18 mayo 2013

Maruja Torres, columnista estrella de EL PAÍS desde hacía décadas, había criticado públicamente el ERE de la redacción permitido por consejero delegado de la empresa propietaria, Juan Luis Cebrián

Maruja Torres Manzanera rompe con el periódico EL PAÍS tras la decisión del director Javier Moreno de quitarle su columna semanal

Hechos

El 18.05.2013 Dña. Maruja Torres anunció con un artículo en su blog los motivos por los cuales había abandonado el diario EL PAÍS tras una reunión con el director D. Javier Moreno.

Lecturas

La ejecución del ERE de EL PAÍS que puso en la calle a 129 periodistas del diario de PRISA las muestras de descontento se habían disparado, las marchas de D. Enric González y D. Santos Juliá eran la prueba.

No obstante, mucho más simbólica que estas dos marchas era el caso de Dña. Maruja Torres, una de las columnistas de contra portada del periódico que había permanecido en la redacción desde hacía más de tres décadas. La Sra. Torres no tuvo inconveniente en criticar públicamente al Consejero Delegado de PRISA, D. Juan Luis Cebrián y el ERE en cuestión. En mayo el director de EL PAÍS le comunicó que prescindía de su columna, ante lo cual la profesional respondió renunciando a continuar participando en PRISA.

CON PELOS Y SEÑALES – (18.05.2013)

Por fin tengo un ratico para contaros lo de anteayer con detalle, como os merecéis.

Por semana santa recibí una carta certificada en la que se me comunicaba que, dado que mi compromiso con la empresa terminaba a finales de este junio, no se me iba a renovar “en los mismos términos” (el entrecomillado es mío). Lo firmaba la directora de Administración de Redacción, ex directora de Recursos Humanos, ex jefa de Personal, ex miembro del Comité de Empresa (y de CC. OO.: de eso hace muchos años). Yo pensé que debía haberla firmado el director, Javier Moreno, y también pensé que no iba a ser yo quien les llamara para preguntar en qué condiciones me querían. Me he sentido condenada desde que me puse públicamente en contra del ERE. Esas cosas no hace falta que te las digan. Se nota.

El caso es que me marché a Atenas, al viaje que ya conocéis. Y un buen día, el mismo en el que fallecieron Sara Montiel y Margaret Thatcher empecé a recibir llamadas del periódico. Como estaba celebrando la muerte de la segunda, no contesté. Pensé que a lo mejor querían un obituario de Sarita: había olvidado que en ese diario ya hay gente -no los míos: otros- que se despedaza hasta por escribir las necrológicas. El caso es que por la noche abrí el correo y me encontré un mensaje de secretaría de dirección porque me buscaba Javier para hablar conmigo. Le llamé, bromeamos amablemente -muy hipócritas los dos: conforme hablábamos nos iban creciendo sendas narices de Pinocho-, y me espetó un “quiero que te integres más en EL PAÍS” que me dejó tiesa. Le pregunté cómo y me dijo que había pensado que hiciera reportajes. “Tengo 70 años, es tarde. Me habéis tenido años sin encargarme nada”. Me dijo que había cosas que podía hacer. Con la mosca en la oreja le pregunté: “¿No será que quieres sacarme de Opinión?”. “Esto es aparte”, me dijo, “hay una reestructuración, es para hablarlo personamente”. A través de su secretaria se acordó que el 16 de mayo a las 16.45 me recibiría en su despacho. Eso fue ayer.

