21 febrero 1924

Unamuno califica al periódico de José Ortega Gasset y Urgoiti como 'papel higiénico' de la dictadura

La Dictadura de Primo de Rivera retira la cátedra de Salamanca a Miguel de Unamuno y acuerda su destierro tras una carta insultando al Rey, al dictador y al periódico EL SOL

Hechos

El 21.02.1924 se hizo pública la sanción.

Lecturas

Don Miguel de Unamuno ha sido desposeído de su cátedra de Salamanca, ante la propaganda disolvente que viene realizando y por estar desacreditado de continuo a los representantes del poder y al propio soberano. Mañana inicia viaje a Fuerteventura, esperándose una calurosa despedida del pueblo salmantino. La señora de Unamuno tiene previsto instalar su residencia en Las Palmas, para poder estar así más cerca de su esposo. El gobierno ha anunciado su intención de aplicar la misma medida a todos aquellos que se dediquen a ‘soliviantar que se dediquen a soliviantar pasiones y a propagar columnas’.

El destierro del Sr. Unamuno se produce después de la difusión en el extranjero de unas cartas en las que atacaba al dictador D. Miguel Primo de Rivera, al Rey D. Alfonso XIII y al periódico liberal EL SOL, que ha respaldado la dictadura, al que el Sr. Unamuno califica como ‘papel higiénico’ del nuevo régimen.

01 Diciembre 2023

CARTA DE MIGUEL DE UNAMUNO

Miguel de Unamuno

Revista NOSOTROS (de Argentina)

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—Lo he escrito (se refiere a un artículo) aprovechando la mudez a que me condenan casos bárbaros del suspensorio, los del ganso real que han ido con S. M. a Italia, que tachan ya sistemáticamente lo que lleva ciertas firmas al pie. Que luego, con otra firma o sin ella, pasa sin dificultad. Y luego los miserables esclavos que emborronan ese papel higiénico que se llama EL SOL- Sol!! –dicen que hay libertad de propaganda liberal y que las izquierdas se contienen el resuello. ¡Miserables! Eso es burlarse de que se calla uno a quien le ponen mordaza. Yo creí que ese ganso real firmó el afrentoso manifiesto del 12-IX padrón de ignominia para España, no era más que un botarate sin más seso que un grillo, un peliculero tragicómico, pero he visto que es un saco de ruines y rastreras pasiones o un fantoche del lóbrego y tenebroso Martínez Anido, el ducho de esta situación tiránica. He recibido una larga carta de don Santiago Alba, en que éste me cuenta, y documentalmente, lo que con él está haciendo esa canalla, y da vergüenza ser español y de que haya hombres civiles, que se creen honrados, que colaboren con esa gentuza corroída de rencores de lenocinio. Aquella invitación a la denuncia secreta ha remejido el pozo ponzoñoso de la que Menéndez Pelayo llamó la ‹democracia frailuna» española, el sentido demagógico inquisitorial, y se está viendo al descubierto el terrible cáncer de España que no es el caciquismo, sino la envidia. Envidia, envidia; odio a la inteligencia. Malo, muy malo era aquello, pero esto es peor. La lepra carlista de los vencidos en 1820 y en 1840 y en 1876, vuelve a brotar: curas y curoides, sacristanes, furrieles y asistentes, ratés (como Maeztu y Granclmontagne) se ponen al lado de esta porquería del suspensorio. Y blasfeman exclamando: justicia! No, de la justicia no se les da un ardite. Que no es justicia insultar a uno e impedirle que se defienda en público, ni es justicia dejar pasar lo que dijo Silvela, de que parte del dinero del juego iba al gobierno civil de Barcelona, y no investigar que hacían con él el Martínez Anido «ése» y la hiena de prensa, el Arlegui que le sirve. Y ese repugnante papel higiénico, aplaude a esa canalla. Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón. ¡Y aun hay que aguantar que hablen de misticismo! ¡Y de nuevo concepto de la libertad! ¡Mejor, Cierva!

Nos están deshonrando. Y luego, mentir, mentir, mentir. Atribuirse, mintiendo, no equivocándose, la casi unanimidad de la opinión pública y mentir en cada problema que atacan. Me han dicho que Marañón iba a organizar, no sé si bajo el amparo del suspensorio o de EL SOL, un partido de izquierda, supongo que monárquico. Le he escrito que no lo haga. Que lo liberal ahora es aguardar, mordaza en boca, y hacer saliva para luego escupir verdades a esa beocia encanallada, y que ya liberalismo y monarquía son incompatibles en España. ¡Quién me había de decir que al acercarme a los sesenta, sentiría el peso de aquella cancerosa tradición, de aquel tradicional cáncer que hacía estallar bombas sobre mi cabeza cuando tenía diez años. ¡Pobre España! ¡Pobre España! Dan ganas de morirse. ¡Basta, que lloro de veras!».

