13 febrero 2022

También era poeta

Muere Enrique Hernández-Luike, precursor de las revistas de motor en España, que tuvo dos vidas, primero con el Grupo Motorpress (AUTOPISTA) y luego con el grupo ‘LÍDER’ (AUTOFÁCIL)

Hechos

El 13 de febrero de 2022 falleco D. Enrique Hernández Luike.

Lecturas

Nota del diario EL MUNDO

«Enrique Hernandez-Luike, quien fuera uno de los más grandes editores de la prensa del motor en España, falleció el pasado 13 de febrero de 2022 a la edad de 93 años. Fue el creador del Grupo Motorpress (con revistas como Autopista y Motociclismo) y posteriormente, de Luike Iberoamericana de Revistas (Autofácil). Además, ejerció de periodista y fue poeta. Descanse en paz».

HERNÁNDEZ LUIKE

Juan Caño

1999

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Este andaluz egregio y de gran ingenio es una de las pocas personas que he conocido y que hace honor a los versos Rudyard Kipling “cuando veas que todo a tu alrededor se derrumba y eres capaz de comenzar de nuevo…”.

A sus 68 años Enrique Hernández comenzó de nuevo. En julio de 1998 tras meses de fuertes disensiones con sus socios alemanes, a los que 10 años antes había vendido el 50% de la importante empresa de revistas del motor que había creado, arroja la toalla y acepta desprenderse de la otra mitad que conservaba, al tiempo que se compromete a no volver a editar revistas del motor hasta el año 2001.

Pero no esperó hasta entonces para poner en marcha una nueva empresa con el título de Imperial, nombre del paseo madrileño donde está ubicado el flamante edificio de seis plantas que adquirió, y desde donde ya se publican las revistas TRIBUNA DE ACTUALIDAD y LA GACETA DEL CAZADOR, cuyas acciones compró velozmente.

Atrás dejó una impresionante familia de revistas que fue creando a lo largo de veinte años y que dominan el sector del motor: AUTOMÓVIL, AUTOMECÁNICA, AVIÓN REVUE, MOTOR CLÁSICO, AUTO VERDE 4×4, MOTO VERDE, COCHE ACTUAL y AUTOVÍA.

Es una de las personas más generosas que conozco, con sus ocho hijos (a la mayoría de los cuales dio trabajo en su empresa) con sus empleados y asociados, a los que invita a sus espléndidas casas de Villanueva del Pardillo, de Sevilla o de El Rocío y, sobre todo, con sus amigos.

Recuerdo en una ocasión que, tras almorzar en un restaurante de Madrid con un impresor, observó compungido cómo le habían robado el radiocasete del coche a su invitado en el aparcamiento. Pocas horas después el desolado impresor recibía en su despacho un aparato nuevo y último modelo, regalo de Enrique.

Suele pasar varios días al año en el Palacio de la Magdalena de Santander, siguiendo algún curso de verano, donde uno de sus antiguos colaboradores, Santiago Veguín, ejerce ahora admirablemente de cicerone del as delicias de la gastronomía cántabra.