17 abril 1931

Se reprocha al líder de la Lliga, Francesc Cambó, su condición de monárquico

Los seguidores de la nueva Generalitat de Catalunya aclaman su constitución al grito de «¡Viva Companys, muera Cambó!»

Hechos

En abril de 1931 la prensa da cuenta del ‘slogan’ ‘Muera Cambó’.

Lecturas

25 Abril 1931

MUERA CAMBÓ. El esclavo de su culpa

Adolfo Marsillach

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Celebrábase el advenimiento de la República. Por las plazas y calles principales de Barcelona transitaba como podía un gentío enorme. Con dificultad se abrían paso por entre aquella oleada de carne humana automóviles y camiones repletos de hombres y mujeres del pueblo, que daban vivas a la República, agitando sórdidas banderas tricolor. Solicitaban el aplauso del público, el cual, por cansancio por estimarlo pueril, no siempre les complacía.

El griterío era ensordecedor, y esta vez no es figura retórica. Pero ni un abuso, ni un atropello, ni un desmán. Muera no se oía más que uno: un muera repetido hasta la saciedad por los mil grupos de patriotas formado al azar en las calles. El grito era “¡Muera Cambó!”. Lo gritaban con cierto sonsonete molesto, chinchorreo, carente de toda armonía. Este grito, que parecía una consigna, fue la única manifestación incivil registrada en Barcelona durante las expansiones de la fiesta nacional.

“¡Muera Cambó!”. ¿Y por qué había de morir el Sr. Cambó? ¿Por qué tantos miles de catalanes pedían a gritos su muerte? ¿Se hallaría entre aquellos gritadores alguno de los muchos que me han atacado injuriado y perjudicado por haber combatido al Sr. Cambó?

Pues soy yo quien protesto de ese grito que hirió mil de veces mis oídos. Protesto de él por incivil, por injustificado y rencoroso. ¿Qué hizo el Sr. Cambó para que se pida su cabeza? ¿Qué trató de salvar las caídas instituciones? Tenía el deber de hacerlo si era monárquico y opinaba que salvando la Monarquía salvaba a España. Otra cosa hubiese sido una deserción, una deslealtad y una cobardía. Me parece que la actitud del Sr. Cambó es algo más digna que la de aquellos políticos ayer monárquicos que tomaron una posición ambigua hasta aguardar la consumación de la tragedia para sumarse a los vencedores.

¿O bien se gritaba contra el Sr. Cambó por una supuesta tibieza catalanista? Pues nada más lejos de la verdad que esto. Podrá ponerse en tela de juicio el monarquismo y el españolismo del Sr. Cambó, pero no su catalanismo. La fuerza que éste ha adquirido, las ventajas que ha conseguido más que a nadie se deben en primer lugar a Prat de la Riba y a Cambó. Estos dos hombres eminentes, que lo son a pesar de que en sus doctrinas está el germen del finis Hispania como unidad nacional, ayudados también de reconocido mérito, han hecho todo el catalanismo. Este es obra de la Lliga y la Lliga es Prat de la Riba y Cambó. El primero catalanizó a Cataluña por medio de la cultura; el segundo, con la acción. Estos catalanistas que han tomado posiciones contra Cambó y la Lliga no serían nada ni se hablaría de ellos, ni Maciá ocuparía la Presidencia del Gobierno de la Generalidad catalana, ni el Sr. Nicolau d´Olwer sería ministro, ni estaría Cataluña a punto de lograr la autonomía, si no fuera por la Lliga, inspirada y dirigida por Cambó. Lo que hay es que ha criado cuervos y le han picado los ojos.

Dudar de la catalanidad del sr. Cambó es tanto como poner en duda la luz del sol. Su pragmatismo no debemos atribuirlo a una claudicación de sus ideales catalanistas. Cierto que en su juventud fue separatista, aunque nunca lo confesará; pero si al correr de los años, en la plenitud de su talento, ha evolucionado hacia una solución española del problema catalanista, no ha sido por debilitación de su catalanidad, sino por haber comprendido que se había ido demasiado lejos en punto a exigencias catalanistas o que se debía ir por etapas a la solución total del problema, a fin de que éste resuelto de una vez y radicalmente, no acarreara una catástrofe, que podría ser tan dolorosa para Cataluña como para el resto de España.

Si el Sr. Cambó fue previsor, si vio claro el problema el tiempo lo dirá.

El horrible “¡Muera Cambó!” del día de la fiesta nacional, oído con indiferencia por unos, aplaudido por otros, no protestado por nadie, es un caso de incomprensión, de ceguedad y de ingratitud catalanista.

Se van cumpliendo nuestras profecías. En distintas ocasiones hemos dicho que cuantas más pruebas de buen juicio diera el Sr. Cambó más enemigos había de acarrearse.

Culpa suya es, sin embargo, por haber encendido una hoguera que nos puede abrasar a todos.