15 septiembre 2014

El gran empresario murió cuatro días después del presidente del Banco Santander, Emilio Botín

Muere el Presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez, que es reemplazado por su sobrino Dimas Gimeno

Hechos

El 14.09.2014 falleció D. Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés.

Lecturas

EL NUEVO PRESIDENTE DE EL CORTE INGLÉS

Dimas_Gimeno El nuevo Presidente de El Corte Inglés será D. Dimas Gimeno, sobrino del fallecido D. Isidoro Álvarez, por lo que se repite la historia, puesto que D. Isidoro Álvarez también heredó la presidencia de su tío, el fundador del negocio D. Ramón Areces.

ADJUNTO A LA PRESIDENCIA DE EL CORTE INGLÉS

manuel_pizarro El Ex presidente de Endesa, D. Manuel Pizarro, será uno de los ‘hombres fuertes’ de la empresa líder del comercio en España como ‘adjunto a la presidencia’.

Reacciones en Twitter:

D. Salvador Sostres en Twitter“Que muera un pobre es importante para sus familiares pero que muera un rico es trágico para España”.

D. Pedro J. Ramírez en Twitter: “Con Isidoro Alvárez desaparece otro grande de España (y un gran amigo que ayudó mucho a Agatha). Un mundo de certezas se desvanece”. “Recuerdo a Aznar en febrero de 1996 hablando con él en mi casa: “Isidoro, cuando ganemos te vas a hinchar a vender calcetines”. Y así fue”.

15 Septiembre 2014

Muere Isidoro Álvarez tras iniciar la renovación de El Corte Inglés

Carlos Segovia

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Lasaga, Martínez Echevarría, Juan Hermoso o el gerente, Juan Ignacio Lamata, han sido los más directos colaboradores de Álvarez en los últimos años, además del ya fallecido Juan Manuel de Mingo.

Con su sobrio y singular estilo habitual, El Corte Inglés, el tercer grupo de grandes almacenes del mundo y primero de Europa, no aparentó urgencia en la sucesión ni en dar una señal sobre el futuro en su escueto comunicado. El gigante de la distribución entró ayer, al igual que el Banco Santander, en una nueva fase de su historia que tendrá impacto en la vida económica y social española, pero se limitó en la tarde de ayer a comunicar la muerte de su presidente, Isidoro Álvarez por «crisis cardiaca inesperada» y a subrayar que había recibido antes de morir «los santos sacramentos». No avanzó aún ningún elemento de futuro.

La empresa española fundada en 1935 por Ramón Areces mantiene su propio sentido del tiempo, ajena a la voracidad de información del mercado bursátil –en el que nunca ha querido cotizar hasta ahora– y aborda uno de los cambios más importantes en la alta clase empresarial española sin el apresuramiento de, por ejemplo, el Banco Santander, que nombró nueva presidenta a Ana Patricia Botín en las primeras 24 horas tras el fallecimiento de su padre.

Altas fuentes empresariales apostaban, no obstante, que el futuro de El Corte Inglés será escrito por un dúo formado por Dimas Gimeno, actual consejero director general de El Corte Inglés y el ex presidente de Endesa, Manuel Pizarro,

Álvarez ha muerto a los 79 años cuando estaba iniciando una renovación de la empresa tras los duros años de la crisis, en que, por primera vez en la historia reciente, ha tenido problemas para financiarse. 2013 fue un año clave. La banca, sobre todo las entidades financieras extranjeras, señalaron que una de las carencias de El Corte Inglés era la excesiva inercia del pasado y la falta de síntomas de preparación de la sucesión, pese a la edad de, no solo Alvarez, sino de sus principales colaboradores.

Finalmente, el grupo logró refinanciar una deuda de 5.070 millones de euros que vencía a corto plazo y vendió el grueso de su actividad financiera al Banco Santander. Pero Álvarez designó aquel año a su sobrino Dimas Gimeno, de 40 años, nuevo consejero director general y lugarteniente del grupo. El propio Álvarez había sido designado para ese mismo cargo en 1966, con apenas 31 años. En 1989 relevó a Areces.

Tras el impacto que había supuesto en los meses previos una dura negociación con la banca, Álvarez decidió incorporar en la pasada primavera a El Corte Inglés al ex presidente de Endesa, Manuel Pizarro. El selecto consejo de administración del grupo era tradicionalmente endogámico. Álvarez contaba y cuenta como consejeros ejecutivos a veteranos del grupo y de edades cercanas a la suya como Florencio Lasaga o Carlos Martínez Echevarría. Sin embargo, el pasado 31 de agosto anunció que Pizarro no solo era nombrado adjunto al presidente, sino miembro del consejo de administración. Además, incorporó como secretario general a Antonio Hernández Gil, ex presidente del Colegio de Abogados de Madrid y ex consejero de Repsol, entre otros cargos.

