19 diciembre 2001
Lucha por el poder en el Banco BBVA: Francisco González asume todo el poder como presidente único frente a Emilio Ybarra
Hechos
El 19.12.2001 el Consejo de Administración del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria aprobó la marcha de D. Emilio Ybarra y D. Pedro Luis Uriarte como co –
16 Diciembre 2002
BBVA: ¿Uno mejor que dos?
19 Diciembre 2001
El inesperado éxito de Emilio Ybarra y Churruca
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Tercera y última gran decisión de Ybarra: fusión con Argentaria. Desde el punto de vista económico la justificación es débil: es verdad que falló la fusión europea con Unicredito. Quizás el error fue intentar la operación, pues nunca nadie ajeno a la república transalpina había conseguido una operación significativa con una gran empresa italiana: ni los americanos de Ford, ni los alemanes de Deutsche Telekom. En todo caso, Argentaria, el banco público recién privatizado, no aportaba balance suficiente para cubrir el riesgo iberoamericano.
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Seguramente cuando decidió de fusionarse con Argentaria, en Emilio de Ybarra pesó más el sentido del deber que cualquier otra consideración. Dejar la presidencia del BBVA a Francisco González (FG) -un gallego que junto con Gervasio Collar y Luis será el único presidente del BB, del BV o del BBV no natural del País Vasco- suponía evidentemente decepcionar a todos aquellos que, desde las familias del consejo de administración o desde los profesionales de la dirección, aspiraban a sucederle a la cabeza de esa organización vasca, nacional e internacional.
17 Diciembre 2001
Renovación en el BBVA
Los consejeros del BBVA verán hoy confirmada la marcha anticipada del hasta ahora presidente de la entidad, Emilio Ybarra, y del vicepresidente Pedro Luis Uriarte, lo que deja al frente del navío bancairo como presidente a Francisco González, el hombre fuerte de Argentaria, que no ha querido cubrir la vacante de vicepresidente. No es un secreto que la marcha dos de las primeras espadas del Banco se produce tras registrarse desavenencias a lo largo de los últimos meses y que el ambiente entre los consejeros no era ya el más adecuado para hacer frente a las vacas flacas de la crisis económica internacional que se esperan en los primeros meses del nuevo año.
La salida de Ybarra supone también la del último representante del NEguri en un Banco en el que siempre tuvo a sus representantes situados en la cima. Pero, al contrario de lo que pudiera pensarse, no se ha creado un gran seguimiento de malestar, pues prima abte todo la realidad de las cuentas del BBVA, que ha realizado un excelente ejercicio en 2001, y se valora igualmente la mayor estabilidad que aportará a la entidad la existencia de una sola línea en la dirección.
Todos sabían, además, que resultaba inevitable en un proceso de unificación como ocurre en toda fusión de dos grandes entidades, que terminaría necesariamente en la salida de uno de los dos presidentes. Lo que ya no ha gustado tanto es que los plazos previstos se adelantes y por sorpresa.
18 Diciembre 2001
Emilio Ybarra
No se puede hacer mejor las cosas. Emilio Ybarra es un hombre sosegado y prudente, firme y flexible, con los pies siempre sobre la realidad. Ha sido un formidable gestor del Banco Bilbao Vizcaya y ha conducido con buenas maneras la fusión con Argentaria. Los números encienden su éxito, a pesar de su aspiración indeclinable a la penumbra. En su despacho de trabajo supo resistir siempre el asedio de los vertederos y el elogio un poco baboso de los interesados. Llevaba el balance de las empresas en la mano, como Gary Cooper su revólver. Pero no disparó nunca. Ha sido un banquero mitrado. Es un vasco telúrico ajeno a la política mazorral y a la economía de garrapata.
Pero, sobre todo, ha sabido irse sin una estridencia, sin un mal gesto, como un gran señor. Sabe que le sucede un experto hombre de Banca y que los accionistas del BBVA pueden dormir a pierna suelta. Emilio Ybarra deja atrás por añadidura una colosal obra cultural en España y en Iberoamérica. Puso en marcha un número tan ingente de exposiciones y de actividades en el mundo de la inteligencia que España ha contraído con él una deuda permanente.
Se enreda hoy en los puntos de mi pluma la admiración por este hombre que se va en plena forma, con el viento de Neguri entre los dedos, el pelo encanecido y la piel curtida en la zozobra de los trabajos y los días. De él hay que esperar acciones muy fecundas en el futuro. El mundo de la Banca, en todo caso, se quita hoy el sombrero ante un banquero que ha sabido lidiar dos fusiones sin dejar jirones en las alambradas de la vanidad. Cedió ayer su puesto, en fin, con una elegancia que ha suscitado el reconocimiento de propios y de extraños.
Luis María Anson
19 Diciembre 2001
Un relevo anticipado
La anticipada dimisión de Emilio Ybarra y Pedro Luis Uriarte cierra un brillante ciclo en la vida del BBVA. Tomaron un banco importante en España y lo dejan situado en los primeros puestos del ranking europeo que mide la capitalización bursátil, con los mejores ratios de eficacia y con una impresionante presencia en el exterior, principalmente en Latinoamérica. Han liderado con pericia las sucesivas fusiones que, partiendo de los antiguos bancos de Bilbao y Vizcaya y de la banca pública, han dado como resultado el actual BBVA.
