15 abril 1980

Su película es acusada de querer atentar contra el honor de la Guardia Civil española

La película de Pilar Miró ‘El Crimen de Cuenca’ es secuestrada judicialmente y ella procesada militarmente

Hechos

  • El 6.02.1980 El Tribunal Militar Permanente número 5 ordenó secuestrar todas las copias existentes del film ‘El Crimen de Cuenca’, dirigida por Dña. Pilar Miró y aún no estrenado en España.
  • El 15.04.1980 Dña. Pilar Miró fue procesada por el Juzgado Militar Nº5.
  • El 30.03.1981 El proceso finalizó con la absolución de la Sra. Miró y el permiso para que la película fuera proyectada.

Lecturas

El 6.02.1980 El Tribunal Militar Permanente número 5 ordenó secuestrar todas las copias existentes de la película ‘El Crimen de Cuenca’, dirigida por Dña. Pilar Miró y aún no estrenado en España por considerar que injuriaba a la Guardia Civil de España. La película acusaba a la Guardia Civil de haber condenado a dos inocentes en 1913.

Dña. PILAR MIRÓ SOBRE ‘EL CRIMEN DE CUENCA’:

EL CONGRESO DEBATE SOBRE ‘EL CRIMEN DE CUENCA’.

El 15.05.1980 el Congreso de los Diputados debatió la situación en torno al crimen de Cuenca.

INTERVENCIÓN DE D. ALFONSO GUERRA (PSOE): «CULTURA EL LIBERTAD»

EL MINISTRO DE CULTURA D. RICARDO DE LA CIERVA (UCD):
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RÉPLICA DE D. ALFONSO GUERRA (PSOE):
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RÉPLICA DE D. RICARDO DE LA CIERVA (UCD):
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23 Agosto 1981

El crimen de Pilar

Francisco Umbral

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El otoño previo de la cultura y la vida social parece que lo hemos inaugurado con dos hechos bélicos: el tropiezo Reagan/Gadafi en el Mediterráneo (los yanquis prefieren bombardear siempre la Atlántida de Platón) y el estreno de El crimen de Cuenca, de Pilar Miró y Lola Salvador, que se firma con pseudónimo masculino, como George Eliot, George Sand Y otras Georges o Georginas del ferninisino romántico y pionero.Así de entrada, me parece que el otoño madrileño va a estar retenido por «lo millitar»: película de Pilar Miró,renovación de la cúpula de los Ejércitos, juicio 23/F. El crinien de Pilar Miró. bien vista la película, es mucho más que una dentincia de guardias, torturas, o no es eso en absoluto. Es un docuniento de época por el cual vernos que el poder político (diputado conservador de Cuenea. Fernando Rey), el poder jurídico Oucz local. Héctor Alterio) y el poder eclesiástico (Luis Vivó, cada día niás actor) han decidido escarmentar al pueblo de Ossa, que siciripre vota izquierda. El factor desencadenante fue la desaparición de un inocente. un supuesto crimen inculpable a dos braceros cazadores y seguramente «rojos». Lo que ha pasado a la historia costumbrista de España como «el crimen de Cuenca», y lo que los represores vieron en su día como el crimen de Pilar Miro, no es un burdo enfrentamiento guardias/ pueblo, sino una satánica y mediocre nianlobra política de la derecha madrileña y la derecha local para corregir las malas tendencias electorales de un pueblo conquense. Civiles contra civiles. Administración contra administrados. Lo de casi siempre.

Así, a esta luz, me gustaría ver y que se viera la renovación del generalato (dicen que inspirada por militares a lo Alfredo de Vigny: Díez-Alegría y Gutiérrez-Mellado). No como una tierra de escalillas. sino corno un ensayo de aprominacíón entre poderes, a fin de que ninguno de ellos pueda ser nunca manipulado por el otro. Y a esta luz, ayer temblorosa y hoy segura, del cine. habría que entender el juicio 23/F, cuando sobrevenga: como otro intento de resolver los malentendidos entre la calle y sus guardias, entre el guardia. el civil y la Guardia Civil. Si algo queda incompleto en el 23/F, como en El crimen de Cuenca es la insidia de los civiles en la sombra, el conven cimiento de que toda violencia es «ideológica». y esto puede sostenerse leoítimainente desde un entendirniento materialista de la Historia. Los profesionales de la fuerza son ideologizados» por los profesionales de las «ldeas». El crimen de Cuenca se comete siempre en Madrid. En el estreno, Fernando Díaz-Plaja, Claudia Gravy, Toni Cortés, Tote Trenas, María Asquerino (que va a protagonizar mi próximo libro).Marisa Paredes, Antonio Casado, Carmen Conde, un «todo Madrid» de ur.,encia. retinido telefónicam ente en torno a Pilar, su «crimen» su niño. El Cepa, prestinta víctima de los presuntos asesinos, pienso que winos un poco todos los españoles, con la boina calada hasta la retina: ni lentras hacernos una vida anónima, constietudiriaria. cotidiana y a lo mejor feliz, algulen está padeciendo por nosotros, porque en nombre nuestro. en nombre del pueblo, del orden, de lo civil, de lo general, se cometen todas las calamidades. Lo más cómico de los salvaesparias es que España casi nunca se entera de ellos. Lo militar, ya digo, parece colorear va una rentrée que no ha empezado, y el primer encuentro lo gana mi querida PiIar. asi como en contrapartida, Reagan le ha ganado a Gadafi. Pero sería lóbrego persuadirse de que el conflicto de España es «lo milítar».