El gesto de Álvarez de dar la palabra en la última junta de accionistas a Dimas Gimeno, le ratifica como delfín y le convierte en candidato natural a sucederle en el mando ejecutivo. Tanto él como Pizarro se convierten en hombres clave para completar la necesaria renovación de El Corte Inglés, que, aunque logró en el último año mejorar los beneficios por primera vez en seis años, ha sufrido desde la crisis la dura competencia, cada uno en su área, de distintos grupos, desde Mercadona a Decathlon. La internacionalización ha seguido siendo asignatura pendiente.

Al contrario que en el Santander, en el que la familia Botín controla oficialmente apenas el 1% del capital, los herederos de Areces y de Álvarez controlan la mayoría de El Corte Inglés y no avistan ningún riesgo de inestabilidad, pero si se imita el manejo de los tiempos que siguió a la muerte de Areces, el consejo de administración formalizará en breves fechas la sucesión de Álvarez. Lasaga, Martínez Echevarría, Juan Hermoso o el gerente, Juan Ignacio Lamata, han sido los más directos colaboradores de Álvarez en los últimos años, además del ya fallecido Juan Manuel de Mingo.

El fallecido fue ingresado de urgencia en el hospital Puerta de Hierro de Madrid el pasado día 10 en la madrugada en la que acababa de fallecer, también a los 79 años, Emilio Botín. Según la versión oficial, le aquejaba «insuficiencia respiratoria» que evolucionaba favorablemente hasta el punto que Álvarez seguía trabajando desde el hospital utilizando su móvil para mantener contacto con sus colaboradores. El pasado viernes, los médicos le mantenían en el hospital por prudencia, según esta versión, pero empeoró durante el fin de semana. En la mañana del domingo le sobrevino «una crisis cardiaca inesperada» que a primera hora de la tarde ya no pudo superar.

Álvarez mantuvo el ritmo de trabajo hasta el final. Todavía actualmente era habitual verle en fin de semana en una de sus rutas de visita sorpresa por alguno de los grandes almacenes del grupo para observar de primera mano cómo estaba todo dispuesto y cuál era el trato a la clientela. Él mismo seguía siendo interlocutor del Gobierno y se citaba con el ministro de Economía, Luis de Guindos, o el secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz, para cualquier gestión de interés para su compañía. Era también miembro del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) presidido por César Alierta, aunque su actividad pública y política era incomparablemente inferior a la de, por ejemplo, el también fallecido Emilio Botín.

Sus compañeros de la élite en el CEC le despidieron ayer con este comunicado: «Durante su dilatada carrera impulsó con gran acierto todo lo relativo a la confección y distribución textil y, posteriormente, a la estructuración del sector de la distribución en todos sus ámbitos, configurándose como el líder del sector a través de El Corte Inglés y contribuyendo con ello a potenciar la Marca España al más alto nivel (…) Su enorme personalidad y calidad humana le llevó a preocuparse por todos los ámbitos del mecenazgo, desarrollando la Fundación Ramón Areces, una de las más importantes de nuestro país».

Álvarez mantuvo buenas relaciones con los dos grandes partidos. Su empresa figura entre las que hacen aportaciones a las fundaciones de, entre otros, PP y PSOE. Fue el Gobierno socialista de Zapatero el que le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Se la entregó el entonces ministro de Trabajo, Jesús Caldera, en 2007 por dedicar «toda una vida a crear progreso» y ser «socialmente útil y ejemplar en el desempeño de sus deberes».

El fallecido presidente de El Corte Inglés no concedía entrevistas ni realizaba intervenciones públicas. Su relación con los medios se ha centrado en el área de publicidad, como uno de los grandes anunciantes del país.

Álvarez no creía en algunos de los nuevos usos de la alta clase ejecutiva y valoraba como pocos la fidelidad a la empresa. «Mi escuela ha sido siempre El Corte Inglés y mi maestro, Ramón Areces», aseguró en su currículum oficial. Dedicó su vida al grupo, mantuvo el poder de la marca tras la muerte del fundador y la expandió y diversificó.

Los sindicatos han presentado tradicionalmente a Álvarez como un presidente de estilo paternalista y resistente a mejorar las relaciones laborales. Él se preciaba de dar empleo a 93.000 personas y una importante «contribución a la renta nacional», que él cifró por última vez en 3.351 millones de euros.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, elogió ayer en un telegrama su «magnífica labor empresarial» y lo calificó de «icono de la credibilidad y confianza para tantas familias y consumidores», en clara alusión al si no queda satisfecho le devolvemos su dinero. ¿Cómo reaccionará el grupo a este nuevo ciclo? «Las iniciativas puestas en marcha, desarrolladas o completadas en este ejercicio, demuestran que El Corte Inglés es una empresa dinámica, creativa, capaz de innovar y de hacer frente con imaginación y esfuerzo a las necesidades de un público cada día más exigente», dijo Álvarez en su último discurso.