Los cambios estaban previstos en el protocolo de la fusión con Argentaria, pero han sorprendido por su apresuramiento – apenas tres meses antes de la celebración de la junta general de accionistas – y por su profundidad. Dejan no sólo su cargo, sino también sus puestos en el Consejo, con lo que se pierde su probada experiencia, y renuncian al merecido reconocimiento a su trayectoria que deberían haber recibido en la junta de marzo. No cabe duda de que los periodos de copresidencia han sido siempre males menores que hay que aceptar para hacer viables determinadas operaciones corporativa, pero no son nunca un modelo deseable de gestión empresarial. Cerrado este capítulo, el banco inicia una nueva etapa en un entorno muy diferente al disfrutado en los últimos años. La falta de crecimiento de la economía mundial y la tremenda rebaja operada en los tipos de interés frman un escenario poco amable para la banca en general, que, en el caso de la española, tiene la dificultad añadida de los problemas que aquejan a varios de los países latinoamericanos en los que está presente. No obstante, la enorme solidez del balance que presenta el BBVA y su probada capacidad para gestionar riesgos y generar beneficios le permiten encarar el futuro con serenidad y esperanza, desde un presente ciertamente confortable. La nueva cúpula directiva llegará con el euro, que abre una fase que puede transformar la faz financiera de Europa.
Visto desde el País Vasco, el recambio presenta algunas dudas y desata ciertas alarmas. Hay que evitar que se agrave el progresivo proceso de pérdida de peso específico y de capacidad de poder que padece Euskadi. La mayor parte de los bancos que hoy forman el BBVA tuvieron su origen en Bilbao y han sido parte fundamental de la vida económica, pero también de la social y cultural del País Vasco. A su alrededor se han constituido innumerables empresas, creando riqueza y empleo, han fomentado las artes con una inestimable labor de mecenazgo y han sido un irremplazable vivero de directivos que han irradiado su influencia por toda la economía española. En los actuales tiempo de crisis y turbulencia, es preciso que esto diga siendo así, por lo que los nuevos rectores están obligado a hacer un esfuerzo para que no se olviden los orígenes y la tradición de la institución que representan, continúen con esta labor y eviten la siempre presente influencia de los poderes políticos.
17 Diciembre 2001
¿Por qué se va Pedro Luis Uriarte del BBVA?
En sólo diez años, el BBV ha pasado de ser un banco lastrado y dividido por la guerra fratricida que se originó tras la muerte de Pedro Toledo a ocupar junto con el Deutsche Bank y el SCH la primacía en la zona por su valor de capitalización.
Ese sorprendente salto hacia adelante ha tenido dos indudables protagonistas: Emilio Ybarra y Pedro Luis Uriarte. El primero se ocupó de pacificar el consejo y de dar a la entidad una paz necesaria que concluyó con la salida del banco en etapas sucesivas de los primeros espadas de la llamada cultura Vizcaya: Francisco Luzón (Argentaria), Alfredo Sáenz (Banesto) y Angel Corcóstegui (BCH).
Por su parte, Uriarte ha sido el responsable de la gestión, el artífice de una trayectoria impecable desde que en 1994 se hizo con todo el poder en la organización. El número dos del BBV no sólo ha orientado la estrategia, sino que ha moldeado los equipos y ha ejercido un indudable liderazgo en la entidad hasta enterrar el mito de las dos culturas. De alguna forma, el BBV de hoy es el BBV de Pedro Luis Uriarte.
La vocación de liderazgo, elemento esencial en la forma de hacer banca que ha guiado al BBV en esta última década, fue lo que llevó al duo Ybarra/Uriarte a proyectar la fusión con Argentaria como respuesta a la fusión del Santander con el BCH.
Curiosamente, dos años después de llevarse a cabo esa fusión, el banco más pequeño parece que va a comerse al más grande. Sea en el consejo del próximo martes o sea en el primer consejo de enero, parece inevitable el abandono antes de tiempo de Ybarra y Uriarte de sus puestos como presidente y vicepresidente/consejero delegado, respectivamente, del BBVA.
La salida de Ybarra estaba pactada en los acuerdos de fusión para la próxima junta, a celebrar en marzo de 2002. Lo realmente sorprendente e importante del movimiento que se produce ahora es la marcha antes de tiempo de Uriarte, que a sus 57 años aún tenía otros cinco por delante hasta alcanzar la jubilación (fijada en los estatutos a los 62 años para los consejeros ejecutivos).
¿Por qué se va Uriarte? Fundamentalmente porque la sintonía que hizo complementarias sus cualidades con las de Ybarra no se ha producido con Francisco González. Cuestión de incompatibilidad: González quiere asumir con todas sus consecuencias la presidencia ejecutiva, lo que implicaría recortar el poder de Uriarte. Y también cuestión de estilos: el vasco es hombre que enardece a sus tropas, que elige a sus capitanes y baja con ellos a la arena del día a día, mientras que el de Galicia prefiere dirigir la nave desde su puesto de mando y junto a un grupo reducido de fieles.