Nos sentamos en su sofá, hicimos unos paripés, se me puso a lloriquear sobre lo mal que está todo y cómo cae la publicidad… Y luego me dijo que tenía una idea para mí, pero que todavía no sabía qué, ni cómo, que tenía que hablarlo con los de Domingo, pero que ya se les ocurriría. No dudé en preguntarle: “¿Eso es porque ya no me quieres en Opinión?”. Primero intentó echar balones fuera -eso será lo que le dirá al defensor del lector, supongo- diciendo que prepara una profunda restructuración, que en Opinión va a entrar gente nueva. “No hagas que te dé nombres, todavía no sé cuáles”. “Eso a mí no me importa. Pero dime que no me quieres en Opinión”. Se le fue poniendo esa mirada de guillotina, ese hielo en los ojos del que sabe que ha llegado el momento de asestar el golpe. A mi se me erizaron las vértebras porque estaba teniendo el privilegio de contemplar, en directo, y en acción, a un ejemplar de esa camada negra -y gris- que ahora intenta destruirnos. “No, no te quiero en Opinión”. “¿No me quieres ahora ni nunca más en Opinión?”. Lo ratificó. Cuando empezó a decirme que tenía otras ideas para mí le dije que era Opinión o nada, que yo soy opinión y que a través de mí opinan mis lectores. “No tenemos nada más de que hablar”, le dije. “Se acabó la conversación y se acaba mi vinculación con el periódico”. “Esto no me lo esperaba”, dijo. Y, efectivamente, lucía una mandíbula descolgada. “Esto no tenía que acabar así. No me has dejado ni contarte lo que quiero ofrecerte”. Ahí fue cuando le espeté esa frase que llevo toda mi vida queriendo colocarle a alguien de su nivel: “¿Pero tú sabes con quién estás hablando? Soy Maruja Torres y tengo muchos lectores que me he ganado a pulso opinando”.

Cuando me levanté e íbamos hacia la puerta le comenté que aunque me queda un mes de compromiso, dada la tensión reinante creía que era mejor que dejara de escribir de inmediato, y estuvo de acuerdo. Salimos y él se escabulló en dirección al jefe de Opinión, otro que tal. Dije adiós a las amigas de la sección y me fui.

En recepción me pidieron el último taxi desde Miguel Yuste 40.

Al final de trayecto me esperaba una gran amiga. Con su ayuda salí del armario en Twitter, donde estaba como observadora como @mistrals, con unos cien seguidores. Di la noticia y hoy tengo casi seis mil.

Habéis sido maravillosos: vosotros, los compañeros de trabajo, los de profesión, los medios .com y los tradicionales, los amigos de Facebook, el comité de empresa del diario, los vecinos, los acompañantes en el viaje de la vida. Os doy las gracias y os digo que continuaremos. Claro que sí. Ayer pasé el día con mis jóvenes amigos de ‘Mongolia’, en un seminario sobre prensa de papel, de humor y sátira, y muchas más cosas. Hicimos proyectos. Pero habrá más cosas. Ahora necesito airearme y mimarme.

Ah, quedan un par de Perdonen que entregué quince días y una semana antes. Si no son muy buenos no me lo tengáis en cuenta: no sabía que iban a ser póstumos. Considerad que mi colu del jueves último fue mi despedida de ese medio al que quise tanto cuando era querible. Hoy todavía quedan en él muchas personas a las que aprecio y admiro, tanto entre los asqueados veteranos como entre los explotados jóvenes.

ME SIENTO MÁS LIBRE QUE NUNCA. Y hay también pena, claro. Me estoy acordando mucho de Jesús de Polanco y de su hija Isabel. Esperadme en el cielo, guapos.

Maruja Torres

16 Mayo 2013

Cebrián echa a Maruja Torres de ‘El País’

Pablo Sebastián

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Se veía venir, desde que Maruja Torres se atrevió a criticar a Juan Luis Cebrián cuando el último ERE del diario ”El País” en el que el consejero de Prisa vino a decir, como en título de la película de los hermanos Coen ‘No es país para viejos’, que había que echar a los mayores del diario y que la cosa económica estaba muy mal, para todos salvo para él, naturalmente. Y Cebrián, finalmente, se comió fría su venganza contra la escritora esperando que llegara a su fin (ahora en junio) su contrato de colaboración para decirle a través de su cooperador necesario en el ‘crimen de Maruja’, el tal ‘Javier Moreno y sus muñecos’ y demás bonus de sus directivos, que tenía que abandonar las páginas de opinión y que le ofrecían una serie de reportajes que la gran señora de la columna rechazó y en ese mismo momento abandonó ”El País” y su Redacción.

