11 marzo 1979

El diario dirigido por Juan Luis Cebrián rechaza la propuesta de Anson de limitar la profesión periodística a quienes tengan carné y licenciatura

El Presidente de EFE, Luis Mª Anson, denuncia ‘intrusismo’ en el periodismo y el diario EL PAÍS lo acusa de tener miedo a la libertad

Hechos

El editorial de EL PAÍS del 11.03.1979 aludió la propuesta de D. Luis María Anson (Presidente de la Agencia EFE, la FAPE y la APM) sobre el intrusismo en periodismo, causando una réplica del aludido también en EL PAÍS.

Lecturas

Aún no había sonado ‘el gong’ por la lucha anterior y los Sres. Cebrián y Anson volvieron a cruzar sus espadas. No era una cuestión personal, era una lucha por ver quién era el líder de la profesión periodística ¿El presidente de la Asociación de la Prensa o el director del periódico más leído? La tendencia de cualquiera ahora sería pensar en lo segundo para le legalidad vigente en 1979 podía dar la razón al Sr. Anson que, en el mes de marzo acababa de lograr su ‘tercera’ presidencia, supar a las presidencias de la Agencia EFE y la Asociación de la Prensa sumaba la presidencia de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, la FAPE.

En el Congreso de Escritores en Almería del 9 de marzo de 1979, que viene a ser un poco el primer gran acto público del Sr. Anson desde su llegada a este tercer sillón anuncia que piensa promover – y es innegable que Anson tiene una gran influencia sobre el Gobierno Suárez que es, a fin de cuentas, quien lo colocó en EFE – una legislación que impida que ejerza el periodismo nadie que no tenga el carné de periodista. Para el Sr. Anson como presidente del a FAPE le toca salvaguarda la profesión periodística frente a tanto instrusismo. Si un abogado no puede ejercer sin el título de derecho o un médico sin el de medicina, el Sr. Anson considera que sólo puede formar parte de la redacción de un periódico el que tenga el carné de periodista. Y los otros, a las Tribunas de invitados o nada.

El diario EL PAÍS decide tratar esa ‘propuesta’ del Sr. Anson y, nuevamente, no en las páginas de información o sociales, no, de nuevo el Sr. Cebrián decide dedicarle un editorial – o quizá deba decir editorialazo – el 11 de marzo a descalificar al Sr. Anson, al que acusa ni más ni menos de volver a querer instalar el sistema del franquismo en el que ‘La Escuela de Periodistas’ del franquismo controlada por el Ministerio de Información podía decidir quien tenía derecho y quien no a publicar.

Examinemos alguno de los párrafos más directos que dedica el editorial del Sr. Cebrián al discurso del Sr. Anson:

“Acabamos de ver al presidente de la Federación de Asociaciones dePrensa lanzar toda la caballería del espíritu corporativista contra el intrusismo en la profesión periodística”…

“El Sr. Anson ha hecho suya públicamente la doctrina de transformar la profesión periodística en algo que se parece bastante a un monopolio. Sólo quienes dispongan de un carnet de prensa tendrían derecho, según esta teoría – absolutamente fiel a la legalidad vigente del franquismo – a entrar en las redacciones… en un establecimiento corporativista y antiliberal”.

“El gremialismo y el corporativismo no hacen sino expresar la enfermedad de nuestro siglo: el miedo a la libertad”.

Nuevamente y a pesar de no haber pasado poco más de un mes desde su última enganchada, el Sr. Anson vuelve a enviar una carta a D. Juan Luis Cebrián. Su tono es breve, severo y desliza un adjetivo ideológico inverso al que a él le han dedicado:

“Si EL PAÍS desea señalar a agrupaciones que tienen miedo a la libertad, seguramente las encontrará fácilmente entre las uniones de periodistas de los países comunistas”.

“Con su editorial, señor director, ha oficiado una vez más la ceremonia de la confusión. La manipulación de este tema en una dirección tendenciosa está ya demasiado sobada y la conocen, ciertamente y por fortuna, la mayoría de los profesionales”.

La referencia al comunismo no es casual. Cada vez hay más gente que cree que dentro del diario EL PAÍS hay simpatizantes por el comunismo. Se señala que el periódico se refiere a los presidentes totalitarios del cono sur como dictadores, pero no se refiere a los presidentes comunistas de los Países del Este como ‘dictadores’ pese que son países con regímenes de partido único.

