11 marzo 2008
EL MUNDO y la COPE piden insistentemente la retirada política de Mariano Rajoy
Mariano Rajoy anuncia que quiere seguir liderando el PP dejando en evidencia la portada de PÚBLICO de Ekaizer
Hechos
- El 11.03.2008, en su primera comparecencia tras la derrota electoral, D. Mariano Rajoy anunció que quería seguir liderando el PP y volver a ser candidato del PP en las siguientes elecciones previstas para 2012, contradiciendo la portada del diario PÚBLICO de ese mismo día que anunciaba que el Sr. Rajoy había decidido retirarse.
Lecturas
En la mañana del 11 de marzo de 2008 el periódico PÚBLICO que dirige D. Ignacio Escolar García publica en portada como primicia que D. Mariano Rajoy ha decidido dimitir como presidente del Partido Popular, una información firmada por D. Ernesto Ekaizer. El Sr. Rajoy dará una rueda de prensa a media mañana de ese mismo 11 de marzo de 2008 en la que confirmará que sigue como presidente del PP y que volverá a ser candidato del PP a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones.
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«Lo que más lamento de mi etapa como director de PÚBLICO»
En la entrevista que concedió para los internautas al abandonar la dirección del diario PÚBLICO, D. Ignacio Escolar fue preguntado por aquello que más lamentaba. El periodista lo tenía claro:. «¿Lo que más lamento? Titular en portada que Rajoy decide irse por confiar en la persona que firmaba una noticia que después resultó ser falsa». El Sr. Escolar dejaba claro, pues, que lamentaba haber confiado en D. Ernesto Ekaizer, que será despedido de PÚBLICO en octubre de 2008.
11 Marzo 2008
¿A LA TERCERA LA VENCIDA? NO, GRACIAS
Mariano Rajoy ha decidido no optar a ser candidato del Partido Popular en las próximas elecciones generales. El líder conservador se retira de manera ordenada. Será él, pues, quien ponga en marcha el proceso interno para elegir en el Congreso del partido –que podría anticiparse a fechas anteriores al verano, en lugar de celebrarse en octubre–, a su sucesor o sucesora al frente de la organización.
Es prehistoria ya la época en la que el Partido Popular tuvo que pasar por una situación similar. Ni tras la derrota de 1993, ni después de las victorias sucesivas de 1996 y 2000, se presentó una situación de incertidumbre parecida. José María Aznar lo tenía todo atado y bien atado.
Y tras la inesperada salida del poder de 2004, Rajoy no lo tuvo menos claro. Toda la dirección del PP quedó prorrogada, por así decir, cuenta habida de que, al caracterizar su propia derrota como el resultado de la confusión producida por el atentado del 11-M en los votantes, no parecía necesaria una renovación. Todo lo contrario: el mismo equipo que perdió las elecciones del 14-M, con Rajoy en cabeza, se lanzó de inmediato a una larga carrera para recuperar el gobierno en las siguientes elecciones, esto es, el 9-M.
El objetivo, por tanto, consistió en matar dos pájaros de un tiro: ganando el 9-M se demostraría que los españoles, confundidos el 14-M, enmendarían su decisión de voto emitida cuatro años antes bajo un shock emocional.
El hecho es que Rajoy contó con todo el equipo que fue desalojado del Gobierno en las elecciones del 14-M. Pero, ahora, la situación cambia. Si Rajoy no va a ser el candidato del PP a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, ¿cómo se van a realizar importantes nombramientos en las próximas semanas?
La única solución, según fuentes consultadas, es que una vez que el partido asuma que debe buscar un nuevo candidato, las principales decisiones deberán ser el resultado de una deliberación colegiada, a la espera del próximo congreso, que podría, según esas fuentes, celebrarse antes del verano.
La decisión de no optar a una tercera oportunidad ha sido, según esas fuentes, una reflexión de Rajoy previa a la jornada del pasado domingo 9. El líder del PP siguió la marcha de los resultados en su despacho de la madrileña calle de Génova acompañado, según las horas, por diferentes personas. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y el vicealcalde, Manuel Cobo, estuvieron bastante tiempo en el despacho del líder del PP, acompañado por su esposa Elvira Fernández. También estuvo con Rajoy su hermano. Y, en ciertos momentos, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, también pasaron por el despacho.
Todas las fuentes coinciden en que durante la larga y dura jornada del domingo 9 de marzo, Rajoy se abstuvo de hablar sobre su situación o sobre el futuro del partido.