El título de su último artículo parecía cantar una premonición: ‘Ignominia’. Eso es lo que han hecho con ella a la que tanto deben en esa casa donde, sin lugar a dudas, era por fuerza y genialidad la mejor pluma del diario. Y los lectores la echarán de menos, y entre sus excompañeros habrá de todo pero mucho nos tememos que brille la falta de solidaridad con la escritora, máxime en estos tiempos tan difíciles para la lírica y la profesión. Desde luego si Maruja quiere asomarse a estas páginas de Internet aquí tiene un sitio, que a buen seguro no le faltarán a esta rebelde con causa, sin pelos en la lengua y con una fuerza y brillantez inusitada.

Cebrián no es el único en eliminar a columnistas independientes que no bailan al son del pandero editorial de cada casa, y esos modales cínicos y cobardes que han utilizado con Maruja en ”El País”el pretendido cambio de opinión a reportajes (a su edad de 70 años)- es una fórmula habitual, que ya hemos vistos en otros diarios como “El Mundo” o el “ABC”, porque en los malos tiempos que corren los editores o los amos de las redacciones no quieren que nadie se les escape de la doctrina oficial y menos aún que se atrevan a discrepar en sus artículos con la línea empresarial y la editorial de cada casa.

Vamos a ver qué hacen y dicen sobre la expulsión de Maruja los que hasta ahora eran sus compañeros de la contraportada en el diario ”El País”, empezando por Vicent y siguiendo por Millás, Grandes, Rivas o Montero porque no debían consentir semejante infamia a Moreno ni a Cebrián. Y si fueran coherentes con lo que ellos escriben también se deberían de marchar. Meses antes ya cayeron otros colaboradores externos como Ridao (por criticar a Rubalcaba) o Santos Juliá, también por lo de los ERE, pero esta vez estamos ante un caso crucial que afecta al corazón mismo de la Redacción donde Maruja Torres era un bastión de libertad.

Su caso revela, además de la venganza personal de Cebrián y el aviso al resto de la Redacción, el deterioro moral y editorial de ”El País”, que se une al fracaso empresarial y a una muy confusa línea informativa y editorial que desde un presunto progresismo, se ha puesto al servicio de los poderes fácticos de la derecha y más que complacientes con el Gobierno de Rajoy y con el PSOE de Rubalcaba, es decir: casa con dos puertas, o dos amos, mala de guardar.

Pensarán los dueños del diario -recitando lo de ‘Torres más altas cayeron…’- que esto no tiene importancia y que dentro de unas semanas este episodio o incidente será agua pasada que no mueve molino, pero se van a equivocar. Primero porque el vacío que deja Maruja será muy difícil de ocupar, y después porque eliminando al mensajero quedan en evidencia ante la libertad. Y que se cuide y mucho Andrés Rábago, ‘El Roto’, otro que se atrevió a criticar a Cebrián y que no debería de callar ante esta ‘Ignominia’. Aunque sabemos que si ‘El Roto’ reacciona tendrá que poner sus barbas a remojar.

19 Mayo 2013

Sobre un adiós

Tomàs Delclós

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En la tarde del jueves, Maruja Torres colgó en Twitter una nota en la que informaba que ‘el director de EL PAÍS me ha echado de Opinión y yo me he ido de EL PAÍS. Tantos años… Pero es un alivio’.

Una noticia que aquella misma tarde fue recogida en las redes sociales, cuyos mensajes básicamente eran de apoyo a la periodista y críticos con el diario.

Maruja Torres empezó a colaborar en este diario en 1981 en el suplemento dominical. Realizó tareas tanto de reportera como de columnista. Cubrió, entre otros, conflictos como los de Beirut o Panamá, donde fue testigo de la muerte de su compañero fotógrafo Juantxu Rodríguez, que falleció por los disparos de un soldado estadounidense durante la invasión de aquel país en 1989.

El mismo día en que anunció su marcha publicaba en el diario su habitual columna, titulada en esta ocasión Ignominia, que concluía afirmando que “hay más dignidad en la uña del meñique de un desahuciado que en la cúpula que nos aniebla”.

