3 septiembre 1989

El hasta ahora presidente de Castilla y León será el candidato de la derecha en las elecciones generales previstas para octubre

Manuel Fraga designa a José María Aznar candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno descartando a Isabel Tocino

Hechos

El 3 de septiembre de 1989, poco después de que D. Felipe González anunciara un adelanto electoral, la Junta Nacional del PP designó a D. José María Aznar candidato del PP a la presidencia del Gobierno a propuesta del presidente D. Manuel Fraga Iribarne.

Lecturas

El adelanto de las elecciones generales al 29 de octubre de 1989 lleva a la Junta Directiva Nacional del Partido Popular a convocar una reunión el 4 de septiembre de 1989 para designar quien será el candidato del PP a la presidencia del Gobierno.

A pesar de que se especuló con que un sector proponía para el cargo a Dña. Isabel Tocino, finalmente el presidente del partido D. Manuel Fraga Iribarne, propone para el cargo al presidente de Castilla y León D. José María Aznar López obteniéndose el siguiente resultado:

  • A favor – 211 votos.
  • En contra – 0 votos.
  • En blanco – 5 votos.

Con este resultado D. José María Aznar López abandona la presidencia de la comunidad para asumir el liderazgo de la candidatura del PP. El expresidente del partido, D. Antonio Hernández Mancha, votó a favor del Sr. Aznar López, pero criticó el método de elección usado por el Sr. Fraga Iribarne.

El nuevo presidente de Castilla y León será D. Jesús Posada.

TRIUNFO DE LOS DEFENSORES DE LA CANDIDATURA DE AZNAR

RAtoTrillo19881995_juanjose_lucas Los dirigentes del Partido Popular D. Rodrigo Rato, D. Federico Trillo y D. Juan José Lucas fueron señalados como los responsables de convencer al Sr. Fraga de que la persona idónea para ser el candidato del PP a la presidencia del Gobierno era D. José María Aznar y no los otros nombres que se habían puesto encima de la mesa como Dña. Isabel Tocino.

LA DERROTA DE ISABEL TOCINO

1989_IsabelTocino Dña. Isabel Tocino fue ascendida en el IX Congreso del PP al cargo de ‘Vicepresidenta’ (al igual que el Sr. Aznar). El propio presidente Sr. Fraga la elogió mucho en aquel cónclave («Isabel, no eres una vicepresidenta de cuota, no queremos mujeres cuotas, queremos las mejores cabezas y si es posible las más bellas»), lo que hizo que muchos creyeran que iba a ser ella la candidato del PP a la presidencia del Gobierno, la elección del Sr. Aznar la dejó fuera de juego. Otro de los nombres que había sido barajado era el de D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón que, al igual que la Sra. Tocino, veía frustradas sus expectativas de liderazgo.

JESÚS POSADA SERÁ EL NUEVO PRESIDENTE DE CASTILLA Y LEÓN

ministro_AznarPosada_Lucas D. Juan José Lucas, D. José María Aznar y D. Jesús Posada

El ‘ascenso’ de D. José María Aznar a líder del PP significa que dejaba vacante la presidencia de la Junta de Castilla y León así como la presidencia del PP de Castilla y León. La autonomía será presidida por D. Jesús Posada durante el resto de legislatura (1989-1991), mientras que el liderazo del PP castellanoleonés será para D. Juan José Lucas, que será el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas.

31 Agosto 1989

Aznar

Federico Jiménez Losantos

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Aznar propugna sin duda la derecha liberal que, por desgracia, no hemos tenido nunca en España.

La designación de José María Aznar como candidato a la presidencia del Gobierno por el Partido Popular es una sorpresa relativa, porque aun siendo el mejor situado en el repoker fraguista (Herrero, Oreja, Tocino, él y el propio don Manuel) se le consideraba todavía en la reserva ‘haciéndose’ en la presidencia de Castilla y León y preparándose para la sucesión definitiva de Fraga allá por el 92, como todo en España. No obstante el líder conservador ha decidido apostar en firme por un delfín y empezar ya a rodarlo y a rodarse con él en la escena política nacional.

