto. Para Sastre, EGIN es un periódico plural y abierto, que nunca ha sido utilizado por ETA como instrumento de muerte y pena, que no responde al placer terrorista etarra, que nada tiene que ver con las ‘acciones armadas’ y que está siendo víctima de un infame linchamiento, Alfonso Sastre, el pájaro de fácil trino y árbol equivocado, extrema su perplejo dolor cuando analiza el beneplácito e indiferencia que, ante esta actuación judicial, han hecho gala la mayor parte de los escritores, artistas periodistas e intelectuales en general. Después aprovecha para recordar, más o menos, que él fue un escritor heroico que siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Sobre todo – y esto es mío – a la altura de las circunstancias de su dueña y señora Genoveva Forest, que contribuyó y colaboró activamente para que circunstancialmente, una bomba explosionara en una cafetería de Madrid y se llevara por delante a más de veinte vidas inocentes, que a las modestas alturas de sus humildes circunstancias se encontraban circunstanciados en un quehacer tan tremendo como es el de tomar un café con leche para desayunar. En estas condiciones, desde su cómoda postura convaleciente de ‘herido de viejas batallas perdidas’, Alfonso Sastre acusa a troche y moche con un desparpajo y una autoridad moral verdaderamente sorprendentes. Y vuelvo a lo de antes. Con un cinismo impresentable porque Sastre conoce a la perfección lo que significa EGIN a que se dedica EGIN, quien financia EGIN y qué papel desempeña EGIN en la meditada organización del terror. Por ello, perverso o simplemente tonto, no se tiene en pie su acusación general, ni su vergüenza sentida, ni su militancia en ‘la causa de la paz verdadera en Euskalerría’, como él apunta. Yo le acuso de impresentable y de participante, por perverso, tondo o simplemente calzonazos, de muchas miserias.

Aun comprendo, como columnista, que le preocupe el posible cierre del único periódico que publica sus artículos.

Alfonso Ussía

08 Diciembre 1993

Desde el respeto

Xabier Salútregui (Director de EGIN)

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Carta mandada a todos los periódicos de Madrid, sólo ABC aceptó publicarla.

Señor director: Los convulsivos momentos por los que atreviesa este diario me mueven hoy a dirigir mi palabra a los directores de los diarios, al objeto de pedirles, por esta vez, que sean unas líneas escritas por el director de EGIN las que ocupen un lugar entre sus cartas.

Son ya un cúmulo las valoraciones, análisis y también las acusaciones, infamias y falsedades las que de un tiempo a esta parte (16 años) se están lanzando desde diversas instancias políticas y distinto medios de comunicación sobre mi periódico. Desde mi desconocimiento real sobre los más íntimos y profundos motivos de la inquina personal que muchas de estas acusaciones conllevan, vaya por delante en primer lugar, ante la opinión pública mi declaración de respeto a todas y cada una de las críticas recibidas, desde las más suaves hasta las más virulentas, y mi desprecio más absoluto a las acusaciones, falsedades e infamias difundidas, insostenibles desde la objetividad y la verdad.

Y no quiero olvidarme de que EGIN, como todos los demás medios de comunicación social, debe someterse y se somete diariamente a la crítica de sus lectores, entre los que, naturalmente, se encuentran todos los periodistas de los demás medios y los dirigentes políticos. Sólo así, estoy convencido, la función pública de los periódicos puede fortalecerse.

Debo comenzar por señalar que EGIN siempre, a lo largo de sus 16 años de vida, ha mantenido la misma línea editorial, una línea que ha acarreado nuestra comparecencia ante los Tribunales en numerosas ocasiones sin que con ello se demostrara que estuviéramos cometiendo delito alguno. De hecho, no existe otro periódico en el Estado español que haya tenido que demostrar la legalidad de su trabajo en tantas ocasiones, por lo que estoy legitimado para afirmar que, muy al contrario de lo que se intenta acusarnos ahora, EGIN es quien más veces ha demostrado su inocencia.