Uriarte es, hoy por hoy, el mejor ejecutivo bancario del país.¿Puede el BBVA prescindir de un hombre tan valioso? Seguramente su pérdida no será obstáculo para que el banco siga siendo una de las empresas más rentables del mundo. No hay nadie insustituible y menos en una entidad que ha dado una cantera tan sobresaliente.Sin embargo, el BBVA ya no será el mismo.
Con Ybarra y Uriarte abandonarán también el banco Alfonso Basagoiti (adjunto al presidente y responsable de relaciones institucionales); Mario Fernández (jefe de la asesoría legal y uno de los mejores abogados del país), y Antonio López (adjunto al presidente y responsable de la relación con los medios de comunicación).
Lo que está a punto de suceder también tiene su interpretación política. Es indudable que el BBVA ha perdido en gran medida su carácter vasco. Lo que ya era evidente desde el punto de vista empresarial (el BBVA es una gran multinacional con sucursales en casi todo el mundo), ahora también lo es desde el punto de vista personal. Ybarra es miembro de una de las familias clásicas de Neguri. Uriarte, Basagoiti y Fernández son tres profesionales ligados al nacionalismo vasco y han ocupado cargos en gobiernos del PNV. La desvasquización del BBVA, que se venía produciendo de forma natural desde hace años, ahora se completa con la salida de personajes tan significados.
El reto para González (que va a contar con José Ignacio Goirigolzarri, un hombre de Uriarte, como segundo) va a ser doble. Por una parte, tendrá que mantener el magnífico rendimiento de la entidad en los últimos años. Por otra, tendrá que hacer frente a la ofensiva de sectores nacionalistas que van a interpretar sus decisiones en clave exclusivamente política, no sólo por su procedencia (los medios ligados al PNV lo califican como hombre de Madrid, a pesar de su origen gallego), sino por su relación con el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato.
22 Diciembre 2001
BBVA: nueva etapa
Esta semana se ha iniciado una nueva etapa en uno de los grandes bancos españoles: el BBVA dispone a partir de ahora de un único presidente y de un nuevo consejero delegado. Con esta operación finaliza la larga marcha de fusiones que ha tenido como protagonistas a los antiguos bancos Bilbao y Vizcaya, ambos privados, y a la antigua Argentaria, un banco público privatizado por el PP.
A la hora de la marcha de Emilio Ybarra, copresidente hasta ahora del BBVA, es justo hacer el reconocimiento de sus méritos. Ascendido al primer escalafón del BBV tras la traumática fusión del Bilbao y Vizcaya, Ybarra se remangó y convirtió aquella suma de entidades heterogéneas en un gran banco. Y lo hizo rompiendo con el tópico de los señoritos de Neguri que siempre acompañó a las entidades vascas. Ybarra ha sido el ejemplo de bancario trabajador, independiente, al que han acompañado los resultados.
Cuando en 1999 se fusionan el BBV y Argentaria, se instala una copresidencia en el nuevo banco y se acuerda una fecha de salida para Ybarra. Éste la ha adelantado presuntamente para acabar con las tensiones que acompañan a la unión de culturas distintas, que caracterizan a todo tipo de fusiones. La experiencia bancaria indica que las copresidencias no funcionan sino como una fórmula provisional. Por ello, el sacrificio de Ybarra ha de ser entendido como una renuncia en favor de la estabilidad del banco. Y como el fin de su transición. Es su último servicio al mismo.
Francisco González, el nuevo presidente único, se enfrenta ahora a una nueva etapa con retos complicados. En primer lugar, administrar un gran banco en una coyuntura económica difícil, con una presencia muy significativa en una de las zonas más volátiles y débiles del planeta: América Latina. También, prepararlo para una nueva época en la que, previsiblemente, las fusiones financieras serán transfronterizas, no entre entidades de un mismo país, como corresponde al marco de referencia de nuestra época: la globalización. Por último, evitar los recelos de las familias tradicionales vizcaínas, presentes en el consejo de administración y en la tecnoestructura del BBVA.
González, que se ha dotado de una nueva estructura directiva, tiene una dificultad añadida: habrá de superar esa dificultad de origen que hace que haya llegado a la presidencia de un banco privado a través de un nombramiento político. González fue presidente de Argentaria a través del dedazo del Gobierno de Aznar, que no se fiaba de su antecesor, Francisco Luzón, a pesar de su buena labor en el banco público. Además, González, al revés que Ybarra, es un hombre que no proviene del mundo bancario, sino del bursátil, por lo que también tendrá que aplicar sus habilidades en el día a día, en la banca al por menor, que al fin y al cabo es la mayor parte del negocio bancario típico. Profesionalidad no le falta. A partir de ahora González tendrá que demostrar su autonomía del poder político consiguiendo los mejores resultados a corto y a largo plazo para sus accionistas, clientes y trabajadores. Ése es su reto.