3 marzo 1979

Los periódicos españoles ante los resultados de las elecciones generales de 1979 (I Legislatura)

Hechos

El 3 de marzo de 1979 los periódicos publicaron sus análisis sobre los resultados de las elecciones generales de 1979.

03 Marzo 1979

Las elecciones para el Congreso

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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LAS DESMESURADAS expectativas de una victoria electoral del PSOE, sinceramente creídas por sus líderes, y la última comparecencia en televisión del señor Suárez, de una eficacia indudable en la captación del voto del miedo, pero llena de patetismo y preocupación, se confabulan para hacer ahora un análisis catastrófico de los resultados en las urnas. Un estudio pausado, aunque somero, de los datos adelantados por el Ministerio del Interior, tanto en lo que se refiere a los escaños logrados como a los votos obtenidos, debe llevar a limitar -sin embargo- los excesos triunfalistas de los portavoces del Gobierno en torno a UCD y concretar en sus justos perfiles el significado de lo que, sin duda, ha sido una jornada electoral adversa para el PSOE, pero nada más.Al margen de los sueños están realidades. Los comicios del 1 de marzo reiteran, en lo que a los dos grandes partidos de nuestro escenario político se refiere, que las líneas generales de su implantación en el país no aportan en este sentido grandes novedades. La estabilidad del voto es, pues, una realidad, y así lo ponen de relieve también los observadores extranjeros. Pero hay que añadir que los resultados potencian a UCD como el gran partido de la derecha democrática y reducen en algunas zonas el nivel de implantación de los socialistas (especialmente en el País Vasco y Andalucía).

Según datos todavía provisionales, Unión de Centro Democrático ha obtenido en el Congreso dos o tres escaños más que en la convocatoria del 15 de junio, mientras que el PSOE ha aumentado en tres su número de diputados, si en el cómputo no se suman los diputados del desaparecido PSP, cuyo voto original es difícil saber dónde ha ido a parar en estos comicios. Los votos populares logrados por los dos rivales son sensiblemente parecidos en términos de porcentaje a los registrados en junio de 1977. Dado que los resultados oficiosos sitúan el porcentaj e de abstención en cifras también parecidas a las del referéndum constituciofial, los dos partidos han debido perder clientela potencial en comparación con los comicios de 1977, en los que el grado de participación fue mayor.

Por lo demás, el aparatoso descalabro de Coalición Democrática, que ha acabado prácticamente con ella, parece demostrar que la tendencia del universo político español a escindirse en dos hemisferios gobernados hegemónicamente por un partido-líder es casi irresistible en la derecha. Los generosos medios puestos a disposición de CD para la financiación de su campaña no han logrado desviar hacia su oferta el número suficiente de votos conservadores. La atribución de su fracaso a los sondeos de opinión o a las informaciones y editoriales de la prensa es una actitud impropia de la veteranía profesional de sus líderes, y la más justificada de inculpar al Gobierno por no haberse dejado pisar el terreno electoral es una petición de principio, pero que encierra una cierta ingenuidad.

Los sufragios que el centroderecha haya conseguido arrebatar a UCD han sido contrarrestados, en todo caso, por el éxodo hacia la zona de Unión Nacional de algunos nutridos regimientos de antiguos votantes de Alianza Popular.

Mientras Unión de Centro Democrático impone su dominio en la derecha española, el PSOE no encuentra las mismas facilidades en la izquierda. Pero el Partido Comunista, pese a su avance en el Congreso, no ha conseguido tampoco en el último año y medio de vida parlamentaria realizar ese salto cualitativo que podría permitirle modificar su desfavorable correlación de fuerzas con los socialistas para lograr no ya la hegemonía típica del escenario italiano, sino, al menos, las posiciones consolidadas de los comunistas franceses o la clara tendencia ascendente de los comunistas portugueses. La explicación dada por el PCE a su relativo descalabro en junio de 1977 no ha sido verificada por los hechos en marzo de 1979. Si el «voto del miedo» hubiera sido realmente la causa de los pobres resultados de hace año y medio, estas elecciones les habrían situado en cotas bastante más altas de escaños y porcentaje de voto popular. La orientación de su campaña contra el PSOE no parece haberle proporcionado espectaculares frutos, excepto en lo que se refiere a la conquista de esa tierra de nadie formada por los votos del antiguo PSP.

Un examen a conciencia mucho más a fondo necesitan, en cambio, los dirigentes socialistas para explicarse su grave retroceso en Euskadi y en Andalucía, zonas que sirven, respectivamente, de escenario principal a las dos plagas que el PSOE se proponía combatir desde el Gobierno: el terrorismo y el paro.

Aunque pueda sonar a paradoja, las esperanzas que el PSOE pueda tener para consolidar su hegemonía en la izquierda -donde, dicho sea de paso, los grupos extraparlamentarios no han crecido lo suficiente como para conseguir escaños- descansan precisamente en la comprobación de que los comicios del 1 de marzo no han hecho retroceder sus posiciones, pese a la inmadurez política, debilidad organizativa, ambigüedad ideológica e incoherencia estratégica de que ha hecho gala desde las anteriores elecciones. De la dirección del PSOE, de su capacidad para extraer enseñanzas de los errores y para rectificarlos depende fundamentalmente que esa consolidación de UCD en el hemisferio derecho del universo político español se produzca también en la izquierda o deje paso a un liderazgo «a la francesa» compartido, desde la hostilidad mutua, con los comunistas.

Los resultados electorales le dan, en definitiva, a Unión de Centro una situación holgada y las perspectivas de un Gobierno monocolor con la ayuda ocasional -de momento improbable- de grupos pequeños o de los flecos de la destruida Coalición Democrática. Es más que pensable que en estos próximos cuatro años UCD va a mantenerse sin gran esfuerzo en el poder. Sus perspectivas ante las municipales han mejorado, sin duda, y no sólo psicológicamente. De su comportamiento en el poder y de la actividad del PSOE como partido líder en la oposición, con notable distancia y fuerza respecto a los demás grupos parlamentarios, depende el rodaje de la democracia española y el futuro del país para muchos años.