Pero fue su imagen en el balcón de la madrileña calle Génova y, sobre todo, el rostro tierno, dolorido y solidario de su esposa, lo que permitió intuir que algo interior se había roto en el candidato perdedor. Los habituales del balcón, como Alberto Ruiz-Gallardón o Esperanza Aguirre, pese a estar en la sede, no salieron junto al líder del PP. “No les invitaron. Todos esperaban una palabra de Rajoy. Ángel Acebes dijo que pasaran todos. Pero dio la impresión de que Rajoy sólo quería a su equipo, a Ángel, a Soraya Sáenz de Santamaría y a Manuel Pizarro”, explicó un dirigente a este periódico.
Por si acaso, Esperanza marcó distancias. Tanto a ella como al consejero Manuel Lamela se les podía ver detrás del cristal, a espaldas de Rajoy, mientras éste se dirigía a los simpatizantes.
La idea, pues, de recuperar el Gobierno al cabo de una legislatura en la que los españoles quedarían convencidos del error del 14-M, llevó a Rajoy a no realizar cambios en el equipo que heredó de José María Aznar. Una fuente se pregunta: ¿Podría hacerlos ahora con vistas a una tercera oportunidad? “No, primero porque sería arbitrario e injusto. Él ha asumido toda la responsabilidad por la derrota. Segundo, porque el momento de los cambios era el año 2004. Y Rajoy los descartó”, se respondió la fuente.
Si se lleva la teoría de la prórroga hasta sus últimas consecuencias, al confirmarse el domingo pasado el veredicto del 14-M, con más escaños y algunos votos adicionales para el PSOE, ya no caben excusas para proceder a la renovación. Los votantes del PP optaron por esta fuerza política para llegar al Gobierno, no simplemente para obtener mejor votación y más escaños. Y la renovación empieza por la cabeza.
Mariano Rajoy comparecerá hoy ante la prensa. Esta tarde tiene lugar una reunión del comité ejecutivo del partido. “Rajoy tiene que ofrecer algo de comer a los dirigentes y simpatizantes. Necesitan recuperar la ilusión. La gente está lógicamente afectada. Necesita una orientación, una reflexión sobre cómo ha de reorganizarse este partido de cara a las próximas batallas”, dijo una fuente.
¿Y cómo ha de reorganizarse? Fue Esperanza Aguirre quien anticipó que, si Rajoy no ganaba las elecciones, de todos modos lograría un buen resultado. Clavado. Ahora Esperanza cree que ha llegado el momento de abrir el debate interno para decidir, en congreso, quién debería ser el próximo candidato del PP.
Hay dos candidatos cantados: Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Ninguno de los dos es miembro del Congreso. Así lo quiso Esperanza y así lo dispuso Rajoy. Igualdad de oportunidades.
Y, como es inevitable, el fantasma de un tercer candidato potencial va y viene. Tampoco es diputado. Se llama Rodrigo Rato. “Nadie sabe todavía la respuesta a una pregunta elemental: ¿Por qué razón renunció al puesto de director gerente del Fondo Monetario Internacional el verano pasado y regresó a España a seis meses de las elecciones? Rato es el candidato del consenso y la unidad, quizá una de las pocas cartas que aún pueden quedar”, dijo un banquero informado.
Ernesto Ekaizer
11 Marzo 2008
MARIANO, NO TE PUEDES IR
Es fácil caer en la tentación del abandono. Dos derrotas consecutivas pueden parecer un muro infranqueable y una razón muy poderosa para abandonar la nave en nuevas manos. En estas horas son muchas las voces que se levantan reclamando un cambio en el PP, un nuevo liderazgo. Las encuestas digitales hablan de porcentajes elevadísimos a favor de su marcha. Cualquier ser humano caería en el desaliento y esa reacción sería perfectamente comprensible, pero déjenme que les diga unas palabras de Churchill que vienen como anillo al dedo en este caso: “Sigamos adelante con audacia y desempeñemos nuestro papel en todo esto”. Es verdad que, por segunda vez en cuatro años, Rodríguez se ha alzado con la victoria, pero también es cierto que en circunstancias especialmente adversas, como nunca había sufrido el centro-derecha español, Rajoy ha logrado mantener viva la llama de la esperanza y eso ha permitido a su partido obtener un resultado muy satisfactorio dentro de la adversidad.
