16 febrero 1994

Muere Joaquín Valdés Sancho, fundador de la revista DIEZ MINUTOS

Hechos

El 16 de febrero de 1994 el periódico ABC publica la necrología de D. Joaquín Valdés Sancho.

Lecturas

El 14 de febrero de 1994 muere Joaquín Valdés Sancho, fundador y propietario de la revista DIEZ MINUTOS.

Se fue nuestro fundador.

Joaquín Valdés Sancho, fundador y presidente de Gráficas Espejo y de la revista DIEZ MINUTOS de la que fue también director de 1951 a 1974, falleció en Madrid el pasado 14 de febrero a los setenta y nueve años de edad. Cuando abandonó la dirección de la revista, su yerno Rafael Ruiz-Jarabo ocupó el puesto de consejero-delegado en Gráficas Espejo, y su hija, Milagros, se encargó de la dirección general hasta que la empresa fue adquirida por Hachette Publicaciones. Descanse en paz. 

24 Febrero 1994

Ha muerto Joaquín Valdés

Javier Osborne

¡HOLA!

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El periodista y empresario Joaquín Valdés Sancho ha fallecido en Madrid a la edad de setenta y nueve años. Hombre de enormes cualidades humanas, pertenecía a esa clase de andaluces a los que el sol de su tierra ilumina los senderos por donde discurren sus vidas. En Joaquín todo era claridad, nobleza y verdad. Periodista ante todo, dirigió sus pasos al mundo editorial, al que dedicó su vida, iniciando y alentado publicaciones tan populares como DIEZ MINUTOS, semanario del que fue director durante veinticinco años.

De los talleres de su editorial que comenzó en la calle del Espejo, cerca del madrileño palacio de Oriente, salieron otras publicaciones como EL EUROPEO y el ANUARIO DEL GRAN MUNDO, que crecieron bajo su atenta mirada en aquel despacho lleno de pruebas de imprenta, donde nunca faltó un marco sobre su mesa con una Inmaculada de Murillo, recuerdo de sus años sevillanos.

Mitad empresario y mitad poeta, de poder escoger no habría muerto en un día de cierre. Pero, quizá, se habría escrito sobre la casualidad de haber fallecido un día de San Valentín; él, que tanto amó a su familia, sus amigos, su profesión y que era además el creador de un semanario del corazón

Javier Osborne

15 Marzo 1994

Joaquín Valdés Sancho

Francisco Narbona

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No por anunciada dejó de dolernos la muerte de Joaquín Valdés Sancho, un sevillano de tronío, como no muy certeramente, sin intención peyorativa le ha llamado un buen amigo.

Yo que participé en su obra editorial más querida – para él – DIEZ MINUTOS le recordaré siempre en aquella Sevilla de los años treinta (instalada ya la República escorada a babor) cuando en la Universidad asomaba la discordia precursora del doloroso e inevitable enfrentamiento civil, Joaquín, que se había iniciado en la carrera literaria escribiendo versos; camuflaba su nombre con un Jorge Villarín, que reproducía sus iniciales.

Contra el desengaño de la Segunda República batallaba un semanario tradicionalista, EL OBSERVADOR, donde Joaquín, tan unido a don Manuel Fal Conde, inspirador y promotor del mismo, libraba sus primeras escaramuzas como cronista político. Entregado de lleno a la pasión – quiero recordar que la guerra civil sorprendió convertido en jefe nacional de las Juventudes Tradicionalistas – en el Toledo recién conquistado, se hizo cargo de aquel EL ALCÁZAR saturado de heroísmo, impreso con sangre generosa y lo convirtió en un periódico de Frente de Madrid. Apenas liberada la capital se plantó en la Editorial Católica de donde salía YA y comenzó a sacarlo a la calle como una voz independiente, entre los recobrados vespertinos de aquel Madrid todavía vacilante. Naturalmente pensaba convertirlo, sin faltar a la verdad, en propagador de sus ideales, que no coincidían, por supuesto, con el esquema político previsto. Apenas quiso apuntar una noble y leve ‘asonancia’, al ponerse al lado de la Finlandia valerosa que desafiaba a la URSS y de la Polonia subyugada por sus vecinos, se le echaron encima, y se acabó la historia.

Refugiado en una tarea editorial modesta, consiguió pocos años después, de un banco, el apoyo necesario y se lanzó a la adquisición de unos viejos talleres en la calle del Espejo, en un rincón tan galdosiano y castizo que cualquier hubiese adivinado el fantasma de don Benito, relator de las tristes peripecias de ‘Fortunata y Jacinta’, viniendo de la Plaza Mayor hacia Arenal. Allí, con el run-run de vetustas maquinarias, como música de fondo, comenzó la increíble historia de DIEZ MINUTOS, que en sus manos cumplió cuarenta años. Joaquín, con su mala salud de hierro pilotó con generosidad, ingenio y alegría aquel barquito de papel – constaba en 1951 una peseta veinte páginas – y, desafiando tempestades diversas, lo llevó a buen puerto en la España populista y mayor edad de los años sesenta. A última hora, en los ochenta, una dificultad empresarial le obligó a meterse en una aventura que exigía espíritu resuelto y juvenil. De nuevo, su talento y honestidad le permitieron movilizar recursos para rescatar su empresa, y vencer; todo el mundo le creía acabado. No fue así. Tuve la fortuna del espílogo. Fue, desde luego, un amigo ‘para todas las estaciones’.

Francisco Narbona