5 marzo 2016

Muere Antonio Asunción Hernández, ex ministro de Interior con el PSOE que acabó expulsado del partido y en la órbita de Ciudadanos

Hechos

El 5 de marzo de 2016 falleció D. Antonio Asunción Hernández.

Lecturas

El 5 de enero de 2011 el PSPV-PSOE suspende de militancia a D. Antonio Asunción Hernández por considerar que sus declaraciones denunciando pucherazo en las primarias socialistas para la elección del candidato a la presidencia de la Generalitat Valenciana están perjudicando al partido. Las primarias dieron como ganador oficial a D. Jorge Alarte Gorbe, secretario general del PSPV-PSOE, resultado que el Sr. Asunción Hernández consideró fraudulento.

05 Marzo 2006

Antonio Asunción fue clave para el final del terrorismo de ETA

Fernando Garea

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El exministro puso en marcha la política de dispersión que acabó con el colectivo de presos terroristas

Antonio Asunción, fallecido este sábado, era ministro del Interior a principios de los años 90, cuando se investigaba el espectacular incremento del patrimonio de Luis Roldán, exdirector general de la Guardia Civil. Asunción garantizó en los pasillos del Congreso que Roldán no se fugaría, que estaría a disposición de la Justicia. Un día después se supo que el ex alto cargo de Interior había salido de España.

Asunción no dudó y fue a La Moncloa a ver al entonces presidente del Gobierno, Felipe González. “Dimito”, le dijo. González le respondió que no podía aceptarle la dimisión y el ministro le respondió algo así como: “Puedes hacer lo que quieras, he decidido dimitir y da lo mismo que no lo aceptes, es mi decisión y dejo de ir a mi despacho desde mañana”.

De esa forma abrió una vía de admisión de responsabilidades políticas no muy frecuente en la política española. Su gesto tuvo continuidad en la forma en la que se limpiaron corrupciones vinculadas al Ministerio del Interior de aquella época, como el uso de los fondos reservados, que acabaron con juicios y condenas.

Asunción fue también, como responsable de prisiones y como ministro del Interior, un personaje clave para lo que varias décadas después fue el final de ETA. Algunas de sus decisiones fueron imprescindibles para el fin del terrorismo.

Lo fue poniendo en marcha la dispersión de presos de ETA. Hasta entonces esos presos estaban agrupados en macrocárceles como Herrera de la Mancha donde se mantenía una organización y una jerarquía que era imposible de romper para los reclusos que pretendían acogerse a medidas de reinserción. La organización terrorista prohibía a sus presos acogerse a beneficios penitenciarios con una disciplina muy cerrada y los gobiernos aceptaban ese colectivo a cambio de evitar conflictos en las cárceles.

A las órdenes del entonces ministro de Justicia, Enrique Múgica, ideó un sistema para romper esa disciplina entre los presos de ETA y acabó con la mera gestión administrativa del colectivo de presos. Es lo que se llamó la política de dispersión que consistía en un seguimiento personalizado de cada preso.

Asunción negoció y pactó con el entonces presidente del PNV, Xavier Arzalluz, para gestionar juntos esa política. Un dirigente del PNV, entonces diputado, se encargaba de visitar en secreto cárcel por cárcel a cada preso de ETA para facilitar su reinserción. El propio Asunción visitó numerosas cárceles para tratar directamente y en secreto con muchos de esos presos.

Poco a poco se apuntaron algunos a ese proceso y se rompió el colectivo de presos de ETA. Del otro lado esa política dañó los apoyos familiares de reclusos, obligados a viajar a cárceles lejanas o de fuera de la península y también convirtió a funcionarios de prisiones en objetivo y víctimas de los terroristas

Esa puerta abierta por Asunción fue clave para que los gobiernos de José María Aznar y de José Luis Rodríguez Zapatero pudieran acompañar sus conversaciones con ETA de gestos como acercamientos de presos.

Y lograron que se acogieran progresivamente a medidas de reinserción. Esa vía abierta por Asunción culminó en lo que se conoce como vía Nanclares que ha servido para que presos de ETA se enfrenten cara a cara con víctimas, en busca de la reconciliación. Esta misma semana ha salido de la cárcel José Luis Urrusolo Sistiaga, asesino en serie en los 80 y los 90, acogido luego a esa vía de reinserción.

Esa vía de los 90 abierta por Asunción sirvió para que más de 20 años después ETA pusiera fin a su actividad terrorista. Sin él no se entendería el final del terrorismo.

06 Marzo 2016

El ministro que supo dimitir

Fernando Lázaro

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Cuando uno se convierte en observador de la realidad, se va cruzando por el camino con muchos y variopintos personajes de la política. Unos son ambiciosos. Otros, cínicos. Aparecen corruptos (y siguen apareciendo)… Pero también están (son la inmensa mayorías) tipos comprometidos, tipos honrados, tipos con decisión, tipos con ganas de tomar las riendas hasta en los puestos más comprometidos, y tipos que son capaces de dimitir, sí, dimitir, por considerar que su responsabilidad política le obliga.

