15 junio 1989

La Agrupación Electoral José María Ruiz Mateos logró dos diputados en las elecciones al Parlamento Europeo

Al ser elegido eurodiputado José María Ruiz Mateos gana la inmunidad parlamentaria, deja de ser prófugo de la Justicia y se suspende la petición de 30 años de la fiscalía

Hechos

En las elecciones europeas de junio de 1989 D. José María Ruiz Mateos y D. Carlos Perreau fueron elegidos eurodiputados por la candidatura de Agrupación Electoral José María Ruiz Mateos.

Lecturas

EL OTRO EURODIPUTADO, EL YERNO

D. Carlos Perreau será el segundo eurodiputado de la Agrupación Electoral José María Ruiz Mateos. El Sr. Perreau está casado con una de las hijas de D. José María Ruiz Mateos.

21 Junio 1989

La España de Frascuelo

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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RUIZ-MATEOS ya ha conseguido lo que se proponía: obtener la inmunidad parlamentaria. El desenlace ilumina retrospectivamente iniciativas que en su día pudieron parecer chocantes. Este señor está acusado de apropiación indebida, fraude a la Seguridad Social, operaciones ilegales de divisas, injurias al jefe del Estado, falsedad, estafa y otros delitos. Para evitar ser juzgado, el ex propietario de Rumasa ha recurrido a todo tipo de procedimientos, legales o no, el último de los cuales fue renunciar a última hora a su defensa. Las reiteradas declaraciones de Ruiz-Mateos sobre su voluntad de comparecer ante la justicia resultan, por tanto, claramente contradictorias con una práctica deliberadamente orientada a sustraerse a su acción.Sus interesadas maniobras dilatorias se han visto favorecidas por la no desinteresada colaboración de determinados animadores del cotarro nacional empeñados en convertir al ridículo actor sin público en figura señera del espectáculo. Tras el éxito de su colaboración, algunos han esbozado tímidas lamentaciones; pero otros, astutos, le han dado vuelta al argumento y ahora afirman que todo ha sido una calculada operación del Gobierno destinada a quitar votos al partido de Fraga: «¿Por qué, si no, no le detuvieron?». Claro que si le hubieran detenido -como debió hacerse-, esos astutos estarían ahora diciendo que el encarcelamiento del empresario había sido una maniobra destinada a convertirle en una víctima a fin de arrebatar votos a la derecha.

Lo cierto es que, con o sin estas ayudas, Ruiz-Mateos ha obtenido más de 600.000 votos. La discusión sobre si se trata de votos potenciales del PP o de la extrema derecha carece de sentido. En España, el voto franquista residual se refugió en el partido de Fraga, si bien, a estas alturas, constituye un componente minoritario del mismo. Este franquismo latente, más bien nostálgico, carece -a diferencia de la extrema derecha francesa o alemana- de densidad ideológica. Se agota en el gesto. Si alguien enarbola una bandera, van detrás. Pero no por identificación con unas ideas o un programa. El de Ruiz-Mateos lo conocimos ayer: «Dios, Papa y propiedad privada». Al parecer, es lo que va a proponer en Estrasburgo. La España eterna, luz de Trento y martillo de herejes, devota de Frascuelo y de María, aportará así su granito de arena a la construcción europea. Desde luego, es un voto antisistema, gratificante como gesto para defraudadores del fisco y aspirantes a estafadores. Pero no es el germen de nada, sino el residuo de algo.

18 Junio 1989

El voto a Ruiz-Mateos

ABC (Director: Luis María Anson)

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El 23 de febrero de 1983 el Gobierno socialista cometió el más costoso de sus errores. La equivocación fue sobre todo de procedimiento más que de fondo. En la cuestión sub judice, no queremos entrar. Las irregularidades y posible derrumbamiento del voluminoso holding financiero e industrial de Rumasa eran ciertamente alarmantes. Pero el Gobierno, en lugar de abordar el problema con prudencia y cautela, apartándose del consejo del Banco de España, expropió Rumasa, abriendo un proceso que dista de haberse cerrado en la conciencia de la opinión pública española. El violento allanamiento por la fuerza pública de las sedes sociales del grupo antes de la entrada en vigor de la norma expropiatoria: el desprestigio ocasionado al Tribunal Constitucional, sometido a irresistibles coerciones por parte del Gobierno con el saldo final de la dimisión y expatriación de su presidente: la inexistencia de cualquier beneficio social subsiguiente a la expropiación que ha requerido, por el contrario, la apelación – hasta ahora – de un billón de pesetas de los contribuyentes españoles, y, sobre todo, la opacidad, los copiosos indicios de tráfico de influencias, clientelismo y corrupción en una reprivatización vergonzosamente sustraída al control parlamentario, son los jalones más llamativos de una penosa peripecia cuyo más increíble episodio consistió en la sana fiscal de pretender sancionar con treinta años de reclusión el cachete propinado por Ruiz-Mateos al ex ministro Boyer. La bofetada aquella fue un acto de violencia inadmisible, pero la reacción del Gobierno resultó no ya desproporcionada, sino grotesca.

Que el espectacular éxito de Ruiz-Mateos sea un fenómeno de signo más sociológico que otra cosa no exime del análisis estrictamente político de sus resultados. Glosa que no implica la disculpa de las muchas actitudes y comportamientos reprobables en los que Ruiz-Mateos ha incurrido en su tenaz empeño reivindicativo.

Pero si la razón y sentido de la candidatura del empresario son muy discutibles, no lo es la impecable legitimidad democrática de los votos que la han respaldado. La reflexión sería ociosa de no estar justificada por la histérica reacción que el triunfo de Ruiz Mateos ha provocado en el PSOE y por el espectáculo, manifiestamente injurioso, del tratamiento televisivo en la misma noche electoral. El voto al empresario nada tiene de marginal. No es un voto ‘antisistema’: es un voto expresa y escuetamente anti-Gobierno, y la pretensión de insinuar analogías entre los votos a HB y a Ruiz-Mateos es, junto a calumniosa, de una fragrante inexactitud. El voto a HB respalda a los verdugos: el de Ruiz-Mateos a una víctima. 

Estamos ciertos – y Mingote lo resume admirablemente – que el análisis de los datos confirmará la apreciación de que el voto a Ruiz-Mateos ha sido restado a las fuerzas moderadas del centro-derecha y, más concretamente, al PP. El electorado, con su decisión, más emocional que reflexiva, ha provocado un resultado que – desde la perspectiva de la consolidación del sistema de partidos – no es positiva. Pero los interesados ‘análisis’ que para sostener la tesis del retroceso global del centro-derecha, mandan al limbo de la marginalidad a los más de 600.000 españoles que han votado Ruiz-Mateos incurren en una falacia. Está muy claro el origen de esos votos que en esta ocasión han empleado la utilidad del sufragio para expresar su solidaridad con el empresario andaluz  tan sañudamente perseguido por el poder.