«No hay giro ideológico alguno en el diario», afirma Javier Moreno

El contrato de la periodista terminaba en junio y hace dos meses se le comunicó que no podría ser renovado en las mismas condiciones. El director, Javier Moreno, le anticipó entonces por teléfono que quería hacer cambios en Opinión y que necesitaba que dejara de publicar su columna y aplazaron la consideración de alternativas para una futura entrevista.

El jueves, se celebró. Ante la posibilidad de estudiar una participación en el diario ajena a Opinión, la periodista declinó la oferta. Según me ha comentado Maruja Torres, no fue una cuestión de dinero, tema que ni se trató. “Quise mantener mi autonomía”. Al no poder continuar en Opinión decidió no considerar ningún tipo de oferta alternativa “por dignidad”. Durante la conversación conmigo, Torres comentó que quedan en el diario muchos periodistas a los que aprecia y a los que seguirá leyendo.

A la hora de cerrar esta edición se habían recibido varios mensajes de lectores críticos, entre la decepción y el enfado, con lo sucedido.

María Esmeralda Casado escribe que “me parece indignante que se le proponga negociar ‘nuevas vías’ y eliminarla de Opinión, que es, a mi juicio, donde debe estar y donde tiene muchos lectores, con lo que demuestran una gran falta de sensibilidad hacia la columnista y quienes la leen”. José Alberto lee con estupor “la noticia de que también se va Maruja Torres. Cada vez quedan menos”. Esther Martín escribe que “hoy me entero de que no volveré a leer a Maruja Torres en EL PAÍS. Le ruego transmita a los responsables del periódico mi preocupación, que supongo no será solo mía. (…) Han de saber que un periódico no es una empresa; es mucho más”. Y concluye con un “qué lástima”.

Manel San Nicolás lamenta “que estas cosas ocurran en el periódico que presume de ser un referente del progresismo”. Luis Baltés expresa su “profunda tristeza ante la noticia que publicaban otros medios de comunicación de la salida de Maruja Torres. Mis actuales preferencias en EL PAÍS están localizadas mucho más en columnistas y articulistas que en la información del periódico”, concluye. Remedios Madrona manifiesta su decepción ante la noticia de que la periodista abandona el diario. “Las frases aceradas, la libertad infinita que le confieren sus muchos años y su tremenda experiencia, las columnas de Maruja Torres en el diario y su Perdonen que no me levante en el suplemento semanal son imprescindibles para mí, al menos mientras ella siga con las mismas ganas de contar lo que siente y lo que ve”.

Un tema reiterado es la convicción, por parte de quienes manifiestan su desacuerdo, particularmente en las redes sociales, de que la decisión está relacionada con declaraciones de la periodista durante la crisis del ERE en este diario. Otros lectores, tras conocer la noticia, aventuran que prescindir de esta firma, aunque no compartan siempre sus posiciones o manera de expresarlas, es un indicio de giro ideológico por parte del diario y una pérdida de pluralidad.

He trasladado al director del diario los citados mensajes. Esta es su respuesta: “No hay relación con el ERE ni giro ideológico alguno en el diario. Que un columnista determinado deje de colaborar en el periódico no tiene absolutamente nada que ver con la línea editorial de este, que se expresa en sus editoriales. Y el responsable último de ellos es el director; también es función mía decidir sobre los colaboradores, entre los que siempre se ha procurado que haya diversidad y pluralidad. Las columnas no son propiedad de los que escriben en ellas. Hay proyectos que se agotan o que resulta necesario cambiar, no es fácil encontrar el equilibrio entre la renovación y la continuidad. A lo largo de la historia del periódico son muchos los columnistas que han dejado el diario, otros han vuelto después de un periodo de tiempo, otros se han ido incorporando; ninguno de esos cambios ha supuesto una modificación en la línea editorial de EL PAÍS”.

Los espacios de un diario no son propiedad vitalicia de los articulistas del mismo y es facultad del director su gestión.

Con todo, así lo valoran los mensajes recibidos, la pérdida de una firma tan arraigada en este periódico no es una buena noticia.