27 febrero 1958
Muere el magnate judío del cine Harry Cohn, fundador de los Estudios Columbia y uno de los ‘padres’ de Hollywood
Hechos
El 27 de febrero de 1958 muere Harry Cohn.
El Análisis
El 27 de febrero de 1958, Harry Cohn, el fundador y presidente de Columbia Pictures, falleció a los 66 años en Phoenix, Arizona, dejando tras de sí un legado que ayudó a definir la era dorada de Hollywood. Nacido en 1891 en una familia judía de clase trabajadora en Nueva York, Cohn, con su carácter brusco y su instinto para el negocio, transformó Columbia de una modesta productora en la pobreza row a un estudio competitivo, rivalizando con gigantes como Warner Bros. de Jack Warner. Como otros emprendedores judíos—Adolph Zukor (Paramount), Carl Laemmle (Universal), o Louis B. Mayer (MGM)—Cohn encontró en Estados Unidos la oportunidad que Europa les negaba, convirtiendo el cine en un imperio cultural y económico.
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El ascenso de Cohn reflejó el de sus colegas judíos, quienes, enfrentando el antisemitismo en Europa y las oportunidades limitadas en otros lugares, convirtieron a Hollywood en una potencia mundial. Al igual que Jack Warner, quien convirtió a Warner Bros. en un titán con El cantante de jazz , o Zukor, quien hizo de Paramount un líder con estrellas como Rodolfo Valentino, Cohn aprovechó su tenacidad callejera para cofundar Columbia en 1920 con su hermano Jack y Joe Brandt. Sus mayores éxitos cinematográficos incluyen Sucedió una noche (1934), una comedia disparatada que arrasó en los Oscar; El señor Smith va a Washington (1939), un clásico de Frank Capra que definió el idealismo estadounidense; y De aquí a la eternidad (1953), una epopeya bélica que ganó ocho Oscar. La habilidad de Cohn para detectar talentos, nutriendo estrellas como Rita Hayworth y directores como Capra, le dio prestigio a Columbia a pesar de su menor presupuesto. Sin embargo, su reinado se vio empañado por controversias: conocido como «King Cohn» por su estilo tiránico, intimidó a actores y directores, enfrentó acusaciones de explotar a estrellas femeninas y se enfrentó a los sindicatos durante las huelgas de Hollywood de la década de 1940. Su cooperación con el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes durante la era McCarthy, denunciando a presuntos comunistas, le alejó de muchos en la industria, imitando los compromisos de colegas como Warner.
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A su muerte, Columbia Pictures se alzaba como un estudio importante, pero su futuro era incierto sin la presencia dominante de Cohn. A diferencia de Warner Bros., que Jack Warner vendió en 1967, o MGM, que decayó bajo los sucesores de Mayer, Columbia evitó un colapso inmediato gracias a su cartera diversificada y éxitos como La Leyenda del Silencio (1954). Cohn no dejó herederos directos en el negocio (su hermano Jack había fallecido en 1956) y el estudio pasó a ejecutivos como Abe Schneider, quien mantuvo la estabilidad pero careció de la visión de Cohn. Para la década de 1980, Columbia sería adquirida por Coca-Cola y posteriormente por Sony, marcando su transición de un imperio familiar a una entidad corporativa. En febrero de 1958, la muerte de Cohn cierra la era de los magnates judíos que construyeron Hollywood contra viento y marea, dejando a Columbia como testimonio de su genio despiadado. Sin embargo, su legado —triunfos cinematográficos teñidos de autoritarismo y compromisos morales— nos recuerda el precio que hubo que pagar para crear la fábrica de sueños que cautivó al mundo.
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JF Lamata