16 Septiembre 2014

Grande de España

Luis Sánchez-Merlo

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En los últimos días de 1993 tuve ocasión de participar en la apertura del primer centro de la Fnac en España. La inauguración de este agitador cultural, en pleno corazón de Madrid, al lado de El Corte Inglés de Callao, impactó a Isidoro Álvarez, siempre atento a los movimientos de sus competidores franceses. No tardó en llamarme a Hermosilla, cuartel general de ECI, y en presencia de uno de sus lugartenientes, Florencio Lasaga, me preguntó, sin ambages, si tenía algún tipo de incompatibilidad que me impidiese colaborar con él. Con la luz verde en la mano, comenzamos un viaje que se extendió durante décadas.

La compleja adaptación de El Corte Inglés al IVA y al euro, la integración de Galerías Preciados, la febril apertura de centros, la aparición de casos de legionella en Murcia, la competencia de los category killers y tantos avatares más, dieron ocasión a una intensa relación tanto con Isidoro como con sus colaboradores. Entre los coartifices de un fenómeno de distribución comercial sin precedentes en la historia en España y por citar a una pequeña relación de estos: Lasaga, Carlos Martínez Echevarría, Juan Hermoso, Ignacio Lamata, Jorge Pont, Fernando Tabernero, Juan Miguel Parets y Carlos Muñoz Gordovil.

He tenido la fortuna de convivir cerca de este gigante, que nos ha dejado al tiempo que su amigo y admirado Emilio Botín. Han sido, pues, años en los que he sido testigo directo del despliegue vertiginoso de este asturiano colosal, tiempo que me ha permitido hacerme una idea precisa sobre su catálogo de valores. Siempre fiel a una severa indumentaria –traje oscuro, corbata negra–, era sobrio y tímido con los demás, parco y escueto consigo mismo. El suyo era un ejercicio sistemático de impulso del negocio, mirando de reojo a los mejores (Saks Fith Avenue, Macy’s, Harrod’s, Lafayette, Kaufhof) y siempre al servicio de las tiendas, como se conoce a los centros de El Corte Inglés en el argot de la casa.

Y al mismo tiempo contención y ausencia de excesos en el delicado manejo de una armada de 100.000 personas. Apuntando a los valores de la casa, ni siquiera la grave crisis del consumo de los últimos años ha doblegado a un Isidoro que no ha afrontado tan grave circunstancia con la fácil respuesta de adaptar la oferta a la demanda. Es decir, con despidos. Más valores: el esfuerzo sostenido en la tarea, la sencillez en el liderazgo, el delicado equilibrio en la administración de afectos y exigencias. Lo que más le podía gustar a Isidoro era patrullar por sus tiendas, y si tenía que ser en fin de semana o en tiempo de vacaciones mejor, entrando en el detalle del fresco de la pescadería de Marbella o buceando en el surtido de juguetes para Reyes.

Lejos del halago, tenso en los momentos previos a su discurso en las inauguraciones de las tiendas, atento siempre a las autoridades, cortés y avizor con los medios, próximo con sus pocos amigos de toda la vida. Uno de sus últimos desplazamientos fue, en agosto, a la tienda de Palma de Mallorca. Allí hizo preguntas sobre los detalles que siempre reclamaba conocer. Intenso como de costumbre, visiblemente cansado, respirando con dificultad y moviéndose con torpeza, la visita se acortó, pero siguió adelante en su periplo hacia Alicante, donde ya le estaban esperando en la siguiente tienda. Así era su vida y así se las gastaba Isidoro. Cauto y felino, se demoró a la hora de tomar decisiones sucesorias, pero acertó al combinar la enorme experiencia de los históricos de la casa con la sólida trayectoria de Manuel Pizarro y la juventud renovadora de su sobrino, Dimas Gimeno.

Consecuente hasta el final, no fue hombre de barcos ni de golf, pero le prestaba la caza con la que compensaba el estrés de Hermosilla. No capitulaba con docilidad ante la dieta y gozaba comiendo fuerte y fumando, mientras pudo, mucho y rápido. Y todo ello, rodeado del cariño incondicional de María José, Marta y Cristina. Alérgico a los laureles y modesto hasta decir basta, Isidoro Álvarez fue grande, otro grande de España.

Luis Sánchez-Merlo es presidente de SES Astra Ibérica.

El Análisis

REMAKE DOS DÉCADAS DESPUÉS

JF Lamata

No se puede decir que El Corte Inglés hubiera cambiado de costumbres. A la muerte de D. Ramón Areces en 1989, este fue reemplazado por su discreto sobrino D. Isidoro Álvarez. Ahora fallecía D. Isidoro Álvarez y era reemplazado por su sobrino D. Dimas Gimeno. Escasas entrevistas concedió uno, por no decir nulas, y escasas entrevistas concedió y es de preveer que concederá D. Dimás Gimeno, pues los mandamases de El Corte Inglés parecen tener la discreción por bandera.

Eso sí, se daba la curiosa casualidad de que dos personas tan poderosas financieramente hablando como D. Emilio Botín y D. Isidoro Álvarez hubieran fallecido prácticamente a la vez y ambas hubieran tenido que soportar insultos de envidiosos en las redes sociales.

J. F. Lamata