No. Hay civiles en la sombra. guiñándose el ojo por encima de los galones más honrosos y heroicos. Lo militar se sucede a si mismo saludablemente y el tejerisino se agota en Tejero. El crimen de Cuenca suele ser cosa de civiles.

29 Marzo 1980

¿Pilar Miro, ante la jurisdicción militar?

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera Cortázar)

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EL PARLAMENTO es soberano y sujeto del máximo respeto. Ello no obsta para recordar al presidente del Congreso y a los de las respectivas comisiones -en particular la de Justicia- que debieran dar mayores muestras de un criterio de prioridades legislativas que acabe rápidamente por normalizar jurídicamente el Estado democrático. A este respecto, su responsabilidad está por encima de la disciplina partidaria de UCD, que alcanza niveles de gregarismo. Los diputados centristas de la Comisión de Justicia del Congreso cuecen aún de instrucciones competentes de la dirección de su partido sobre un proyecto legislativo de grave repercusión pública, como la reforma del Código de Justicia Militar, que lleva meses en punto muerto. Y se da por ello la paradoja de que una sociedad civil y democrática sigue globalmente sujeta a un Código de Justicia Militar que en todo Occidente sólo se aplica a los militares.Albert Boadella y su grupo teatral Els Joglars, los responsables de un comic editado por El Viejo Topo, el director de Diario 16 o el de Sábado Gráfico, Mario Onaindía, tantos otros cuya lista por el momento puede cerrar Pilar Miró, directora de El crimen de Cuenca, ven trasvasadas sus responsabilidades civiles a la jurisdicción castrense. Parece como si el Ejecutivo y la minoría simple del legislativo (que lamentablemente para la clarificación política del país son fotocopia el uno de la otra) se hubieran empecinado en confrontar la institución militar con la sociedad civil.

En tanto no se reforme el obsoleto Código de Justicia Militar esta jurisdicción se ve impelida a aplicarlo. Podría decirse que a ello le obliga en parte su disciplina y la severidad con que los militares aplican sobre sí mismos su propio código, el único que contradice el derecho natural y que condena rigurosamente a un hombre por intentar salvar su propia vida. Esta ley, que rige para quien voluntariamente elige la carrera de las armas o para quien se ve compelido a ella por obligaciones de la defensa nacional, no puede ser entendida en tiempos de paz por actores, periodistas, escritores, directores cinematográficos, simplemente por los paisanos. Y su vigencia resulta anticonstitucional. Por eso los jueces militares deberían ser más sensibles a las demandas sociales y a la Constitución y suplir ellos con su buen entender los fallos de la clase política a este respecto.

Pero, en tanto el partido del Gobierno y sus diputados continúen sin atreverse -no es otro el verbo- a delimitar democráticamente la ley castrense, la jurisdicción militar no hace, a la postre, otra cosa que aplicar las leyes. Con todo su trasfondo inevitable de traspaso de responsabilidades sociales a la institución militar o a un cuerpo -en este caso- como el de la Guardia Civil, al que el propio Gobierno debiera tener el suficiente respeto como para evitarle el trance de retrotraerlo a una situación histórica como los sucesos del crimen de Cuenca.

Aquel fue un error judicial del que se arrepintió públicamente el Gobierno de la dictadura de Primo de Rivera. Un suceso desdichado, pero ya prescrito, narrado en varios libros y hasta contado en coplas de ciego. Ahora una película de Pilar Miró, y más concretamente unas escenas de tortura física a manos de unos guardias civiles, puede sentar en, un banquillo militar a una afamada profesional de la cinematografía y la televisión como Pilar Miró, provocando otro artificial y estéril roce entre un cuerpo armado y la sociedad civil.