31 julio 2014

Criticado por su convivencia con la dictadura, en 2009 pactó con el Gobierno Kirchner que el fútbol pudiera ser rentabilizado por los medios gubernamentales

Muere Julio Grondona, el dueño del fútbol argentino como presidente de la AFA desde hacía 35 años

Hechos

El 30 de julio de 2014 falleció Julio Grondona.

Lecturas

Julio Grondona convivió con la dictadura de Argentina y con los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rua, Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner.

En 2009 dio un gran apoyo al Gobierno de Cristina Kirchner en su guerra contra el Grupo Clarín al hacer que la AFA anulara su contrato para la emisión de fútbol con Torneros y Competencias (Clarín) y dárselo al Estado para que lo emitiera en la televisión pública.

Grondona había sido reelegido por octava vez como presidente de la AFA en 2011 en una rocambolesca batalla con Daniel Vila (Grupo America – Vila Manzano) con lo que podría haber permanecido al frente de la AFA hasta 2015.

Con su muerte la presidencia de la AFA será asumida por Luis Segura hasta las elecciones de 2015 en las que podría aspirar a sucederle el showman y magnate Marcelo Hugo Tinelli.

31 Julio 2014

Caudillo intocable del fútbol argentino

Carlos Toro

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En contra de lo que algunos pensaban, Julio Humberto Grondona no era inmortal. Incluso ahora, a su muerte, su edad, 82 años, parece poca, dada la longevidad del personaje en el cargo de presidente de la AFA (Asociación de Fútbol Argentino). En efecto, Grondona daba la impresión de haber estado siempre ahí, eterno e inmutable, antes que los clubes, antes que los jugadores, antes que el balón, antes que la propia Argentina, de cuyas características, vicios y turbulentas travesías históricas era un representante. Un arquetipo. Un símbolo.

Tan controvertido como duradero en la poltrona, Grondona nació dirigente como otros nacen futbolistas o cualquier otra cosa. En 1956 fundó un club, el Arsenal Fútbol Club, en la ciudad de Sarandi. Fue su presidente hasta 1976. Y en él tuvo su primer lío en 1969. La AFA lo suspendió por un año tras agredir a un árbitro. No pudo por esa razón presentarse a las elecciones a la presidencia de (el) Independiente, de cuya subcomisión de fútbol profesional era vicepresidente, mientras regía los destinos del Arsenal.

Pero conseguiría esa presidencia en 1976. Independiente fue campeón en 1977 frente a Talleres. Y en 1978 frente a River. Y campeón de la Libertadores en 1964 y 1965. El ascenso de Grondona al sillón federativo pareció una mezcla de méritos profesionales y de trapicheos políticos cuando, tras el victorioso Mundial de 1978, el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste, que se había hecho cargo de la presidencia de la organización del evento tras la misteriosa muerte del general Omar Actis, lo nombró, en 1979, presidente de la AFA. Sólo la muerte lo ha arrancado de la poltrona, aunque había manifestado que la abandonaría en 2015, quizás, entre otras razones, debilitado por la muerte, en diciembre de 2012, de su esposa, Nélida Pariani.

La trayectoria de Grondona ha contenido éxitos y escándalos, triunfos y denuncias, logros y sospechas. Bajo su larguísima presidencia, Argentina fue campeona juvenil en 1979, campeona del mundo en 1986, olímpica en 2004 y 2008, y vencedora de la Copa América de 1991 y 1993. Pero las acusaciones de malversación, administración fraudulenta, lavado de dinero y, en general, comportamientos mafiosos lo han acompañado en toda su vida de dirigente.

Sus enfrentamientos con Maradona, con quien no le unía más que la rima de su apellido, fueron estruendosos. El último cuando le llamó «mufa» (gafe) al Pelusa durante el pasado Mundial. Maradona representa la rebeldía por la rebeldía, el desorden y el descontrol dentro de un peculiar sentido de la justicia que execra de todo conservadurismo para reclamar su sustitución por la anarquía. Grondona, la capacidad innata para una supervivencia basada en el paternalismo entre benévolo y dictatorial, los pactos oscuros, el halago, la amenaza, el poder de los secretos inconfesables y el conocimiento de los pecados ajenos, lo que le otorgaba un poder enorme. En cierto modo, nadie tan argentino como él en un país con rectores políticos que tanto se le parecían.

Grondona, paradigma de la vieja corrupción nacional, según sus enemigos. Grondona, padre nepotista de dirigente heredero con el mismo nombre. Grondona, prototipo de mafioso, según sus críticos. Grondona, también vicepresidente de esa FIFA voraz, siempre nadó entre todas las aguas. Siempre flotó, aunque metiese la pata hablando de los judíos («no hay árbitros judíos en Primera División porque el fútbol es muy difícil y a ellos no les agradan las cosas difíciles»). Aunque tratase de justificar su fortuna aduciendo que «mi papá me dejó mucha plata». Aunque amenazase de muerte, recogido por una cámara oculta, al periodista Alejandro Fantino. Aunque se indispusiese con todos los clubes provinciales, que lo acusaban de favorecer con sus decisiones y sus manejos a los de Buenos Aires…

En esta Argentina de «barras bravas», de impagos, de permanentes sobresaltos, ha muerto Julio Grondona. Y con él, una forma, un estilo.

Julio Humberto Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentina (AFA), nació en Avellaneda (Argentina) el 18 de septiembre de 1931 y murió en Buenos Aires el 30 de julio de 2014.