23 marzo 2001

Berlusconi asegura que el que fuera director de su periódico durante años es un mentiroso y la derecha italiana lo considera un traidor

La televisión pública italiana entrevista a Indro Montanelli para que ataque a su exjefe Berlusconi y pidan el voto para la izquierda en plena campaña electoral

Hechos

El 24 de marzo de 2001 Indro Montanelli pidió el voto para la izquierda en el programa «Il Raggio Verde» con el Sr. Alain Elkann.

01 Abril 2001

La ofensa que honra

Carlos Nadal

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Hay una gran prensa italiana. Una prensa que se puso al día de las exigencias actuales de la comunicación sin perder la solvencia y la solera de su tradición, ni renunciar a su papel de pilar imprescindible para que la democracia lo sea de verdad. El despliegue de la infografía y los espacios dedicados al ‘giallo’, el amarillismo del suceso, no implican renuncia a las mejores cotas de extensa información y la sólida aportación de análisis y opinión.

Suele ser una prensa equilibrada. Cuenta mucho en el país. Amplio y de especial calidad, el repertorio de sus articulistas, analistas, editorialistas, en la pluma de periodistas, a veces de una larga historia profesional, con los que se puede estar o no de acuerdo, pero difícilmente negarles su amplia formación y aptitud. Se trata de verdaderos conductores de opinión en quienes el oficio periodístico supone una importante base cultural y la capacidad de expresarse con galanura literaria. Hay firmas de mucho peso.

A diferencia de la empresa familiar que dio prestigio a la prensa italiana, hoy sus promotores no lo son estrictamente del mundo de la edición sino de los negocios en mayor amplitud. Los Agnelli, Gardini o De Benedetti, el Gotha de empresariado italiano. Este hecho no ha afectado al valor intrínseco del producto. El periodismo italiano no ha perdido cualidades. Y, lo que importa mucho, la independencia profesional.

Se dijo en la época hegemónica de la Democracia Cristiana que la prensa italiana estaba mediatizada por un tipo de política deseosa de no ser escudriñada con criterios independientes. Y ahora la duda es que la prensa no sea mediatizada desde su mismísima médula, la propiedad. Tómese esto como se quiera. Pero la gran prensa sigue siendo ineludible punto de referencia como contrapeso a una política italiana en la que es cada vez más difícil discernir el grano de la paja, lo que es o no apropiado, lo aparente y lo de fondo.

Si en torno a la Democracia Cristiana todo era críptico, florentino, tanto en la famosa finezza de que alardeaba Andreotti como en la oscuridad manchada por la delincuencia que reveló la operación judicial Manos Limpias, el berlusconismo ha creado un hacer político de métodos de televisión de masa e hinchada futbolística. Se ha dicho que al uso del florete ha sucedido el tajo de la espada. El populismo, la simplificación. El pigliatutto, que se puede entender en español como ir a por todas sin mirar en el cómo.

Berlusconi, que es hábil, ha empleado sus talentos tanto intelectuales como dinerarios en la formación de un equipo de buenos estrategas. Y él alterna su capacidad de seducción con demagógicas sucesiones de victimismo y de agresiones verbales. Si se ve enredado en causas judiciales, la justicia es roja. Si se le denuncia la incompatibilidad de sus intereses económicos con la aspiración a gobernar, estima que hay contra él un ánimo persecutorio. ¿Cuántas veces ha dicho de la mayoría de centroizquierda que es comunista=

Ahora, acercándose ya la jornada electoral del 13 de mayo, las denigraciones berlusconianas suben de tono. Así ocurre en estos días cuando en su ir a por todas ha lanzado sus dardos contra la persona eminente del periodista Indro Montanelli. Una manera de atacar a la gran prensa escrita italiana, a la independencia de sus profesionales.

Berlusconi dice de Montanelli que ‘sólo sabe mentir’ y otras lindezas por el estilo a causa de que el ilustre escritor escribió que piensa votar al centro-izquierda. Hay muchas maneras de responder a un periodista que declara libremente sus preferencias electorales. Berlusconi ha empleado la más inadecuada. El ataque en el terreno profesional y personal. Mal camino. Precisamente por tratarse de Montanelli, de quien un articulista ha dicho que es como un icono del periodismo italiano.

A sus 92 años, Montanelli tiene detrás n historial ejemplar. De honradez personal. EL también ilustre y veterano periodista Enzo Biagi ha escrito de él que es ‘la probidad en persona’. Es patente su honestidad intelectual y periodística. Montanelli es un patrimonio de Italia. No en vano ha escrito su historia en varios, sugestivos volúmenes, donde historiar es una manera de hacer periodismo vivo.

La larga presencia de Montanelli en la prensa italiana y extranjera (desde hace años LA VANGUARDIA se honra con su colaboración) le aporta la autoridad de su cultura y su fino saber de los hombres y los acontecimientos. Montanelli ha constituido siempre un ejemplo de sinceridad, de independencia. Es la cara opuesta de la mentira. Es la lucidez al servicio del lector, una voz contra la confusión y el engaño, un elegante lograr escribir como de persona a persona con la ayuda frecuente de la mejor ironía.

Por ser libre, desde la izquierda se le ha tachado a veces de reaccionario y desde la derecha poco menos que de rojo. La verdad de Montanelli es la de Italia. Fue fascista y los fascistas le sancionaron profesionalmente y llegaron a encarcelarle. Vuelto al CORRIERE DELLA SERA después de la guerra, lo abandonó años después por no compaginar en determinado momento con el que consideraba filoizquierdismo de la redacción de este periódico. Fue herido por las Brigadas Rojas en los turbulentos y dramáticos años de plomo.

El afán de independencia de Montanelli le llevó al fracaso en sus dos intentos de disponer de un órgano propio. En IL GIORNALE precisamente necesitó el apoyo monetario de Berlusconi que éste entendió como el derecho a utilizar el periódico y a su director como trampolín de su lanzamiento político. Montanelli rompió el malentendido yéndose. La experiencia de su creación, LA VOCE, fracasó por falta de soporte económico. Montanelli no tiene madera de empresario. Lo suyo es estar en la brecha periodística. Hablar de Montanelli es hacerlo de su libertad de criterio, de un hombre comprometido con los vaivenes de un tiempo a la vez fructífero y trágico que no por esto ha renunciado a utilizar el revulsivo de una conciencia exigente. Siempre sin trampa. No es hombre acomodaticio ni dado a relativizar los valores, aunque lo haga con un talante comunicativo de comprensión sin claudicaciones. De manera ágil y directa. Su alarga, intensa vida de hace mirar en torno sin mitificaciones, pero nunca se ha dejado llevar por la jeremiada, el resentimiento o el abandono. Es la suya una mente en estado de alerta, abierta y sin prejuicios. En la línea humanista de Montaigne.

Atacar a Montanelli, que nunca ha pretendido ser inatacable, es hacerlo a la más noble tradición del periodismo europeo. Haberlo hecho dice más sobre Berlusconi que su facilidad para confundir lo propio y lo público y la exaltación personalizada de su papel político en Italia. Vlae en este caso aquello de que hay ofensas que honran.