Esta reflexión me suscita una pregunta: Si siempre ha mantenido la misma línea editorial, ¿por qué es ahora cuando se desata toda la violencia contra EGIN? ¿En estos momentos, cuando se encuentra en pleno desarrollo de su etapa más abierta, cuando en sus páginas se refleja una amplia gama social y política de Euskal Herria?

Desde EGIN,  y esto quiero subrayarlo, nunca se ha apuntado a periodistas o pelíticos. Nuestras críticas, siempre determinadas, nunca han sido gratuitas y han surgido desde nuestra verdad, que obviamente, no siempre es la verdad, pues esta noes monopolio de nadie.

También desde el respeto, recuerdo desde estas líneas que con EGIN no se respeta la libertad de mercado recogida como derecho constitucional, al ser notables y constatables el amedrentamiento, las coacciones y las amenazas, mediante acusaciones sin fundamento ni pruebas a quienes han visto en nuestro periódico un soporte eficaz para publicitarse.

Desde el mismo respeto y desde la constatación de que EGIN ha atacado sin rechistar todos aquellos acuerdos judiciales que se le han ordenado, pregunto: «¿Quién ha exigido al Gobierno que cumpla lo que los Tribunales le han señalado sobre el pago de las deudas a EGIN?

Todos los que han permitido que EGIN se sostenga durante 16 años mediante la inserción de publicidad en sus páginas son, según las últimas y más delirantes acusaciones, culpables de colaboraciones con ETA. ¿Por qué ahora? ¿Los Gobiernos autonómicos, los Ayuntamientos, las Diputaciones que hasta fechas recientes han insertado su publicidad en EGIN son, o han sido, también colaboradores de ETA?

Y por último, me gustaría, a pesar de que el odio desatado contra nuestro periódico impida a muchos ciudadanos contemplarnos con serenidad, que se compare nuestro respeto hacia los demás con el que a nosotros se nos debe.

Xabier Salutregui

07 Diciembre 1993

'Egin'

Jorge M. Reverte

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Compas, que no hay que confundirse. No perdáis los nervios en esta difícil coyuntura para todos. Mantened la serenidad. Vuestra firmeza reafirma nuestras convicciones. Somos muchos los que estamos en contra de que se cierre vuestro periódico, compas.Compas, contad con nuestro apoyo, con nuestra presencia en primera línea de opinión para defender vuestro derecho a la existencia frente a las tentaciones autoritarias de una parte del Estado y de la opinión pública. No temáis, compas.

Compas, cada vez que sale a la calle vuestro diario, nos invade un aliento de vida. La pena, el miedo, la náusea, la depresión. Multitud de sensaciones que sacuden el cuerpo y el alma. La sensación de estar vivo, de no haber llegado al estado de anestesia que empapa a una buena parte de nuestra sociedad. Os lo debemos, entre otros, a los compas.

Compas, muchos peleamos en su día para que no se cerraran otros medios de información, opinión y movilización para el crimen organizado, como El Alcázar. A algunos les movía el argumento de los puestos de trabajo. A muchos, el miedo a caer en las tentaciones de comportarnos como el enemigo, compas.

Compas, no penséis que tras estas líneas se oculta el menor deseo de que tengáis empleo, os vaya bien en la vida o disfrutéis de las ventajas de la democracia española, que es la misma que la vasca. Lo que deseamos muchos es que padezcáis esas ventajas: que sufráis la sensación de que los otros, nosotros, vuestros enemigos, somos superiores porque no queremos que nadie os asesine delante de vuestros hijos ni detrás de una tapia.

Compas, sois la imagen cotidiana, el ejemplo vivo de que no somos como vosotros, de que no nos dejamos arrastrar por el odio, aunque lo sintamos. A vuestro pesar, vivís en una sociedad que sabe mantener sus principios de convivencia y negación del fascismo, compas.