Herrero y Oreja, que eran los candidatos más probables, tenían una ventaja sobre Aznar, y era la de ser bazas temporales, mientras que Aznar es un valor a largo plazo. Herrero hubiera sido un buen candidato y, sobre todo, un gran jefe de la oposición parlamentaria. Oreja es también hombre preparado y solvente, aunque sin la brillantez oratoria de Herrero. Sin embargo, en la ronda selectiva se ha ido perfilando un problema que, sin duda ha llevado a Fraga a elegir al que, aparentemente, menos esfuerzos ha hecho por ser elegido. Tanto Oreja como, sobre todo, Herrero pedían poder en el partido para aceptar la candidatura, porque ciertamente no es fácil dirigir una campaña presidencial sin controlar los resortes del aparato organizativo. Pero tanto don Marcelino como don Miguel despiertan recelos en las bases y en el aparato, y suponían por su personalidad específica una cierta alternativa a don Manuel.

En cambio Aznar representa la continuidad, es, por así decirlo, ‘de casa’, y su candidatura constituye en cierto modo una prolongación natural y poco traumática del liderazgo fraguista. La juventud del presidente castellano-leonés atempera por su seriedad por la buena imagen de administrador ganada en su región y también porque al retirarse Fraga, su apuesta fue por la ideología liberal representada por Miguel Herrero, antes que por el liderazgo carismático para el que se confió en Hernández Mancha. Sus relaciones con los medios de comunicación son tan buenas como con Fraga: no en balde su apellido es de ilustre estirpe periodística. Sin embargo, no es elocuente o especialmente atractivo para el mitin, aunque mejor bastante en televisión que es donde un político moderno debe dar la cara. Su rendimiento como candidato está por ver. Si consigue un buen equipo de campaña, algo que nunca ha tenido Fraga, y lleva a cabo un discurso renovador y atractivo, puede conseguir, de momento, conservar los cinco millones largos de votos populares.

Cuando sea más conocido en toda España – ese es uno de sus defectos como candidato podrá aspirar a romper el techo famoso de don Manuel que, de todas formas, le ayudará bastante en la contienda electoral de octubre.

Fraga ha apostado por el candidato ‘de confianza’ pero también por el político que está ya gobernando en coalición con el CDS. Aun yendo por separado a las urnas octobrinas resulta difícil dejar de ver en Aznar un candidato del pacto PP-CDS cuando está utilizando voluntariamente esa fórmula. Por edad, y tal vez por ese pacto, puede incluso permitirse una vicepresidencia con Suárez en la Moncloa.

Aznar representa por todo ello más que cualquier otro político actual, la alternativa al PSOE, una alternativa moderada, humilde y pactada, pero alternativa al fin. Es de los pocos políticos no socialistas que nunca seh a rendido a los encantos del felipismo. No parece haber peligro de que se convierta en un nuevo Verstrynge.

En lo que a ideas se refiere, Aznar propugna sin duda la derecha liberal que, por desgracia, no hemos tenido nunca en España. Sin relación alguna con el pasado, bastante más joven que Felipe González, en sintonía con las ideas que triunfa en todo el mundo civilizado. Aznar ha demostrado además al optar por el riesgo de la política nacional en vez de la cálida poltrona regional, que tiene valor, ambición y voluntad de ser algo más que oposición. Ojalá la suerte le acompañe. Falta hace.

07 Septiembre 1989

El delfín

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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La derecha inicia un nuevo ensayo. Fraga ha entronizado a un nuevo delfín, José María Aznar, al que ha llevado de la mano al cartel electoral con la idea de ir fogueándole para asumir la presidencia del partido en fechas próximas. Sería deseable, para el equilibrio democrático del país que este ensayo fuera el definitivo y que, a diferencia de lo ocurrido en junio con Marcelino Oreja, no se consideren las elecciones de octubre una especie de examen de selectividad del candidato. Es decir, que se apueste de una vez por un recambio en el liderazgo, manteniéndole el tiempo suficiente para formarse y rodearse de un equipo de su confianza, sin la agobiante presión de su patrocinador, por una parte, y de unas bases excesivamente impacientes, por otra.Esa mezcla de impaciencia de las bases y desconfianza cazurra del aparato del partido determinó el paso en falso de la precipitada exaltación del populista Hernández Mancha, en el que algunos creyeron ver la contraimagen andaluza del triunfador sevillano del PSOE. Se le prefirió a Herrero de Miñón porque lo que se buscaba era alguien eufórico; dicharachero, campeón. Duró poco porque, apenas iniciado su mandato, se lanzó a la piscina sin agua de la moción de censura, y ya no se recuperó. Para sustituirle se obedeció a otra corazonada: lo que conviene es un vasco serio, familiar, con experiencia y que no provoque demasiado rechazo entre eventuales socios: Marcelino Oreja. Para dar a la operación aires de novedad se recurrió a la refundación, que exigió cambiar el nombre del partido y asociarse al grupo democristiano del Parlamento Europeo. Oreja no provocó rechazos espectaculares, pero tampoco desmedidos entusiasmos. Se le devolvió al banquillo.