No olvidemos que toda esta legislatura que ha acabado ha sido un permanente acoso al PP. No se puede olvidar, porque obtener 400.000 votos más partiendo de esa considerable desventaja, es un buen resultado. Pero es cierto, también, que después de todo lo que ha pasado en esta legislatura, lo que muchos españoles esperaban del PP era un victoria, y no se ha producido. De ahí la tentación del abandono, el desaliento, la desolación que ha caído como una losa sobre su partido. Y, sin embargo, si de verdad cede a esa tentación, puede ser un error de imprevisibles derivadas. Francamente, después de analizar los resultados, el comportamiento de la gente de su partido y su propia trayectoria, creo que Rajoy no puede dejarlo, al menos por ahora, y quizás en una larga temporada, aunque mejor no hasta las próximas elecciones. Y a quienes afirman que dos derrotas son muchas, les recordaremos que más acumuló Fraga, y Aznar también cayó dos veces antes de alcanzar el podio. Y fuera del PP hay ejemplos como el de Artur Mas, y ahí sigue al pie del cañón. Pero hay otras razones.
La primera es fácil, porque a pesar de lo que digan los analistas, y las encuestas, lo cierto es que ha habido mucha gente que ha creido en Rajoy, y no sería justo decirles adios, como hizo el domingo por la noche, y dejarles huérfanos de liderazgo. Es verdad que no lo haría así, de sopetón, pero esta es también la segunda razón. Cualquiera de los posibles sucesores de Mariano Rajoy cuenta con un handicap imposible de corregir hasta dentro de otros cuatro años o lo que Dios quiera que dure esta legislatura –no digo Rodríguez porque el querrá aguantar hasta el final-, es decir, que no son diputados, y la experiencia de un líder de la oposición haciendo oposición desde la Tribuna de Invitados del Congreso ya la pasó AP con Hernández Mancha y los resultados son de sobra conocidos. Es verdad que ni Rato, ni Aguirre, ni Gallardón son Hernández Mancha, y tampoco Rodríguez es González, pero tiene un indiscutible carisma difícil de combatir a los piés de los leones de la Cámara Baja.
Rajoy, sin embargo, le tiene tomada la medida, y esa medida solo se le toma debate tras debate, sesión de control tras sesión de control. El PP necesita no perder ni un solo voto de los conseguidos el 9-M, y eso requiere una tensión permanente. Rajoy ya sabe lo que es eso, y lo que significa en términos de pérdida de intimidad personal y familiar, pero lo contrario significa darle alas a Rodríguez para que gobierne tanto o más que González, y dudo que este país pueda aguantarlo. Tercera razón: aunque pudiera sonar a artimaña electoralista, lo cierto es que estamos a las puertas de una profunda crisis económica, y mucha gente lo va a pasar mal, muy mal. Necesitarán un referente, alguien que se ocupe de sus problemas, y parece que eso se le da bastante bien. Además, no sabemos que hará ahora Rodríguez con el terrorismo o con el modelo de Estado, pero por si acaso estaría bien que al frente del PP siguiera habiendo alguien con las ideas claras en lo que a estos asuntos se refiere. Es verdad que puede haber otros, pero como a él mismo le gusta decir, Rajoy es perfectamente previsible. Hay una cuarta razón, quizás la más difícil: el PP necesita una profunda renovación, y lo cierto es que en la pasada legislatura se quedó pendiente y ese es un error que él mismo debería corregir.
Para ganar las elecciones y eliminar del imaginario colectivo el miedo a la derecha, no hay más remedio que tomar decisiones que, en algunos casos, pueden ser dolorosas, pero la renovación de caras, de ideas y de formas debe ser total, hasta el punto de que –sin renunciar a la historia del partido- haga olvidar otros tiempos más o menos próximos. Algunos tendrán que dar un paso atrás para dejar sitio a los nuevos… Otros deberán, directamente, dejar su sitio y dedicarse a otros menesteres. Con todo, eso no será suficiente. El PP necesita romper ese cordón umbilical que le sigue uniendo a la Conferencia Episcopal y todo lo que ello conlleva. Se trata de un partido abierto a la sociedad, en el que conviven gays, heterosexuales, familias numerosas, madres solteras, divorciados y divorciadas, ateos, agnósticos, católicos, luteranos… Probablemente el grado de heterogeneidad sea, incluso, mucho mayor que el del PSOE, y sin embargo parece que sólo una tendencia obtiene el favoritismo de la clase dirigente. Sin que esto signifique la renuncia a muchos de los principios humanistas que han forjado nuestra cultura, lo cierto es que quizás algunas cosas, como el matrimonio gay, habría que habérselas planteado de otra manera, y en esto me incluyo por obcecación. Si se es liberal, se es con todas las consecuencias.