Y Antonio Asunción era de éstos, de los que, cuando en los estertores del sistema felipista todo el mundo se agarraba a la poltrona para no perder poder, protección o sueldo, él dio, quizá, la lección más importante y conjugó en primera persona el verbo más odiado por los políticos de aquella época: dimitir.

Porque a este hombre honrado le pusieron un caramelo envenenado que no pudo dejar de comerse: le nombraron ministro del Interior, cuando la seguridad del Estado hacía agua, cuando las cloacas manejaban claramente las riendas políticas… cuando estaba bajo la lupa judicial, prácticamente acorralado, el director general de la Guardia Civil. Y ese fue su problema –y quién sabe si su bendición política–, la huida de Luis Roldán cuando apenas estaba llevando los libros a su nuevo despacho en el Paseo de la Castellana. Y no tardó dos minutos en tomar la decisión, convocar a la prensa y marcharse. Entendió que la responsabilidad política de la fuga, aunque acababa de llegar a su despacho, era suya y, descolocando a los políticos de la época de González, se fue. Había tomado las riendas de Interior sustituyendo a José Luis Corcuera. El 24 de noviembre de 1993 fue nombrado ministro, y el 30 de abril de 1994 dimitió.

Ya es casualidad que Asunción se nos marche justo en la semana en que Pablo Iglesias vuelve a resucitar una época política que el ex ministro trató de combatir desde la legalidad y desde una trinchera política incipiente en la que sus integrantes tenían claro que había que hacer cumplir la ley «caiga quien caiga», como decían ese grupo de indomables.

Nunca sabremos (¿o sí?) hasta qué punto la fuga de Luis Roldán fue consentida por los que querían perpetuarse en el control de las cloacas del Estado y necesitaban para ello quitarse de en medio a un ministro que llegaba a Interior con la escoba.

Asunción fue también una pieza fundamental en la lucha contra el terrorismo. Además de ser el padre de un sistema penitenciario que ha convertido a España en un ejemplo a nivel europeo, con la puesta en marcha de los macrocentros penitenciarios, su participación fue esencial en la dinámica especial sobre los presos de ETA.

Fue él, siguiendo las instrucciones del entonces ministro Enrique Múgica, el que diseñó y controló la dinámica de dispersión y control sobre los presos de la organización terrorista, una dinámica que se ha comprobado que fue claramente efectiva. Por eso Asunción se convirtió en uno de los objetivos de ETA. Porque no sólo la dispersión fue clave, sino el seguimiento individualizado de cada preso etarra, seguimiento que aún sigue funcionando.

Sin duda, uno de los momentos más duros de su vida política fue la huelga de hambre del preso de los Grapo, José Manuel Sevillano, que murió en prisión.

Suave de formas, duro de carácter, Antonio Asunción era un trabajador inagotable, un auténtico bregador. A su equipo siempre lo llevaba con la lengua fuera. Siempre con los suyos, era el primer y el último en irse del despacho. Era un convencido de la utilidad pública, de la función pública, de que se estaba en política para servir al ciudadano.

Y lo vivió desde el principio. Lo conoció desde la base. Porque primero fue alcalde, un cargo donde se conocen los problemas a pie de calle, en Manises, su pueblo, donde nació en 1951. Apenas superaba los 20 años cuando sintió la necesidad de incorporarse a la política. Y allí llegó, a las filas del Partido Socialista.

De la Alcaldía se fue a la diputación provincial de Valencia. En ambos puestos ya demostró no sólo dotes de mando y de organización, sino altos niveles de gestión y una gran pasión por la política.

Fue en 1988 cuando se hizo cargo de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. Primero director, después, secretario de Estado. El tándem con Enrique Múgica funcionó de 10 para luchar contra ETA en su frente de makos.

Su hoja de servicios inmaculada, su gran gestión penitenciaria y su conocimiento del entonces principal enemigo de España, ETA, le llevó a la cartera de Interior. Se convirtió en el breve.

Antonio Asunción fue diputado en el Congreso entre 1993 y 1996, la última legislatura de Felipe González. Pero su implicación política le llevó de nuevo a la Cámara de su tierra, Valencia. Desde allí, optó por presentarse a las primarias para ponerse al frente del PSOE en su región, pero su intento resultó un brindis al sol. Salió enfurecido con la forma en que su partido llevó a cabo esos procesos de primarias. Y tuvo guiños políticos para una formación que entonces arrancaba, Ciudadanos, con la que incluso participó en un acto junto a Albert Rivera y Juan Carlos Girauta.

Aunque nunca perdió su disposición al debate político y a la presencia pública, Asunción comenzó a dar ya prioridad a sus negocios privados, en los que había adquirido un éxito notable.

Sin duda, Antonio Asunción marcó impronta en las filas socialistas. Su camino con la escoba fue recogido por otros dirigentes que trataron de poner orden, con más o menos fortuna, en un Ministerio siempre rodeado por la polémica.

Antonio Asunción Hernández, político y empresario, nació en Manises (Valencia) el 12 de julio de 1951 y murió en Valencia el 5 de marzo de 2016.