24 mayo 1981

Muere el Presidente de Ecuador, Jaime Roldós, en el ejercicio del cargo, al estrellarse el avión en que viajaba

Hechos

El 26 de mayo de 1981 se conoció en todo el mundo la muerte del Presidente de Ecuador, Jaime Roldós.

Lecturas

El presidente ecuatoriano, Jaime Roldós, ha muerto este 24 de mayo de 1981 en un accidente de aviación registrado cerca de la cordillera andina.

Candidato de la Concentración de Fuerzas Populares, de tendencia socialdemócrata, Roldós se impuso en las elecciones de abril de 1979, con el 61,8% de los votos.

Cuando tomó posesión de su cargo acabada de cumplir 39 años.

Desde el gobierno, Roldós utilizó los beneficios de la explotación petrolera para lanzar un plan quinquenal de desarrollo, destinado a introducir la industria en Ecuador; al mismo tiempo, extendió la reforma agraria y elaboró una política de créditos a los pequeños campesinos a fin de modificar en profundidad la estructura social del campo ecuatoriano anclada hasta ahora en el siglo XVIII.

En el ámbito de las relaciones internacionales, Roldós impulsó una política de apertura diplomática hacia los países socialistas, aunque mantuvo las relaciones con Estados Unidos.

Esta política de cambios profundos le había ganado no pocos enemigos en Ecuador.

26 Mayo 1981

Roldós

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera Cortázar)

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POCOS INDICIOS informativos permiten aún suponer que la muerte de Jaime Roldós, presidente de la República de Ecuador, no haya sido accidental. Sin embargo, esta desaparición -con la de otras personalidades políticas de su confianza- pone nuevamente en peligro la estabilidad precaria de una democracia moderada y medida, pero con un evidente intento de restitución de justicia social, que costó tanto trabajo conquistar.En Ecuador había una dictadura militar con rápida historia de derechismo: el general Rodríguez Lara había derrocado al presidente Velasco Ibarra en 1972, y en 1975 había parecido que dominaba un levantamiento de militares más a su derecha, encabezados por Rodríguez Alvear; pero el golpismo quedaba vivo, sin reprimir, y meses más tarde caía Rodríguez Lara, sustituido por un triunvirato que comenzaría una depuración de lo que llamaba izquierda militar. Estaban, sin embargo, en contradicción con la tendencia que comenzaban a irradiar entonces Washington y algunos países democráticos de América, en favor de unas ciertas democracias controladas o vigiladas; pensaron los militares dominantes que podrían conseguir unas elecciones con un poder civil a su medida, y no condenado por Washington. No acertaban bien a hacerlas. Convocatorias, anulaciones, revisiones… Reorganizaciones del tribunal electoral, aplazamientos entre los dos turnos… Incluso asesinatos, como el de Abdón Calderón Muñoz, que representaba un centro muy fuerte capaz de aglutinar diversas fuerzas políticas y representar la oposición; apareció comprometido en él el ministro del Interior, general Jarrin. Menos cruenta fue la ley que impedía presentarse a otro dirigente con capacidad, Assad Bucaram, por su ascendencia extranjera. A pesar de todo ello, salió el candidato que los militares no querían: Jaime Roldós Aguilera, yerno de Bucaram, representante del partido de la Concentración de Fuerzas Populares, sostenido por la democracia cristiana. Ganó (60%-40%) al candidato que apoyaba la Junta y quizá Washington: Sixto Durán Bellen, del Frente, Constitucionalista (derecha), apoyado por los conservadores. Ya no podía haber un paso atrás, y aunque se sospechó que los militares harían lo posible por no entregarle el poder, tomó posesión de la Presidencia el 11 de agosto de 1979; no ha podido llegar a ejercerla durante dos años. Reaparecía con él la tradición popularista -precisamente, la anterior al golpe militar, la que había querido ser anulada- y trató de ejercer los poderes presidencialistas a que le daba derecho la Constitución con una inclinación acentuada por las clases sociales menos favorecidas. Sacó de las cárceles a los presos políticos, reconoció la República de Cuba. Su propio partido temió su impulso, y hasta su suegro, Bucaram, se volvió contra él; Roldós reformó la Constitución de forma que el sistema unicameral se dividiera en dos, para debilitar las fuerzas políticas y reforzar el presidencialismo.

Roldós ha llegado a encarnar personalmente la nueva política ecuatoriana. Su desaparición repentina la pone, por tanto, en una situación nueva y difícil. Sobre todo, en un momento en el que han cambiado los aires en América: la elección de Reagan y las preferencias de Washington, otra vez, por los regímenes fuertes y de represión dura a las corrientes populares, los sucesos de Centroamérica, las dificultades por las que pasan países con democracias establecidas, pueden haber alentado y estar impulsando a los insatisfechos por Roldós y por el regreso del poder a los civiles; y precisamente a los civiles que no habían sido presentidos. Pueden utilizar la desaparición repentina de Roldós: el campo les queda abierto.