23 febrero 1990

La querella, presentada instancias del ministro Enrique Múgica, pide de 6 a 12 años de cárcel contra el dibujante

La Fiscalía General del Estado se querella contra el YA por una viñeta de Ramón calificando al TC de ‘Tribunal prostitucional’

Hechos

El 23.02.1990 el YA anunció que el ministerio fiscal se había querellado contra ellos por una viñeta realizada por D. Ramón Gutiérrez ‘Ramón’.

Lecturas

El periódico YA, dirigido por D. Miguel Larrea, considera que ‘el chiste’ es la querella.

¿UNA QUERELLA DE LEOPOLDO TORRES O DE SU ANTECESOR JAVIER MOSCOSO?

LeopoldoTorresMoscoso1989 D. Leopoldo Torres y D. Javier Moscoso

La querella contra ‘Ramón’ ha sido presentada por el Fiscal General del Estado, D. Leopoldo Torres. Se da la circunstancia de que el Sr. Torres es un viejo conocido de ‘Ramón’, dado que fue abogado defensor de este en 1975 por un dibujo publicado en Hermano Lobo. En aquella viñeta un juez preguntaba a un acusado si conocía sus derechos y ante la respuesta afirmativa de éste espetaba: «¡Pues olvídelos!».

Preguntado ‘Ramón’ por ello, este ha mostrado su convencimiento de que la querella aunque presentada por el Sr. Torres fue redactada por su antecesor, D. Javier Moscoso, que era quien ocupaba el cargo de Fiscal General en el momento de publicarse la viñeta en cuestión.

23 Febrero 1990

Un chiste de querella

Editorial (Director: Miguel Larrea)

Leer

El ministerio fiscal ha presentado al juez una querella criminal contra un chiste de Ramón, publicado en este periódico, en la que solicita para el dibujante una pena entre seis años y doce años de prisión.

El lector juzgará por sí mismo la entidad del supuesto agravio al Tribunal Constitucional – la querella detecta ‘manifiesto de ánimo de descrédito y vilipendio” – que no pasa por ser una crítica, naturalmente, con el limitado lenguaje gráfico, semejante a otras que por escrito se han formulado, por la manifiesta proximidad del alto tribunal a muchas de las tesis gubernamentales.

En cualquier caso es grave en democracia no encajar con deportividad la humorada de un dibujante. Pero es ya un despropósito pretender para él una pena de hasta doce años de cárcel. Quienes han orquestado esta manifiesta campaña contra la prensa, o han perdido los nervios o han perdido el criterio. Y no se sabe qué es peor para las libertades, la de expresión en primer lugar.

27 Febrero 1990

Ramón

Francisco Umbral

Leer

El humorista gráfico, por naturaleza, tiene una sola, única y constante musa: el Poder. El humorista de Prensa tiene que ser monográfico, en una democracia (y a poder ser en una dictadura). Ahora han embaulado a Ramón por un chiste, con decisión que está entre lo dictatorial y lo no/democrático. Veamos los actuales maestros del humor gráfico y el Poder: el Poder, para Mingote, es una señora gorda y enjoyada que tiene un marido del grupo mixto. Para Chumy Chúmez, es un esqueleto con chistera y puro explicándole a un obrero de boina que fumar mata. Para Máximo, es una arquitectura impracticable, un ministerio con las escaleras equivocadas. Para Ops/El Roto, un gran esturión de smoking, tomándose su propio caviar. Para Peridis, el Poder es Felipe González en una columna, no a la que se obstina en subirse, sino de la que no sabe cómo bajarse. Para Forges, es lo que tiene melancólico al Blasillo. Para Summers, el Poder, más que el puño y la rosa, es el puño y la higa. Para Ramón, que ahora va camino del trullo, el Poder son doce años de cárcel, que es lo que le piden por un chiste. Uno, cada día más aferrado a Montesquieu, distingue entre el poder jurídico y el ejecutivo. El poder jurídico allá con su juridicidad, que me lo dijo Montesquieu mientras esnifábamos su rapé persa. En cuanto al Ejecutivo, ahora con mayúscula, que es el que parece afectado por el chiste de Ramón, hay que decir que el niágara Guerra/EL MUNDO/Sevilla les tiene hecha la picha un lío y ya andan ceguerones. Globalicemos: una democracia, y menos una democracia democrática, no puede consentir que a un joven dibujante (Ramón es joven) se le apliquen doce años de trullo por una caricatura, una frase, una coña marinera. Cuando el Poder llega a esta crispación grande ante lo pequeño, es que está crispado. No sé cuáles serán sus problemas, pero el problema del Gobierno, desde luego, no se llama Ramón. Ramón es sólo el chivo emisario, la virgen de la tribu, el cordero sacrificial. Está pagando o va a pagar por otros. El socialismo democrático (qué pena autobiográfica por la propia utopía), principia a aficionarse a la guillotina, «ese Goncourt del crimen» (Celline). A Ramón lo parió o lo amamantó una loba, como a Rómulo y Remo, o sea Hermano Lobo, donde lo aggiornamos entre todos (antes había dibujado en «Pueblo»). Era el tardofranquismo y Ramón tenía algo de un Chumy naïf. Chumy le puso Lermontov, porque el pelo violento y rizado le hacía un tupé de romántico ruso. Hace tiempo que no veo a Ramón (al hermano lobo nos lo mataron los de Icona, supongo, con sus desayunos de estricnina para alimañas, que de nada les vale tener allí dos grandes prosistas, como Ramón Hernández y Norberto C. Araúz), y por eso conservo de él la imagen pastoral y revolucionaria de un chico que iba/venía a por todas. Ha hecho una carrera brillante como humorista, pero las carreras brillantes, en España, suelen terminar en Carabanchel, que tampoco es mucho mejor que la Academia. No sé si los tres poderes del maestro (que a fin de cuentas era un modéré) han caído en que están llevando una oveja a mataderos negros de Chicago. La democracia está para eso, coño, para aguantar lo que le echen, mayormente si lo que le echan es el dibujo infantil y la intención traviesa de Ramón. Constatamos que nos afecta, o sea que cuando un PSOE/Gobierno con la inmensa mayoría de los votos y las inmensas minorías del Congreso a su favor (órdenes mendicantes como la de Suárez), se pone así de histérica por un chiste, es que, con la tercera legislatura (la de castigar, como explicábamos aquí), ha entrado en la menopausia. Viva el humor, la risa, la ironía y el sarcasmo, viva la bagatela, grito del 98, y viva Ramón, ramonazo, que es hoy el niño perdido entre los doctores negros.