Y es cierto que en el rechazo al proyecto de Ley que orquestaba al Sr. Anson con EL PAÍS estaban los sindicatos incluyendo el comunista Comisiones Obreras.

No obstante, en esta batalla EL PAÍS jugaba con la ventaja de que podía publicar páginas enteras contra el Sr. Anson y este como presidente de la Agencia EFE no disponía de la suya propia. Tenía LA HOJA DEL LUNES, pero teóricamente ese era un periódico ‘al servicio de todos los periodistas’ ¿Cómo iba a atacar a compañeros si como presidente de la APM debe ser el presidente ‘de todos’?

11 Marzo 1979

Periodistas y escritores: miedo a la libertad

Editorial (Director: Juan Luis Cebrián)

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Anson lanza toda la caballería del corporativismo contra el intrusismo. El corporativismo heredado por esta sociedad del nacionalsindicalismo no hacen sino expresar la enfermedad de nuestro siglo: el miedo a la libertad.

La mentalidad gremialista y el espíritu de cuerpo, con su tendencia a forzar el numerus clausus en las profesiones, es un vivero de malos ejemplos. A veces, quienes permanecen fuera de esos inexpugnables castillos, en vez de pedir que sean derribadas las murallas tras las que se parapeta el temor a la libertad, buscan con denuedo la puerta falsa que les permita penetrar en el recinto prohibido. Ahora acabamos de ver al propio presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa [Luis María Anson] lanzar toda la caballería del espíritu corporativista contra el «intrusismo» en la profesión periodística; ofensiva que ha encontrado su réplica en las posiciones simétricamente inversas, defendidas por algunos de los participantes en. el Congreso de Escritores de Almería. El presidente de la Federación ha hecho suya públicamente la doctrina de transformar la profesión periodística en algo que se parece bastante a un monopolio. Sólo quienes dispongan de un carnet de prensa tendrían derecho, según esta teoría -absolutamente fiel a la legalidad vigente del franquismo- a entrar en las redacciones. La afirmación de que las enseñanzas impartidas en las viejas escuelas de periodismo capacitaban eficazmente para ejercer la profesión puede ser fácilmente desmentida por los propios egresados de esos centros, que tuvieron que aprender desde cero su oficio al ingresar en la plantilla de un diario o de una revista. Y casi tan desgraciada es la tentativa de reivindicar para la desorganizada facultad de Ciencias de la Información el monopolio de la formación de periodistas. Es altamente dudoso que un título universitario pueda ser nunca una condición sine qua non para trabajar en un periódico. Creemos que eso resultaría inútil y arbitrario. Pero, aunque así fuere, ninguna facultad específica podría arrogarse la exclusiva de abrir las puertas de una profesión que necesitaría también, en todo caso licenciados universitarios salidos de otras facultades científicas y humanísticas. Como tampoco la existencia de las Asociaciones de la Prensa debería excluir, tal y como sostiene el señor Anson, las actividades de las centrales sindicales en el mundo periodístico o el derecho a la vida de las uniones de periodistas o de periodistas deportivos. Y quede bien claro que estimamos que la formación del periodista es una necesidad esencial y que son las propias organizaciones profesionales las llamadas a desempeñar un papel de excepción en este terreno. Pero de ahí al establecimiento corporativista y antiliberal del carnet media un abismo.

Por otra parte, algunas de las sugerencias y propuestas del Congreso de Almería apenas tienen mayor consistencia, pero sintonizan con la misma melodía corporativista que comentamos. La pretensión de que las obras de dominio público regresen al campo privado de los derechos de autor para engrosar los fondos de la Mutualidad de Escritores, no sólo descansa en un razonamiento falso (esos pagos no se, harían a cuenta de los beneficios de los editores, sino que repercutirían en los lectores, obligados a pagar un mayor precio por los clásicos), sino que, además, reivindica para narradores, poetas o ensayistas la exclusiva de un privilegio corporativo de muy dudosa justificación. La petición de que se conceda un trato de favor a los libros escritos en los idiomas que se hablan en España implica, en realidad, una discriminación de las obras de otras culturas, cuya traducción enriquece la nuestra; un proteccionismo paleto que equipara las novelas con los zapatos y una especie de exigencia de «subida lineal» con cargo al Presupuesto del Estado, cuyos fondos habría que utilizar, en todo caso, para amparar obras cuya calidad y originalidad son despreciadas, al menos en un primer momento, por el mercado.

