Y, además, técnicamente, en términos profesionales, son programas por lo general magnificamente producidos, con unos niveles de calidad perfectamente equiparables a los de las mejores cadenas de televisión públicas o privadas de los países desarrollados. El equipo que hace La Noria está formado por excelentes profesionales que saben hacer su trabajo con eficiencia.
La pretendida superioridad moral de muchos que critican a Tele 5 (no es vuestro caso), muy especialmente desde posiciones pretendidamente progresistas o de izquierda, me repatea. ¿Que pretenden, prohibir a unos empresarios que se juegan su dinero generar contenidos de entretenimiento que, por otra parte, son equivalentes a los que se producen en todos los paises del mundo? Por no hablar de tantos que formulan esas críticas después de empaparse sin reconocerlo de muchas horas de esa televisión que denostan en público pero consumen en privado.
A esos progresistas, que en muchos casos controlan cadenas públicas de comunidades tanto gobernadas por el PSOE o por el PP o cadenas privadas de la orbita del zapaterismo imperante les diría que lo que si me parece criticable y, empleando su terminología, basura, son los servicios informativos que elaboran cada día noticias y reportajes que enmascaran en un envoltorio de supuesta calidad propaganda política al servicio de un partido u otro. Y qué decir de tantos programas de supuesto humor cuyos guiones parecen escritos en los despachos más importantes de las sedes de los partidos políticos en el poder. Y de tantos programas e informativos, públicos y privados, que ocultan la verdad y manipulan con mentiras al servicio de intereses políticos y económicos con programas pretendidamente neutrales que resultan propaganda encubierta a veces, insisto, pagada con dinero público.
El PSOE y CiU han terminado por enterarse de los millones de personas que ven La Noria, y del derecho que tienen a escuchar en ese espacio a los responsables políticos elegidos democráticamente en las urnas, y desde hace tiempo destacados dirigentes de ambos partidos acuden a La Noria a ser entrevistados por Jordi González y algunos de los colaboradores del programa. En el PP tardan más en entenderlo, pero me consta que en cuanto pasen las primarias socialistas Esperanza Aguirre romperá el hielo y acudirá al plató de Fuencarral a una entrevista. ¿Acaso esas entrevistas con José Blanco, Tomás Gómez, Artur Mas, Trinidad Jiménez, etc tienen menos interés de las que le puedan hacer en Los Desayunos de La Uno, en 59 Segundos o en los informativos de La Sexta? ¿Es que Jordi González y sus colaboboradores no formulan las preguntas al menos igual de bien que el resto de los periodistas que trabajan en otros medios? Yo he visto preguntas más comprometidas para los entrevistados en las entrevistas de La Noria que en las que se formulan en otras cadenas. Incluso me atrevo a añadir que en otras cadenas sólo formulan preguntas comprometidas solo a quienes representan a ideologías contrarias a las de los presentadores, propietarios o directivos de esos medios. ¿Acaso Jordi González y sus colaboradores no hacen las mismas preguntas que puedan hacer por ejemplo Ana Pastor y los suyos? ¿No tienen en La Noria el mismo derecho a entrevistar a los políticos, que se deben a todos los ciudadanos, que el resto de programas supuestamente serios del resto de las cadenas? Con una diferencia a favor de La Noria. Normalmente las entrevistas a los políticos, salvo excepciones con el presidente del Gobierno o el lider de la oposición, no duran más allá de entre quince y treinta minutos, y en La Noria uno puede preguntarles o los demás escucharles incluso hasta una hora y media. Yo sólo he participado en una de esas entrevistas, que se se le hizo en La Noria a Trinidad Jiménez, y pude preguntarle todo lo que el tiempo me permitió, sin que ni Jordi González ni nadie del equipo del programa o de la cadena me impusiera limitación alguna. ¿Acaso los ciudadanos que en uso de su derecho, y de forma masiva, ven La Noria no tienen derecho a escuchar lo que piensan esos dirigentes políticos?
Recuerdo un artículo de Salvador Sostres en El Mundo en el que, tras recibir severas críticas Artur Mas por acudir a La Noria, defendía el derecho del lider de CiU a acudir a ese programa y recordaba como Mas fue despreciado durante una entrevista en TV3 y como en esa televisión controlada por el tripartirto llegaron a bajar el volúmen de un video durante un informativo para que no se escuchara una monumental pitada con la que el presidente Montilla fue recibido en un acto académico. Y episodios como este suceden también en las televisiones privadas. Por no hablar de grupos que ponen a parir a Tele 5 pero no tienen empacho alguno en ganar legitimamente su dinero produciendo programas o series para esta cadena maldita. Pero si fueran coherentes no deberían colaborar con esa telebasura. ¿O es que sólo es telebasura si lo hacen otros? Hay una en la que un presentador que retransmitía un partido de fútbol fue conminado en varias ocasiones a inventarse la existencia de pancartas que no existían y a arrancar la retransmisión de un partido de fútbol haciendo propaganda política al servicio del Gobierno de turno, socialista en este caso. No lo hizo. Y poco tiempo después se fue a la calle. Se llamaba Andrés y se apellidaba Montes. Y muchos que fueron testigos de ello saben que es verdad pero no pueden contarlo porque si lo hacen peligra su carrera profesional. Así actúan los guardianes de las esencias del progresismo.
Pues por esto, y algunas cosas más, es por lo que he estado colaborando, y pienso seguir haciendolo mientras ellos lo consideren conveniente, en La Noria. Porque defiendo el derecho de cada uno a hacer los programas que considere convenientes. Porque no me creo moralmente superior a nadie. Porque no considero que todo aquello que no coincida con mis gustos sea una basura. Porque no me prohiben los amigos de La Noria y Tele 5 ir a otros sitios si acudo a su cadena. Porque respeto más si cabe a los que piensan diferente a mí que a los que coinciden con mis opiniones. Porque defiendo la libertad de cada uno de hacer lo que considere conveniente si con ello no causa mal al prójimo. Porque hacen buenos programas de televisión, aunque muchos a mí no me gusten y no los vea. Porque me dejan expresarme libremente sin limitación alguna. Porque si voy a un programa me gusta que lo vea cuanta más gente mejor, y La Noria es líder de audiencia y por ello las opiniones que yo pueda expresar en el programa tiene enorme repercusión. Porque me da la gana. Y porque, logicamente, como soy un profesional, me pagan por ir, aunque no os oculto que menos de lo que me gustaría.
Dicho sea todo esto con todo el respeto a quienes hacen otro tipo de televisión.