En lo que “ello conlleva” incluyo, necesariamente, la ruptura definitiva con algunos entornos mediáticos que han hecho un daño incalculable a las aspiraciones del PP. Por mucho que los periodistas que le seguimos le hayamos escuchado decir que es “libre”, no basta con que sea así, sino que debe parecerlo. Y esta es, sin duda, la quinta razón. Su marcha podría dar paso a que esos entornos intenten hacerse con el poder en el PP y entonces, él lo sabe, el futuro es más o menos oscuro tirando a negro. Hay una sexta razón: en Ferraz están esperando que anuncie su marcha para descorchar las botellas de cava que les ha enviado Montilla. Ellos saben que, de producirse, su permanencia en el poder será larga. Salvo que, si al final y a pesar de las razones en contra decide dejarlo, lo cual sería perfectamente comprensible, volviera Rodrígo Rato a quien en el PSOE temen de verdad.
Hay una última razón –bueno, hay muchas más, pero sería largo exponerlas todas-, y tiene un nombre: Viri. El gesto de humanidad del domingo por la noche en el balcón de Génova tiene una trascendencia mayor de lo que imaginamos. Ese es el Rajoy que los españoles quieren tener como presidente, el que muchas veces ha estado ausente en esta pasada legislatura, y el que tiene que corregir algunas carencias como esa manía de dejar algunas cosas para el último momento o que los problemas se pudran antes de buscarles solución. Cuando aparezca ese Rajoy, ganará las elecciones. Claro que a lo mejor llega hoy y anuncia que se marcha y yo me tendré que comer este artículo con patatas.
Federico Quevedo
12 Marzo 2008
RAJOY PAGA SUS HIPOTECAS
La información publicada ayer por este periódico apuntaba, como ha quedado de manifiesto, en una dirección equivocada. Mariano Rajoy ha decidido exactamente lo contrario de irse o de preparar una retirada ordenada: se presentará en junio a la reelección como presidente del PP para ser su candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones de 2012.
Un examen de nuestras fuentes indica que el error no ha sido fruto de filtración interesada o manipulación alguna. Existía la impresión en los diversos contactos con los cuales PÚBLICO mantuvo conversaciones después del pasado domingo que el líder del PP había decidido, incluso antes del desenlace de las elecciones del 9-M, abandonar en lugar de intentarlo por tercera vez. Muchos de esos contactos ha tenido y tienen regularmente acceso a información fidedigna.
Mariano Rajoy ha sido ayer meridianamente claro en la reunión del comité ejecutivo del partido y en la rueda de prensa posterior. En función de los avances en número de votos, porcentaje y escaños, el candidato derrotado por segunda vez estima que está en condiciones de dar la batalla una tercera vez.
Quienes le siguieron en la reunión de la comisión ejecutiva dijeron ayer a este periódico: “Rajoy parecía estar cabreado. Dio la impresión de que estaba dando un puñetazo sobre la mesa. Fue la rebelión del nuevo Rajoy contra el viejo Rajoy. Como alguien que intenta romper el corsé en el que ha estado maniatado”. Esto liga con dos cosas. Rajoy ha anunciado que propondrá a la Junta Directiva Nacional en el mes de abril anticipar la fecha del congreso, previsto para octubre de este año, al mes de junio. Esto parece una formalidad y lo sería si Rajoy, al tiempo, no hubiese anunciado un congreso abierto, el primero que habrá en la larga historia del PP. Paradójicamente o quizá por ello mismo, el candidato elegido a dedo, quiere un congreso abierto.
“Yo me presentaré con mi programa y mi equipo porque creo que es el que apoyan los españoles. Lógicamente se puede presentar cada militante del PP proponiendo lo que quiera proponer”, dijo. En roman paladino: los que me critican que den la cara y se la jueguen.
El candidato elegido a dedo impulsa un congreso abierto
Tras anunciar en la reunión del comité ejecutivo su decisión, hubo, según fuentes consultadas, una larga ronda de intervenciones de respaldo formal. Entre las primeras destacó la del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien respaldó calurosamente a Rajoy por haber conseguido un avance muy importante en las últimas elecciones y apoyo su decisión. Le siguieron otros dirigentes, quienes aplaudieron uno tras otro la iniciativa. La última en hablar fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien, según una de las fuentes, apoyó la iniciativa.
Ya en la rueda de prensa, preguntado Rajoy por si existía apoyo a su propuesta señaló lacónicamente: “Esto pinta bien”. Y como quiera que un periodista le preguntó si lo que viene tiene algo que ver con un proceso de “elecciones primarias” y si se percibía la posibilidad de otros candidatos, el presidente del PP señaló: “No he percibido nada. Lo único que sé es que yo me voy a presentar”. En esa línea, cuando los medios intentaron comprobar la firmeza de su propuesta y le señalaron que después del congreso del mes de junio según los estatutos debería celebrarse otro dentro de tres años, esto es, teóricamente antes de las elecciones generales, y si no existía la posibilidad de que él pilotara la transición hasta entonces para dar paso a otra persona, Rajoy fue tajante: “Me presento para ganar yo las elecciones, no para estar,[me presento] para ser candidato a la presidencia del Gobierno”.