Pero todavía resulta más sorprendente el rodeo dado por algunos participantes en el Congreso de Almería para burlar la celosa vigilancia del recinto amurallado que se quiere hacer de la prensa y encontrar el portillo que les permita ingresar en la ciudad prohibida. La doctrina de que las colaboraciones regulares en un diario o en una revista son una relación laboral encubierta enriquece el repertorio del teatro del absurdo con una pieza que hace juego con las pretensiones al monopolio de la prensa de los titulares de un carnet oficial.

Todo esto, en definitiva, no responde sino al regusto ancestral del español por los sueldos de la burocracia. El gremialismo y el corporativismo heredados por esta sociedad del nacionalsindicalismo amenazan así con imponer sus estrechos intereses y su gusto por las exclusivas, los privilegios y los monopolios, que no hacen sino expresar la enfermedad de nuestro siglo: el miedo a la libertad. Exactamente lo único que no le es permisible ni a un periodista ni a un escritor.

13 Marzo 1979

La Asociación de la Prensa, al servicio de la libertad

Luis María Anson

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Con su editorial, señor Cebrián, ha oficiado una vez más la ceremonia de la confusión

Sólo quien consigue el título de licenciado en Medicina tiene derecho a ingresar en el cuadro médico de una clínica y ejercer la Medicina. Sólo quien tiene el título de licenciado en Derecho puede colegiarse en el Colegio de Abogados y ejercer la profesión. Sólo quien tiene el título de arquitecto puede ingresar en una empresa constructora y firmar proyectos de edificios.Sólo quien alcanza el título de licenciado en Ciencias de la Información, según el sistema universitario español, tiene el derecho a ingresar en una redacción y ejercer la profesión de periodista. Reducir nuestra profesión a la del peonaje que no necesita ni estudios ni título, en un mundo que se profesionaliza en todos los sectores, es lesionarla gravemente y contribuir de forma escandalosa al paro que azota hoy a centenares de compañeros. El carné de periodista se presenta a veces como un mito o una prebenda. No es ni debe ser otra cosa. que la simple credencial de unos estudios. El periodismo, para ser verdaderamente libre y responsable, exige cada, vez más los estudios y el título universitario. Lo demás es regresivo, es volver a la prehistoria periodística, al paniaguado, al familiar, al hijo de papá, al enchufado del partido, al amiguete y al hombre de paja.

Naturalmente que cualquier español puede escribir en los periódicos y colaborar en la radio o la televisión. La grandeza de la prensa reside en la libertad para acoger la opinión de todos. Abiertos deben estar siempre los espacios de diarios, revistas y emisoras para la letra o la palabra de todos los que tienen algo que decir. Pero escribir en los periódicos y ser periodista no es exactamente la misma cosa. Al fundador de ABC se le pasaban los años sin publicar una línea, como de igual forma le ocurre a ese gran, honesto y admirable periodista que es Jesús de la Serna.

La Asociación de la Prensa, fundada cuarenta años antes de que Franco subiera al poder, no tiene nada, en contra de otras asociaciones profesionales que, dentro de la ley, agrupen a los periodistas. Está también a favor de los derechos adquiridos en el ejercicio real del periodismo. Cree en las centrales sindicales, a las que corresponde, en una sociedad libre, la defensa de los derechos laborales de los periodistas que en ellas se sindiquen. Afirmar lo contrario, atribuir a la Asociación de la Prensa otros propósitos, es distorsionar la verdad. La Asociación de la Prensa, en fin, está a favor de la libertad. Si EL PAIS desea señalar a agrupaciones que tienen miedo a la libertad, seguramente las encontrará fácilmente entre las uniones de periodistas de los países comunistas.

Con su editorial, señor director, Periodistas y escritores: miedo a la libertad, ha oficiado, una vez más, la ceremonia de la confusión. La manipulación de este tema en una dirección tendenciosa está ya demasiado sobada y la conocen, ciertamente y por fortuna, la mayoría de los profesionales.

Presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España