26 Febrero 1934

Réplica a Unamuno del director de EL SOL

Félix Lorenzo

Revista NOSOTROS (de Argentina)

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Madrid. 26 de febrero de 1924. Señores D. Alfredo A. Blanchi y D. Julio Noé, directores de NOSOTROS. Libertad 545. Buenos Aires.

Muy distinguidos señores y compañeros. En el número 175 de la revista NOSOTROS, que ustedes dignamente dirigen y que ha llegado a mis manos con gran retraso, leo una carta particular que el profesor español D. Miguel de Unamuno ha dirigido a un amigo suyo de esa capital y que ustedes dan a la publicidad, acompañándola de frases de cortesía y complacencia.

En esa carta se habla de EL SOL en términos que exigen una contestación mía. Invocando la caballerosidad de ustedes y las prácticas del buen compañerismo, me permito rogar a ustedes que hagan conocer a sus lectores esta contestación.

No puedo ni debo olvidar que el Sr. Unamuno padece bajo el rigor de una sanción del Poder público de España, precisamente a causa de la carta de referencia en la que injuriaba no sólo a EL SOL, sino al Rey y el Jefe del Gobierno. Si se hallase libre y en condiciones de replicar, otros habrían de ser forzosamente los términos de mi carta para estar adecuados a la violencia e injusticia de los suyos. Cuando el Sr. Unamuno vuelva a la normalidad de su vida ciudadana le invitaré a que discutamos públicamente su conducta y la del periódico con cuya dirección me honro. Y ésta no es una amenaza, sino simplemente un emplazamiento.

Dejo, pues, aparte por ahora las injurias que el Sr. Unamuno ha escrito, y no las califico siquiera, que no ha de haber en estas líneas un adjetivo que revele pasión.

España entera, y principalmente sus clases intelectuales, han juzgado ya esta agresión a EL SOL con la mayor severidad.

Pero quiero hacer constar, para que los americanos y los españoles de América sepan la verdad – una verdad pura, no desfigurada por la ira ni por el despecho – que EL SOL no ha hecho ante el movimiento militar de septiembre sino aplaudir lo que tenía de purificador de unas costumbres políticas que venía combatiendo desde su primer número, y que este aplauso ha sido siempre condicionado, estricto, desinteresado y limpio de segundas intenciones.

Desde el 13 de septiembre a la fecha, EL SOL se ha conducido con absoluta independencia – como siempre lo hizo – y bien lo prueba el rigor y frecuencia con que la censura militar mutila y suprime sus escritos; no ha apoyado al Directorio militar sino en lo que en su actuación tiene de provechoso para desterrar de nuestra Patria la vieja política corrompida y corruptora y ni un solo instante ha dejado que desmayase en sus manos la bandera de la libertad y moralidad a cuya sombra fue creado.

No ha dicho jamás EL SOL que en España hubiese hoy “libertad de propaganda liberal”.

Atribuirle semejante afirmación es decir lo contrario de lo que es cierto. Lo que se ha hecho es lamentar vivamente un día y otro, en todas las ocasiones, la escasa vitalidad de que daban muestras las fuerzas liberales de nuestro país ante la grave interrogación que ha abierto un régimen de excepción que tiene un límite cercano impuesto por la conveniencia nacional y por el decoro de la vida civil española.

El que ha querido imbuir a los americanos y a los españoles de América una especia calumniosa contraria a la verdad se verá obligado a responder en la hora oportuna.

De modo, señores directores, lo que queda dicho es cuanto yo pueda y deba consignar, sometiéndome a la mesura que me impone la condición de perseguido por la justicia de quien nos ha insultado.

De ustedes afectísimo seguro servidor, q. s. m. e.

Félix Lorenzo.

23 Julio 1924

Contestando a una agresión. EL SOL y el Sr. Unamuno.

EL SOL (Director: Félix Lorenzo 'Heliófilo')

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En noviembre del año pasado escribió el Sr. Unamuno – libre entonces – una carta injuriosa para EL SOL y sus colaboradores, que apareció inserta en el número de diciembre de la revista NOSOTROS de Buenos Aires. Llegó a nuestro conocimiento dos meses más tarde, cuando su autor estaba desterrado.