Fuentes consultadas dijeron que todas las opciones que tenía Rajoy ante sí eran difíciles, pero que en cierto modo mucha gente dentro del partido esperaba una renovación, algún tipo de renovación. “Mariano ha sido muy claro hoy [por ayer]. Aquí no hay cartas ocultas. Él se presenta para volver a ser el candidato en las próximas elecciones. Le resultaba muy duro tirar literalmente la toalla, abandonar al partido en estas circunstancias, después de los buenos, aunque insuficientes, resultados electorales”, explicó una fuente del PP a este periódico.
Otra fuente señala: “Será el quien ahora haga la lista de la nueva comisión ejecutiva, quien formará su equipo y quien corte definitivamente el bacalao”Precisamente, a preguntas de la prensa sobre su nuevo equipo, Rajoy fue tan celoso con su nueva independencia que apuntó: “Lo anunciaré un día antes del congreso”. Lo mismo sobre el portavoz del grupo parlamentario: “Lo anunciaré el primer día de la reunión del grupo”. Es el mismo tono que uso cuando dijo que en su momento aclarará el destino de Eduardo Zaplana.¿Encontrará Rajoy rivales en el congreso de junio? ¿Se puede dar en el PP un proceso similar al del PSOE tras su pérdida del poder?
«Es el nuevo Rajoy, el que ya ha pagado sus hipotecas»
Los dirigentes del PP se dividen ante esta pregunta. Unos piensan que sí y otros que no. “¿Por qué no? Para algunos dirigentes se han cometido errores. Y esos fallos explican parte de lo que ocurrió en estas elecciones. Ahora un nuevo Rajoy quiere romper con las hipotecas que heredó tras ser nombrado a dedo”, señala otra fuente del PP. “El congreso abierto es fundamental para sellar la ruptura con esas hipotecas”, añade.Pero tanto uno como otro dirigente coinciden, al menos, en un punto. Y es éste: no creen que los candidatos in pectore, a saber, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, vayan a entrar en liza con Rajoy. “No sería bien visto. Todavía tenemos una cultura que deriva del ordeno y mando de Aznar. No estamos preparados. Una rivalidad en el congreso de junio sería calificada como traición a la unidad del partido”, dijo otra fuente. “Lo que vale es que ahora existe la posibilidad aunque nadie vaya a dar el paso al frente. Antes, nunca”, señala el otro dirigente consultado.
El nombre de José María Aznar, precisamente, fue mentado por Rajoy en la comisión ejecutiva. Explicó a sus miembros lo siguiente: “Aznar no interviene en la vida del partido. Se ha portado como un señor, que es lo que es”. Un dirigente apostilla: “Es esa ironía de Rajoy difícil de entender. Quiere ajustar cuentas definitivamente con Aznar agradeciendo sus servicios prestados”.A sus 53 años el próximo 27 de marzo, Rajoy ha resumido su operación así: “Esto es lo que hay”.
Ernesto Ekaizer
12 Marzo 2008
El futuro de Mariano en manos de Pedro Jota
El peor líder de oposición de la historia democrática ha tomado la decisión de quedarse y repetir como candidato del PP en 2012.
En principio, hay dos hipótesis para explicar el anuncio de Mariano Rajoy:
1 Que sólo esté intentando ganar tiempo, para evitar una grave crisis interna en el partido, pero que en realidad no tenga ninguna intención de presentarse en 2012. Sería una mentira casi piadosa para alguien con el currículum del Señor de los Hilillos.
2 Que piense que no ha ganado las elecciones por una cuestión de dosis. Sería una situación similar a 1993 cuando González derrotó por última vez al PP y Aznar optó por endurecer su política de oposición. Si Mariano cree que el problema es la dosis, tendremos otros cuatro años de pancarteros en las calles.
¿Existen razones que permitan concluir a la derecha que es posible ganar en 2012 sin cambio de estrategia? Pues depende. Hay políticos en el PP convencidos de que la desaceleración económica se agravará. ETA cometerá más asesinatos, Ibarretxe planteará un referéndum de independencia y Esquerra romperá el Gobierno tripartido catalán dentro de unos meses. Un escenario que permitiría incrementar la dosis de crispación para intentar vencer a Zapatero.
Claro que este análisis es, de momento, secundario. El factor esencial ahora es saber si Pedro J. permitirá que Mariano siga al frente del PP.
