20 octubre 1934

Se han convertido en la mayor amenaza para el Gobierno del Kuomintang de Chiang Kai-shek por encima incluso de los invasores japoneses

Los comunistas chinos de Mao Zedong alcanzan Yan´an y dan por finalizada su «Larga Marcha»

Hechos

El 20.10.1934 Mao Zedong dio por finalizada la marcha de los 7.000 miembros del Partido Comunista de China.

Lecturas

Mao expuso el 27 de diciembre de 1935 la tesis: «La larga Marcha es también una sembradora que, a lo largo de once provincias, ha ido esparciendo innumerables semillas que habrán de germinar, reverdecer, florecer, dar frutos y, en el futuro, producir una gran cosecha».7

Pese a las dudas de muchos camaradas de viaje, las cosas resultaron tal y como el líder había predicho: si bien Yanan, con sólo 1.500.000 habitantes, continuó siendo hasta 1937 la única región de China controlada por los comunistas, en la primavera de 1945 las regiones controladas por comunistas eran ya 19, con un total de 95 millones de personas. Cuatro años más tarde, los comunistas, con el apoyo de los campesinos, consiguieron la victoria en la guerra civil china frente a las tropas del Koumintang de Chang Kai-shek.

Desde enero de 1935 Mao será el líder absoluto del Partido Comunista de China. 

El Análisis

La Larga Marcha: El mito nace en los caminos de China

JF Lamata

La historia moderna raras veces ofrece episodios que, antes de concluir, ya se convierten en leyenda. La Larga Marcha de los comunistas chinos —una epopeya militar y humana de más de 9.000 kilómetros a través de valles, montañas y pantanos— ha entrado por mérito propio en ese selecto grupo de gestas que, aunque aún inconclusas, ya despiertan fascinación en todo el mundo. Unos 7.000 hombres han sobrevivido a este dramático éxodo iniciado en 1934, en fuga del cerco implacable del ejército de Chiang Kai-shek, para replegarse finalmente en la remota región de Yan’an. Allí, lejos del poder pero no de la esperanza, los comunistas chinos, dirigidos por figuras como Mao Zedong y Chou Enlai, reorganizan sus filas y su discurso.

Pero ¿por qué esta retirada forzada ha generado tanta admiración? No se trata sólo de resistencia física ni de talento militar —aunque de eso hubo en abundancia—, sino de la forma en que Mao y los suyos han sabido transformar el repliegue en símbolo. Como los bolcheviques tras la fallida revolución de 1905, los comunistas chinos han convertido la derrota en semilla de victoria. La imagen de miles de campesinos cruzando la vasta China rural, enfrentando a soldados, hambre y clima, pero cantando consignas revolucionarias, ha calado incluso fuera de sus fronteras. Stalin, desde Moscú, observa con atención y cierta satisfacción cómo sus herederos ideológicos echan raíces entre las masas chinas, aunque —como es habitual— sin soltar el control ideológico.

La Larga Marcha no ha conquistado aún el poder en Pekín, pero sí algo igual de decisivo: la narrativa. Hoy Mao no es simplemente un militar en retirada, sino el hombre que ha caminado junto a los desposeídos de China, que ha sobrevivido al infierno y ha prometido una nueva nación. En Yan’an no gobiernan, pero ya han ganado algo fundamental: el imaginario. El futuro político de China está por decidirse, pero una cosa está clara: tras la Larga Marcha, los comunistas ya no son una fuerza marginal. Son un mito en construcción. Y los mitos, una vez encendidos, rara vez se apagan.

JF Lamata