29 octubre 1957

Muere Louis B. Mayer, el emigrante judío que montó un imperio cinematográfico: la Metro Goldwin Mayer

Hechos

El 29.10.1957 falleció Louis B. Mayer (nacido Lazar Meir).

Lecturas

Louis Burt Mayer, uno de los fundadores de Hollywood, ha muerto este 29 de octubre de 1957 en Los Ángeles a los 72 años. Nacido en Rusia, llegó a Estados Unidos cuando contaba dos años, como miembro de una familia judía de emigrantes pobres. Aún no tenía 20 años, y ya se había introducido en la todavía incipiente industria del cine, a la que llegaba con el entusiasmo y un par de ideas (como él mismo diría) por único bagaje. Pocos años después, asociado a Sam Goldwin, otro emigrante, fundaba la MGM. 

El Análisis

El fin de un emperador de Hollywood

JF Lamata
El 29 de octubre de 1957, Louis B. Mayer, el magnate ruso-judío que convirtió Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) en un coloso del cine, falleció a los 73 años en Los Ángeles, víctima de leucemia. Nacido en 1884 en Minsk, entonces parte del Imperio Ruso, Mayer emigró a Canadá y luego a Estados Unidos, donde, como otros pioneros judíos como Jack Warner (Warner Bros.), Harry Cohn (Columbia), Adolph Zukor (Paramount) y Carl Laemmle (Universal), encontró en Hollywood un lienzo para construir un imperio cultural. Desde humildes comienzos como exhibidor de películas en Massachusetts, Mayer cofundó MGM en 1924 y lo transformó en el estudio más prestigioso de la era dorada, conocido por sus producciones lujosas y un elenco de estrellas inigualable. Su muerte marca el fin de una era para Hollywood, mientras MGM enfrenta un declive en un panorama cambiante, dejando un legado de éxitos cinematográficos empañado por controversias personales y profesionales.
Mayer, con su visión de glamour y valores familiares, hizo de MGM el epítome del cine clásico. Sus mayores éxitos incluyen El mago de Oz (1939), un hito cultural; Lo que el viento se llevó (1939), un épico ganador de ocho Oscars; y Cantando bajo la lluvia (1952), una obra maestra del musical. Bajo su mando, MGM albergó a estrellas como Clark Gable, Judy Garland, Joan Crawford y Greta Garbo, y directores como Frank Capra y Victor Fleming. Su “sistema de estrellas” convirtió a los actores en íconos, pero también en piezas controladas por contratos estrictos. Como Warner y Cohn, Mayer enfrentó acusaciones de autoritarismo: su estilo paternalista ocultaba un control férreo, con actores sujetos a dietas, cirugías estéticas y vidas personales manipuladas. Durante el macartismo, cooperó con la HUAC, delatando a sospechosos de comunismo, lo que le valió críticas por traicionar a su industria, similar a las controversias de Cohn. Además, enfrentó acusaciones de acoso a actrices, como Judy Garland, y conflictos con figuras como Irving Thalberg, su socio inicial, cuya muerte en 1936 consolidó su dominio. Su antisemitismo internalizado, irónico para un judío inmigrante, y su desprecio por los sindicatos, como en la huelga de 1946, marcaron sus sombras.
Tras su salida forzada de MGM en 1951, tras disputas con ejecutivos por el auge de la televisión y la ruptura del sistema de estudios, Mayer se retiró, dejando un estudio debilitado. A su muerte en 1957, MGM, sin el liderazgo de Mayer, entró en declive: la falta de innovación y los altos costos de producción la rezagaron frente a Warner Bros. y Columbia, que se adaptaron mejor. Sin herederos directos en el negocio—sus hijas no asumieron roles ejecutivos—, el control pasó a ejecutivos como Joseph Vogel, pero la compañía enfrentó pérdidas con fracasos como Mutiny on the Bounty (1962). MGM sobrevivió gracias a su biblioteca de clásicos, pero nunca recuperó su esplendor, siendo adquirida por inversores como Kirk Kerkorian en los años 70. En este octubre de 1957, la muerte de Mayer cierra la era de los mogules judíos que construyeron Hollywood desde la marginación, dejando a MGM como un eco de su genio y sus excesos, en un Hollywood que ya no pertenece a los soñadores como él.
JF Lamata