11 Marzo 2008
Rajoy debe continuar
Es evidente que el PP no ha alcanzado su objetivo principal que era ganar las elecciones, pero sí ha obtenido uno de sus mejores resultados históricos: diez millones largos de votos, el 40% del Congreso y la mayoría del Senado. En algunas comunidades, como Madrid, Valencia y Murcia, la victoria popular ha alcanzado cotas casi plebiscitarias; de no haber sido por la enorme diferencia registrada en Cataluña a favor de los socialistas, quien hubiera dado hoy la rueda de prensa triunfal habría sido Rajoy.
En el caso de Cataluña. Pese a ganar un escaño, ha descendido el número de votos, lo que no deja de producir una cierta frustración dada la ineficiente gestión de los socialistas en estos cuatro años con episodios tan notorios como el caso de Cercanías y el retraso del AVE. De haber acortado distancias con el PSC la historia sería distinta. EN este fracaso han intervenido factores externos a los responsables, pero también ha habido fallos de gestión interna. Cabe lamentar que no hayan acertado los dirigentes catalanes del PP. Rajoy tuvo que jugar el papel más ingrato a ojos de gran parte de los catalanes: decir no a una reforma del Estatuto que considera inconstitucional e introduce desigualdades. Lo hizo por sentido de Estado y por coherencia. Es posible que se podría haber hecho de manera menos costosa electoralmente, pero es en ese caso donde cabe lamentar que no hayan acertado los dirigentes catalanes del PP. La postura de los populares no era fácil, por eso era tan importante que los cuadros locales supieran explicarla a pie de calle, deshaciendo malentendidos propios e insidias ajenas.
En suma cometería un grave error el PP si cayera en los extremos de la complacencia o la depresión. Ha de aprestarse a una larga travesía (quizá no sea tan larga como el PSOE desearía) y necesita renovar fuerzas y equipos. La tarea es delicada y no hay en todo el partido un dirigente que lo pueda llevar a cabo con más garantías de éxito que Rajoy. Posee el liderazgo político necesario y una autoridad moral fuera de discusión. Sólo a él le corresponde tensar las riendas y emprender la marcha con paso decidido.
11 Marzo 2008
El PP debe renovarse
Ángel Acebes aseguró ayer que Mariano Rajoy puede «estar orgulloso» por «el extraordinario trabajo» realizado en estos cuatro años. Arenas, Camps, Michavila y otros dirigentes del PP elogiaron al líder del PP, que ha conseguido cinco escaños más y ha obtenido un incremento de casi 400.000 votos. En cambio, el PSOE sólo ha subido en 40.000 sufragios.
Pero la cruda realidad es que ha sido Zapatero quien ha ganado las elecciones y quien puede gobernar otros cuatro años con una cifra de 169 escaños, que le dejan muy cerca de la mayoría absoluta. Utilizando un símil futbolístico, el partido lo ha ganado el PSOE, aunque la incertidumbre en el marcador no se haya despejado hasta el final, varios disparos del PP hayan dado en los postes y algunas decisiones arbitrales le hayan perjudicado.
González y Aznar también perdieron dos veces antes de ganar, pero en ambos casos fueron progresando y cogiendo fuerza como alternativas. Así sucedió en 1979, cuando Suárez quedó tocado tras su última victoria, y en 1993, elecciones que marcaron el declive definitivo de González. Los pírricos vencedores de entonces llevaban la estocada en el cuerpo y eso no está ahora nada claro en el caso de Zapatero.
Tras lo que serán dos legislaturas en la oposición, el PP tiene que buscar necesariamente la victoria en las próximas generales. La doble cuestión que se plantea es si Mariano Rajoy tiene ganas, ilusión y recursos políticos para pelear durante otros cuatro años y si es el líder adecuado para derrotar a Zapatero en 2012.
Hay razones para dudar de ello a la vista del desarrollo de una campaña electoral, en la que ha dado la impresión de que ha sido superado por el carisma personal de Zapatero a pesar de que le sobraban argumentos para darle la vuelta a la situación.
Rajoy tiene otro importante inconveniente para seguir al frente del PP: su propia trayectoria en estos cuatro años, en los que ha mantenido una durísima confrontación con Zapatero.
Los resultados abren la posibilidad de una mejor relación entre ambos partidos, que Zapatero ofreció expresamente en la noche de su victoria, pero sería poco creíble un cambio de estrategia de un Rajoy que ha tachado reiteradamente de «mentiroso» a su adversario. Tampoco tendría sentido que el líder del PP siguiera repitiendo el mismo discurso en circunstancias forzosamente distintas.
El PP tiene cuatro años por delante, plazo suficiente para consolidar un nuevo liderazgo. Lo más conveniente y coherente sería que Rajoy adelantara el próximo congreso del PP, que debe celebrarse en otoño, a mayo o junio, dando la oportunidad a las bases de elegir un nuevo líder. Pero su entorno se resiste a decírselo y le empuja a quedarse en el cargo.