No la reproducimos aquí ahora porque lo impediría la censura, pero, aunque la censura nos lo permitiese, no amargaríamos el paladar de nuestros lectores con tal bazofia literaria. La carta-libelo del ilustre pensador no es, en efecto, sino un torpe tejido de insolencias.

Nuestro director envió a NOSOTROS la siguiente rectificación que la revista bonarense publicó en su número de marzo.

La hora oportuna que se expresa en la carta transcrita ha sonado. El Sr. Unamuno tiene ya la pluma libre, y desde donde quiera que se halle puede explicar sus injurias – si las injurias tienen explicación posible – Liquidemos, pues, nuestra cuenta.

No nos mueve la pasión. No nos mueve el rencor. Nuestros lectores saben que escribimos presididos y aconsejados por la serenidad y la templanza. Pero tampoco podemos dejar que permanezcan flotando en un ambiente, siempre propicio a la malidicencia,     que nos hieren en lo que más amamos: en nuestro decoro, en nuestra independencia y en la pureza de nuestro liberalismo, y mucho más si esas afirmaciones vienen de un hombre QUE NO POR PROCEDER A MENUDO COMO UN INSENSATO deja de merecer por su sabiduría, por su talento y por sus virtudes profesionales, el respeto y la admiración de todo el mundo.

El eximio profesor de Salamanca vuelve a dejarse arrebatar por las más insanas pasiones, y por una sobre todo: el desaforado amor a sí mismo, SU ANSIA DE NOTORIEDAD, SU AVIDEZ DEL COMENTARIO PÚBLICO LE HAN LLEVADO A COMETER FRECUENTEMENTE INJUSTICIA, BAJEZAS Y LOCURAS.

El Sr. Unamuno ha sido colaborador de EL SOL. Entre los colaboradores de EL SOL tiene y siempre tuvo sus más conscientes y sinceros admiradores. Dejó de ayudarle porque quiso. ¿Por qué de pronto nos insulta? Porque EL SOL, enemigo desde que nació de la vieja política, se alegró de que alguien, cualquiera, la destruya y la descuaje.

Será curioso recordar cómo empezó el odio EL SOL del Sr. Unamuno. Habíamos escrito en los primeros tiempos del Directorio algo que molestó al Sr. Cierva. El Sr. Cierva se dio de baja en nuestras listas de suscripciones y nos permitimos comentar con un poco de humor el enfado del Sr. Cierva. El Sr. Unamuno nos escribió dándose también de baja porque el suelto relativo al Sr. Cierva le había indignado.

Ya sabe el político conservador donde tiene – o tenía entonces – un inesperado amigo.

Hemos escrito estas frases de alta consideración para el Sr. Unamuno – todo nos parece poco para el Sr. Unamuno como pensador, como hombre culto, como poeta. Sus libros universalmente admirados, han contribuido a elevar en el mundo entero el nombre de España. PERO UNA COSA ES LA PERSONALIDAD CIENTÍFICA Y LITERARIA DEÑ SR. UNAMUNO, Y OTRA SON SUS FANTASÍAS Y DESBORDAMIENTOS POLÍTICOS Y SUS DESCARRIOS PASIONALES. No cumpliríamos nuestro deber si no saliéramos al paso – aun exponiéndonos al reproche y a la ira de muchos que le admiran menos que nosotros – DE LOS MALES QUE ESTE HOMBRE SINGULAR PUEDE OCASIONAR A LA NACIÓN. DEBEMOS DECIR, PUESTO QUE AHORA SIN FRENO YA, VA A LANZARSE A LA POLÍTICA, CUAN PERTURBADORA PUEDE SER SU ACCIÓN EN LA POLÍTICA.

España necesita para reconstruirse que cada cual trabaje en su propia esfera de acción. La del señor Unamuno está bien delimitada por sus estudios y sus aptitudes y fuera de ella sólo puede actuar como disolvente y desconcertador.

Ha podido en sus largas horas de destierro alzar el corazón en amor y provecho de esta España a quien tanto ama “que tanto le duele” y no ha querido más que ENFANGAR SU PLUMA EN GROSERÍAS LIBELEICAS.

En todos estos meses no le ha funcionado bien más víscera que el hígado.

Acabaremos por hoy recordando al Sr. Unamuno, puesto que de las secreciones de su hígado hemos sido víctimas, y puesto que ahora más que nunca es virtud conveniente la civilidad, esta bella frase que nos escribía en una amable carta, cuando todavía era suscriptor nuestro el Sr. Cierva.

CIVILIDAD ES URBANIDAD Y DECENCIA.

Sea urbano y civil si quiere que no olviden que es sabio y talentudo.