16 marzo 2005

Se desvinculó del partido tras la derrota electoral en las primeras elecciones de 1977

Muere Enrique Thomas de Carranza, uno de los siete fundadores de Alianza Popular

Hechos

Enrique Thomas de Carranza y Luque muere el 16 de marzo de 2005.

El Análisis

El ocaso del discreto magnífico: Enrique Thomas de Carranza y el legado de Alianza Popular

JF Lamata
El 16 de marzo de 2005, Enrique Thomas de Carranza y Luque, el menos conocido de los “siete magníficos” fundadores de Alianza Popular (AP), falleció en Madrid a los 86 años, cerrando una trayectoria política discreta pero emblemática de las tensiones de la Transición española. Nacido en 1918 en una familia aristocrática, Thomas de Carranza fue el único de los fundadores de AP—junto a Manuel Fraga, Laureano López Rodó, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Gonzalo Fernández de la Mora y Licinio de la Fuente—que no había ostentado un ministerio bajo el régimen de Franco. Su carrera, marcada por cargos diplomáticos y administrativos durante la dictadura, y su paso por la Asociación Nacional para el Estudio de Problemas Actuales (ANEPA), la Unión Social Popular (USP) y finalmente AP, refleja el esfuerzo de una derecha franquista por adaptarse a la democracia. Sin embargo, su fracaso en las elecciones de 1977 y su posterior retirada de la vida pública lo convirtieron en una figura secundaria, eclipsada por los líderes más carismáticos de AP. En su muerte, Thomas de Carranza deja un legado que, aunque modesto, ilustra los retos de una generación atrapada entre el franquismo y la democracia
Formado en Derecho, Thomas de Carranza ingresó en la carrera diplomática en 1946 y ocupó cargos significativos bajo el franquismo: director de Radio Nacional de España, gobernador civil de Toledo (1965-1969), director general de Cultura Popular y Espectáculos (1969-1972), y procurador en las Cortes franquistas (1971-1977). Como vocal de la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales, mantuvo vínculos con el ala más conservadora del régimen. Tras la muerte de Franco, presidió ANEPA, una asociación fundada por el exministro Alejandro Rodríguez de Valcárcel, que buscaba una transición controlada. Su liderazgo en ANEPA, marcada por una línea dura, lo llevó a integrarla en la federación de AP en 1976, pero las tensiones internas con sectores “suaristas” derivaron en su destitución en enero de 1977. En respuesta, fundó la Unión Social Popular (USP) en febrero de 1977, un partido efímero que se fusionó con AP en mayo del mismo año. Como candidato de AP por Tarragona en las elecciones de 1977, no logró un escaño, un revés que marcó su retirada de la política activa, dedicándose desde entonces a la abogacía y a un perfil bajo hasta su muerte.

La trayectoria de Thomas de Carranza, aunque menos brillante que la de Fraga o López Rodó, refleja las dificultades de la derecha franquista para reinventarse. Mientras AP obtuvo 16 escaños en 1977, la UCD de Suárez arrasó con 166, capitalizando el deseo de cambio. Su papel en ANEPA y USP, y su lealtad a AP, muestran su compromiso con un conservadurismo que, a diferencia de Fraga, no supo adaptarse al nuevo escenario democrático. Su discreción, quizás por no haber sido ministro, lo relegó frente a los “magníficos” más visibles, y su salida de la política tras 1977 evidencia la marginación de quienes no lograron desprenderse del estigma franquista. En este marzo de 2005, la muerte de Thomas de Carranza pasa casi desapercibida, pero su vida recuerda a una España que, en los albores de la democracia, vio a muchos de sus actores secundarios desvanecerse en la sombra de un pasado que la mayoría prefería olvidar.

J. F. Lamata