27 febrero 2001

Los socios del Círculo del Liceo (Cercle Liceu) rechazan el ingreso de diez mujeres incluyendo el de Montserrat Caballé

Hechos

La votación para miembros del Cercle del Liceu se celebró el 23 y 24 de febrero de 2001.

Lecturas

El 31 de enero de 2000 D. Joan Anton Maragall fue elegido presidente de la Junta de Gobierno del Cercle y cambió la norma que impedía que hubiera mujeres socios siempre que su presencia fuera aprobada por los socios vigentes.

El 1 de febrero de 2001 Dña. Montserrat Caballé fue la primera mujer en solicitar ser socia del Cercle. Tras ella otras nueve mujeres presentaron sus candidaturas, entre ellas Dña. María Teresa Samaranch y Dña. Adela Subirana pero en la votación celebrada los días 23 y 24 de febrero ninguna de ellas logró los votos suficientes para conseguirlo.

27 Febrero 2001

El Círculo del Liceo

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El rechazo de los socios del Círculo del Liceo al ingreso de diez mujeres, encabezadas por la soprano Montserrat Caballé, que habían solicitado ser admitidas en el selecto club adjunto al teatro barcelonés, pone en evidencia las dificultades de una institución con 154 años de historia para adaptarse a los nuevos tiempos. El intento de apertura de su presidente, Joan Anton Maragall, que en la asamblea extraordinaria de la entidad, celebrada el 31 de enero, consiguió, tras un durísimo debate y una demanda judicial que sigue su curso, romper el sonrojante sexismo que obligaba a las mujeres a ser ‘esposas de’ si pretendían disfrutar de las instalaciones, se ha visto ahora frenado por el voto de los socios, emitido el pasado fin de semana por el tradicional sistema de bolas blancas y negras.

De los más de 1.100 afiliados con que cuenta el Círculo, votaron unos 350. De ellos, el 40%, suficiente para bloquear los dos tercios de los sufragios necesarios para el ingreso, lo hizo expresándose en contra de la apertura, un resultado que obliga a Caballé y a las restantes nueve mujeres, entre las que se cuentan significadas empresarias y representantes de la sociedad catalana, a aguardar cinco años, según prevén los estatutos, para volver a solicitar su ingreso. Suponiendo que lo hagan, pues el desprestigio, nacional e internacional, de que se ha cubierto el club podría disuadirlas de intentarlo en el futuro.

Como era de esperar, muchos de los socios opuestos a la apertura se han aprestado a aclarar que su voto no era contra la Caballé, sino contra los métodos, según ellos autoritarios, de la junta a la hora de imponer sus reformas. Argumento mendaz: si se oponen a la junta actual es precisamente porque ésta ha abierto la institución a las mujeres.

Por lo demás, los resultados no admiten vuelta de hoja: en la memoria de la asociación, fundada por unos próceres ilustrados que deseaban incorporar a Barcelona al circuito del arte europeo del momento, quedará ya para siempre escrito que sus sucesores del siglo XXI negaron el libre acceso a las mujeres. Flaco favor a Barcelona y a su teatro de ópera hacen esos socios: su postura intransigente emborrona la representatividad de un club que, por más privado que se quiera, ostenta una dimensión social fuertemente enraizada en la historia de la ciudad. Hoy no puede entenderse de ningún modo una cultura que discrimine a las personas por motivos de sexo.

26 Febrero 2001

LICEO: LAS MUJERES A CANTAR

EL PAÍS (Director: Pedro J. Ramírez)

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La universal soprano Montserrat Caballé, que debutó oficialmente en el teatro del Liceo en 1962, ha llenado sus palcos desde entonces y donó seis millones de pesetas para su reconstrucción tras el incendio de 1994, no podrá ser socia del Círculo del Liceo, tras haber sido rechazada por los socios. Como cantante capaz de atraer al público, sí; como objeto de admiración artística, también; como miembro de pleno derecho, no.

Su caso es el paradigma de hasta qué punto el machismo de la buena sociedad barcelonesa es injusto con las mujeres. El Círculo del Líceo, selecto club privado contiguo al teatro, no se fundó en la Edad Media, como podría parecer, sino en 1847. La Ilustración había dejado su huella ya en otras instituciones europeas que admitían a las mujeres. Pero el Liceo optó por el rancio tradicionalismo que sigue alimentando su esencia 150 años después, como si aún durara La saga de los Rius.

Recientemente se reformaron los estatutos para permitir que se asociaran «personas», y no sólo «varones», lo cual ya causó alboroto entre los preclaros miembros de la institución. Ahora se ha visto que no tenían razones para preocuparse: se estableció que las mujeres necesitan dos terceras partes de los votos para ser elegidas, y los hombres, sólo mayoría simple.

Las candidatas femeninas han recibido en torno a un 60% de votos, pero han sido perjudicadas por esta nueva discriminación, menos llamativa, pero igualmente dañina y que necesita una urgente revisión. El Liceo es una institución demasiado importante dentro de la cultura catalana como para permitir que en sus aledaños se aliente la exclusión de las mujeres.