Rajoy, cuya honradez personal y valía política están fuera de toda duda, podría irse dejando al PP en una posición óptima para ganar dentro de cuatro años con una dirección renovada. Todo ello podría hacerse de forma ordenada y no traumática e incluso Rajoy podría jugar un importante papel en el Parlamento.
Tres columnistas de diferente trayectoria como Anson, Raúl del Pozo y Sánchez Dragó coinciden hoy en EL MUNDO en la conveniencia de buscar un nuevo líder que sea capaz de renovar los mensajes del PP y llevarle al triunfo en 2012. Aunque sus más cercanos le digan a Rajoy lo contrario, es el sentir que cada día que pase irá calando más y más en su base sociológica. Tras la decepción de la derrota, la afición anhela ilusionarse con un proyecto que incluya nuevo entrenador, nuevos fichajes y nuevas tácticas.
11 Marzo 2008
El PP necesita un nuevo líder
Mariano Rajoy no sufrió un descalabro electoral. En el mano a mano en Madrid con Zapatero venció incluso más holgadamente que en los debates de televisión: 18 diputados frente a 15 y 1.723.370 votos frente a 1.377.996. Los 18 escaños que el PSOE sacó al PP en Cataluña determinaron el resultado final de las elecciones.
Rajoy, que hubiera sido un excelente presidente del Gobierno como fue un ministro diez, ha perdido con dignidad por segunda vez. No ha sido capaz de recortar distancias al PSOE, ni siquiera un diputado. Debe irse. Resulta muy duro decirlo, pero debe irse. Es mediocre como jefe de la oposición y le falta pegada como candidato. Podría tal vez ganar las elecciones de 2012, en política nunca se sabe, pero Zapatero no se lo va a poner fácil como en esta ocasión. No parece lógico que cometa tantos disparates ni tenga tantas ocurrencias como en la envilecida legislatura anterior.
El PP necesita un líder nuevo y joven, de cuarenta años, a descubrir, si fuera posible, entre los actuales diputados o diputadas. Ni el retorno de Aznar ni Gallardón ni Aguirre ni Rato ni Zaplana resolverían el problema porque el partido necesita unidad y todos los barones tienen aristas, sin bien unos más que otros. La apuesta inteligente sería la de un nombre nuevo, un hombre o una mujer en la cuarentena, que conecte con las nuevas generaciones.
No será fácil que esto ocurra. La oposición es en sí misma un poder y son muchos los dirigentes del PP encantados con su papel de oposición. Se batirán por conservar sus despachos, sus sueldos, sus coches, su protocolo. Harán lo posible para que Rajoy no se vaya. Sólo la generosidad del presidente del partido, renunciando, y la convocatoria de un Congreso extraordinario podrían encarrilar las cosas.
Es cierto que a Zapatero le favoreció la torpeza de Gabriel Elorriaga con sus declaraciones al Financial Times. Es cierto, aunque sea doloroso decirlo, que el asesinato de Isaías Carrasco, igual que ocurrió en su día con el de Enrique Casas, benefició al PSOE y llevó a las urnas a gentes desencantadas que no hubieran acudido a votar. Es cierto que el comunicado de Eta de 4 de junio, rompiendo el alto el fuego y su decisión de no matar durante los últimos meses, permitieron a Zapatero sortear el mayor error cometido en su gestión, el proceso de rendición ante la banda terrorista, que le costó perder las elecciones municipales. Es cierto que la llamada «compra de votos» con lluvia de dinero para pensionistas, beneficiarios del Per, madres, jóvenes, asociaciones, fundaciones y la biblia en euros, le han aportado muchos votos. Es cierto que las concesiones estatutarias a Cataluña, en la frontera de la Constitución, robustecieron a costa de la unidad de España su posición en aquella región.
Todo esto es cierto. Pero el resultado ahí está. Zapatero ya no es el presidente por accidente. Ha sabido jugar sus cartas, ha disimulado sus trapisonderías, ha camuflado sus embustes y ha ganado. La nueva legislatura estará presidida por el triunfalismo zapateresco, el bamboleo económico, la lucha abierta contra Rouco y la negociación política con Eta que reanudará en cuanto encuentre un pretexto medianamente razonable y pueda volver a las andadas. Antes tratará de ponerse de acuerdo con Mas para estabilizar la legislatura. Do ut des. Mas le exigirá la presidencia de la Generalidad a cambio de votar su investidura como presidente del Gobierno en Madrid.
13 Marzo 2008
¡Ojo, Mariano, sus balas son de verdad!
