21 octubre 1991

La dirección de TVE coloca a María Teresa Campos en las mañanas con ‘Pasa la Vida’, magazin con sketch, en lugar de ‘La Palmera’ de Jordi González

Hechos

El 21.10.1991 se estrena en TVE El programa ‘Pasa la Vida’.

23 Octubre 1991

A la Campos, puerta

Javier Goñi

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A mí no me gusta el estilo de María Teresa Campos y sí me gusta el de Jordi González. A mí me irrita Pasa la vida, a mí me entretenía La palmera. A mí, es así; a usted, seguro, es lo contrario. Pero ¿son más ustedes o nosotros? ¿Se miden estas cosas en plan científico? ¿La palmera, por ejemplo, tenía el patio de butacas semivacío? ¿El pueblo soberano se ha lanzado, estas semanas pasadas, a la calle pidiendo el regreso de María Teresa Campos? ¿Los gritos de las patrullas ciudadanas, de los noctívagos de Cáceres, la gomados de las hienas no nos han dejado oír el clamor popular: Cámposcámposcámpos? Si es así, que yo no lo sé, hago mutis por el foro; me dejo convencer. Se está haciendo mucha sociología barata en torno a la sobremesa del ama de casa y parece que para esa hora todo vale. ¿Es así porque la audiencia lo pide o la audiencia se engancha a aquello porque no se le ofrece otra cosa? ¿No se podría probar y ver cómo, sin ninguna duda, la audiencia, que es siempre inteligente, se engolosina con lo inteligente? Tablas no le faltan a la Campos, y con tablas puede uno hacerse una barquita y abandonar la isla de Viernes o, si se quiere, la isla del tesoro. Capacidad histriónica no le falta a la Campos, y siendo una eximia actriz puede bordarse «La voz humana», de Cocteau, o hacer una piececita bienintencionada con la basca del (antiguo) teatro universitario que tiene en el plató. Con un hombre dormido al lado se monta una el célebre monólogo de Joyce o con un hombre que ronca se monta la Campos el monólogo de «la mujer del chándal». Hablando de «la mujer del chándal», esa sección, que inauguró la Campos (como la Xirgú, tiene un Lorca que le escribe) el lunes, ¿va a ser un homenaje a la mujer española o una sangrante parodia? La Campos es de esas mujeres admirables, conocedoras como pocas de la sensibilidad femenina, que cuando oyen un comentario despectivo sobre las «marujas» echan (casi) mano de la tijera de podar. Y, sin embargo (es opinión, puedo estar totalmente equivocado), para mí tengo que pocas veces se ha hecho burla tan descarnada de las «mujeres en chándal», que las hay, y bajan a la compra de tal guisa (y ellos también, a ver), como en la charleta del otro día. A mí la Campos me pone un poco nervioso, así que, reconociendo esta particularidad, me autoexcluyo definitivamente de su programa, me reafirmo en que está por ver que las tardes estaban necesitadas del numerito de la Campos, y como debo estar en minoría me retiro. Qué vacío en mi vida, quién querrá compartir esa hora conmigo (las proposiciones honestas y serias a la mercería de Pombo; contestaré a toda señorita corazónsolitario).