25 junio 1997

La TVE del PP ficha a Norma Duval para presentar el programa ‘Espejo Secreto’ después de que esta hiciera campaña a favor de José María Aznar en las últimas elecciones

Hechos

  • El 1.01.1997 Dña. Norma Duval presenta la gala Empieza con La Primera en TVE.
  • El 25.06.1997 Dña. Norma Duval presentó el programa ‘Espejo secreto’ en TVE.

27 Junio 1997

Intuía que después de la victoria «pepera»...

Carlos Boyero

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Intuía que después de la victoria «pepera» me iba a encontrar hasta en la sopa con una musa a la altura de su sentido lúdico, estético e intelectual. Me refiero a Norma Duval, ese refinado pedazo de carne dotado de tanta naturalidad, sonrisa permanente y jamás impostada, exquisita capacidad expresiva, dialéctica profunda, indisimulable cultura clásica y vanguardista y una elegancia etérea que sólo puedo asociar con Audrey Hepburn, Gene Tierney, Andie McDowell, Inés de la Fresange y Carolina de Mónaco. Comprendo que la citada dama despierte la libido de sus consecuentes admiradores. En su impagable curriculum figura haber sido gran vedette en los espectáculos de Esteso. También acaparó el protagonismo en el Folies Bergère (no el que inmortalizó la pintura del deforme Lautrec, sino el actual paraíso de los ganaderos de provincias) y sospecho que en tiempos rancios Norma Duval hubiera sido una temible rival de la desgarrada Maña de El Molino o de la legendaria Addy Ventura. También la recuerdo en Telemadrid promocionando artísticos spots sobre abrigos de visón a módicos precios y al alcance de la clase media. Y por supuesto, no tiene nada que envidiar en el arte de la danza a Cyd Charisse ni a Ginger Rogers.

Para alimentar el infinito arrobo que siento hacia esta mujer irrepetible, la imaginativa audacia y la astuta originalidad de los nuevos y celosos guardianes de la televisión pública le han ofrecido la presentación junto al cálido maniquí Andoni Ferreño de una sutil variación del ingenioso Inocente, inocente, titulado Espejo secreto. Si en el modelo primitivo los liviana o ferozmente puteados por las bromas de la cámara oculta eran esa fauna tan pintoresca de «los famosos», aquí son ellos los que se prestan a que nos descojonemos ante el estupor de la gente anónima que cae en sus juguetonas garras.

En la primera entrega le encargan el cebo a un heterodoxo grupo de famosos. A Quique San Francisco, señor con tanto morro como buen actor, a la muy moderna y simpática Amparo Larrañaga (posee «talento actoral», afirma el revolucionario lingüista Ferreño), a la limitada sex-symbol Esther Arroyo y a Vizcaíno Casas, «un magnífico escritor y todo un caballero» según la autorizada opinión de la cultivada lectora Duval. Algunas de las putaditas tenían gracia en su concepción, muy poca en la realización. En la banda sonora escucho el inconfundible arrullo del colibrí Julio Iglesias: «Soy un truhán, soy un señor, amo la vida y amo el amor». Me han contado que en su último recital en Madrid, el amador se despidió con un: «I love you, Presidente Aznar». Normal. Se admiran y se merecen mutuamente.