¿Le puede salir un Borrell a Rajoy de aquí a junio, cuando el Congreso del PP -aplazado en octubre pasado por miedo a convulsiones internas antes de las elecciones generales- se celebre? Dicho de otro modo, si Esperanza Aguirre decide finalmente presentarse como alternativa, ¿vencerá o será derrotada?
Es cierto que no son lo mismo aquellas primarias del PSOE -que convocó Almunia y que perdió nítidamente- que la fórmula menos arriesgada que propone ahora Rajoy. Esta fórmula, en todo caso, tiene una virtud: quiebra el sistema digital en estado puro, consagrado por Fraga a la hora de nombrar a Aznar sucesor suyo y continuado por éste cuando designó a Rajoy heredero.
Rajoy no parece se haya equivocado. Ha hecho de la necesidad virtud y ha optado por ensombrecer al máximo su imagen de pusilánime, o de cobarde, y por proyectar la de un político capaz de jugarse el tipo en las urnas de su propio partido. Su mérito es menor si se tiene en cuenta que controla el aparato genovés. Atención, pues, en este sentido, a Acebes, quien ejerció de emisario el lunes y que fue el único de la vieja guardia invitado al balcón de Génova 13 el domingo por la noche.
Aunque Rajoy repita con insistencia que él es siempre una persona previsible, la verdad es que su gesto -digamos que objetivamente imprevisible- ha roto serios vaticinios periodísticos, no pocas cábalas verosímiles y algunas incertidumbres agudas. En primer lugar, queda claro que no se va. Y también queda muy claro que no tiene la más mínima intención de hacerlo.
Rajoy busca con urgencia legitimarse como líder huyendo formalmente de la sombra de Aznar. Con tres o cuatro diputados más conseguidos por el PSOE, ya se habría ido, o habría anunciado que se iba, el candidato de la derecha, al fin y al cabo derrotado el 9-M. Pero ha visto o intuido que todavía puede salvar políticamente el pellejo y ha dado el gran salto. De perdidos al río. Y se ha metido en el agua, justo cuando empezaba a estar el río popular revuelto.
Ha tratado de arrebatarles la caña y el anzuelo a los habituales pescadores dispuestos siempre a consumar su ganancia. ¿Logrará que tales pescadores se retiren de la orilla y frenen la abundante pesca con la que soñaban? He aquí el quid de la cuestión. Rajoy ha desafiado abiertamente a Aguirre a cuenta de Pedro J. Ramírez y, entre otros, de Federico Jiménez Losantos. Es decir, le ha devuelto el órdago a Esperanza; el órdago con el que la lideresa lo humilló la noche en que Rajoy liquidó a Gallardón.
¿Irán a por él, a galope y con el revólver desenfundado, como acostumbran, Ramírez y la COPE? ¿Aguantará Rajoy el bombardeo mediático de sus periodistas más connotados, ésos que no dan puntada sin hilo, que pasan de escrúpulos y que habían apostado con entusiasmo por Aguirre? Abierta la batalla de la sucesión de Rajoy, el líder timorato se ha transformado.
¿Cabe sin embargo una metamorfosis estable en un personaje de las características de Rajoy? Lo cierto es que el duelo entre Rajoy y el dúo Ramírez/Losantos, de confirmarse, promete ser más apasionante que el anunciado entre Aguirre y Gallardón. Y muy peligroso, peligrosísimo, para Rajoy. Esta derecha no para. Va de bronca externa a bronca interna. ¡Ojo, Mariano, que disparan con balas de verdad!
El Análisis
«Muchos de mis contactos ha tenido y tienen regularmente acceso a información fidedigna» se justificaba el Sr. Ekaizer en un amplio artículo al día siguiente de su metedura de pata. Lo peor es lo que significaba ese error para el diario PÚBLICO y para el propio Sr. Ekaizer. El argentino había aterrizado en el diario vinculado a Mediapro en enero con el extraño cargo de ‘Editor Ejecutivo’ (aunque los jefe de la empresa editora fueran los Sres. Roures y Benet), ese cargo, teóricamente le colocaba por encima de D. Ignacio Escolar en el escalafón, lo cual hacía que la relación entre ambos no fuera fácil.
La mejor baza para el Sr. Ekaizer era dar un golpe de autoridad y demostrar que era un gran periodista con importantes fuentes para consagrarse, la primicia de el Sr. Rajoy se retiraba de la política iba a ser su primer ‘scoop’ – basado quizá no tanto en fuentes, sino en que EL MUNDO había publicado un día antes que ‘Rajoy había dado a entender que se iba’ – resultó ser un resbalón. Su destino en PÚBLICO estaba sentenciado.
J. F. Lamata