Descubrir un mirlo blanco a estas alturas del encuentro no es tarea fácil. José María Aznar no lo es, pero tampoco puede ser descalificado de entrada, como ha pretendido Guerra. Aznar cuenta con apoyos sólidos entre los cuadros del partido -aunque quizá no tanto entre los votantes potenciales de la derecha-, ha adquirido experiencia de gobierno en el Ejecutivo regional de Castilla y León -aunque su labor haya quedado, en gran parte de sus resultados, inédita-, es joven y hasta el presente ha dado más pruebas de sensatez que de imprudencia. Su fracasado intento de anudar un pacto autonómico antisocialista fue un patinazo del que supo salir sin gran barullo. Tal vez no sea un candidato arrollador, pero ésa puede ser su mayor ventaja: nadie pretenderá que gane a la primera. Incluso es posible que no alcance el techo del 26% tocado por Fraga en las legislativas de 1986, pero ello no debería ser un argumento para nuevos replanteamientos. Los dirigentes del Partido Popular (PP) deben ser conscientes de que no se trata sólo, o todavía, de ganar las elecciones -aunque es lógico que no lo digan así de explícito-, sino de conquistar la oposición: el derecho a ser considerados eje de cualquier eventual alternativa futura.

El hecho de que una de las primeras decisiones de Aznar haya sido acreditar la idea de una tarjeta conjunta con Miguel Herrero indica inteligencia. Herrero es, en efecto, el dirigente más dotado intelectualmente con que cuenta la derecha para intentar construir una alternativa creíble desde la oposición. Pero este número dos vocacional hubiera sido un mal candidato: no cuenta con demasiadas simpatías entre las bases del partido, carece de experiencia en la gestión de gobierno y no puede considerársele un genio de la plaza pública. Su asociación con Aznar, sin embargo, puede convertir a éste en, elpríncipe de aquél. Si es que el patrón de ambos renuncia a seguir tutelándoles desde Finisterre. Porque la incógnita sigue siendo, como ha dicho con ingenio un ilustre académico, si Fraga ha designado a su sucesor o a su futuro antecesor.

El Análisis

¡HA SIDO NIÑO!

JF Lamata

D. Manuel Fraga Iribarne regresó a la presidencia del partido en enero de 1989, básicamente para tutelar una transición más ordenada del liderazgo que la que se produjo en 1987. El adelanto electoral decidido por D. Felipe González, que convocó elecciones para la vuelta del verano en 1989, obligaba al Sr. Fraga a deliberar a toda prisa un nombre para que fuera el candidato del PP a la presidencia del Gobierno en las generales. Uno de los nombres por los que, según la prensa, más apostaba el Sr. Fraga era Dña. Isabel Tocino, destacada militante de AP que podía representar una especie de ‘Margaret Thatcher conservadora’.

De nuevo se citan los nombres de D. Juan José Lucas, D. Rodrigo Rato y D. Federico Trillo como los responsables de ‘convencer’ al Sr. Fraga de que su dedo no debía apuntar a la Sra. Tocino, sino a D. José María Aznar, el hombre que tenía experiencia en derrotar al PSOE en Castilla y León, aunque fuera una victoria por los pelos, puesto que empató en escaños y necesitó el voto del burgalés D. José María Peña y la abstención del CDS. Con todo, al designar al Sr. Aznar como candidato del PP a la presidencia del Gobierno, la derecha estrenaba nuevo líder.

J. F. Lamata