3 diciembre 2005

Se 'convirtió' al Islam tras su matrimonio

La mujer belga Muriel Degauque se convierte en la primera europea que se convierte terrorista suicida islámica en Irak

Hechos

Fue noticia el 3 de diciembre de 2005.

03 Diciembre 2005

El horror de Muriel

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

Muriel Degauque es la primera terrorista suicida europea de la que se tiene noticia. Panadera belga, de 38 años, se fue a inmolar en Irak, donde había fallecido el marroquí con el que se había casado en segundas nupcias y que fue abatido poco después por las tropas americanas en Bagdad, antes de que a su vez hiciera detonar su cinturón de explosivos. Muriel se había adentrado en el islamismo más radical, y había pasado de ponerse velo a llevar un burka en la propia Bruselas. Su caso pone la piel de gallina, pues puede tratarse de un nuevo arquetipo, aunque haya precedentes como el de John Walker, el talibán americano.

El nombre de Muriel ha saltado a la palestra casi a la vez que los ministros de Justicia e Interior de la UE aprobaban, finalmente, un plan para controlar el islamismo radical y violento en mezquitas y prisiones de Europa para contrarrestar la radicalización de jóvenes por grupos que propugnan la violencia. Se contempla la formación de imanes en los valores y la cultura europea. A la vez se establecerá mayor vigilancia en Internet para bloquear las páginas extremistas, y un mayor control de las cárceles, que se han convertido no sólo en lugares de detención de radicales, sino de formación de células activistas en decenas de idiomas que demasiado a menudo desconocen sus propios guardianes. Además de una mayor coordinación y capacidad de reacción policial, los 25 se han comprometido a un mayor control de la inmigración ilegal, para lo que España pidió que un 3% de los fondos destinados a la política de vecindad de la Unión se utilice en medios para reforzar el control de esos flujos en los países de origen. Así se refuerzan a escala europea las políticas nacionales más duras con esta inmigración y la expulsión de radicales no europeos, que se están adoptando en diversos países, como Francia y el Reino Unido.

El reticente Parlamento Europeo deberá pronunciarse sobre la decisión de los ministros de exigir que las empresas de telefonía conserven, a cargo de sus cuentas, entre 6 y 24 meses copia de los correos electrónicos y las llamadas. Es un paso difícil, pero la realidad parece demostrar que es información crucial en esta lucha antiterrorista, como se vio tras los atentados de Madrid y Londres. Los ministros han sido prudentes al exigir que la policía sólo tenga acceso al contenido de esas llamadas y correos con una orden judicial. Se preserva así un difícil equilibrio entre la seguridad y el derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones. Lo que no es seguro es que estas medidas impidan que se multiplique el espeluznante caso de Muriel, que pone de relieve que este terrorismo no tiene fronteras.